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La siesta

en Erotismo y Amor

Entre en la habitación en penumbra, las cortinas se movían con la brisa que procedente del mar suavizaba el fuerte calor de aquel sábado  de Julio. El silencio de la hora de la siesta  traía el suave rumor de las olas al romper sobre la arena de la cercana playa, mezclado con el grito de algún niño que se divertía ajustándose con la llegada de aquellas olas.

 

Estirada sobre la cama, por encima de las azules y brillantes sábanas yacía ella, su cabeza sobre uno de los mullidos almohadones, una pierna estirada y la otra flexionada por la rodilla, separadas ambas, dejando ver el bello cúbico debajo de minishort que  la cubría, encima de un minúsculo tanga blanco, como toda  vestimenta contrastando con su bronceada piel . Sus tetas bien formadas reposaban de forma natural desplegadas hacia el pecho y hacia los laterales, nada que ver con los balones de silicona que siempre permanecen erguidos y redondos. Los pezones se marcaban erectos seguramente por la caricia de la brisa que entraba por la balconera abierta que después de hinchar las finas cortinas se desplegaba sobre la cama, acariciando su piel como si del suave roce de la yema de mis dedos se tratara.

Una de sus manos descansaba sobre su pelvis con los dedos encima de la zona donde podía adivinar su clítoris. ¿Estaría dormida?, quizás mi llegada había parado un suave valls de sus dedos, bailando de puntillas sobre el estrecho salón de baile.

 

Me situé al pie de la cama, contemplando aquel excitante cuerpo, no era el de una modelo, era un cuerpo bien formado de una mujer atractiva y deseable, de una mujer de verdad. Mis ojos no podían dejar de contemplar aquella excitante conjunción entre las piernas, el vello negro, el pequeño tanga que se apreciaba debajo del casi transparente y fino short de pijama, el vértice amplio que formaban las piernas separadas, me invitaban a entrar en aquel maravilloso valle.

 

Me fui quitando la ropa sin hacer ruido, hasta quedarme totalmente desnudo, con la polla erecta y dura. Mi mano la cogió y simulo el imaginado movimiento que deseaba practicar en aquel calido y, supuestamente, húmedo valle.

 

Ella percibió mi presencia y abrió los ojos, no dijo nada, simplemente se incorporo, estirándose en sentido contrario en la cama y acercando su boca a mi polla, que le ofrecí sosteniéndola con la mano con que la estaba moviendo.

 

Ella usó su lengua para recorrer la punta desnuda de la piel que la cubre en estado normal, pasando la lengua plana por todo su contorno y acariciando con la punta la zona del frenillo, no usaba sus manos que reposaban sobre la cama. Sentí como si la brisa que entraba por la ventana empujara  el placer que sentía en la punta, por todo mi cuerpo. Cuando de forma golosa se la introdujo completamente en la boca, sentí el calor de su saliva, la suavidad de su lengua y el roce en el fondo tocando su campanilla, eso me produjo un escalofrío de placer, sujete su cabeza por la nuca con mis dos manos, deseando que no se apartara de mi y descargar mi pasión  dentro de ella. Sin embargo un rayo de lucidez paso por mi cabeza, azuzado por  un rayo de luz que entro con el movimiento de la cortina empujada por la brisa.

 

Me aparte suavemente de ella, que volvió a girar sobre las sabanas y apoyo de nuevo su cabeza en la almohada, ofreciéndome de nuevo la hermosa visión de su entrepierna, de su torso desnudo y de sus apetitosas tetas deseosas de que mi lengua jugara dentro de mi boca con sus pezones y mis dientes los mordisquearan  delicadamente, hasta provocar ese suave dolor que se mezcla con el placer.

 

Me tumbe boca abajo, con las manos deslicé su short hasta sacárselo por los pies, contemple extasiado los labios de su coño hinchados sobresaliendo por los lados del tanga que se había introducido en la raja. Pase mi lengua puntiaguda por encima de aquella tira de tela absorbiendo el olor a coño caliente y deseando saborear el calido fruto que se alojaba debajo.

 

Con rapidez tire de su tanga por ambos lados, ella presta levanto el culo para permitirme quitárselo. Arqueo y abrió las piernas sobre las sabanas, alargue una mano para tomar la otra almohada y ponerla debajo de su culo para levantar su coño abierto ante mis lujuriosos ojos. A continuación me acerque a colocar mi boca entre sus piernas, con mis manos le ayudaba a mantener las piernas abiertas así como los labios del coño.

Me acomode para permanecer allí tranquilamente hasta que su cuerpo se cimbreara de placer.

 

Sus manos masajeaban las tetas y estiraban los pezones hasta conseguir arrancarse ella misma gemidos y palabras que aun la excitaban mas al oírselas decir a ella misma.

 

Mi boca saboreaba despacio su calida intimidad, succionaba despacio su clítoris dentro de mi boca y usando la lengua para hacerlo crecer y saborearlo en toda su intensidad, lentamente, muy lentamente. No paré hasta que su cuerpo se arqueo levantándose de la cama, sus gemidos se volvieron roncos, sus piernas se cerraron dejando prisionera mi cabeza entre ellas. No deje de seguir saboreando el placer destilado que me embriagaba, hasta que una nueva descarga volvió a sacudir su cuerpo, su culo se levanto tirando de mi cabeza hacia arriba para volver a caer juntos sobre la cama.

 

Se dióóla vuelta, se arrodillo en la cama apoyándose con sus manos, a cuatro patas

me ofreció la preciosa visión de su coño mojado, entreabierto entre sus nalgas. Ayudándome con mi mano dirigí mi polla hacia la entrada, ella empujo su culo hacia atrás y mi polla entro hasta el fondo de su lubricada vagina. Nos movimos despacio, disfrutando el placer de cada centímetro, mientras la brisa acariciaba nuestros cuerpos sudorosos hasta que nos fundimos en uno.

 

Cuando nos separamos, nos estiramos boca arriba sobre la cama, disfrutando del suave roce de la brisa que llegando de la ventana acariciaba su cuerpo para luego dejar sobre mi piel el perfume de ella.

 

Nos dormimos en la suave penumbra de aquel sábado de Julio oliendo a sexo y a mar.