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Bimbo Tech - Ocultos intereses (6): La oferta

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Mientras una invisible telaraña empezaba a tejerse a su alrededor, Martha dormía apaciblemente hasta que se despertó por el sol que empezaba a entrar por la ventana. Se desperezó poco a poco, desorientada al principio cuando vio que no era su habitación, hasta que recordó hacía allí y porqué. Alargó la mano hacia la mesilla de noche y cogió el teléfono, que había permanecido en silencio toda la noche, viendo que tenía más llamadas y mensajes de Paula que de nuevo ignoró. Extrañamente, esa mañana se sentía más tranquila, y así pareció demostrar cuando se vistió y bajó a desayunar en la cafetería. Pidió un café y tostadas y se puso a consultar el correo electrónico en su portátil, detalle que no pasó inadvertido para Mike, sobre todo porque Martha ignoraba que la red que ofrecía el motel estaba controlada por la Corporación. Mike envió un simple mensaje a la sede de la Corporación: “Tiene un portátil”, recibiendo como respuesta que le facilitase el acceso y que intentase sonsacarle algo más.

- Buenos días, Martha.

- Ah, Mike, buenos días.

- ¿Qué tal ha descansado?

- Muy bien, muchas gracias.

- Ajá, se le nota. Tiene mejor cara que anoche.

- Gracias de nuevo. Oiga, perdone...

- No me hable de usted, por favor, tutéeme...

- Oh, de acuerdo, hágalo, perdón, hazlo tú también... ¿Sabes si Internet tiene algún problema? Me he desconectado y no puedo volver a entrar...

- Déjame ver... – disimuladamente tecleó algo en la pantalla, como si revisase la configuración – Estás conectada, habrá sido una caída momentánea...

- A ver... Ah, pues sí, le habré dado a algo sin querer...

- Tranquila, a veces pasa... Y dime, Martha...

- ¿Sí...?

- ¿Te encuentras mejor hoy? Anoche cuando llegaste me dejaste un poco preocupado...

- Bueno... la verdad es que sí. Supongo que habrá sido la tranquilidad que hay aquí y poder descansar...

- La verdad es que este sitio está muy bien para eso. Suele venir mucha gente agobiada, con problemas, pero no sé qué ocurre que se va mucho más relajada.

- Debe ser eso... – Se quedó un instante en silencio – La verdad es que ayer no fue precisamente uno de mis mejores días.

- ¿Y eso? ¿Algún problema?

- Pues... No sé cómo llamarlo, la verdad...

- ¿Se trata de alguna disputa familiar, trabajo... mal de amores...?

- Es que no sé si contártelo, no quiero agobiarte con mis problemas...

- ¿Por qué no lo intentas? Siempre me han dicho que se me da bien escuchar a la gente.

- Es que... – le costó un poco de trabajo hablar – Bueno, ahí va: ayer rompí con mi pareja...

- Oh, qué malo eso. Bueno, bienvenida al club de los corazones rotos. Si te quieres desahogar...

Haciendo de tripas corazón, con cierto trabajo al principio, Martha empezó a contarle a Mike su relación con Paula, el enfriamiento de ésta, lo ocurrido el día anterior, ignorando que todo estaba siendo grabado en el diminuto aparato que Mike llevaba en su bolsillo y que luego se encargaría de enviar a la Central para que supiesen cómo actuar con la chica. A pesar de que Mike era un simple intermediario se dio cuenta de que lo que le contaba la chica tenía un fondo muy interesante, como así comprobaron los técnicos que escucharon la grabación antes de transcribirla y pasársela al Doctor, que la leyó con evidente interés sabiendo que aquella ruptura, aparentemente sin ningún tipo de interés, era un verdadero filón para sus intereses. Sin apartar los ojos del papel levantó su teléfono particular y marcó un número, contestándole una agradable pero firme voz femenina al otro lado.

- Buenos días, Doctor.

- Buenos días, Brianna. ¿Qué tal va todo?

- Bien, como siempre, no me puedo quejar.

- Me alegra oír eso. ¿Y qué tal con Mario?

- Bastante bien, la verdad. Nos vemos poco, ya sabe que viaja mucho, pero nos va muy bien.

- ¿Y la pequeña?

- Cada día más grande, y muy espabilada. Es muy inteligente. – El Doctor sonrió al escuchar el comentario.

- No me cabe duda, es digna heredera de su madre. Bueno, verás, el motivo de mi llamada no es para organizar una reunión familiar...

- No lo dudaba ni un segundo. Dígame, soy toda oídos...

- Se trata de una chica, más o menos de tu edad, y tiene un pequeño problema. ¿Tienes conectado tu ordenador?

- Sí, lo tengo aquí al lado.

- Bien, te mando un enlace...

Mientras el Doctor le contaba brevemente el motivo de su llamada, Brianna abrió el enlace que le había enviado y revisó los archivos que, aunque luego los repasaría más tranquilamente, la pondrían al día de los pormenores del caso de Martha. Evidentemente esa chica necesitaba bastante apoyo, y mientras escuchaba la voz masculina, su mente ya estaba pergeñando un plan de ayuda, aunque necesitaría cierta ayuda de determinados departamentos de la Corporación. Prometiendo enviarle los detalles cuando los tuviese definidos Brianna colgó el teléfono y se puso a releer los documentos recibidos mientras tomaba notas. Cuando terminó, y una vez obtenida la pertinente autorización, descolgó el teléfono y marcó el número de Martha.

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Ajena a todo, Martha había comido en la cafetería en compañía de Mike. Al parecer era la única cliente del motel en ese momento y, la verdad, se sentía bastante cómoda en compañía del hombre. Cuando terminó se sintió levemente amodorrada, por lo que se disculpó y se fue a su habitación para dormir una pequeña siesta, ya que esa misma tarde quería ir a su casa a recoger algunos efectos personales. Ya había decidido romper definitivamente cualquier contacto con Paula, mudándose si fuese necesario a otra ciudad, y mientras pensaba en lo que podría encontrarse se fue durmiendo poco a poco.

Cuando despertó miró su reloj, comprobando que había dormido media hora más de lo que quería, así que pensó que le iba a ir muy justo si quería ir a casa y no encontrarse a Paula en ella. Pensando en que ojala se hubiera largado definitivamente con George se dirigió hacia el cuarto de baño para darse una ducha. Se sentía muy relajada bajo los tibios chorros de agua que caían sobre su cuerpo mientras se enjabonaba lentamente, recorriendo su cuerpo con la esponja. Cuando rozó sus pezones no pudo evitar sentir un leve pinchazo de excitación, notando como se endurecían poco a poco. No se reprimió y volvió a acariciarse, escapando un gemido de placer de su boca. Mientras una mano acariciaba sus pechos la otra bajaba por su vientre en dirección a su sexo, que notó más empapado de lo normal, y no sólo a causa del agua. Sus dedos rozaron su clítoris, que a esas alturas reclamaba ser acariciado, empezando a frotarlo lentamente. Con los ojos cerrados por el placer que sentía su otra mano alcanzó la entrada de su vagina, donde se introdujo primero un dedo que poco más tarde ya eran dos, mientras el ritmo de los roces en el clítoris aumentaba. Sintió que su orgasmo se acercaba mientras los dedos entraban y salían, así que se abandonó al placer gimiendo sin reprimirse, quedando apoyada en la pared de la ducha mientras recuperaba el resuello.

Así se encontraba cuando escuchó el sonido del timbre de su teléfono saliendo de la ducha para cogerlo, extrañada por el número que no conocía que aparecía en la pantalla. ¿Quién podría ser? Pulsó el botón y contestó.

- ¿Dígame?

- Buenas tardes. ¿La señorita Martha Scott, por favor?

- Sí, soy yo, ¿quién es?

- Mi nombre es Brianna, Brianna Stewart.

- Creo que no tengo el gusto de conocerla...

- No, nos conocemos, pero he oído hablar muy bien de usted

- ¿Ah, sí? ¿Y qué ha oído exactamente?

- Pues que es usted una muy buena economista y mejor contable. Espero que no le moleste que haya solicitado su expediente a su universidad, me han llamado mucho la atención sus notas.

- Le agradezco el cumplido pero, verá, ¿qué quiere de mí exactamente?

- El motivo de mi interés por usted es para hacerle una oferta de trabajo, aunque no sé si usted la aceptaría y si no le importaría trasladarse aquí a Chicago...

- ¿Y cuál sería ese trabajo exactamente...?

- Estamos realizando algunos cambios en el organigrama de la empresa, y necesitamos gente preparada en el gabinete económico. Estaría usted rodeada de buenos compañeros, y su sueldo sería de 45000 dólares anuales, más incentivos, claro está. Si trabaja bien podríamos estar hablando prácticamente de unos 60000...

- Yo... Verá...

Martha se sintió mareada por la cifra que le dijo Brianna. Podría pagar en poco tiempo lo que le quedaba de hipoteca, cambiarse de coche (su viejo BMW tenía casi 20 años, lo había comprado de segunda mano), etc. Vivir mejor, en resumidas cuentas. Ese leve momento de duda hizo pensar a Brianna que Martha había mordido el anzuelo, así que decidió no soltar la presa. Era el momento.

- Verá, Martha. Quizá entrevistarnos personalmente la ayudaría a decidirse. Podría enseñarle la empresa y aclararle algunos detalles de su posible contrato.

- Bueno... no sé... La verdad es que suena bien.“¡Bingo!”, pensó Brianna - ¿Cuándo quiere que nos veamos?

- ¿Le viene bien hoy, Martha, esta misma tarde?

- Bueno, por mi no hay inconveniente, aunque no estoy muy cerca de Chicago precisamente...

- ¿Cuánto tardaría aproximadamente? – Brianna sabía perfectamente dónde estaba Martha y lo que podría tardar en llegar.

- Creo que si salgo en unos 10 ó 15 minutos podría estar ahí entre las 7 y las 8. ¿Le viene bien a esa hora?

- No hay problema. De hecho, esta tarde tengo que quedarme trabajando, así que no me importa esperarla. Cuando esté llegando vuelva a llamarme y le mandaré la ubicación para que no se pierda.

- Muchas gracias. Salgo para allá en breve.

- A usted por prestarme atención, Martha, y...

- ¿Sí...?

- Ya verá como estará bien aquí. Creo que nos haremos muy amigas usted y yo.

- Eso espero, Brianna. Nos vemos a esa hora. Hasta dentro de unas horas.

- Hasta luego, Martha.

Cuando terminó la llamada ambas mujeres sintieron sensaciones distintas. Brianna se quedó mirando la foto de Martha, pensando en que la chica era una verdadera preciosidad. Aunque un poco rellenita para su gusto (desde que estaba con Mario había desarrollado ampliamente su bisexualidad, disfrutando plenamente del sexo lésbico tanto en los tríos que éste le proponía como en encuentros íntimos con otras mujeres), tal vez con los cuidados adecuados y algún que otro pequeño retoque podría quedar realmente espectacular. Llamó a su secretaria para explicarle su plan para esa tarde: A la vez que como posible jefa de Martha, se haría pasar por psicóloga de la Corporación, compatibilizando ambos cargos, y la chica sería su ayudante. Una vez ultimados los detalles cogió su coche y fue hasta su casa para ducharse y cambiarse de ropa. Tenía tiempo de sobra hasta que llegase Martha.

Martha, por su parte, se sintió invadida por los nervios recordando la mareante oferta. Nunca en su vida se le había presentado una situación similar, así que no sabía cómo debía presentarse. Se vistió con lo primero que encontró, pensando en que tenía tiempo para comprarse algo más adecuado cuando llegase a Chicago para causar buena impresión, ya que toda su ropa estaba en su casa. Cuando terminó de vestirse, con un leve maquillaje, salió de su habitación y se montó en su coche camino de la cita. Condujo nerviosa, lo que quizá ayudó a que el viaje fuese más breve, llegando a su destino casi una hora antes de lo previsto, lo que le daba el margen necesario para localizar una boutique en la que se compró un traje de falda y chaqueta. Una vez lista llamó a Brianna, quien le mandó la dirección del edificio sede de la Corporación, llegando al mismo poco después y subiendo al ascensor que manejaba el viejo Jimmy, quién pulsó el botón de la planta de destino mientras la miraba disimuladamente.

La recibió una chica morena, bastante guapa, que la guió hasta la oficina de Brianna, recibiéndola esta con un apretón de manos a la vez que la invitaba a sentarse. Tras unas intrascendentes frases de elogio hacia los respectivos atuendos (aunque Brianna seguía pensando que todavía tenía que mejorar un poco) pasaron al verdadero motivo de la cita, contestando Martha a las preguntas que le hacía su interlocutora durante casi una hora y media hasta que éstas fueron de una índole más personal, explicándole Brianna que eran para realizar un mejor perfil de su personalidad y comprobar su idoneidad para el supuesto trabajo que le ofrecía.

- Estamos casi terminando, Martha. Dime... Perdón, ¿me permites que te tutee?

- Sí, claro, no hay problema. Dígame...

- Por favor, tutéame tú también. En esta empresa nos gusta el ambiente relajado, sin perder las formas, claro está...

- Claro, Brianna, eso es muy importante. Dime qué quieres saber...

- No tiene demasiada importancia pero, ¿tienes pareja, Martha?

- Sí... no... Bueno, tenía...

- ¿Tenías...? ¿Habéis roto?

- No sé cómo llamarlo, pero creo que sí...

- ¿Y por qué lo crees?

- Verás, el caso es que anteayer cuando llegué a mi casa encontré a mi chica con un hombre en la cama.

- ¿A tu chica...? ¿Eres lesbiana?

- Sí, totalmente, espero que eso no sea un inconveniente...

- No, no, tranquila, en absoluto. Disculpa si te ha parecido que pudiera serlo. Aquí valoramos el trabajo, no la tendencia sexual de las personas.

- Gracias... – contestó Martha aliviada.

- De nuevo mis disculpas. ¿Te apetece un café mientras charlamos más tranquilas y me cuentas lo que pasó?

- Pues la verdad es que te lo agradezco. Tengo la boca un poco seca después del viaje y la entrevista. – contestó con una sonrisa.

- Genial... Sara, por favor, ¿puedes traernos un par de cafés?

- Enseguida, Brianna.

La chica apareció un instante después con una bandeja que dejó sobre una mesita auxiliar, a la que Brianna y Martha se acercaron sentándose en un sofá. Martha olió el delicioso aroma del café mientras hablaba. Una vez rotas sus iniciales reticencias se sintió más relajada con la que esperaba fuese en breve su jefa y le hizo una breve narración de lo ocurrido, mientras Brianna la observaba y contestaba de vez en cuando con gestos de asentimiento y comprensión. De la entrevista sacó mucho más de lo que esperaba, como así se lo haría saber después al Doctor en su informe, pero en ese momento se dedicó a aparentar empatizar con Martha, no resultándole difícil entre otras cosas por lo ocurrido con su ex marido tiempo atrás a causa de las constantes infidelidades de éste. Pudo notar como su interlocutora parecía estar más cómoda por momentos e, incluso, había parecido recobrar cierta locuacidad a pesar de su aparente timidez inicial, lo que hizo que la conversación fuese cada vez más fluida mientras, sin que Martha lo supiese, la conversación estaba siendo grabada para que Brianna pudiese escucharla tranquilamente esa misma noche simulando estar decidiendo si la contrataba o no, aunque ya lo tenía más que decidido. Cuando por fin terminaron de hablar le ofreció que se quedase esa noche en un hotel próximo, en realidad un bloque de apartamentos propiedad de la Corporación, para poder tenerla localizada y se despidieron quedando en que Brianna la llamaría con cualquier decisión que tomase.