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Fantasía

en Transexuales

Aquí estoy de nuevo para contaros un relato que no tiene nada de realidad, sino que simplemente se trata de una fantasía imaginada por mi mente calenturienta, siempre deseosa de nuevas experiencias sexuales. Ya sabéis que a mis 26 años soy plenamente bisexual, lo que hace que disfrute plenamente del sexo. Desde que descubrí Internet hace unos años buena parte del tiempo que paso navegando lo dedico a visitar páginas de contenido erótico, descubriendo las más variadas opciones sexuales, algunas de ellas incluso eran desconocidas para mí, pero eso no es obstáculo para que llegue a tener momentos de excitación que tengo que aplacar masturbándome hasta que logro correrme.

Al ser bisexual me gustan las mujeres, eso es evidente, pero cuando descubrí la transexualidad me sentí atraída por esa temática. No he tenido ninguna relación con una chica así, pero imaginar y ver esos cuerpos bien formados, con un hermoso par de tetas, un culo redondo y respingón y un buen rabo entre las piernas hace que me ponga muy cachonda. Eso, combinado con relatos que he leído sobre feminización hace que imagine situaciones fuera de lo común con mi novio como protagonista. Si se enterase de mis fantasías no sé lo que pensaría, por eso en principio prefiero que quede así, en un pequeño secretillo entre vosotros y yo.

Mi novio es un poco más alto que yo, pero es delgado y no tiene excesivo vello en el cuerpo. Además tiene el pelo largo, un poco por debajo de los hombros. No tiene nada de barriga, fruto de su afición al deporte, y tiene un culo que me encanta, me vuelve loca acariciarlo y pellizcárselo, sobre todo cuando me está follando echado sobre mí. Cuando lo veo desnudo por ejemplo en la ducha en cómo quedaría con algunas de mis prendas.

Imagino que sale de la ducha, secándose despacio, con su deliciosa polla colgando entre sus piernas. Me acerco a él y empiezo a acariciarlo, a besarlo despacio. Le digo que cierre los ojos y me acompañe al dormitorio, donde le hago sentarse en la cama. Cojo un pañuelo y vendo sus ojos para que no vea lo que va a pasar. Me dirijo al baño y cojo un palangana con un poco de agua caliente y una cuchilla para quitarle el poquito vello que tiene en las piernas y en el pecho, untándole después un poco de crema para que no se le irrite la piel y le quede suave. Estoy casi desnuda, únicamente con un tanga, y mientras hago todo eso no puedo evitar pasar mi mano por mi coñito húmedo de vez en cuando, sintiendo pequeñas descargas de placer, pero pienso que es mejor dejarlo para después. Decido quitarle también un poco de la zona genital para dejarle simplemente un poquito en el pubis. Mi niña (voy a llamarla así) luce realmente preciosa sin un solo pelo de más en su cuerpo.

 Me dirijo al tocador y abro un cajón para ver qué le podría poner para que quedase bien, y me decanto por un conjunto negro con ribetes dorados de sujetador y braguita. Cojo también unas medias y un liguero, pensando que así lucirá mucho mejor. Empiezo a ponerle las medias y las sujeto con las tiras del liguero, y a continuación le pongo el sujetador que como tiene un poco de relleno hace que simule tener unas pequeñas tetas, casi de adolescente. A la hora de ponerle las braguitas es cuando llegan los problemas, porque su polla mantiene una deliciosa erección, por lo que decido que eso hay que calmarlo como sea. Así que me aplico en una deliciosa mamada hasta que se corre en mi boca. Ya relajada puedo subirle las braguitas, colocando su polla hacia atrás entre sus piernas.

Luce realmente espectacular, y pienso que es una nena preciosa, con un cuerpo realmente bonito, pero ahora queda arreglar su pelo y maquillarla. Le unto un poco de acondicionador en el pelo para que no se enrede cuando se lo cepille, y la peino con una cola de caballo con un lazo. Después le quito el pañuelo y me dispongo a maquillarla. Tonos suaves, nada estridente, ya que quiero que parezca una nena, no una puta por ser su primera vez. Le aplico el colorete, un poco de gloss para que sus labios brillen y aplico sombra en sus párpados. Un poco de rimel en sus pestañas, unos pendientes de clip y un collar y me separo para ver mi obra, quedando plenamente satisfecha con el resultado. Tan sólo falta el remate final, que es ponerle un vestido y encontrar unos zapatos que le queden bien. Me decido por un vestido ajustado, azul, que se ciñe a su cuerpo como si fuese su propia piel y la hago ponerse unas sandalias con un tacón no muy alto. No quiero que se estrelle contra el suelo por un juego erótico.

Cuando termino mi obra la hago abrir los ojos y mirarse en el espejo de cuerpo entero del armario. Se queda boquiabierta, girándose delante del espejo para verse bien, y me dice que no se cree que aquella chica sea ella. Me acerco a ella por detrás y la abrazo besando su cuello, devolviéndome ella los besos. Nuestras bocas se funden en un profundo morreo, con nuestras lenguas jugando en nuestras bocas. El espejo devuelve la imagen de dos chicas, una rubia y una morena, besándose apasionadamente.

Estoy tan caliente que no puedo evitar quitarme mi tanga quedándome totalmente desnuda, tan sólo con unos zapatos de tacón que a ella le encantan por como estilizan mis piernas y levantan mi culito. Lentamente empiezo a quitarle el vestido, dejándola sólo en lencería, y nuestros cuerpos permanecen pegados mientras volvemos a besarnos. Nos acariciamos y  nos sentamos en la cama de nuevo, recostándonos para seguir tocándonos. Intenta tocar mi coñito, pero detengo su mano y le digo que quiero que la que disfrute sea ella. Así que empiezo a quitarle las braguitas para dejar su polla al descubierto, volviendo a iniciar una mamada que la hace dar suspiros de placer. Me la meto en la boca, saboreándola, mientras mi mano acaricia sus huevos y su culito. Da un pequeño respingo cuando mi dedito se introduce en su hoyito y le digo que se relaje. El sabor de su polla me encanta, más aún mezclado con el de la crema, y recojo con mi lengua las gotitas de líquido preseminal que salen de su glande.

Poco a poco la hago girarse para dejarla a cuatro patas luciendo su culito. Tiro suavemente de su polla hacia atrás y vuelvo a lamérsela un instante antes de dedicarme a lamer su ano como he visto en algún video. Mi dedo vuelve a entrar, pero me detengo para coger el bote de lubricante que tantas veces ha servido para mi culito y que ahora le va a servir al suyo. Me excita muchísimo verla en esa postura, con su culito ofrecido, y continuo con mis lamidas. Tomo un poco de lubricante del tubo en mi mano y vuelvo a jugar con mis dedos para dilatárselo, como tantas veces me ha hecho ella a mí para que su polla entre en mi culito. Da pequeños respingos, por lo que pienso que le tiene que doler un poco, pero le digo que se relaje y se deje hacer, que va a disfrutar con lo que va a ocurrir.

Cuando ya considero que está bastante dilatada y entran tres de mis dedos en su culito me levanto y abro el cajón de la mesita de noche donde guardo mis consoladores. Cojo un arnés de cuero que me ha servido con otras amigas y que fue un regalo de la mujer que me inició en el sexo lésbico. Me lo coloco despacio, diciéndole que no mire, introduciendo el lado más pequeño en mi coñito, lo que me da un escalofrío de placer, y el otro consolador se muestra desafiante entre mis piernas. Me da un morbo tremendo verme así, y me pregunto si no sería delicioso tener a veces una polla de verdad. Me pongo delante de mi chica y le muestro el consolador. Su boca entreabierta parece desearlo, y rozo sus labios con él, animándola a que lo chupe, cosa que hace con deseo tras lamerlo un poco, metiéndolo y sacándolo de  su boca hasta que considero que está bien mojado de su saliva.

Me coloco detrás de ella, rozando su ano con el consolador, empujando un poco para meter la punta. Esperaba otra reacción suya, pero me sorprende ver que con sus manos separa más sus nalgas y echa su culito hacia atrás para que le entre mejor. Sigo empujando hasta que entra la mitad, quedándome quieta para que su culito se acostumbre al intruso. Cuando noto que cede empujo un poco más, metiéndoselo entero. La escucho gemir de placer y empiezo a moverme despacio, entrando y saliendo, hasta que decido aumentar el ritmo. Sus gemidos cada vez son más fuertes, disfrutando con los ojos cerrados, y extiendo mi mano para coger su polla y masturbarla mientras continúo follándola hasta que siento los primeros espasmos del orgasmo. Cuando me corro me quedo quieta un instante hasta que le saco el consolador y la hago tumbarse boca arriba para subirme sobre ella y clavarme yo misma su polla que permanece dura como pocas veces la había sentido. Mientras cabalgo noto que es ahora su mano la que juega con mi culito, por lo que me la saco un momento y me la coloco en la entrada, clavándomela yo misma. Sus manos no permanecen quietas y agarran mis tetas, apretándolas, hasta que me vuelvo a correr sin dejar de cabalgarla. Casi al instante noto como su polla se hincha y aumento el ritmo hasta que noto como me derrama su leche en mi culito. Así me quedó sobre ella, besándonos y acariciándonos hasta que noto salir de mi interior su polla flácida. Mientras que nos besamos me susurra que le ha encantado y que lo tenemos que volver a repetir, a lo que le contesto que sí mientras vuelvo a besarla.

Ha sido una experiencia deliciosa, aunque la lástima es que sólo ha ocurrido en mi imaginación. Pero, ¿quién sabe? Quizá algún día se haga realidad…

Besos a tod@s de vuestra amiga,

Tania.