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Sinfonia para dos (1)

en Grandes Relatos

SINFONIA  PARA DOS (1)

Estimados lectores, empieza aquí un excitante experimento. Este relato será largo, por capítulos y escrito a dos manos, en la distancia, sin que la derecha sepa como va a continuar la izquierda. Una de las manos es mía, la otra………deberéis esperar a conocerla cuando ella publique el capitulo 2 de esta “Sinfonía para dos”. Solo puedo adelantaros que es una de nuestras  escritoras preferidas, una de las mejores de TR.

Aquellos que busquen en TR una excusa para desahogos rápidos seguramente no nos seguirán, pero aquellos que gustan de la literatura, además del morbo, la fantasía y el erotismo, no se sentirán defraudados porque encontraran de todo, aunque deberán tener paciencia . Os invitamos a acompañarnos en esta aventura, que será divertida y calie nte.

Inés, había nacido en el seno de una familia sencilla, su padre, labrador de profesión, había trabajado de sol a sol para sacar la familia adelante. Su madre modista ayudaba lo que podía  a la economía de la casa.

Era la menor de cuatro hermanas. Y desde niña, soñaba con el mar, incluso fantaseaba con la posibilidad de alguna vez haber sido sirena. Soñadora de imposibles, para la sociedad en que le había tocado vivir. Su mayor ilusión, una utopía, la libertad.

Tenía Inés, un carácter fuerte. Su rebeldía desde muy tierna edad, hizo que su vida fuera complicada. Se sentía sola, rodeada de gentes que nunca la comprendieron.

Fue creciendo en aquel pueblecito de algo menos de cuatro mil habitantes, donde cada  año que cumplía sentía como si fuese otra vuelta de una imaginaria soga alrededor de su cuello, que la asfixiaba un poco más. Rodeada de hipocresía, envidias, cotilleos, jefes que en el pulpito de una iglesia ayudaban a predicar la palabra de Dios y dentro de la empresa que regentaban, practicaba el acoso sexual, aprovechando el poder que les daba el ser poseedores de un bien muy escaso en aquellos pueblecitos, el trabajo.

Inés poco a poco fue perdiendo su ingenuidad. Educada en un ambiente religioso de estrictas normas sociales, su carácter se fue haciendo mas rebelde si cabe a medida que fue siendo consciente de que su cuerpo de metro sesenta, agraciado con unas torneadas piernas, unas apetecibles tetas y un culo que llamaba la atención, era objeto de deseo de hipócritas patricios de su pueblo que no dudaban de usar sus privilegios de clase para babear pensando en como la podrían disfrutar, mientras paseaban con sus beatas esposas de dos misas diarias colgadas de sus brazos.

En varias ocasiones, acorralada por la hipocresía y la incomprensión de los suyos, había intentado visitar la casa de la señora enlutada a la que todos temen y respetan, a la que ella admiraba profundamente. Pero la señora era tan altiva que nunca la invitó a entrar.

Fue después de haber sido rechazada por la señora una vez más,  cuando decidió crear su propio mundo, un lugar mágico, donde no existieran más que ella y su palacio de cristal.

Lo construyó cerca del mar, para poder respirar la brisa marina cada día y para sentir la fuerza de las olas en su interior. Lo construyó debajo de un gran arco iris  que llevara a su vida de nuevo un mundo de colores, un mundo de ilusión. Era un inmenso edén, donde se sentía segura, donde no existía dolor, no sólo el físico que no dolía tanto; el dolor de la mentira, de la incomprensión, de la traición, ese...era otro dolor, ese… era el que  le desgarraba las entrañas, cuando no estaba dentro de su palacio.

Acababa de cumplir los veintitrés cuando, enamorada profundamente, contrajo matrimonio con una excelente persona vecino del pueblo, con la que compartió momentos de mucha felicidad.  Con el descubrió  el tesoro de placer que guardaba en su entrepierna, la sensación de pleno triunfo cuando conseguía doblegar la hombría de su marido Ismael, unas veces en su boca, otras en ese vértice embriagador y otras dominándolo dentro de su canal posterior en posición de yegua en celo cabalgada por aquel pura sangre.

Iba pasando el tiempo y ella, que siempre había sido de naturaleza inconformista, necesitó explorar otros “mundos”. Se sentía atrapada en la rutina de su vida y decidió volar hacia un mundo de fantasía, donde sintiera que era algo más que una fuente de placer.

  

 Toda su vida se reducía a compaginar su trabajo en el negocio familiar, que habían montado con gran esfuerzo para ser dueños de su propio destino, con las faenas domesticas sin mas premio que algún buen polvo con la persona con la que llevaba compartiendo ya mas de quince  años de su vida.

Fue una decisión difícil y bien meditada, años de pensarlo y no decidirse a coger las riendas de su vida, por no herir a quien aún creía amar

Un buen día, decidió que su hora había llegado, hizo las maletas y se sentó a esperar.

 Volare hacia la libertad, le costará entenderlo, se sentirá engañado porque nada le importará como me siento, le dolerá su ego. Pensará que ya no tendrá un coño a su disposición cada noche. Y es verdad que yo también echare de menos sus besos, su lengua en mi clítoris y el calor de su semen llenando mi sexo mientras sigo sintiendo ese gran vacío en mi estomago. Ese vacío es el que necesito llenar

El, llego temprano aquella noche, la encontró tranquila, relajada, la besó en los labios como cada noche, vio dos pequeñas maletas a sus pies.

Ahora es cuando se hará el ofendido, ahora es cuando empiezan los reproches.

 No hubo preguntas, no hubo recriminaciones, solo silencio. Ismael sabía que un día u otro acabaría ocurriendo, ella ya se lo había dicho en más de una ocasión, necesito tiempo para pensar, tiempo para decidir que hacer con mi vida. Necesito salir a campo abierto, necesito explorar otros “mundos”. Ella necesitaba amueblar su castillo de cristal.

  

Lo abrazó mientras le decía:

-No te preocupes, no es definitivo. Te sigo amando

No quiero hacerte daño, no has sido mal marido, pero no creo que vuelvas a tenerme desnuda en tus brazos. Me asfixio ya con tus besos, necesito respirar la brisa de un nuevo azulado mar.

El permanecía en silencio intentando quedarse con todo el calor de aquel abrazo, sentía un nudo en la garganta que amenazaba con ahogarlo.

_Necesito un poco de tiempo,…. volveré,…. te escribiré,… todo irá bien, ya lo veras.

Si te escribiré, eso es verdad. Volveré también pero siendo otra persona, aunque si quieres siempre seré tu amiga pero tu polla ya no entrara en mi coño ni en mi culo. Mi boca ya no chupara tu polla ni tu lengua deberá chupar mi clítoris

-  Siempre te querré – se lo dijo  casi con intensidad, intentando decirle que no se iba     por culpa de él, sino porque era su destino..

- Sabes que yo también te quiero mas que a mi vida – le respondió él entre sollozos

Cogió sus maletas y se marchó. No miró atrás, no quería que el viera sus lágrimas, las secó con la el puño cerrado en un gesto de rabia y se encaminó hacia su coche. Aquello resultaba mucho mas difícil de lo que en  un principio había imaginad, pero la decisión estaba tomada, nunca un paso atrás ni siquiera para tomar impulso.

Mientras conducía, escuchaba la canción “ Geografía “que sonaba en la radio, hablaba de un país muy especial, su país, el que ella quería encontrar. Abrió la ventanilla y el aire fresco de la noche la envolvió con un halo de esperanza, respiró hondo y comenzó a tararear la canción: “ Me gustaría inventar un país contigo.... “

Recordó con nostalgia a Lucía, su gran amiga de veintidós años. Fue ella quien la ayudó a tomar tan difícil decisión, quien la apoyó hasta el final. Lucía, le dio todo el cariño y comprensión que ella necesitaba cuando se sentía perdida, cuando las fuerzas para seguir con su vida amenazaban con abandonarla. Fue esta amiga tan especial para ella, quien soportó con ternura sus llantos, sus inseguridades, sus bajones, sus locas aventuras de sexo y lujuria cuanto intentaba llenar el vacío que le carcomía por dentro.. Aun siendo dieciséis años más joven era el hombro de apoyo de Inés y quien la reafirmaba  aun en la posibilidad de seguir soñando en su palacio de cristal, de sentir una gran fuerza vital.

Las dos sabían que Inés se iría, pero la generosidad de Lucía iba más allá del egoísmo de la amistad, más allá de sus propios sentimientos. Se sentía feliz por  su amiga que al final podría vivir su propio sueño, aunque sabia que la echaría mucho de menos.

Habían pasado aquel último día juntas, haciendo planes. Lucía en cuanto pudiera iría a verla, pasarían una temporada juntas. Mientras estarían en contacto, se escribirían. Nunca antes había visto Lucía tan feliz a Inés y, aunque sabía que no sería fácil para ella prescindir de su compañía, su felicidad era lo único que en esos momentos le importaba.

Inés volvió a la realidad, sus ojos estaban empañados por las lagrimas, atrás quedaba todo lo que hasta entonces había amado u odiado, su familia, sus amigos, sus amantes de un polvo rápido y vacío,  y ese trocito de cielo que hasta entonces había sido su pueblo.

Dio volumen a la radio, coloco las dos manos sobre el volante y lo apretó con rabia, fijo sus ojos en la carretera iluminada por los faros del coche y siguió tarareando la canción que estaba sonando: “ Me gustaría que nuestro país tuviera, un arsenal inmenso de caricias bajo el mar.....”

 

 

No se vosotros, pero yo espero ansioso el capitulo 2 escrito por  nuestra gran escritora  _ __ _ _ _ _ _ _ _