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Carta de amor

en Erotismo y Amor

Amada mía,

El vacío de tu ausencia oprime mi pecho hasta el punto que necesito salir en busca de  aire fresco que alivie mi ansiedad. Necesito aspirar bocanadas de brisa que llenen el vacío que siento dentro de mí.

Nublados mis sentidos por el dolor de la ausencia, una extraña fuerza ha encaminado mis pasos, inconscientemente, por la vereda que, pasado el bosque de pinos y mimosas, discurre serpenteante entre los riscos del acantilado hasta este  escondido e intimo rincón de fina y blanca arena blanca, escondido entre las rocas del acantilado,  a la orilla del mar.

Aquí, sintiendo la fría , suave y húmeda brisa que llega a mí, después de rozar la cresta de las olas, consigo que cuando el frío aire entra en mis pulmones alivie el vacío de mi interior.

Sentado sobre la arena, recuerdo cada uno de los encuentros que tuvimos en este rincón.

Las lágrimas caen por mis mejillas, al recordar cuando tumbados sobre este lecho de blanca arena, navegamos juntos por primera vez, siendo yo la barca y tú el timonel.

Cierro los ojos y mis manos vuelven a dibujar en el aire las curvas de tu cuerpo desnudo. En las yemas de mis dedos siento todavía la suave calidez de la piel de tu cuerpo desnudo, de las formas de tus turgentes pechos y el roce de tu vientre sobre el mío. En mis oídos conservo la excitación de tus palabras desinhibidas cuando me jurabas amor eterno, mientras la música de las olas, al romper sobre la arena, nos acunaba en un frenético vaivén. Aun con los ojos cerrados, sigo contemplando tu rostro resplandecer y tus ojos brillar en la cresta de la ola del placer. Mis labios se deleitan todavía con el sabor de tus húmedos besos, y el olor de hembra eriza mi piel.

Aquí amada mía, siento la ausencia de tu cuerpo pegado al mío después de que floreciera el más bello rosal de nuestro jardín sobre este lecho de arena y miel.

Aquí, amada mía, en nuestro jardín, me incorporo, abro los ojos, fijo mi mirada en la línea del horizonte, donde se junta el azul del mar con el azul del cielo, y, dejando volar libre mi alma, salgo a tu encuentro porque ya no puedo permanecer más solo en esta orilla.

Amada mía, sal a mi encuentro porque necesito de tus besos, necesito de tus caricias, necesito sentir que tu cuerpo y mi cuerpo son un solo cuerpo se han convertido en una sola alma.

Amada mía, sal a mi encuentro porque estés donde estés, habrás creado un paraíso, porque tu no puedes haber ido donde no haya amor y paz.

Amada mía, sal mi encuentro y llévame a tu cielo.

Amada mía, mi cuerpo permanecerá en este rincón, en nuestro lecho, por nunca jamás,

Pero sal mi encuentro porque sino, sin tu abrazo, viviré errante por toda la eternidad.

Seguro de muy pronto un abrazo nos volverá a unir en una eterna primavera, recibe el más cálido y tierno de los besos que mis labios puedan depositar sobre los pétalos de tu

radiante jardín.

Te ama por toda la eternidad, aquel que sufre tu ausencia.