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Años 50 (2): La Sociedad Secreta...

en Lésbicos

Años 50 (2): La Sociedad Secreta de Amas de Casa Lesbianas

Me desperté a la mañana siguiente, sintiéndome renovada. Me senté y vi el álbum de recortes de mi bisabuela y lo alcancé. No podía esperar a leer lo que pasó después. Abrí el libro de recortes y comencé a leer... 

.....

Ellie y yo tendríamos otros placenteros encuentros algunas veces más, antes de que terminara el verano y ella regresase a la universidad y yo a la escuela secundaria (en aquellos años no existían Skype, Facebook o teléfonos móviles). Durante uno o dos meses pensé que era una anomalía, un breve momento en el tiempo en el que no era yo misma. Sin embargo, en el momento que me cambiaba para ir al gimnasio supe que ansiaba un coño (perdón por la blasfemia, pero mi lenguaje va a empeorar mucho). Cada par de tetas que veía, cada culo apretado, cada coño vislumbrado durante un breve instante, me mareaban y me hacían sentir hambrienta. Resistí la tentación, por supuesto. Era demasiado tímida como para insinuar mi deseo de complacer, ya que en 1954 nadie era lesbiana, no en mi pequeña ciudad… Al menos eso pensé.

Una noche, cuidando a la señora Sherman mientras su marido estaba fuera (como era habitual en él), tras salir ella de casa para su partida semanal de bridge llevé a los niños a la cama y me dispuse a continuar con las preguntas de mi trabajo sobre “Hamlet”, cuando miré el reloj y vi que tenía noventa minutos antes de que la señora Sherman volviese.

Estaba tan caliente después de ir al partido de fútbol y babear por las animadoras que decidí que me masturbaría para poder pensar con claridad, así que me quité los vaqueros, me bajé las bragas y empecé a frotarme mi coño, cerrando los ojos e imaginando que las animadoras me usaban (No era una nerd, ni una animadora popular, tan sólo fui miembro del Consejo Estudiantil y miembro del Club de Debate). De todos modos volví a fantasear con el día anterior, cuando entré al gimnasio y a vi a Sarah Hamilton, una de las animadoras principales, cambiándose. En mi fantasía ella se daba cuenta de que la miraba y me ordenaba.

- Becca, ven aquí.

Me acerqué.

- ¿Tienes hambre? – me preguntó, mientras hacía que me agachase ante ella.

Asentí sin palabras, mientras miraba su hermoso coñito completamente depilado. No tenía ni idea de que eso pudiese ser posible.

- ¿Quieres lamer mi coño, Becca?

- Sí – susurré, incapaz de apartar mi mirada de su coño.

- Dime lo que quieres, Becca – me ordenó mientras abría más sus piernas y me preguntaba - ¿Quieres esto?

- Sí, Sarah, quiero lamer tu coño.

- ¿Quieres ser nuestra animadora complaciente de coños…? – preguntó mientras se frotaba su coño con sus dedos.

- Dios, sí, me encantaría ser la mascota del equipo de animadoras – contesté sin dudar, dispuesta a lamer a cada animadora que me lo ordenase.

- Puedes viajar con el equipo y complacernos en el autobús antes de los partidos, en el vestuario en el descanso y, por supuesto, en el autobús de nuevo en el camino a casa. De esa manera, incluso si perdemos, ganamos

- Dios, sí – asentí, queriendo enterrar mi cara en su dulce coño.

- Adelante, pequeña zorra – dijo sentada en el banco – Lámeme.

No dude en inclinarme y enterrar mi cara entre sus piernas, lamiendo con avidez y deseando hacer que se corriese y tragar hasta la última gota del dulce jugo de su coño.

- ¿Eso es todo…? – gimió Sarah – Méteme esa lengua tuya en el coño.

Traté de usar mi lengua como si fuese una pequeña polla y follarla con ella. Después de unos minutos se levantó, se dio la vuelta apoyándose de nuevo en el banco y volvió a ordenarme. Fue incómodo en esa posición, pero estiré un poco mi cuello y volví a lamer.

- Mmmm… Qué puta tan ansiosa – ronroneó ella, mientras seguía lamiéndola y apretaba su culo con mis manos.

- ¿Quién te está lamiendo ahora? – oí que decía una voz desde atrás. Me quedé helada.

- Sigue follándome, puta,

- Lo siento – me disculpé mientras volvía a lamer, sabiendo que ahora tenía una espectadora. 

- Es Becca – reveló Sarah.

- Sabía que era lesbiana – dijo la voz.

- ¿Eres lesbiana, Becca…? – preguntó Sarah.

- Sí, soy lesbiana – gemí – Quiero lamer tu dulce coño. 

- ¿Es eso así…? – preguntó la señora Sherman, arrancándome de mi fantasía.

- Se-señora Sherman… – tartamudeé, mientras sacaba los dedos de mi coño.

- ¿Así que quieres comer mi dulce coño…? – me preguntó mirándome.

- Oh, Dios, lo siento mucho – me disculpé, mortificada por estar inmersa en una situación tan comprometida en su propia casa.

- No te disculpes – dijo la señora Sherman mientras se bajaba la falda – Creo que es mejor que averigüemos si realmente tengo un chochito dulce. 

Mis ojos se agrandaron. Ella no estaba enojada. Estaba desnudándose delante de mí. Cuando se bajó las bragas me quedé mirando su coño.

- Adelante, Becca, lame mi coño.

- ¿De verdad? – pregunté, asombrada.

- Ahora – asintió ella – Creo que haré que vengas muchas veces a cuidar niños, más ahora que conozco tus extraordinarias habilidades extraescolares.

- Necesito mucha práctica – dije mientras empezaba a lamer, totalmente de acuerdo.

- Por eso estoy dispuesta a ayudarte – gimió ella, mientras yo lamía lentamente.

Continué lamiendo unos minutos más antes de que ella se alejara y me dijese: "Báñate, Rebecca. Quiero ver el resto de tu cuerpo". "Está bien, señora Sherman", asentí. Me puse de pie y terminé de quitarme los jeans y las bragas. Luego me quité la blusa y el sostén, dándome cuenta, curiosamente, de que no me incomodaba estar completamente desnuda frente a una mujer mayor. A decir verdad, me sentí bastante liberada.

"Tienes un cuerpo muy bonito", me felicitó, inclinándose y besándome mientras sus manos se acercaban a mi culo y me atraían hacia ella. Nos besamos durante un par de minutos, antes de que ella ronroneara.

- Ahora, ven y termina lo que empezaste. 

- Sí, señora Sherman – asentí, mientras la observaba acomodarse en el suelo y la seguí, acomodándome también entre sus piernas.

- Adelante – me ofreció ella – Lámeme… mascota. 

Al escuchar la palabra 'mascota' no pude evitar sentir algo en mi interior, mientras empezaba de nuevo a lamerla. 

- Muy bien, Rebecca – gimió, mientras continuaba ansiosa la exploración de todo su coño.

- No podría estar más de acuerdo, señora Sherman – respondí, mientras sus gemidos empezaban a aumentar ligeramente.

- Eso es todo – ronroneó – Chupa ahora mi clítoris.

- Sí, señora Sherman – obedecí, mientras movía ligeramente mi cabeza hacia arriba y mis labios hacia su clítoris, tirando de él mientras sus gemidos se hacían más fuertes.

- Oh, sí, Rebecca, no te detengas – gimió en voz alta mientras agarraba mi nuca y comenzaba a frotarme el coño en la cara.

Lo hice lo mejor que pude para seguir complaciéndola, ya que esta elegante y correcta madre de tres hijos me tapó la cara con su coño.

- Sigue lamiendo – exigió. Unos segundos después mi cara estaba cubierta de jugo de su coño

Bebí tanto fluido de su coño como pude, sabiendo sin lugar a dudas que me encantaban los coños. Cuando me soltó la cabeza me miró y me sonrió.

- Este fue un descubrimiento muy agradable…

- No puedo creer que no hayas llamado a mis padres – dije. 

- Oh, planeo llamar a algunas personas – dijo. 

- ¿Qué…? – pregunté.

- Estábamos tratando de decidir quién reemplazaría a Amber – dijo. 

"¿Amber Pullings…?”, pregunté, una chica que se había graduado el año pasado. Había sido nuestra presidenta de clase, la animadora principal y la hija de un ministro de la iglesia. Se había ido a una universidad en el extranjero con una beca completa, la primera chica en la historia de nuestra escuela en obtener una beca fuera del país.

- Sí, ella había estado haciendo un montón de servicios comunitarios el año pasado – dijo la Sra. Sherman, enfatizando las palabras “servicios comunitarios”. 

- Está bien – dije, sin darme cuenta.

- Se ve muy bien en el currículum para ser un miembro clave en la comunidad, Rebecca – continuó. 

- Lo sé - asentí. 

- El colosal trabajo voluntario de Amber en la comunidad fue fundamental para poder obtener su beca de viaje completo a Oxford – continuó, haciendo unas siniestras declaraciones que, claramente, tenían un propósito mayor que no estaba comprendiendo. 

- Ella fue una verdadera entusiasta – asentí, recordando que claramente ella era la líder de la escuela. Incluso fue la primera mujer valedora en nuestra escuela.

- Oh, eso era – se rió la Sra. Sherman, antes de ponerse seria y preguntarme - Entonces, ¿tú también eres una ambiciosa? 

- Supongo – dije, aunque no era tan popular o exitosa como Amber – Pero no creo que esté en la misma categoría que Amber... 

- Oh – sonrió maliciosamente, lo que me confundió aún más – Creo definitivamente que estás en la misma categoría que Amber. ¿Estás ansiosa por complacer? 

- Me gusta hacer feliz a la gente – asentí, y agregué – Hago mucho trabajo voluntario en la escuela y en la comunidad... 

- ¿Eres buena en seguir instrucciones?

- Supongo que sí – asentí. La pregunta bastante extraña. 

- Y sé que eres confiable…

- Creo en la puntualidad – asentí. 

- Definitivamente eres la candidata perfecta para reemplazar a Amber - asintió. 

- ¿Reemplazar a Ámbar en qué? – pregunté, completamente confundida. 

- ¿Recuerdas la Campaña de Presidente de la escuela de Amber el año pasado? – me preguntó contestándome. 

- ¿Cómo no iba a hacerlo? – me reí – Estaba en todas partes. Había carteles, anuncios de radio y productos horneados gratis todos los días.

- Bueno, eso era todo parte de la sociedad secreta – dijo, mientras caminaba hacia mí.

-¿Qué sociedad secreta? – pregunté, todavía confundida.

- ¿Puedes guardar un secreto? – preguntó ella, ahora de pie sobre mí. 

- Sí, señora – asentí, Ella sonrió, sosteniendo fotos en su mano.

- Hay una sociedad secreta bastante grande de amas de casa casadas que se reúnen regularmente. 

- Eso está bien – asentí, pensando que eso no era gran cosa. 

- Es una sociedad lesbiana secreta – añadió. 

- "Oh – fue todo lo que pude decir ya que, de repente, todo lo que había estado diciendo en los últimos minutos comenzó a tener sentido completo. 

- Estábamos hartas de la forma en que nuestros esposos y la sociedad masculina nos veían a las mujeres, simplemente como fabricantes de bebés, cocineras y limpiadoras de casas… 

- Tengo una amiga que piensa lo mismo. 

- Tú lo haces, ¿verdad? – preguntó – Me encantaría conocerla... Verás, la gota que colmó el vaso fue cuando otra madre de la comunidad vio el libro de texto de su hija con el capítulo "La guía de la buena esposa", que enseñaba a las adolescentes a ser mujeres serviles para sus futuros esposos. Carol no podía soportarlo más…

- ¿Carol Madison…? – pregunté. Sólo una Carol, la esposa de uno de los ministros de la iglesia. 

- No se suponía que yo dijera nombres – suspiró – Pero sí, es la señora Madison.

- Está bien – dije, intentando entender todo aquel asunto.

- Entonces, ella reunió a un montón de amas de casa y empezamos una sociedad secreta de cambio. Con el tiempo, la sociedad se convirtió en un lugar para que las mujeres también exploraran su sexualidad… 

- Oh,..

- Y durante los últimos tres años hemos tenido a una estudiante de último año de secundaria como nuestra miembro secreta en la escuela difundiendo nuestra alegría feminista y también siendo nuestra mascota de amas de casa – reveló. 

Estaba sin palabras. ¿Estaba insinuando que yo sería la próxima mascota? 

- Confío tanto en ti, te mostraré fotos de las tres últimas mascotas – dijo, entregándome las fotos.  

La primera fue una foto pervertida de Michelle Post, que ahora trabajaba en el banco. 

- Era una mascota muy obediente, como se puede ver en la foto... 

- Parece que sí – asentí, mientras giraba la segunda foto. 

- Esa foto casi compromete nuestra sociedad secreta – se rió – Estábamos celebrando una cena por la aceptación de Kara en Harvard, que estuvimos hasta la mañana siguiente. Kara nos había complacido a las doce esa noche y estaba a punto de obtener su propia recompensa de la miembro más nueva de la sociedad, la Sra. Crampton, cuando otra compañera de clase salió corriendo... 

- Oh, yo… – dije, atraída tanto por la imagen como por la impactante historia. 

- Sí, así que tuvimos que seducir a Penélope también – se encogió de hombros – Aunque nunca llegó a ser una mascota de amas de casa a tiempo completo, más bien... una mascota asociada.... 

- De locos – creo que fue lo único que pude decir. Al parecer, las oraciones completas ya no podían ser formadas por mi cerebro confuso y mi cuerpo caliente.

- Nos hemos vuelto mucho más cuidadosas desde entonces. Eso podría haber sido cualquiera, incluido un hombre, y eso habría sido un desastre.

- ¿Por qué? – pregunté, antes de agregar –¿No sería mejor decir la verdad de cómo se sentían y creían las mujeres para que el cambio ocurriera antes? 

- Oh, Rebecca, tan dulce e inocente… No, el cambio debe venir desde el interior y eso significa a través de pequeños movimientos no detectados.

- Supongo que eso tiene sentido – asentí, sabiendo que el cambio no llegó rápido. El tratamiento de los negros en el sur sigue siendo un muy buen ejemplo de eso. Volví a la última foto. 

Era Amber. En la escuela. 

- Esa fue tomada después de su victoria como presidente de la escuela. Fuimos mucho más cuidadosas.

- ¡Guau! – dije, mirando a la hermosa Amber con las piernas abiertas de forma tan atractiva. 

- Esa puedes ser tú…

- ¿Puedo ser presidente de la escuela? – le pregunté confundida. 

- Si quieres… – se encogió de hombros – Pero lo que realmente quise decir es que podrías ser una mascota ama de casa. Podrías ser el agente secreto del cambio. Podrías ayudar con la revolución... 

Pensé en Ellie y sonreí. Sabía lo que ella querría que hiciera. Levanté la vista y pregunté: "¿Cuándo empiezo?". Ella sonrió, mientras bajaba su coño hacia mi cara, "¡Ahora!". 

La llevé a un segundo orgasmo con la cabeza dando vueltas con todo lo que había aprendido: una sociedad secreta de lesbianas secreta, agentes femeninas de alto nivel que seducían a otras mujeres mayores, y que yo podría ser una parte integral de ello. Una vez que conseguí que la Sra. Sherman se corriera por segunda vez, dijo: "Sí, definitivamente serás una gran mascota ama de casa". 

- Por favor, ese es mi objetivo – asentí.

- Bien dicho – sonrió, mientras me levantaba y me besaba. Cuando rompió el beso, agregó – Dicho esto, también debo decirte que creemos en la disciplina fuerte. 

- Está bien – dije, tentada.

- Sí, solo vendrás cuando recibas el permiso de una de tus muchas amas de casa Amas – reveló, mientras su mano se movía hacia mi coño, totalmente mojado.

- ¿Amas…? – gemí.

- Sí. Cada ama de casa estará a cargo ti. Obedecerás a cada una de ellas. Por lo tanto, eres la mascota sumisa y ellas las Amas – explicó.

- Está bien – asentí – Eso de alguna manera me excitó aún más. Me encantó la idea de ser la mascota de los demás.

- Por supuesto, la única excepción a la regla en la que puedes correrte como desees, es cuando seduces a los adultos mayores para la revolución… – agregó. 

 Eso no estoy tan segura de poder hacerlo - dije, bastante tímido. 

- Serás entrenada para ser una mascota complaciente de coños completamente obediente y también una sexy seductora – agregó, mientras deslizaba un dedo dentro de mí. 

- Oh, Dios – gemí, totalmente abrumada y cerca de la felicidad orgásmica - ¿Puedo correrme, señora? – pregunté, mientras ella me tocaba lentamente. 

- Desafortunadamente, solo la directora Madison, que es la amante de todas, puede permitir tu orgasmo inicial – dijo mientras sacaba el dedo.

- Está bien – gemí, mientras aprendía aún más sobre la sociedad secreta.

- Sí, lo es – asintió – Tiene que haber una reina". 

- Eso tiene sentido, asentí.

- Me pondré en contacto con la señora Madison por la mañana, y estoy segura de que se pondrá en contacto contigo muy pronto… 

- Eso espero – contesté sonriendo, queriendo mostrar mi entusiasmo. 

Me besó de nuevo, me pagó por cuidar a los niños, incluida la hora extra que estuve allí y me marché, mientras me recordaba "Este es un secreto muy bien guardado. Confío en que no se lo digas a nadie". Asentí. “Sí, señora. No se lo diré a nadie… Aunque no creo que nadie me crea si lo cuento”. Ella se rió. “Probablemente eso sea cierto”.

Dos días más tarde, la Sra. Park, mi profesora de Historia, me pidió que la viera durante el almuerzo en su clase. Estuve preocupada toda la mañana, ya que nunca me habían pedido que me quedara después de la escuela. Llegué justo a tiempo, nerviosa, y ella me saludó cálidamente, lo que me hizo sentir mejor.

- Hola, Rebecca, estoy feliz de que pudieras venir

Podría haber jurado que ella hizo hincapié en la palabra 'venir', pero solo asintió cuando le contesté.

- Me dijo que viniera a almorzar…

- Y espero que vengas - dijo, esta vez enfatizando la palabra.

- No entiendo – dije, todavía ajena a sus verdaderas intenciones. 

- Se supone que debo excusarte de la próxima clase para que puedas ir a ver a la Sra. Madison – reveló la Sra. Parks.

- ¿Perdón…?

Pregunté, aunque había escuchado claramente sus palabras. Simplemente no había considerado remotamente que la Sra. Parks pudiera estar involucrada de alguna manera en esta secreta sociedad lesbiana. 

- Ve directamente a la casa de la Sra. Madison ahora mismo, ella te está esperando – me instruyó. 

- Sí, señora Parks.

- Sabes dónde vive ella, ¿verdad?

- Sí, señora. 

- Diviértete – me dijo. 

No respondí porque no tenía idea de qué decir a eso. Estaba saliendo de la escuela cuando mi mejor amiga Kara me detuvo. 

- ¿A dónde vas? – preguntó, mientras pasaba la cafetería.

- Ummm – murmuré sin saber qué decir. Rápidamente mentí – Tengo que ir a casa por mi madre.

- Oh, está bien. Ven a verme a la biblioteca cuando vuelvas. 

- Claro – asentí, feliz de que ella fuera demasiado dulce para no creer mi mentira. 

Me apresuré, tratando de evitar a cualquiera de mis otros amigos. Podía sentir mis manos temblando mientras caminaba las dos manzanas hasta la casa de la Sra. Madison. Al llegar a su puerta llamé rápidamente, sintiendo como si alguien pudiera verme. La puerta se abrió después de menos de treinta segundos, pero se sintió como una hora. "Adelante", me  señora Madison con firmeza. Mirándola parecía imposible que pudiera ser la principal amante de una sociedad secreta de amas de casa lesbianas.

- Sí, señora – asentí, caminando con mariposas en mi estómago. 

La seguí hasta la sala de estar donde me preguntó. "Sí, señora", repetí, mientras trataba de comprender por qué estaba aquí.

- Entonces- contestó – la la Sra. Sherman te contó información muy, muy confidencial que no deberías tener. 

Eso me sorprendió. Todo lo que pude decir fue "¡Oh!". 

- Pero ella lo hizo – suspiró – Y ahora tengo que lidiar con eso.

- No se lo diré a nadie – dije, intentando que se sintiera cómoda y proteger a la Sra. Sherman.

- ¿Entiendes que este grupo es un grupo muy secreto?

- Sí, señora.

- Y no puedes decírselo a nadie…

- Sí, señora.

- Incluso mientras seduces a otras personas mayores…

- Entiendo, señora – dije – la idea de ser la única mascota para las amas de casa en mi comunidad es muy emocionante y halagadora.

- Espero una completa obediencia.

- Sí, señora – repetí otra vez, antes de agregar – Me siento muy honrada de ser considerada para esta… posición. 

Ella sonrió por primera vez. "Creo que este paso en falso de Allison puede funcionar bien. 

- Eso espero, señora. 

- ¿Así que estás dispuesto a ser nuestra mascota?

- Sí, señora.

- ¿Y una agente secreta de seducción para la causa…?

- Sí, señora. Pero soy bastante tímida…

- Si tú lo dices…

Lo había dicho sin darme cuenta de que ella tenía razón. Comerme mi primer coño en un baño en un restaurante ocupado no era demasiado tímido.

- Confía en mí. Puedo ver que eres una joven lista para descubrir su verdadero propósito, al igual que las demás antes que tú…

- ¿Y cuál es mi propósito, señora?

- Servir a los demás, porque… Quieres servir a los demás, ¿no?

- Sí, señora.

- Dios te creó para dar placer a los demás, mi mascota… Y para convertir a otras a la causa. 

- Sí señora – repetí, sonando como un disco roto de 45 revoluciones. 

- Levántate - ordenó. 

Obedecí. Ella se movió, puso sus manos en mi cara y me besó. Cerré los ojos y le devolví el beso, derritiéndome ante su toque íntimo. Cuando ella rompió el beso, me preguntó.

- ¿Quieres complacerme, Rebecca? 

- Mucho, señora – asentí, ansiosa por aquel anticipo. 

- Quítate la blusa también, mi mascota.

- Sí, señora – obedecí. 

- Es “Señora Carol" – me corrigió, mientras se quitaba el sostén. 

- Sí, señora Carol – dije, mientras terminaba de quitarme la blusa. 

- Y el sostén, mi mascota…

Yo obedecí. 

- Ahora tu falda.

De nuevo obedecí, nerviosa y excitada. 

- Bonitas bragas – me felicitó.

- Gracias, señora Carol

- Quítatelas también, y sus calcetines – ordenó. 

Una vez desnuda, me miró fijamente a los ojos, yendo su mano a la parte de atrás de mi cabeza mientras que la otra fue a mi pecho.

- Para que lo sepas, tendremos que tomarte fotos comprometedoras para asegurarnos de que nunca, nunca, reveles este secreto... 

- Oh – dije, sorprendida, ya que no me gustaba la idea de tomarme fotos haciendo actos sexuales, incluso aún gimiendo suavemente por el apretón de mi pecho.  

- Si eres una buena mascota serás recompensada con grandes beneficios y ventajas que pocas señoritas de hoy tienen. 

De repente me sentí lleno de temor. Sintiendo mis preocupaciones, agregó: "Si guardas nuestro secreto, las fotos nunca serán vistas por nadie. Cada ama de casa y cada mascota tienen una foto comprometedora de ellas tomada como garantía, por si acaso".

- Entiendo – dije, bastante segura de que podría mantener el secreto. 

- Ahora ven y quítale la camisa a tu amante, mi mascota – ordenó. 

Le saqué la blusa por la cabeza, sorprendida de que no llevase sujetador.

- Adelante, mi mascota, chupa las tetas de tu Ama – dijo, ofreciéndomelas.

Lo hice con impaciencia, inclinándome hacia adelante y chupando su erecto pezón derecho, luego el izquierdo, pasando mucho tiempo en cada uno. "Ahora quítame los pantalones", me ordenó. Caí de rodillas, y lentamente los deslicé por sus piernas y me sorprendí de nuevo al ver que no llevaba bragas. Mientras miraba su coño, mi boca se humedeció con anticipación. "Ahora ven y veamos si eres tan buena como Allison dice que eres", dijo ella. Me arrastré detrás de ella, sintiéndome aún más sumisa, y cuando me vio, sonrió: "Puede que seas más sumisa todavía". "Gracias, señora", le dije, feliz de complacerla y de recibir su reconocimiento. Una vez en su habitación, se sentó en el borde de la cama y chasqueó los dedos. Me arrastré hasta la cama y me uní a ella. 

- ¿Quieres probar mi miel celestial? – preguntó, sonando al mismo tiempo cursi y súper sexi, mientras abría sus piernas.

- Sí, señora, quiero probar tu fruta prohibida y adorar tu rocío de miel – contesté siguiendo con los matices religiosos. 

- Buena chica – ronroneó, mientras guiaba mi cabeza hacia su coño ligeramente brillante. Extendí mi lengua y comencé a lamer – Eso es, mi mascota, tómate tu tiempo – gimió – A menudo estarás a las puertas del cielo, mi dulce mascota. 

Obedecí, queriendo que esto durara el mayor tiempo posible. Estaba aprendiendo mucho más aquí de lo que lo haría en la escuela. Pasé mucho tiempo entre sus piernas, oyendo sus gemidos suaves. Me preguntó: "¿Estás contento con tu decisión?". “Sí, señora”, contesté, sin lamentarme en absoluto. Unos minutos más tarde, su orgasmo finalmente llegó, y ella empezó a hablar de manera sucia, lo que me sorprendió.

- Oh, sí, mi pequeña lesbiana, lame mi coño. Eres una chica tan “cunny cum lapper natural"… Eres una pecadora, Rebecca, será mejor que limpies tus pecados con mi corrida.

Sus palabras desagradables me encendieron, a pesar de que ella también estaba pecando. Sin embargo, por supuesto, no lo hice. 

- Desliza dos dedos adentro, mi puta – me pidió. Obedecí, sorprendida de lo húmedo y caliente que estaba su interior – Ahora hazme un dedo, pequeña puta burlona…

Moví furiosamente mis dedos en su coño, mientras sus gemidos se aceleraban rápidamente.  

Pronto ella gritó: "Aleluya", cuando su orgasmo finalmente la golpeó. 

"Chupe toda la creación del Señor", exigió ella y lo hice. 

Una vez hecho esto, saqué mis dedos y no podía creer lo pegajosos que estaban. 

"Harás una mascota perfecta, Rebecca", dijo ella. 

"Gracias, señora", dije, mientras me ponía los dedos cubiertos de semen en la boca. 

"Está bien", suspiré. 

"Oh, no te preocupes, mi mascota", sonrió. "Tendrás muchas oportunidades de comer en mis loncheras, y en muchas otras". 

"Este fue mi almuerzo", me reí por su elección de palabras y la realidad de que no tenía un verdadero almuerzo. 

"A menudo será", dijo ella. "Ahora no toques ese castor tuyo. Estás en la etapa de iniciación". 

"Será difícil, señora", admití. "Complaciendo que tuvieras mi vagina en llamas". 

"Tu coño, coño, coño, caja, dillypot, pastel de piel, alfombra o poontang", escribió media docena de palabras diferentes para vagina, antes de agregar "pero nunca vagina". 

"Sí, señora", asentí. "¿Cuánto tiempo no puedo tocarlo?"

Hizo una pausa, mirándome con una larga mirada que posiblemente no podía leer. Finalmente, dijo: "Vete a la mierda, empecemos tu entrenamiento ahora. Ponte en la cama y arrodíllate". 

"Sí, señora Carol", estuve de acuerdo rápidamente, la idea de que se me permitiera venir de repente a una posibilidad real. 

"Nunca hago esto", dijo, "pero eres tan obediente y ansiosa". 

"Quiero ser la mejor mascota de la comunidad", dije, mientras me subía a la cama y me ponía a cuatro patas según las instrucciones. 

Ella se rió mientras se movía a mi lado, "Tienes un muy buen comienzo, mi pequeña zorra". 

"Gracias, señora," gemí, mientras sus dedos rozaban mi humedad. 

"Oh mi", ronroneó ella, "estás increíblemente mojada".

"Complaciéndome de que me entiendas así", admití, deseando que ella enterrara su cara en mi vagina. 

"Obviamente eres una lesbiana natural, mi mascota", dijo ella, con su dedo todavía burlándose de mí. "Sólo una lesbiana natural se empaparía tanto de complacer a otra mujer". 

Cuando su dedo se deslizó dentro de mí, pensé que estallaría instantáneamente. "Oh, Dios mío", gemí.  

"¿Quieres venir?" ella preguntó. 

"Sí, señora", respondí, mi cuerpo desesperado por liberarse. 

"Solo vendrás con el permiso de una Ama o cuando seduzcas a otra joven, ¿está claro?" preguntó ella, mientras comenzaba a tocarme. 

"Sí, señor", gemí, sabiendo que no duraría mucho a este ritmo. 

"Levántate y inclínate sobre mi cómoda,

"Um, está bien", le dije, confundido por lo que había planeado a continuación. Me levanté, fui a la cómoda y me incliné de repente sintiéndome muy vulnerable, incluso cuando mi humedad se filtró un poco. 

"No te muevas hasta que yo regrese", dijo ella. 

"Está bien, señora", estuve de acuerdo. 

Esperé en esa posición durante unos minutos, lo que me parecieron horas, sin saber lo que me esperaba. 

Cuando finalmente regresó, preguntó: "¿Eres virgen, Rebecca?" 

"Por supuesto, Ama," contesté, girando mi cabeza, mientras me mantenía en posición y jadeando ... La Ama llevaba una polla. 

"Bien", sonrió, "Me encanta tomar la virginidad de una joven". 

"Oh mi", dije, mientras caminaba hacia mí. 

"Sí", asentí, sabiendo que era exactamente lo que quería. Había deseado tener relaciones sexuales incluso antes de mi primera aventura lésbica, pero quería ser una buena chica y estaba petrificada por quedar embarazada. Pero esto, esto fue perfecto. 

"¿Si que?" Preguntó, mientras frotaba la polla arriba y abajo de mis nalgas y mis labios vaginales, bromeando con esa gran polla falsa. 

"Sí, señora, la mascota de tu ama de casa quiere que su amante la folle con su gran polla y se lleve su preciosa virginidad", balbuceé, queriendo que pareciera sucia y, sin embargo, importante. 

"Recordarás esto para siempre, mi mascota," ronroneó ella mientras deslizaba lentamente la gran polla dentro de mí. Estaba feliz de haber roto mi himen con una botella de coca cola hace un par de semanas, ya que no quería estar sangrando por toda su polla durante este momento especial.

"Ohhhhhh" gemí, mientras la polla me llenaba. 

"Qué buena mascota", ella ronroneó, "sacrificando tu regalo especial de una vez en la vida a tu Ama. Siempre serás cariñoso conmigo". 

"Sí, señora", gemí, cuando la polla larga fue mucho más profunda que la botella de coca y alcanzó grandes profundidades dentro de mí. 

"Todo dentro", declaró ella, mientras su cuerpo se encontraba con el mío. 

"Tan lleno", dije, sintiéndome ligeramente empalado. 

Ella se rió, "Este es sólo el tercero más grande". 

"Mierda", jadeé, sin poder comprender nada más grande que nunca entrara en mí. 

"Y eventualmente los llevarás a los tres en tu vagina", dijo, antes de agregar una sorpresa más cuando comenzó a follarme a mí lentamente, "y a tu trasero".

Mis ojos se agrandaron, pero estaba demasiado concentrada en el placer que estaba comenzando a dominar mi cuerpo para reflexionar sobre la más reciente revelación. 

Después de un par de minutos de jodido lento, mi orgasmo aumentando gradualmente, ella preguntó: "¿Estás dispuesta a que te llenen el culo, mi mascota?" 

"Mis agujeros son tuyos", respondí, tan abrumado de placer y con el deseo de complacerla y venir, no iba a cuestionar sus ideas tabú. 

"Buena respuesta", ronroneó ella, ya que de repente comenzó a follarme con fuerza, cada empuje hacia adelante haciendo que la cómoda golpee la pared, mientras se estiraba y apretaba mis pechos. "Eres la mascota más sumisa hasta ahora, Rebecca". 

"Quiero... ser... una buena mascota", luché por decir que mi cabeza se quedó vacía.

"No vengas todavía", ordenó, mientras se estrellaba contra mí, haciendo casi imposible obedecer. 

"Tan cerca, señora", gemí, tratando de obedecer. 

Ella salió de repente y ordenó, "En el suelo". 

Rápidamente obedecí, deseando tener esa polla de nuevo en mí. 

"Tan obediente," ronroneó ella, mientras se arrodillaba entre mis piernas. 

Abrí de par en par, invitándola ansiosamente a regresar. 

"¿Listo para venir?" Preguntó, mientras deslizaba la polla dentro de mí. 

"Sí," gemí. Levanté mi culo para llevar la polla aún más profundo. 

"Nunca hubiera imaginado que fueras una puta tan pequeña", ronroneó ella, mientras comenzaba con embestidas duras y deliberadas. 

"Yo tampoco lo haría", admití,

"Pero has encontrado tu propósito celestial", continuó. 

"Sí", gemí, "creo que sí". 

"Levanta las piernas, puta", ordenó. "Es hora de darte una puta real". 

Rápidamente obedecí, y pronto me estaban jodiendo más y más profundamente en esta posición. Sabía que no podría durar mucho más. Le rogué, "¿Puedo ir, señora?"  

"Puedes, pero disfrútalo", dijo, "Será tu último orgasmo hasta que hayas terminado tu entrenamiento". 

"Está bien", dije, mientras soltaba todas mis últimas inhibiciones y en segundos sentí que la euforia había sido golpeada. "¡Oh mierda!" Grité, la intensidad de mil fuegos a través de mí mientras mi orgasmo golpeaba. 

"Oh, sí. Rebecca,

"Gracias," gemí en voz alta. Trascendí completamente a una utopía sexual que no sabía que existía. 

Ella finalmente se retiró y yo me derrumbé en el suelo y me quedé tendida allí, demasiado agotada para moverme. 

"Probablemente deberías volver a la escuela", dijo ella, poniéndose de pie. 

Cuando salí de mí, bromeé: "Creo que me rompiste el coño". 

"Oh, confía en mí", se rió, "ni siquiera hemos empezado a entrenar a tu mascota". 

"¿Lo que queda?" Yo pregunté. 

"Sirviendo a todos los miembros de la comunidad, para empezar, y tomando una fotografía inapropiada por si acaso", se encogió de hombros.

"Oh, por supuesto que", me reí entre dientes. 

Una vez vestida de nuevo, pregunté: "¿Cuándo puedo volver?"

"Veremos lo bueno que eres", se encogió de hombros, antes de agregar, "estar en el restaurante la noche del viernes a las once. Comenzaremos tu entrenamiento". 

"Sí, señora", le dije. 

"Ahora ve a la escuela," ordenó ella. 

Fui al baño a lavarme, no quería oler a vagina, y me dirigí a la escuela entusiasmada con lo que traería el viernes. 

.....

Mi coño estaba en llamas mientras leía sobre la sumisión de mi bisabuela y la loca idea de que había una sociedad secreta de amas de casa lesbianas. Reflexioné sobre la idea de tal grupo existiese aquí y ahora. Al instante me pregunté si tal comunidad podría existir en 2015. Luego me pregunté quién lideraría a ese grupo en esta comunidad de clase alta. Al instante cerré los ojos mientras imaginaba tomar el control de la miembro más pervertida de la comunidad, Valerie Krunch. Fui a la casa de la Sra. Krunch con el pretexto de pedir prestadas algunas baterías. Una vez que abrió la puerta, le pregunté: "Odio ser una molestia, pero por casualidad, ¿tienes dos pilas AA?". 

- Um, tal vez – dijo, visiblemente molesta. 

Entré y, mientras se dirigía a un escritorio clásico amueblado, la seguí. Se dio la vuelta un momento después, tras abrir un cajón, y me entregó dos baterías. Le dije “Gracias", mientras sacaba un consolador vibrador de mi bolso y metía las baterías. 

- ¿De verdad?" preguntó ella, con su cara arrugada poco atractiva.

- Un vibrador no es lo mismo sin las vibraciones", me encogí de hombros, mientras lo encendía. 

- Dichos juguetes son para el dormitorio", dijo el lío. 

Una fantasía mía para tomar a una mujer, la empujé contra el escritorio y dije: "O aquí mismo", mientras levantaba mi mano debajo de su falda y hacia sus bragas. 

"¿Qué estás haciendo?" ella jadeó. 

"Mostrándote la emoción de un consolador vibrante", dije con naturalidad, mientras frotaba su coño a través de sus bragas. 

"Por favor, para", ella gimió, su cuerpo traicionando su mente. 

"¿Por qué tu viejo cunny está tan mojado?" Pregunté, mientras deslizaba mi dedo debajo de sus bragas y su coño. 

"¡Detener!" repitió, aunque no me apartó mientras deslizaba un dedo dentro de su coño.

"Tu coño está tan mojado que apuesto a que este consolador llenará fácilmente esa vieja caja tuya", le dije, encontrando su punto g y haciendo tapping. 

"Oh Dios," gimió ella. 

Hice tapping un par de veces más antes de sacar mi dedo, bajé su falda, rasgándola y ordené, "Salta sobre el escritorio, mi puta". 

"¿Que demonios?" ella cuestiono No estoy seguro de si fue porque saqué mi dedo de su coño, le rasgué la falda o la llamé puta. 

"Ponte en el maldito escritorio ahora", le exigí, empujándola bruscamente. 

Ella obedeció torpemente cuando dijo: "No podemos hacer esto". 

"He querido hacerte mi puta MILF por un tiempo", dije, mientras extendía sus piernas y comencé a golpear su clítoris con el consolador vibrante. 

"Oooooooh,

"Sin embargo, muy bien", ronroneé, mientras deslizaba el consolador hasta el fondo de su coño. 

"Oh, mierda", gritó ella, mientras agarraba sus piernas y las cerraba con el vibrador enterrado profundamente dentro de ella. 

"¿Te gusta que?" Yo pregunté. "¿El viejo Burt ya no jodió esta vieja caja?" 

"Oh, joder", fue su respuesta, mientras se inclinaba y cerraba los ojos. 

La puse de lado y le pregunté: "¿Quieres que te folle?" 

- Sí – gimió, mientras sacaba el consolador. 

- ¿Pero dijiste que esto era solo un juguete del dormitorio? – señalé, mientras golpeaba de nuevo su clítoris hinchado con el consolador. 

- Sólo fóllame – dijo, mientras se movía con cada toque. 

- Ruega, perra – le ordené

- Ohhhhhhh – fue todo lo que pudo decir. Retiré el consolador y ella desesperadamente me rogó – Por favor, fóllame mi coño con ese consolador". 

- Porque eres mi puta, ¿verdad?

- Sí, maldita sea, soy una puta. Ahora machaca mi vagina – exigió. 

Me encantó escucharla y ver a una mojigata convertirse en una zorra, y comencé a follarle el coño. 

- Oh, sí, joder – gimió al instante.

- Has estado escondiendo a tu puta interior… – ronroneé. 

- Oh, Dios mío – gimió, ya muy cerca del orgasmo. 

Cuando ella se corrió en mi sueño, me corrí en la vida real. Cuando mi orgasmo se desbordó, la fantasía de tener mis propias mascotas MILF me encendió. Sabía que la fantasía era demasiado simple, demasiado simplista, las seducciones nunca fueron tan fáciles, pero la idea... la idea de mi propio rebaño de MILF era atractiva... Una sociedad de lesbianas secreta inversa. 

Cuando me levanté de la cama, dándome cuenta de que me estaba muriendo de hambre, cerré el álbum de recortes de la bisabuela. Necesitaba orinar y comer, en ese orden. Cuando me senté me pregunté.

¿Qué otros secretos tenía la bisabuela?