miprimita.com

Opera Prima

en Confesiones

(Nota para los lectores:Este relato no es una de mis vivencias sino una confesión de un amigo, así que no sabía en qué categoría encuadrarlo. Quizá la más adecuada sea “Confesiones” aunque tiene algunas pinceladas de otras temáticas, así que he optado por ésta. Espero que os guste. ¡¡¡Besos!!!)

 

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

 

A lo largo de vida he conocido mucha gente de lo más variopinta, tanto en mi época de estudiante como después, aunque la gente más curiosa la he descubierto a través de mis andanzas sexuales. Resulta curioso como mucha gente que jamás lo sospecharías logra sorprenderte con unos gustos y parafilias que quizá a simple vista no sean visibles y de las que una no se puede imaginar que bajo su fachada de personas normales y corrientes como amas de casa, padres de familia, poderosos empresarios, etc., subyace lo que quizá sea todo lo contrario a lo que aparentan.

 

En otro relato os hablaba de Teresa, la dueña de la mercería donde mi madre y yo solíamos comprar nuestra lencería, material de costura, etc., una respetable señora querida por todo el mundo que resultó ser una fogosa lesbiana que me descubrió mi bisexualidad, pero también podría hablaros de Pedro, un empresario divorciado sin hijos que adora travestirse a pesar de sus 55 años ya cumplidos; de Ana, una tímida ama de casa madre de dos niños y que en la intimidad se trasforma en una poderosa dómina; de Alfonso, un profesor integrante del Opus Dei casado con Adela con la que es padre de cinco hijos y que adora tragarse un buen pene como si no hubiese un mañana mientras que ella es una ninfómana insaciable y multiorgásmica que le es infiel con todo joven atractivo que se pone a su alcance… En fin, la lista sería interminable y muchas de esas historias no vienen al caso, pero son muestras de esos gustos que os digo.

 

Una de las personas que quizá me haya sorprendido es mi amigo Antonio, un antiguo compañero de instituto con el que había perdido el contacto al entrar en la universidad recuperándolo gracias a una red social, así que imaginad nuestra alegría cuando nos reencontramos. Al fijarme en sus fotos me di cuenta de unos cambios que no me cuadraban con cómo yo lo recordaba, pero no le di excesiva importancia. Un par de años mayor que yo, de más joven su aspecto era el del típico cachas de gimnasio que tonteaba con las chicas, ojos entre verdes y grises y su pelo castaño rapado al estilo militar, mientras que su piel mostraba un tono moreno que lo hacía realmente atractivo. Ahora, en cambio, parecía más delgado, con el pelo casi por los hombros recogido en una coleta y un pendiente en su oreja izquierda, aunque su cara apenas había cambiado. Casi juraría que sus rasgos parecían más finos, diría que andróginos. Sin embargo seguía manteniendo su encanto, y casi de inmediato empezamos a hablar a través de correo electrónico, Messenger, etc., pasando a continuación a hacerlo a través de mensajes y llamadas de móvil, planeando al poco tiempo un posible reencuentro en vivo, ya que se encontraba trabajando en Barcelona y sólo venía a Madrid durante las vacaciones y algún fin de semana que otro.

 

Durante todo ese tiempo de contacto etéreo algo rondaba mi cabeza acerca de Toni (así era como le llamábamos en la adolescencia), sobre todo cuando terminaba de hablar con él. Nacho, mi novio, evidentemente estaba al tanto de todo, ya que sabéis que no le oculto nada y, finalmente, un día resonó ese aldabonazo en mi mente cuando, al colgar el teléfono después de hablar entre ellos, Nacho me dijo un comentario que aclaró ese pensamiento que mi mente intentaba dilucidar…

 

  • Oye, cariño…

  • Dime, cielo.

  • Este amigo tuyo, Toni…

  • Sí, ¿qué ocurre con él?

  • ¿Es gay o es que me lo parece…?

 

Me quedé callada unos instantes intentando procesar ese comentario, aunque logré responderle casi al momento.

 

  • Pues… La verdad es que no lo sé…

  • ¿No le has preguntado?

  • Pues lo cierto es que no he caído. De todas maneras casi me atrevería a jurarte que no, pero hoy en día no se puede poner la mano en el fuego por nadie…

  • ¿Te has dado cuenta de su forma de hablar, de algunas expresiones que usa y cómo las dice…?

  • No me cuadra, la verdad. Toni siempre ha sido el ligón de la clase, más de una suspiraba por él…

  • ¿Incluida tú…? – me dijo guiñándome un ojo.

  • Hombre, la verdad es que era de los más guapos del insti y sin duda el más guapo de la pandilla, pero no tuve nunca nada con él… y la verdad es que no me hubiese disgustado…

  • Mira… – dijo enseñándome las fotos de la red social de Toni – ¿Lo ves con alguna chica…?

 

Era cierto. Aparecían algunas chicas en sus fotos, pero no en esas actitudes cariñosas que podrían dar a entender si no una relación al menos un rollete pero, en cambio, aparecía con chicos en instantáneas que dejaban entrever que quizá había algo más detrás del momento captado por la cámara.

 

  • ¿Te das cuenta…?

  • Pues ahora que lo dices es cierto, pero no me termina de encajar…

  • ¿Qué más pruebas quieres?

  • No, no es eso. Ya sabes que si Toni fuese gay no me importaría porque conocemos a chicos que lo son, pero es que estoy totalmente descuadrada…

  • No, si a mi tampoco me importa. Se ve que es un buen tío de verdad y no me importaría conocerle personalmente, pero te digo yo que si no es gay por lo menos es bisexual…

  • Bueno, que sea lo que quiera. Sigue siendo mi amigo y le voy a respetar por encima de todo.

  • Yo también, cariño, era un simple comentario…

 

Esto último lo dijo mientras me daba un suave beso en los labios y, al poco rato estaba cabalgando sobre su polla después de un delicioso “69” que nos volvió locos de placer a los dos y que hizo que me corriese como una loca.

 

Después de esa noche y de la conversación con Nacho seguí hablando con Toni con total naturalidad, sin darle importancia a nuestra charla aunque ese pensamiento aparecía de vez en cuando. Mi sorpresa fue mayúscula cuando un día me dijo que iba a venir a Madrid por trabajo aunque después se quedaría unos días visitando a la familia, así que el encuentro estaba más que servido y lo planeamos en nuestra casa, aunque evidentemente después nos iríamos de marcha por Madrid.

 

Finalmente llegó el día de nuestro reencuentro y ya os podéis imaginar la alegría de ambos cuando sonó el timbre y le abrí. Después de los besos de rigor le hice pasar para sentarnos en el sofá a charlar tomándonos una copa mientras la cena terminaba de hacerse y Nacho volvía del trabajo. Cuando mi novio regresó hice las correspondientes presentaciones y casi de inmediato estaban charlando como si se conociesen de toda la vida. “Ese es el encanto de Toni”, pensé mientras les oía reír desde la cocina recordando viejas anécdotas. Les avisé de que la cena estaba lista y seguimos charlando mientras dábamos cuenta de ella regada con un vino que trajo. Cuando terminamos de cenar me ayudaron a recoger la mesa hasta que les pedí que se sentasen en el sofá mientras metía los platos en el lavavajillas y Nacho preparaba unas copas.

 

Resultaría del todo intrascendente relatar aquí todo lo que hablamos hasta que, finalmente, Toni se soltó y nos confirmó lo que Nacho había sospechado desde el primer momento…

 

  • Venga, Tania, pregúntamelo…

  • ¿El qué, Toni?

  • No te hagas la tonta. Ya me he dado cuenta de que no te atreves a decirlo…

  • Te aseguro que no sé a lo que te refieres – le dije mientras sentía un leve toque de Nacho por debajo de la mesa y un casi imperceptible guiño.

  • Bueno, pues ya no que no me lo preguntas te lo diré yo… Sí, soy gay…

  • ¿Cómo…? ¿Que eres qué…?

  • Jajajaja – la risa surgió espontáneamente de su boca, una risa que me trajo el recuerdo de aquellos tiempos en los que casi era el payasete del grupo, con unas ocurrencias que nos hacía reír a toda la pandilla – Sí, cielo, soy gay. Me he dado cuenta de que quizá no te atrevías a preguntarlo, así que te lo digo yo…

  • Pero… ¿qué más da? Ya sabes que…

  • ¿Que ya sé que no te importa, que respetas mi forma de ser, etc…? Te conozco hace mucho tiempo, Tania, y sé que eres de lo mejorcito de la vieja pandilla y que lo que lo que dices es verdad, pero no todo el mundo es como tú. Ya lo saben muchos de nuestras amistades y unos lo aceptan y otros no, pero te puedo asegurar que soy muy feliz…

  • Pero, Toni, yo… Bueno, debo confesarte que un día lo hablamos Nacho y yo, pero te aseguro que me da igual. No te imaginas la ilusión que me hace haberte vuelto a ver después de todos estos años y tenerte sentado a mi mesa…

  • Y a mí, guapísima. Me hizo mucha ilusión cuando te vi en esa red, así que por eso te ofrecí amistad. La verdad es que no me arrepiento de haberlo hecho. Sigues siendo tan encantadora y buena chica como siempre…

  • Muchas gracias, Toni. Pero… Perdona que te lo pregunte directamente, pero es que no me cuesta un poco creérmelo. Tú de joven eras el playboy de la pandilla…

  • No, tranquila, no me molesta. A mí mismo me confundió mucho al principio hasta que me di cuenta de que mi manera real de ser era esta…

  • ¿Y cómo te diste cuenta…? Si no es mucho preguntar, claro…

  • No, tranquila, os cuento…

 

(Nota para los lectores: A partir de aquí transcribo casi literalmente lo que nos contó sentados en nuestro sofá, por lo que el relato pasa a ser autobiográfico…)

 

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

 

La verdad es que no sé por dónde empezar, pero quizá es algo que estaba en mi interior desde que era pequeño y que no sé cómo logró salir a la luz. Quizá si hubiese tardado más tiempo ahora en lugar de tener mi pareja estaría con una chica, tal vez casado, pero no sería más que una fachada, estoy convencido de ello.

 

Cuando terminé de estudiar hice un par de módulos y cursillos y me fui a trabajar a Barcelona, de donde ya no me he movido desde entonces. Mi primer trabajo fue en un pequeño pueblo del interior en el que reconozco que al principio me costó aclimatarme. Ya sabes, el idioma y todo eso, pero al poco tiempo logré empezar a hacer amistades y conocí a un grupo de nuestra edad bastante simpático con los que solía salir los fines de semana, quedábamos para comer en casa de alguno de ellos, etc., así que salvo por el fútbol nos llevábamos muy bien.

 

El caso es que durante todo ese tiempo vivía sólo y no era raro que me quedase en el sofá viendo alguna película porno con las que solía masturbarme. Pero lo raro es que me sorprendí a mi mismo pensando en aquellos actores y sus fabulosos miembros en lugar de en las actrices, y una noche me corrí como un loco pensando que quién cabalgaba sobre aquellas pollas era yo. Poco a poco la temática de las películas fue cambiando y empecé a verlas de tipo gay o transexual y disfrutaba muchísimo con ellas, aunque mi apariencia de puertas afuera era la de un hetero normal y corriente.

 

Cierta noche, en pleno invierno, me encontraba cenando en un bar cuando me encontré con un amigo, Jordi. Me saludó y se sentó a la mesa conmigo mientras se tomaba una cerveza hasta que, cuando terminé de cenar y aburridos los dos, me propuso ir a un pueblo cercano a tomarnos la última. Como al día siguiente no tenía que trabajar le dije que sí y al poco rato ya habíamos llegado al restaurante donde se encontraban otros amigos con alguna gente que no conocía. Tras hacer las presentaciones casi de inmediato hice muy buenas migas con Miquel, un hombre mayor que yo, unos 40 años, con el que coincidí en algunos gustos comunes como la historia, la música clásica, etc., y al poco rato ya estábamos hablando como si nos conociésemos de toda la vida. Así fue pasando la noche y las copas fueron cayendo, dándome cuenta de que el amigo con el que había ido se había perdido con una chica con la que le había visto bastante acaramelado durante toda la velada.

 

Me encontraba un poco cansado, pero me dije a mi mismo que no era cuestión de chafarle el polvo que sin duda iba a disfrutar, así que estaba dispuesto a aguantar como pudiese hasta que dijese de irnos. En ese momento fue cuando Miquel me dijo que ya se iba, aunque me propuso tomar la última en su casa. Sin duda debió darse cuenta que miraba en dirección a Jordi, mi amigo, y me dijo que no me preocupase y que cuando yo quisiera me llevaba a mi casa. Durante unos instantes me quedé pensativo, dudando, aunque finalmente acepté. Algo me hizo enviarle un mensaje a su móvil diciéndole que no se preocupase por mí, que uno de nuestros amigos de velada me había llevado a casa, así que salí del restaurante en compañía de Miquel y nos montamos en su todo terreno para dirigirnos a su casa, que resultó ser una masía (la casa de campo típica de Cataluña) a la que llegamos después de recorrer un tortuoso camino de tierra. A pesar de lo rústica que resultaba por su aspecto exterior me sorprendió un interior bastante confortable, con una chimenea enorme presidiendo el salón que la calentaba entera.

 

Miquel me ofreció ponerme cómodo, así que me senté en la alfombra recostándome en un sofá, mientras que él se sentó en un sillón tras ofrecerme una copa que acepté. Durante unos instantes estuvimos hablando de temas intrascendentes, contándonos algo más de nosotros para conocernos un poco mejor hasta que volvimos a retomar nuestra conversación acerca de la música clásica. Me preguntó sobre mis gustos a la vez que me enseñaba una colección enorme de discos en vinilo y me dijo que pusiese el que quisiera. Mis dedos tropezaron con un disco de Wagner interpretado por la Filarmónica de Berlín dirigida por el Maestro Von Karajan. Me alabó el gusto y lo puse en el plato para, al poco rato, sentir como la música inundaba el ambiente y le daba un aura casi mágica.

 

No sé si por casualidad o de manera premeditada se había sentado en el sofá en el que yo apoyaba mi cabeza. Estaba con los ojos cerrados, disfrutando de la música, cuando sentí como su mano me acariciaba mi cabello. Entreabrí los ojos y le miré, preguntándome él si me molestaba, a lo que le dije que no mientras mis ojos permanecían fijos en los suyos. No sé qué pudo ocurrir, pero casi al instante pude sentir sus labios dándome un suave beso en los míos. Me quedé quieto un momento pero volvimos a repetirlo, aunque esta vez fui yo el quien le besé sintiendo como un escalofrío recorría mi espalda y empezaba a sentirme excitado sintiendo como nuestras lenguas se entrelazaban.

 

Era distinto a besar a una chica, lo reconozco, aunque no menos delicioso, y poco después estábamos tumbados en la alfombra, él sobre mí, mientras nos acariciábamos sobre la ropa, notando como sus manos acariciaban mi espalda y mi culo. No pude evitar sentir como su pene cada vez estaba más duro bajo su pantalón y bajé mi mano para acariciarlo mientras él desabrochaba los botones de mi camisa hasta que me despojó de ella a la vez que seguía besándome, aunque esta vez sus labios recorrían mi cuello hasta que llegaron a mis tetillas. Sentir sus labios en mis pezones hizo que aumentase mi excitación y mi mano le correspondió desabrochando su pantalón y sacando su polla que, a esas alturas, se encontraba dura como una piedra. Bajé mi mirada y la contemplé, admirándola en su longitud y grosor.

 

Sus ojos hablaron por él y, sin palabras, mi mano empezó a masturbarle despacio, sintiendo su calor. Podía notar las venas que la recorrían, su capullo empezando a segregar líquido preseminal hasta que, sin palabras y sin dejar de mirarle, fui bajando mi cuello acercándola a mi boca sin dejar de mirarle a sus ojos. Tímidamente al principio saqué mi lengua y lamí su glande, notando el sabor de una polla en mi boca por primera vez en mi vida. La verdad es que no me desagradó en absoluto. Es más, me resultó mucho más agradable de lo que imaginaba viendo las películas. Se la lamí y besé durante un buen rato hasta que, en un momento dado, fui metiéndomela poco a poco en mi boca rodeándola con mis labios, hasta que empecé un suave movimiento de cabeza.

 

Era la primera mamada de mi vida, pero creo que no lo estaba haciendo nada mal, dados sus gemidos de placer y su respiración entrecortada mientras sus manos me guiaban en el ritmo que debía seguir. A todo esto debo decir que mi polla también estaba durísima a esas alturas, y no pude evitar desabrochar mis pantalones sin dejar de chupar con deseo, sin ayuda de mis manos, quedándome tan sólo con los calzoncillos que poco después también habían desaparecido, quedando ambos totalmente desnudos. Me acaricié yo también sintiendo que si seguía no tardaría en correrme, cosa que él debió notar, ya que me hizo levantarme para volver a besarme y guiarme hasta el dormitorio.

 

Cuando llegamos al dormitorio, ante la enorme cama, volvió a abrazarme, sintiendo casi de inmediato su boca besando la mía, aunque esta vez mis labios le respondían con una pasión que hasta entonces no había sentido con nadie. Poco a poco me fue recostando en la cama, tumbándose a mi lado sin dejar de besarme, mientras mi mano había vuelto a coger su polla y le masturbaba suavemente. Sus labios volvieron a recorrer mi cuerpo mientras me hacía girarme poco a poco para quedar boca abajo, recorriendo sus labios mi espalda y sus manos me acariciaban hasta que sentí como me separaba mis nalgas y su lengua empezaba a lamer entre ellas. Sentir su lengua en mi ano, en mi perineo rozando de vez en cuando mis huevos, me estaba volviendo loco de placer, y a esas alturas ya no podía reprimir mis gemidos. Poco después sentí como uno de sus dedos intentaba introducirse en mi interior mientras sus labios besaban mi cuello.

 

No puedo negar que me dolió, era mi primera vez, por lo que me dijo que me relajase. Lo intenté, pero cuando sentía su dedo intentando entrar sin querer contraía mi ano, por lo que se levantó y fue a por un bote de crema para lubricar mi culo. Sentí el frío de la crema en mi interior, entrando esta vez su dedo más fácilmente, mientras inconscientemente me frotaba contra las sábanas. Al poco rato sentí como ya eran dos dedos los que se movían dentro de mí, tres poco después, y cuando consideró que mi culo se encontraba bien dilatado pude sentir como su glande presionaba contra mi ano entrando un poco. De nuevo sentí un dolor tremendo, por lo que se quedó un instante quieto para que me fuese acostumbrando. La sacó y me la volvió a meter, un poco más, repitiéndolo hasta que pude notar que ya me la había metido entera y sus huevos rozaban los míos.

 

Se movía despacio, gozando de mi culito mientras yo no paraba de gemir, sintiendo como el placer sustituía poco a poco al dolor, hasta que noté que se deslizaba fácilmente en mi interior. Me hizo incorporarme sin sacármela hasta quedar a cuatro patas sobre la cama, con mi cabeza apoyada en la almohada mientras mis caderas se movían al compás de sus embestidas y le pedía que no parase. De improviso sentí un enorme placer que recorría mi espalda, haciéndome gritar de placer en un orgasmo que me hizo correrme como creo no lo había hecho hasta ese momento y caer derrumbado sobre la cama. Creo que eso debió estimularle, ya que empezó a moverse más deprisa hasta que sentí que con un bufido se corría dentro de mí, sintiendo como su semen inundaba mi culo.

 

Así nos quedamos, él sobre mí, sin dejar de besar mi cuello y su polla todavía en mi interior hasta que noté como se aflojaba y salía de mí. Me giré sobre la cama y quedé boca arriba, besándole yo esta vez mientras sentía sus manos acariciándome, con el agradecimiento por el placer que me había descubierto en mis ojos, mientras me susurraba que le había encantado desvirgarme. Volvimos a besarnos, pero quizá por el vino de la cena y el par de copas de después empecé a sentirme levemente adormilado, aunque quizá tuviera algo que ver el inmenso relax que me invadió después del tremendo orgasmo. Debió darse cuenta, ya que me dijo que descansase, así que poco a poco me fui girando sobre la cama hasta quedarme dormido abrazado a él.

 

Cuando me desperté a la mañana siguiente pude notar el agradable olor del desayuno que había preparado, así que bajé a la cocina y le saludé dándole los buenos días, volviendo a besarnos. Me preguntó qué tal había pasado la noche, a lo que le contesté que había dormido como un niño. Pude sentir sus ojos mirándome fijamente a los míos, y volví a besarle agradeciéndole la experiencia de la noche anterior, contestándome él que la repetiríamos cuando quisiera. Después me llevó a mi casa, aunque no sin volver a quedar esa misma noche para volver a repetirlo...

 

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

 

- Y, bueno, esa fue mi primera experiencia, el descubrimiento de mi verdadera sexualidad. Espero no haberos aburrido con el relato...

- No, tranquilo – le contestamos casi a la vez mi novio y yo – La verdad es que ha sido bastante... excitante, aunque sin duda debió ser bastante bonito si es verdad que ocurrió como nos lo has contado...

- ¿Por qué iba a mentir en algo tan delicado, Tania?

- No, disculpa, si no he dudado de que debió ser algo muy especial para ti, me refería sobre todo a... bueno... cuando te penetró por primera vez...

- Ah, bueno, jajaja... Te entendí mal, perdona. Bueno, me dolió, ya os lo he dicho, pero la verdad es que fue increíble...

- Toni...

- ¿Sí...?

- Me alegro mucho por ti, cielo, me alegra que seas feliz.

- Sé que lo dices de verdad, encanto, posiblemente siempre hayas sido mi mejor amiga, aunque hayamos estado tiempo sin tener contacto...

- Bueno, pues ya nos hemos reencontrado, pero...

- Pero, ¿qué?

 

He de decir que mientras le escuchábamos hablar no habíamos podido evitar sentir algo en nuestro interior, sobre todo yo, pero creo que Nacho también se había excitado con el relato de Toni. En un momento dado cruzamos nuestras miradas, entendiéndonos sin hablar, y por eso fue lo que me decidió a sincerarme con él yo también.

 

- Pues... verás... Es que yo también soy bisexual...

- ¿Tú...?

- Sí, la verdad es que estoy muy feliz con Nacho, pero las mujeres también me atraen...

- ¿Y cómo fue? Si no es mucho preguntar, claro...

 

Le conté mi primera experiencia con Teresa, los encuentros que tuve después con ella, así como alguna de las experiencias con Nacho, viendo la cara de sorpresa que ponía mientras me escuchaba hablar, interrumpida de vez en cuando por mi novio puntualizando algún detalle o añadiendo algún comentario. Así estuvimos hablando un buen rato durante el cual nos tomamos alguna copa más hasta que decidimos irnos a dormir, invitándole a que se quedase en casa dado que, al haber bebido, podía tener un accidente o arriesgarse a que le denunciase la policía en algún control de alcoholemia.

 

Esa noche Nacho y yo hicimos el amor como hacía tiempo que no lo hacíamos, quizá por la excitación que nos habían producido a todos nuestras confesiones. Cuando terminamos me quedé dormida con una sonrisa en mi cara, pensando en Toni, en que me alegraba de que le fuesen las cosas bien y no se reprimiese, pero… lo que no quitaba de mi mente era la imagen de una figura que me había parecido ver en el pasillo a través de la puerta entreabierta mientras cabalgaba sobre la polla de mi novio…

 

Besos a tod@s!!!