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La escritora de relatos - v

en Fantasías Eróticas

                              LA ESCRITORA DE RELATOS

                              QUINTA PARTE

La sorpresa fue más bien desagradable. Ambos dormimos de un tirón hasta que la maldita alarme de mi teléfono nos despertó a las siete.

Los dos nos despertamos un poco desorientados, cada uno en un lado de la cama, y eso que nos habíamos dormido abrazados.

Pero ver su preciosa morena desnudez sobre las sabanas blancas me alegró el temprano despertar

- Buenos días - le dije mirándola con cara de sueño

- No, quiero dormir más - gruño como si fuera una niña a la que despiertan para ir al colegio, escondiendo la cabeza debajo de la almohada.

- Sigue durmiendo... mientras puedas - le susurro al oído.

Me acerque a sus pechos y empecé a besarlos con suavidad, con los labios, mojando sus pezones con mi lengua antes de introducírmelos en la boca y succionarlos como si estuviera degustando el más sabroso manjar.

- Umm si me lo dices así  igual me convences de despertarme - masculló debajo de la almohada.

- Me he despertado con hambre - le dije con doble sentido.

- Uuu, pues aliméntate. Tienes un banquete totalmente disponible de buena mañana.

No decía nada, no gemía, pero empezaba a responder a la succión de los pezones arqueando la espalda, buscando el contacto de mi boca con sus tetas.

Fui bajando succionando con los labios su vientre, deteniéndome en el valle de su ombligo y en el monte de Venus. Cuando llegué a esa zona de placer, abrió las piernas recogiéndolas flexionadas por las rodillas, para acogerme entre ellas. Acepté su invitación y succioné los labios de su concha, abriéndola con la punta de la lengua que poco a poco se fue adueñando de toda la cavidad. La saboree de arriba abajo, introduje la punta de la lengua en la entrada. Ella empezó a darme señales del placer que sentía, ahora sí, gimiendo, moviendo sus caderas y su pelvis.  Sentí la necesidad de saborear el elixir de su placer, subí mis labios al clítoris y aplique allí toda mi pasión, hasta que su cuerpo empezó a temblar y sus piernas se cerraron aprisionando mi cabeza entre ellas.  Me mantuvo allí hasta que ella liberó mi cabeza. Subí a besarla en la boca.

- Esto sí es una buena forma de despertarme, y no esa alarma escandalosa de tu teléfono. Ahora duérmete, me toca a mí despertarte.

La verdad es que yo había disfrutado tanto dándole placer que todo mi cuerpo, incluida mi cabeza, estaba bien despierto. Pero me tumbé en la cama, dispuesto a dejarme poseer.

Ella no tenía prisa, se notaba que el despertar y levantarse se lo tomaba con calma. Me pareció una eternidad lo que tardó en llegar con su boca desde mis labios hasta mi polla. Besaba y succionaba cada milímetro de mi piel, lo que junto con la ansiedad de la espera me estaba llevando a un estado de placentera semi inconsciencia. Por fin llegó a mi entrepierna, tomo mi polla en su mano y mientras besaba y chupaba mis huevos, con la mano empezó un suave masaje subiendo y bajando la piel del capullo que empecé a sentir ese placer que sale de la punta y se distribuye por todo el cuerpo. Cuando, por fin, lo abrazó con los labios y su lengua empezó a moverse en círculos, yo tuve la necesidad de hacerle notar el placer que me estaba dando. Gemí también y moví la pelvis como si quisiera bombear en su boca. Ella, entonces se la introdujo entera, despacio, pero hasta tenerla toda en la boca. Yo sentía ese placer tan especial cuando el capullo toca la garganta y la lengua lo presiona. Fue ella la que acompaño mi simulacro de bombeo con su boca, metiéndola y sacándolo, rodeándola con la lengua. En una de las entradas hasta el fondo, sentí ese calambrazo previo a un orgasmo inminente.

- Me corro - le dije de forma entrecortada - déjalo

Yo esperaba que se retirara y que me ayudara a correrme con la mano, pero, bien al contrario, aceleró el ritmo, ahora chupando con ganas. Comprendí que debía disfrutar del momento y darle lo que sin hablar me estaba pidiendo. Me corrí en su boca, se trago todo el fruto de nuestra pasión. Cuando los espasmos de mi polla cesaron ella se apartó. Alargué los brazos atraje su boca hacia la mía, nos besamos con frenesí, ambos sabíamos a sexo, uno al del otro.

Después de habernos dado una ducha y bajado a desayunar, llegó el momento de despedirnos

- No me gustan las despedidas s- le dije

- A mi tampoco. Mejor que nos digamos hasta la próxima. Por cierto ¿Me das tu número de teléfono, o lo consideras demasiado compromiso?

- Claro, anótalo en tu agenda. Le cante los números.

- Ya está, te llamo y así también tú tienes el mío - Me hizo una perdida.

- Bien pues estamos en contacto. Yo lo he pasado muy bien. Eres un hombre interesante.

- Tú si eres una mujer increíble, guapa, inteligente y una amante perfecta. Siento lo de anoche.

- No seas bobo, estuvo todo perfecto. Aunque la próxima vez no te dejaré hacer tanto esfuerzo. Un poco sí me asusté. Pero solo un poco, eh!

Nos reímos al tiempo que nos abrazábamos y nos dábamos un tierno y largo beso en la boca

- Ciao - forzó una sonrisa

- Ciao, cuídate - me quedé en la puerta de la habitación contemplándola por detrás hasta que se perdió en el ascensor.