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Bimbo Tech - Ocultos intereses (5): Contacto

en Grandes Series

Martha podía ver a Paula todavía a cuatro patas en la cama con George detrás de ella, con su polla todavía en el culo de la mujer que amaba, mientras ambos miraban sorprendidos hacia la puerta. Sabía que algo no estaba bien entre ellas, lo había empezado a sospechar hace tiempo, más o menos cuando Paula volvió de aquel congreso, pero no se podía imaginar que era lo que veían sus ojos. Su chica, su novia, su mujer, lesbiana convencida, arrodillada como una perra en la cama y un hombre follándosela. Era mucho más de lo que podía soportar, y sintió como las lágrimas empezaban a recorrer sus mejillas.

 

- Pa-Paula... ¿Cómo has po-podido...?

- Cielo, déjame que...

- ¿Dejarte qué? ¿Qué te expliques, que no es lo que parece...?

- Por Dios, cariño, yo...

- ¡¡¡Déjame!!!! ¡¡¡No te acerques a mí!!!

 

Esto último lo dijo Martha mientras se alejaba de la puerta cuando Paula se levantó y se dirigió hacia ella, todavía con la cadena en sus pezones, el collar y un rastro de semen que empezaba a recorrer sus piernas, mientras George contemplaba la escena con un cojín en sus manos para intentar tapar su polla.

 

- Martha, yo...

- Déjame, por favor, no me hables, no te acerques a mi...

- Pero cariño... – Martha sintió como la rabia empezaba a invadirla.

- ¿¿¿Cariño??? ¡¡¡No me vuelvas a llamar así, pedazo de puta!!!

- Oye, Martha, cielo...

- ¡¡¡No me toques!!! Mírate, cerda, todavía tienes leche de ese cabrón chorreando...

- Pe-pero yo...

- Y mírate... ¿Qué coño llevas puesto, Paula? ¿Eres una puta, una perra?

- No, yo...

- Yo, yo... Siempre tú, zorra. Siempre todo para ti... Si te gusta la sumisión, ¿por qué no me lo dijiste? Lo hubiésemos hablado...

 

Mientras no dejaba de gritar, Martha recorría la habitación recogiendo algo de ropa que, a continuación, metía en una pequeña maleta. Se dirigió hacia la puerta y salió, no sin antes volver a dirigirse a ambos.

 

- Hemos terminado, Paula. ¿Lo entiendes? Se acabó, c’est fini, no quiero volver a saber nada de ti. Ya volveré a por el resto de mis cosas cuando tú no estés... Y tú, maldito cabrón, puedes quedarte con ella, es tuya.

 

Sin volver la vista atrás salió a la calle, arrojando la maleta en el portaequipajes del coche y arrancando para salir derrapando, con la furia latiendo dentro de ella. Durante unos instantes condujo errática sin saber dónde ir, con las lágrimas rodando por sus mejillas mientras pensaba porqué le había hecho eso y sintiéndose traicionada, hasta que sin darse cuenta cogió un desvío que la llevo a la carretera donde se encontraba el “Drivers Paradise”.

 

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Mientras Martha estaba en su habitación, pensando en lo ocurrido esa tarde, Mike había descolgado el teléfono en su oficina y mantenía una conversación con su interlocutor. Algo le había llamado la atención de aquella chica rubia, quizá el maquillaje corrido por las lágrimas, su aspecto aparentemente tranquilo aunque en el interior estuviese teniendo lugar una tempestad, así que pensó porqué no intentar averiguar algo más y, quizá, intentar ayudarla. Escuchó un par de tonos de llamada tras los que marcó una secuencia de cuatro números, escuchando como le respondían casi de inmediato tras otro par de tonos.

 

- Buenas noches, Mike.

- Buenas noches, señor.

- ¿Qué ocurre...?

- Verá, señor, tengo una clienta esta noche. Es una chica de mediana edad, rubia, muy guapa, y parece tener un grave problema...

- Y has pensado que nosotros podemos ayudarla, ¿no es así?

- Exacto, señor. Hay algo en ella, algo que no se nota salvo que se sepa dónde mirar...

- ¿Qué le ocurre exactamente?

- No lo sé, no ha soltado prenda, pero se tiene que haber hartado de llorar. Quizá desde ahí puedan averiguar algo...

- ¿Tienes el nombre?

- Sí, espere... Aquí está... Nombre: Martha Louise Scott, nacida el 24 de abril de 1982, número de la Seguridad Social XXXXXXXX, permiso de conducir de Indiana...

- Bien, intentaremos averiguar algo. Mientras intenta sonsacarle algo, alguna pista, te tendremos informado...

- Bien, señor, entendido. Buenas noches.

- Buenas noches, Mike.

 

Tras colgar el teléfono no pudo evitar salir al exterior a fumar un cigarrillo y respirar un poco de aire de la apacible noche, tachonada de estrellas, mirando de vez en cuando hacia la habitación 10, cuya luz permanecía encendida aunque no tardó mucho en apagarse. Tras una última calada arrojó la colilla y volvió a entrar en la oficina, donde se dispuso a dar una cabezada tras cerrarla con llave.

 

Mientras, en Chicago, un hombre tecleaba en su ordenador en el piso 20, sede de la “Bimbo Tech Corp”. Tras repasar varias pantallas se dirigió hacia el hombre que se hallaba tras él, oculto en la penumbra aunque de vez en cuando se pudiese ver avivarse la brasa del cigarro que se estaba fumando.

 

- ¿Y bien...?

- Tenemos algo, señor...

- Soy todo oídos...

- Efectivamente los datos son correctos. Tenemos lugar de nacimiento en Arkansas, datos de la familia (padres y dos hermanos, chico y chica), dónde cursó sus estudios, universidad, etc. Nada anormal, señor...

- ¿Nada importante...?

- No, señor. Es una chica muy normal, sencilla, no tiene denuncias de tráfico, ni siquiera una advertencia por arrojar un papel al suelo...

- ¿Entonces...?

- Sigo buscando, señor... Bueno, lo único reseñable (y no tiene importancia) es que al parecer es lesbiana y quizá por eso se vino aquí. A ver... déjeme comprobar... Sí, efectivamente, es un pueblo pequeño. Imagino que las personas así no estarían bien vistas...

- Aja... muy interesante... – esto último lo dijo el hombre con un leve tono de ironía - ¿Tiene pareja, novia, algún ligue...?

- Pues... a ver... Mmm.....

- ¿Qué ocurre?

- Esto puede interesarle, señor. Al parecer tiene una relación con una tal Paula Preston...

- Preston... ¿de qué me suena ese nombre....? Busque a ver...

- Un momento... Ajá, aquí está... Paula Preston, abogada, estudió en Princeton, doctorada “Cum laude”, trabaja para “Stark, Simmons y Connally”...

- Les conozco, tuve un pequeño encontronazo con ellos a cuenta de mi divorcio, nada importante... ¿Algo más...?

- Pues parece ser que últimamente ha sido vista en varias ocasiones con un hombre, un tal George Daniels...

- Daniels... ¿De qué me suena ese nombre?

- Es abogado también... – siguió tecleando – Espere, señor, quizá esto le interese más... Trabaja para el Fiscal del Estado, pero a la vez también trabaja para “Connors & Stevens”...

- Mmm..... Interesante, mis viejos amigos. Eso suena aún más mejor... ¿Mantienen un romance o qué?

- Pues han sido vistos juntos en muchas ocasiones, y no sólo en los juzgados... No aparece mucho más, señor.

- Está bien. Siga buscando y téngame informado...

- Así lo haré, señor.

- ¡Ah! Comuníqueme con Mike, por favor. Creo que esa chica se va a merecer un poco de ayuda...

 

Mike se despertó cuando sonó el teléfono de la oficina. En la breve comunicación recibió el cometido de intentar averiguar algo más acerca de la relación de Martha y Paula, si se habían peleado, el porqué si así había sido, etc., a lo que Mike respondió que así lo haría. Con sus dotes de persuasión no le resultaría difícil, pero ya se encargaría a la mañana siguiente cuando Martha bajase a desayunar o tal vez a la piscina.