miprimita.com

Descubriendo a mi vecina Sofía 4

en Grandes Relatos

 7

El viernes me desperté tarde y Sara ya se había ido a trabajar. La noche anterior habíamos vuelto a tener una sesión de sexo para aplacar la calentura de mi chica que era la única que no se había corrido por tarde. Me quedé un rato en la cama haciendo el vago hasta que decidí levantarme y aprovechar el día. Me cambié para ir al gimnasio un rato antes de la hora de comer. Cerré la puerta y al darme la vuelta me encontré con Sofía vestida con ropa de deporte y su bolsa del gimnasio.

-Buenos días Andrés. ¿Vas al gimnasio?

-Bueno o eso o a una fiesta de disfraces le dije con una sonrisa.

-Jajaja veo que te has levantado de buen humor. Yo también iba. Si quieres vamos juntos.

-Claro, mejor acompañado que solo.

Ya empezábamos bien el día. Yo que pensaba tener una mañana de relax y ahora iba a tener que estar toda la mañana viendo a mi vecina embutida en unas mallas que le marcaban su perfecto culo y sus estilizadas piernas y viendo sus firmes pechos resaltados por el sujetador deportivo. No más de pensarlo ya me estaba poniendo malo.

Fuimos andando al gimnasio ya que estaba un par de calles más arriba de donde vivíamos. Cada uno fue a su vestuario a dejar la bolsa y quedamos en reunirnos en la zona de las cintas de correr. Llegué el primero y tuve que esperar un rato hasta que apareció. Escogimos dos cintas contiguas y empezamos a correr a ritmo ligero para ir entrando en calor. Íbamos charlando de cosas triviales pero, la verdad, no podía concentrarme en la conversación. Cada vez que giraba la cabeza veía el movimiento de sus pechos bajo su sujetador deportivo, las gotas de sudor que bajaban por su cuello desnudo ya que se había recogido el pelo en una coleta y se deslizaban por la parte alta de su torso perdiéndose en su canalillo. Y sus pezones, que lucían duros por el roce del sudor y la tela.

No sé qué me pasaba con esa chica, que cualquier cosa que hacía me ponía a mil. Me fui a beber agua y a la zona de las máquinas de musculación y quedé con ella para reunirnos media hora más tarde para relajarnos un poco en la zona de la piscina.

Esa desconexión me permitió desconectar y rebajar mi excitación, aunque ahora me arrepentía de haber quedado con ella en la piscina. Si me excitaba verla en mallas ¿cómo no lo iba a hacer viéndola en bikini? En fin, cada problema en su momento. Total, ¿qué más me podía pasar? Iluso de mí.

Fui al vestuario a cambiarme y me dirigí a la piscina. Me había entretenido y ya llegaba algo más tarde de la hora quedada. Seguro que Sofía ya me estaba esperando. Y entonces la vi, sentada en el borde la piscina con sus pies metidos en el agua y luciendo un bikini rojo que resaltaba su figura. Y acompañada de David. Y os preguntaréis que quién coño es David. Pues este elemento, por no decir otra cosa, era uno de los monitores del gimnasio. El típico tío cachas pero sin llegar a la exageración, un tío consciente de su atractivo y que sabe que gusta a las mujeres y con una labia con la que se camelaba a cualquier fémina que se le pusiera por delante. Pero lo que me cabreaba de él, era que no respetaba a nadie. Le daba igual que fueran solteras o casadas, todas eran un objetivo para él. Y encima no se cortaba un pelo en presumir en los vestuarios de sus conquistas.

Y allí estaba entrándole al trapo a Sofía. Estaba de cuclillas al lado de ella, explicándole algo gracioso ya que ella se reía. Desde mi posición podía ver como lanzaba miradas furtivas a sus pechos y aprovechaba cualquier ocasión para rozar con su brazo el muslo que quedaba más cercano a él. Desde donde estaba no podía oír lo que estaban hablando pero no parecía la primera vez que coincidían. Le dijo algo referente a su brazo que no pude entender y como Sofía no reaccionaba como él quería no dudó en cogerle la mano y llevarla a sus bíceps para que los tocara. Y no contento con ello, llevó su mano hasta sus abdominales para que notara su dureza. Por suerte, ella debió considerar que aquello era ir demasiado lejos y la apartó rápido.

David no se dio por vencido y pasó a gesticular y señalar el agua como invitándola a entrar con él pero ella se hacía de rogar. Cada vez sus roces eran más continuos y más duraderos, había momentos que no apartaba su mano de su muslo. Ella o no se daba cuenta o no le daba importancia. Mientras dejaba su mano ya de forma definitiva en su muslo le señaló su bikini, creí entender como invitándola a quitarse la parte de arriba ya que estaban solos. Ella se volvió a reír y el aprovechó para subir la mano por su muslo casi llegando a su sexo. Ella pareció darse cuenta de sus intenciones y volvió a apartarle la mano.

Él viendo su resistencia, se dejó de juegos y se lo jugó todo a una carta. Se puso en pie y sin ningún pudor se bajó el bañador. Él estaba ahora de espaldas a mí pero ya sabía que es lo que estaba viendo ahora Sofía. Nunca se cortaba en los vestuarios a la hora de enseñar su polla. Había que reconocer que era grande, más que mis 19 cm, y bastante gruesa. Y ahora se la estaba restregando por la cara a Sofía intentando vencer sus defensas.

Y hasta ahí llegó mi paciencia. Entré en la estancia casi corriendo como si llegara tarde (que era cierto) y fui en su busca. David, en cuando notó mi presencia, se lanzó al agua desnudo como estaba mientras Sofía me saludaba alegrándose de mi llegada. Nos metimos en el agua lo más lejos posible del monitor y estuvimos un rato charlando animadamente mientras relajábamos nuestros músculos cansados por el ejercicio. David siguió en el agua, no atreviéndose a salir. Las normas prohibían bañarse desnudo en la piscina y él era un trabajador y una queja de esa índole podía causarle serios problemas.

Cuando nos cansamos, salimos del agua y nos secamos con las toallas. Aproveché el camino a los vestuarios para sonsacarle por el monitor.

-Oye, ¿no te habrá molestado David no?

-No, que va. Es un poco tocón pero ya sé cómo tratar a ese tipo de tíos.

-Bueno, no todos se quitaran la ropa delante de ti ¿no?

-Pensaba que no te habías dado cuenta. Bueno, si le gusta exhibirse hoy se va a hartar dijo mientras me enseñaba como, en medio de la toalla, llevaba el bañador de David que había recogido para darle un escarmiento al monitor. No pude más que reírme junto a ella mientras llegábamos a los vestuarios. Nos cambiamos y nos fuimos a casa. Al final la mañana no había ido tan mal y había disfrutado con la compañía de mi vecina. Y no tenía por qué acabar ahí. Le pregunté si tenía algún plan para la comida y ante su negativa la invité a comer en mi piso. Ella aceptó encantada y quedamos para una hora más tarde.

Me di una ducha rápida y preparé algo ligero, ensalada y pasta. Metí una botella de vino en la nevera para tomarlo fresquito durante la comida. A la hora acordada apareció mi vecina luciendo un vestido veraniego de tirantes que le llegaba a medio muslo y con una botella de vino que puse junto a la otra a enfriar.

Nos sentamos a comer y entre el buen rollo que había entre nosotros y los vasos de vino que iban cayendo fuimos contándonos confidencias y entrando en temas que en condiciones normales seguramente habríamos eludido.

-Andrés,¿ te puedo hacer una pregunta indiscreta?

-Haber, dispara.

-¿Tú confías en Sara?

-Plenamente. ¿Por qué lo preguntas?

-Haber, sé que vosotros tenéis una relación un tanto especial…pero hay cosas que no me cuadran.

-Puedes hablar sin tapujos. Ya sé que Sara te ha contado que tenemos una relación liberal. Nosotros nos lo contamos todo.

-¿Todo, todo?

-Al menos eso creo. Sé lo de tu pasado con el tema del sexo, sé que te mandó vídeos de nosotros follando y, ya que estamos en confianza, te diré que os vi el día que os enrollasteis en la habitación. Espero que no te moleste que te diga esto.

-Vaya corte…bueno no pasa nada, yo te vi follando con Alicia en el almacén así que supongo que estamos en paz jajaja.

Evidentemente se notaba que Sofía estaba bastante achispada, ya que en otras circunstancias hubiera negado la mayor.

-Bueno, la verdad es que también te vi en el probador mientras te masturbaba Sara. Así que supongo que te debo una jajaja.

-Eso parece jajaja…ahora entiendo porque estabas tan cachondo, menudo polvo le pegaste a Alicia.

-¿Creo notar algo de celos?

-Quizá un poco jajaja. Entonces también sabrás que Sara está como loca con que folle contigo…

-Bueno, no sé si es eso o es que está deseando liarse con Carlos.

-Respecto a eso, esa es una de las cosas que te comentaba antes. ¿Tu sabias que nosotros tres ya nos conocíamos de antes?

-¿Qué ya os conocíais? Pues no tenía ni idea.

-Verás, como te dije Carlos y yo empezamos a salir al final del instituto y por esa época, Sara se mudó a nuestra ciudad y entablamos amistad. Fueron un par de años, luego se mudó aquí. Lo que me extrañó es que cuando me la encontré el día de la mudanza y me di cuenta de que vivía contigo, enseguida me dijo que no te contara nada y que hiciéramos como si no nos conociéramos.

-Pues me dejas a cuadros. A mí me había contado que se había mudado directamente de su ciudad natal aquí, no sé a qué tanto secretismo. ¿Pasó algo allí?

-No, por eso me pareció raro. No te iba a decir nada, pero me caes genial y no veo el problema en ocultar una cosa así.

-Qué raro. Tendré que hablar con ella a ver si le saco algo…y gracias por el voto de confianza eh.

-Todo por mi jefe favorito jajaja.

Sofía entre charla y charla seguía vaciando su vaso. Hacía rato que habíamos acabado la primera botella y la segunda estaba próxima a su final.

-¿Y alguna cosa más que deba saber ya que estamos puestos?

-Bueno, eso es más quizá cosa de mi imaginación. Verás, ¿te acuerdas de lo que ha pasado ésta mañana con David en el gimnasio?

-Sí claro, como para olvidarlo. ¿Qué pasa con él?

-No sé, me ha extrañado tu comportamiento. Parecía como que este chico no te caía muy bien y eso me ha parecido raro.

-Y es que no me cae bien. ¿Y qué pasa con eso?

-A ver. A David lo conozco desde el primer día del gimnasio, me lo presentó Sara. Ella y él tenían muy buen rollo entre ellos, sabes, mucha confianza. Ya sabes cómo le gusta tocar a David, pero Sara no le paraba los pies en ningún momento. Cuando nos despedimos le pregunté por eso a Sara. Yo ya sabía que habíais hecho tríos y cosas así, y ella me dijo que David había participado en vuestros juegos más de una vez. Así que no le di más importancia hasta hoy. No sé, me ha parecido extraño que te cayera tan mal un tío con el que habías compartido a tu chica.

Me quedé de una pieza. No haría un trío con ese tío ni aunque me pagaran. Y entonces ¿por qué Sara le había dicho eso?  No me gustaba un pelo el cariz que estaba tomando aquello, estaba descubriendo una faceta de mi chica que no me estaba gustando nada. Pero no era el momento ni el lugar para buscar respuestas así que contesté con evasivas.

-Sí, es verdad. Lo que pasa es que eso fue hace mucho ya y los desencuentros pasaron luego. No sabía que ella aún tenía trato con él.

-Ah entiendo. Entonces eso lo explica todo, ya te he dicho que seguramente eran cosas mías.

-Aun así no me hace mucha gracia que tenga mucho trato con ese tío. No sé, lo hablaré con ella a ver qué me dice.

Me levanté a recoger la mesa mientras Sofía acababa de vaciar el último vaso de vino. Cuando volví al salón, ella se había dejado caer en el sofá. Se notaba que el vino se le había subido a la cabeza y estaba desinhibida. Al sentarse, se le había subido el vestido quedando casi a la vista sus braguitas y, como era de esperar, en cuanto mis ojos se percataron de eso mi polla dio un brinco y empezó a hincharse. Sofía, no sé si a propósito o por un descuido, abrió sus piernas un poco más facilitándome una mejor visión de sus zonas íntimas. Era la señal que necesitaba mi polla para acabar de llegar a su máximo esplendor.

-Bueno, mira lo que tenemos aquí dijo Sofía sacándome de mi sopor y dándome cuenta de que me habían pillado de pleno.

-Lo siento, no pretendía…

-Chissss, calla tonto. Te recuerdo que me debes una y me la pienso cobrar ahora. Acércate…

Era evidente que era la borrachera la que hablaba por ella, pero yo también había bebido y estaba cachondo perdido así que mi polla actuó por mí. Me acerqué a ella. Su mano acarició mi miembro por encima de la ropa haciéndolo endurecer aún más si eso era posible.

-Vaya pedazo de polla que te gastas…tengo ganas de verla de cerca…

Y sus manos bajaron de un tirón mis prendas inferiores liberando mi polla que saltó como un resorte y casi le golpea en la cara. Eso no le importó, estaba demasiado absorta contemplando mi polla que estaba a escasos centímetros de su cara. Su mano la aferró notando lo dura que estaba y la acarició hasta llegar a su base notando las venas palpitar a su paso. Su lengua lamió la punta saboreando los fluidos que emanaban de ella fruto de la excitación. Su mano empezó a moverse mientras su lengua dejaba paso a su boca que empezó a chupar la punta de mi polla.

Sus movimientos se fueron intensificando y su boca engullía mi polla de forma frenética, me estaba poniendo a mil. Como siguiera así no iba a tardar en correrme y ella viendo el estado de excitación que tenía quiso provocarme un poco más deslizando los tirantes de su vestido y dejándome ver sus tetas embutidas en un sujetador que se bajó de un tirón liberándolas. Casi me corro en ese instante. Su mano dejó de pajearme para aguantar mi polla que su boca intentó tragar entera. Mis manos se posaron en su cabeza acompañando sus movimientos que me estaban llevando al éxtasis.

Mi orgasmo era inminente y así se lo hice saber. Ella se sacó mi polla de la boca y me invitó a que me corriera en sus tetas. Me la empecé a menear de forma compulsiva para correrme cuando la miré…y vi que se había quedado dormida. Al final la borrachera había sido más fuerte que su libido y había caído en las garras de Morfeo. Se me cortó el rollo casi al instante. No me parecía bien acabar corriéndome con ella semiinconsciente, así que paré de masturbarme y me dejé caer a su lado en el sofá con un gemido de frustración. Había sido una de las mejores mamadas que me habían hecho y me había quedado a medias.

Verla semidesnuda era una tortura, así que la vestí como pude. La cogí en brazos, totalmente dormida, y la llevé a su piso donde afortunadamente no había nadie. La dejé en su cama y la tapé con la sábana para que no cogiera frío. Estaba tan bella allí dormida que no pude evitar acercar mis labios a los suyos y darle un beso suave.

-Que tengas felices sueños le dije. Y me fui a mi casa a rebajar mi calentura y a intentar descansar algo para la noche que se nos avecinaba.

 8

Os mentiría si os dijera que pude descansar algo esa tarde. No dejaba de darle vueltas a todo lo que había sucedido durante el día. Por un lado, las situaciones excitantes que estaba viviendo con Sofía que cada día que pasaba iban subiendo de tono. Era evidente que deseaba a esa mujer pero, lo que más me preocupaba, era que no sólo era sexo. No era tan ingenuo. Me daba cuenta que cada día que pasaba sentía un vínculo más fuerte con ella.

Y luego estaba el tema de Sara. Las revelaciones de Sofía me inquietaban sobremanera. No entendía el porqué de omitir que ya se conocían, era evidente que si lo había hecho era porque me quería ocultar algo. Pero ¿él qué? Y lo que más me escamaba. Lo de David. ¿Habría tenido algo con él sin decírmelo?

Era verdad que teníamos una relación bastante liberal, pero hasta el momento ninguno de los dos habíamos hecho nada a la espalda del otro o sin su conocimiento. O al menos eso creía yo hasta ese momento.

Era evidente que tenía que averiguar qué estaba pasando. Lo más lógico sería preguntarle directamente, pero si de verdad me ocultaba algo le sería fácil refutar mis argumentos que sólo se basaban en el testimonio de Sofía.

Al final conseguí conciliar el sueño. Cuando me desperté, me encontré a Sara tumbada a mi lado. Miré el reloj y vi que llevaba durmiendo algo más de media hora. No debía hacer mucho que había llegado de su trabajo. Me la quedé mirando como dormía allí, junto a mí, sólo vestida con unas braguitas y con sus pechos casi rozando mis manos. Pero algo había cambiado. Lo que antes me habría provocado una erección instantánea ahora no provocaba ninguna reacción. Mi mente predominaba sobre mi libido. Me preguntaba si sus pechos habrían sido manoseados por David, si su boca habría probado la de él, si su coño habría recibido la polla enorme del monitor.

Tenía que dejar de pensar, así que me levanté y fui a ver la tele un rato para desconectar mi mente. Casi una hora más tarde, se levantó Sara. Se sentó a mi lado tal como se había acostado. Se recostó a mi lado y vimos juntos un rato la tele, en silencio. Debió notar algo ya que me preguntó que si me pasaba algo. ¿Qué decir? Decidí que era mejor dejar el tema de lado y continuar como si nada pasara, al menos de momento. Le dije que no había dormido muy bien, le di un pico y me fui a duchar para prepararme para la cena con los vecinos.

Sara se había levantado juguetona, ya que al poco de meterme en la ducha noté como se abría la puerta y entraba ella. Sentí sus manos juguetonas abrazándome desde atrás y sus pechos apretándose contra mi espalda. Su mano bajó hasta llegar a mi polla y empezó a acariciarla, intentando endurecerla. Sabía que era cuestión de tiempo que lo consiguiera ya que uno no es de piedra. Pero algo dentro de mí no quería que, al menos esta vez, se saliera con la suya. Me di la vuelta, apartando sus manos de mí. La arrinconé contra la pared y mientras mi boca besaba su cuello que sabía que la excitaba sobremanera mis manos amasaban sus tetas y pellizcaban sus pezones que se endurecieron casi al instante.

Mi boca fue besando cada rincón de su piel, bajando hasta llegar hasta su sexo. Y sin darle tregua, mi lengua empezó a lamer sus labios, a chupetear su clítoris inflamado. Ella levantó su pierna y la apoyó en mi hombro abriendo más su coño. Seguí lamiendo y lamiendo, saboreando sus fluidos que empapaban mi boca. Sus gemidos delataban su excitación y que estaba próxima a su orgasmo. Y ahí fue cuando paré. Dejé de chupar y me levanté, abrí la puerta y salí de la ducha.

-¿Pero qué haces? No me puedes dejar así.

-Claro que sí. Te quiero bien cachonda para esta noche. Que estés deseando volver para que te folle como te mereces. Así que ni se te ocurra acabar con tus deditos…

-Qué malo que eres. Así que quieres jugar eh…me gusta. Pero es peligroso cariño. Cuando estoy así de cachonda me da por hacer locuras…

-¿Ah sí? ¿Cómo cuáles?

-Lo mismo me da por jugar un ratito con Carlos…si tú no me satisfaces, tendré que buscar a alguien que lo haga.

-Bueno, entonces tendré que ocuparme yo de Sofía. Necesitará alguien que le haga compañía si su novio no está… ¿crees que dirá que no a esto? le dije mientras me agarraba mi polla que hacía rato que estaba en su mayor esplendor.

Ella alargó la mano intentando alcanzar mi polla para arrastrarme dentro y acabar lo que habíamos empezado antes. Pero me separé a tiempo.

-Venga va, date prisa que si no llegaremos tarde.

Y salí al dormitorio a preparar la ropa para la cena. Me vestí y salí un rato a comprar un par de botellas de vino para llevar para la cena. Cuando llegué Sara ya se había duchado y se había vestido. Había elegido para esa noche una minifalda que dejaba poco para la imaginación y una camiseta de tirantes blanca que dejaba traslucir el sujetador de encaje negro que llevaba debajo. Se había maquillado ligeramente y se había recogido su larga melena en una coleta para dejar al descubierto su apetecible cuello y una mejor visión de su escote. Estaba rompedora. Ella, sabedora de mi escrutinio, sonrió y se levantó la minifalda. Debajo no había absolutamente nada.

-Eso te pasa por querer jugar conmigo. Ahora me va a tocar a mí, dijo guiñándome un ojo.

Menuda noche me esperaba.

Recogimos nuestras cosas y salimos a casa de los vecinos. Nos abrió Carlos que nos invitó a entrar mientras me daba un apretón de manos y dos besos a Sara. No pude dejar de observar como su vista se perdía en el canalillo de Sara. Carlos avisó a su chica que ya habíamos llegado y salió ella de la cocina a saludar. Llevaba el vestido que le había comprado en la tienda la tarde de antes y estaba espectacular. Nos acercamos a darle dos besos y, para no ser menos, también le di un repaso a su escote que me permitió ver que también llevaba la lencería que le había comprado Sara.

Les di las botellas que habíamos traído para que las pusieran a enfriar y, mientras se acababa la cena, empezamos una de las que ellos tenían ya frías en la nevera. El ambiente era distendido y la botella fue bajando sin pausa. Yo bebí poco, después habíamos quedado en salir a un local que había cerca y alguien tenía que conducir. Cuando la comida estuvo lista, me ofrecí a Sofía para ayudarla a preparar los platos. Me apetecía estar un rato a solas con ella para ver qué me decía de lo que había pasado apenas unas horas antes. Y por lo visto ella también.

-Oye, ¿puedo preguntarte una cosa? Me dijo mientras lanzaba furtivas miradas hacia la puerta de la cocina.

-A ver, dime.

-Mira, me da un poco de reparo decir esto pero… ¿me puedes decir que ha pasado esta tarde? Me he despertado en mi cama pero no recuerdo cómo he llegado hasta ahí.

-¿De verdad no recuerdas nada? Le pregunté mitad aliviado y mitad decepcionado.

-No, nada de nada. Lo último que recuerdo es estar en la mesa charlando y… bueno, bebiendo.

-Sí, la verdad es que te pasaste un poco con el vino…bueno, los dos jajaja. Tranquila que no pasó nada. Recogí la mesa y cuando volví de la cocina te encontré tumbada en el sofá dormida. Me dio apuro despertarte y te llevé a tu piso.

-¿Y no pasó nada más? Es que a veces cuando bebo pues, como que me descontrolo un poco…

-Pues conmigo no fue…te comportaste como una perfecta damisela en todo momento.

-Jajaja, anda no seas tonto Andrés…no veas el peso que me has quitado de encima. Anda, ayúdame a llevar todo esto a la mesa.

Cuando entramos en el salón Sara y Carlos estaban sentados juntos en el sofá bromeando y pasando un buen rato, sobre todo él, que no daba abasto entre fisgonear en su escote y maravillarse con sus muslos que quedaban a la vista ya que al sentarse su minifalda se había subido hasta límites poco decorosos.

Nos sentamos en la mesa y disfrutamos de la comida, regada con el vino que corrió con alegría esa velada. Al final de la noche tres botellas habían caído, así que os podéis imaginar que aquellos tres estaban más que animados. Durante la comida nos habíamos sentado Sara y yo en un lado de la mesa y Carlos y Sofía enfrente de nosotros. Sara, que ya venía dispuesta a jugar, se envalentonó más con el vino. Se pasó todo el rato inclinándose sobre la mesa ofreciéndole una magnífica visión de sus atributos que Carlos no se cansaba de mirar.

Y la cosa fue empeorando a medida que el alcohol se iba acumulando. Dos o tres veces se quejó del calor y en una de sus visitas al baño a refrescarse regresó sin el sujetador. Como era de esperar sus pezones se marcaban de forma escandalosa. Sofía no le dijo nada pero le recriminó con su mirada. Sara le contestó guiñándole un ojo, juguetona. Si antes Carlos no perdía detalle pues imaginaros ahora. Sofía, no sé si por celos o por no ser menos, también fue al baño y cuando regresó sus pechos se mecían al compás de su andar libres de su encierro.

Carlos no daba crédito a lo que estaba viendo. Dudaba entre decirle algo pero, claro, sabiendo que él no había dejado de comerse con la mirada a Sara, tuvo que tragarse su orgullo y callar. Y yo aproveché para devorar con la vista a mi vecina sin cortarme un pelo, cosa que a ella no debía desagradarle mucho ya que sus pezones pronto se le marcaron bajo la tela del vestido.

Cuando acabamos de cenar, recogimos las cosas entre los cuatro y nos sentamos en el salón a pasar el rato hasta que fuera hora de salir al local de copas. Carlos, Sofía y yo nos sentamos en el sofá y Sara en un sillón que quedaba justo enfrente. Seguimos charlando y disfrutando de la velada pero noté que Carlos cada vez participaba menos de la conversación. Y enseguida averigüé el motivo. Sara estaba sentada en el sillón con las piernas descruzadas y con la minifalda que se le había subido al sentarse pues dejaba una visión magnífica de su sexo. Y, evidentemente, él no perdía detalle.

Por suerte Sofía aún no se había dado cuenta de ello pero no tardaría en percatarse que allí pasaba algo, así que intenté desviar la atención levantándome y meterles bulla para ir saliendo ya para el local. Todos estuvieron de acuerdo, así que recogimos nuestras cosas y partimos hacía el coche. Media hora más tarde llegamos al sitio y por suerte encontramos aparcamiento cerca.

Fuimos hasta el local cada uno abrazado a su pareja y disfrutando del fresco de la noche. Nosotros solíamos ir a menudo así que el portero ya nos conocía y entramos nada más llegar. El local constaba de dos plantas. En la de abajo estaba la pista de baile y una barra de bar, una zona de asientos y los servicios. La planta superior era una zona más tranquila, estaba formada por una zona de reservados donde tomar tranquilamente una copa y tenía también una barra donde pedir algo sin tener que bajar al piso inferior.

Decidimos subir arriba a tomar algo tranquilamente y ocupamos uno de los reservados. Fui a buscar tres copas y un refresco para mí. Estábamos sentados cada uno al lado de su pareja, pasándolo bien y disfrutando de la mutua compañía. Tres rondas más cayeron y el ambiente volvía a caldearse. Sara dijo que tenía ganas de bailar y ahí vi la oportunidad de quedarme a solas con Sofía. Le dije que no me apetecía mucho y ella, viendo también una oportunidad, no insistió. En su lugar cogió de la mano a Carlos y lo arrastró escaleras abajo hacía la pista de baile.

-Espero que le guste bailar a Carlos porque con Sara va a tener para rato jajaja.

-Se lo tiene merecido. Se ha pasado toda la noche comiéndose sus tetas con la mirada.

-Huy, te noto celosa…

-Un poquito…pero tú también tendrás que pagar tu castigo eh que también te has quedado a gusto…

-Culpable de todos los cargos. Te prometo que luego te pego un meneo en la pista.

-Te tomo la palabra.

Estábamos solos y creí que era un buen momento para sacar el tema de lo que había pasado en el coche.

-Oye Sofía, te quería comentar una cosa. Verás, es sobre lo que pasó el otro día en el coche cuando íbamos a la entrevista de trabajo. Creo que te debo una disculpa. No sé por qué lo hice pero no estuvo bien. Y dado que vamos a trabajar juntos no quiero que te lleves una impresión equivocada de mí.

-¿Te refieres a que piense que eres el típico jefe sobón que se aprovecha de la cándida secretaria?

-Bueno, dicho así…

-Jajaja agradezco la disculpa pero no le di ninguna importancia, fue fruto del momento y ya está. Además, ni creo que seas un jefe sobón ni, por supuesto, yo soy una cándida secretaria…

Estábamos sentados en un reservado que tenía forma de u y Sofía, que estaba situada casi enfrente de mí se desplazó hasta quedar junto a mí. Me sonrío pícaramente y cogió mi mano derecha situándola encima de su muslo izquierdo casi a la altura de la rodilla. Si una cosa me quedo clara ese día era que Sofía cuando tomaba más alcohol de la cuenta se desinhibía de mala manera.

Estaba claro que me estaba invitando a repetir lo sucedido en el coche y esta vez los dos éramos conscientes de la situación y queríamos que sucediera.

Mi mano palpó su piel tersa y suave y acariciándola suavemente fue subiendo lentamente, aprovechando la apertura lateral del vestido, por la cara interior de su muslo. Mis ojos no se apartaban de los suyos, contemplando su reacción, cualquier gesto de rechazo. Pero sólo encontraron placer y deseo. Cuando mi mano alcanzó su pubis ella cerró sus ojos ahogando un gemido e inconscientemente abriendo más sus piernas.

Mi mano acarició su sexo varias veces por encima de sus braguitas notando la humedad que impregnaba la tela. Y al no notar ninguna oposición por su parte di un paso más, introduciendo la mano por dentro de la tela acariciando su rajita de arriba abajo hasta llegar hasta la entrada de su coño donde se deslizaron dos de mis dedos que entraron con suma facilidad. Ella, al notar como mis dedos profanaban su interior, se mordió el labio y sus manos se aferraron a la tela del asiento intentando ahogar el placer que sentía. Yo aproveché la ocasión y mi mano izquierda se coló por el hueco de su escote aferrando su teta derecha, palpando su pecho firme y terso y acariciando su pezón que hacía rato que lucía duro.

Este movimiento la cogió por sorpresa ya que abrió sus ojos y los fijó en los míos pero siguió sin objetar nada. Su mirada sólo delataba la enorme excitación que sentía. Mis dedos siguieron arremetiendo en su interior cada vez con más ímpetu mientras ella volvía a cerrar los ojos y dejarse llevar por el placer. Mi mano abandonó por un instante su pecho para bajarle el tirante y liberar de la tela su pecho izquierdo que enseguida recibió la compañía de mi boca que besó, chupó y lamió con frenesí. La otra mano una vez cumplida su misión volvió a atacar su teta que reclamaba su atención.

Cada vez le costaba más ahogar sus gemidos, su cuerpo se contoneaba por la excitación y era evidente que su orgasmo era inminente. Le metí un tercer dedo en su encharcado coño y ese fue el detonante que estaba deseando. Su cuerpo se arqueó y noté como sus fluidos empapaban mi mano. Mis dedos aflojaron su ritmo pero no detuvieron un lento mete saca que alargó aún más su orgasmo. Mi boca había dejado su pecho, quería contemplar su cara de placer. Ella fue volviendo en sí lentamente y yo retiré mis manos de su cuerpo. Se arregló la ropa como buenamente pudo y me miró sin saber que decir. Yo acaricié su mejilla con mi mano que ella besó cuando llegó a la altura de su boca. Nos sonreímos y supimos que no eran necesarias las palabras. Ella se levantó para ir al servicio y yo a buscar unas copas para refrescarnos.

Cuando volví a nuestro reservado miré abajo a la pista de baile buscando a nuestras parejas. Me costó encontrarlos pero al final los encontré en una esquina de la pista, en una zona algo oscura. Bailaban muy pegados, ella de espalda a él. Él con sus manos agarrándola por la cintura peligrosamente cerca de la base de sus pechos y ella contoneándose sugerentemente apretando su culo contra el miembro de él.

Levanté la vista buscando a Sofía pero ésta aún no regresaba del baño. Volví a mirar hacía la pista de baile y vi que la cosa había subido de nivel. Sara arqueaba su cuello hacía atrás ofreciendo su boca a Carlos que la besaba con pasión mientras sus manos ya acariciaban sin reparo sus tetas por encima de la tela. La cosa se estaba desmadrando a pasos agigantados. Entonces vi a Sofía que salía de la zona de los baños y se dirigía a las escaleras que llevaban a la planta superior. Recé para que no se diera cuenta de lo que pasaba en la pista de baile y, afortunadamente, aunque pasó cerca de ellos había bastante gente y no se percató de nada.

Cuando llegó al reservado le ofrecí su bebida y seguimos charlando como si no hubiera pasado nada entre nosotros mientras lanzaba furtivas miradas a Sara y Carlos, que seguían a lo suyo ajenos a lo que acontecía a su alrededor. Volví a centrarme en la conversación con Sofía y cuando volví a mirar no había rastro de la pareja. Busqué y busqué y nada. Aunque una sospecha empezaba a crecer en mi interior. Le dije a Sofía que iba un momento al baño y que cuando saliera le mandaría un mensaje para que bajara y darle el baile antes prometido.

Me dirigí al baño de hombres donde afortunadamente no había mucha gente. Cuando entré justo salía un chaval de uno de los cubículos y me metí en él. Enseguida sentí el rumor de cuerpos rozándose y gemidos ahogados y me temí lo peor. Me subí a la taza del wáter y asomé la cabeza al cubículo que quedaba a mi derecha. Mi alivio fue casi instantáneo. Dentro había un chico sentado en la taza y una chica totalmente desnuda meciéndose sobre él. Ni idea de quiénes eran. Me bajé y me dispuse a salir cuando me pareció sentir un ruido del otro cubículo. Me volví a subir y mis temores se confirmaron.

Allí estaban Carlos y Sara. Ella sentada en la taza, sin la camiseta de tirantes y con la polla de Carlos en su boca. Él estaba de pie delante de ella, con sus manos en su cabeza, acompañando los vaivenes de ella mientras se tragaba casi por completo su polla. Ya debían de llevar un rato porque enseguida él la aviso que parara o iba a correrse. Sara se sacó la polla de la boca, se levantó dejando caer su falda quedando totalmente desnuda ante él y apoyando las manos en la pared del cubículo le ofreció su grupa a Carlos. Él no se hizo de rogar y, sin protección, le clavó su polla en una sola embestida en su chorreante coño. Empezó a embestirla sin descanso mientras ella gemía de placer y sus manos aferraban sus tetas estimulando sus pezones. No daba crédito a lo que veía, por suerte duró poco. Los dos estaban próximos a su orgasmo. Carlos siguió arremetiendo contra ella, ella empezó a gritar su orgasmo lo que provocó que él empezara a descargar un torrente de semen en su interior. No quise ver más. Salí de allí antes de que me descubrieran.

Aún no me creía lo que había visto. Visto lo que había pasado los últimos días sabía que Sara tenía ganas de follar con Carlos pero nunca me hubiera imaginado que lo hiciera a escondidas mías. Hasta ese momento, al menos que yo supiera, siempre habíamos actuado de mutuo acuerdo. Pero después de las cosas que me había contado Sofía, estaba claro que había muchas cosas que desconocía de mi chica.

Fui a la barra y pedí algo fuerte para despejar mi mente. Me tragué la bebida de un tirón. En ese momento vino a mi mente Sofía que debía estar esperando mi llamada, así que le mandé un mensaje avisándole que bajara. Al poco se reunía conmigo al pie de la escalera. Verla allí, tan bella y con las imágenes de lo acontecido antes paseándose por mi mente, me hizo olvidar momentáneamente lo sucedido en el baño y que quisiera complacer a mi vecina.

-Bella dama, le dije haciéndole una reverencia, ¿me permite este baile?

Ella se rió y cogió mi mano mientras gesticulaba también una reverencia aceptando mi proposición. Nos fuimos cogidos de la mano a la pista de baile y empezamos a bailar con nuestros cuerpos a una distancia prudencial pero a medida que se iban sucediendo los temas la distancia se fue acortando hasta que casi nos rozábamos. El contoneo de sus caderas, el movimiento cadencioso de sus pechos, su mirada sensual…me estaba volviendo loco de deseo.

Mis manos aferraron sus caderas y la atrajeron hacía mí, reduciendo la distancia entre nuestros cuerpos a la nada. Mis manos se posaron en su prieto culo acariciándolo por encima de la tela del vestido mientras mis caderas se pegaban más a ella, haciéndole notar la tremenda empalmada que llevaba. Seguimos moviéndonos y la fui dirigiendo a una zona más apartada para tener un poco más de intimidad.

Mi mano descendió hasta llegar a la apertura lateral del vestido y se coló por ahí, para ir subiendo hasta alcanzar de nuevo su culo y…sorpresa, no encontró tela alguna. Miré a Sofía que me sonrió pícaramente. Empecé a acariciar su culo desnudo mientras mi otra mano subía a sus pechos para toquetearlos. Su pelvis era ahora la que se frotaba contra mi polla provocando que la tuviera a reventar. Nuestras caras estaban a escasos centímetros la una de la otra pero era un paso que ninguno de los dos se decidía a dar.

Hasta que vi, detrás de Sofía, como del pasillo que venía de los servicios venían cogidos de la mano Carlos y Sara. Recordé lo que habían estado haciendo y dejé todos mis complejos de lado. Mi boca buscó la suya y empezó a devorarla con pasión comprobando enseguida que era correspondida con igual ímpetu. Nuestras lenguas enseguida se juntaron e iniciaron su particular batalla dentro de nuestras bocas.

Mientras nuestros cuerpos se daban al placer mi mirada seguía a la otra pareja. Subieron y al poco bajaron al ver que allí arriba no estábamos. Carlos parecía preocupado por no encontrar a su chica pero Sara se burlaba de él, incluso le vi hacer algún gesto obsceno como indicándole a Carlos que seguramente su chica estaría pasando un buen rato conmigo como el que él acababa de disfrutar con ella. Eso cabreó aún más a Carlos que se adentró en la pista buscándonos. Por suerte tomó la dirección errónea alejándose de nosotros.

Nosotros seguíamos disfrutando comiéndonos mutuamente la boca, mis dos manos ya se habían colado bajo el vestido y palpaban la carne de su trasero sin ningún reparo. Sus manos se aferraban la una a mi trasero estrujándolo y la otra palpando mi polla, masajeándola por encima del pantalón. Y entonces empezó a sonar un teléfono.

Sofía reaccionó al instante y se apresuró a coger el bolso para responder. Carlos, cada vez más desesperado y temiéndose lo peor, había recurrido al móvil para localizar a su chica. Sofía empezó a darle explicaciones a su chico diciéndole una verdad a medias, que habíamos bajado a bailar y que después, al ver que no habían regresado al reservado habíamos vuelto a bajar para ver si los veíamos. Yo le hice señas a Sofía de que iba al baño para que no nos encontraran juntos y ella me asintió conforme. Le dijo dónde estaba ella y le explicó que yo estaba en el baño.

Cuando volví del baño me encontré a los tres esperándome. Carlos parecía más tranquilo y todos charlaban como si nada hubiera pasado. Decidimos irnos ya para casa ya que ellos tenían que madrugar, iban a pasar el fin de semana con sus padres y querían llegar para la hora de comer y tenían unas tres horas de coche.

Llegamos a casa y nos despedimos en el rellano prometiéndonos que teníamos que repetir la salida otro día. Nos dirigimos al dormitorio y nos quitamos la ropa, todo en silencio. Yo esperaba que ella me contara algo de lo que había sucedido con Carlos pero de momento su boca permanecía cerrada. Pues si ella callaba yo no iba a ser menos, si ella tenía secretos yo iba a tener los míos. Me acerqué desnudo a ella y empecé a acariciarla a ver cómo respondía. Como esperaba me rechazó alegando que había bebido demasiado y no se encontraba demasiado bien, que ya me compensaría al día siguiente.

Acepté sus excusas y mientras ella se metía en la cama recogí la ropa sucia para meterla en la lavadora. Cuando metía la ropa noté un bulto en el bolsillo posterior de mi pantalón. Introduje la mano y saqué una prenda negra. Era el tanga de Sofía. Allí mismo mientras olía la prenda impregnada de sus fluidos y olores me casqué una soberana paja en su honor. Limpié el estropicio ocasionado por mi corrida, guardé mi trofeo en un lugar seguro y me metí en la cama. Sara ya dormía. Antes de dormirme ya estaba convencido que al día siguiente iba a encarar a Sara para que me diera explicaciones.