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Descubriendo a mi vecina Sofía 9

en Grandes Relatos

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Poco antes de las ocho ya estábamos los dos listos y sentados en la cama hablando sobre lo que nos esperaba esa noche. Hacía un rato que habíamos sentido llegar a los primeros invitados pero no quisimos salir hasta que nos avisaran nuestros anfitriones. Estábamos los dos nerviosos por no saber a ciencia cierta lo que nos esperaba abajo pero también deseando que llegara la hora para acabar con esa espera angustiosa.

Sofía lucía espléndida en el vestido que se había comprado el día anterior y que ya había lúcido la anterior noche en su cita con Stefan. No tenía ninguna duda de que iba a causar sensación cuando la vieran los invitados a la fiesta. Tenía su mano entre las mías, acariciándola, transmitiéndole una tranquilidad que yo no tenía.

Por fin, poco después de las ocho, golpearon nuestra puerta. Saltamos como un resorte los dos de la cama y nos apresuramos en abrirla. Al otro lado nos esperaba una espectacular Erika ataviada con un vestido de tirantes rojo de corte desigual. En el lado derecho la tela descendía por debajo de su rodilla mientras que el izquierdo acababa al principio de su muslo dejando al descubierto la totalidad de esa pierna y dejando entrever la otra al mínimo movimiento. No hace falta decir que me quedé embobado mirándola hasta que un leve carraspeo de Sofía me volvió a la realidad. Erika sonreía satisfecha por el efecto causado y Sofía, que creía que a lo mejor se había molestado por mirarla de aquella manera, también sonreía y en su mirada ya aprecié ese brillo de lujuria cuando algo la excitaba.

Mientras Erika nos acompañaba abajo nos comunicó que Stefan ya había pasado a buscar a Carlos y Sara y que él se encargaría de presentarlos al resto de invitados. Ella sería la encargada de introducirnos a nosotros. Cuando llegamos al salón, vimos que habían apartado todos los muebles quedando un enorme espacio central. En un lateral habían colocado varias mesas donde esperaban los canapés y las bebidas que había traído la empresa de catering. Las cristaleras del fondo estaban abiertas y una suave brisa se colaba en el interior creando un ambiente agradable y facilitando el paso entre el salón y el jardín donde algunos invitados ya disfrutaban paseando a la sombra o simplemente conversando sentados en las butacas que rodeaban la piscina.

Mientras bajábamos por la escalera me fui fijando en la gente allí congregada y, aparte de Stefan, Carlos y Sara, pude contar seis parejas de diversas edades y nacionalidades aunque mayoritariamente eran de treinta y tantos. Lo que si era evidente era el buen gusto de nuestra pareja de anfitriones ya que todos los allí presentes destacaban por tener una gran belleza y lucir unos cuerpos bien cuidados. Hablando en claro, no había ninguna mujer a la que no me follaría. Y supongo que por la cara que ponía Sofía, ella tampoco le haría ascos a ninguno de ellos.

Erika nos fue dirigiendo a cada pareja y nos fue presentando. Pese a los nervios iniciales, nos recibieron con los brazos abiertos y poco a poco y ayudados también por la bebida nos fuimos relajando y disfrutando de la velada. Cuando llegaba alguna pareja nueva Erika se apresuraba en venir en nuestra busca para presentarnos a los recién llegados. Poco después de las nueve Erika nos informó que ya habían llegado todas las parejas y que sólo faltaba una invitada por llegar, la única que venía sin pareja. Al final había diez parejas de edades comprendidas entre los 25 y los 45 años, toda gente muy amigable y que nos hicieron sentir cómodos desde el primer momento.

Estábamos conversando animadamente con una pareja de mi edad cuando noté que el chico callaba repentinamente y concentraba su mirada en la puerta que había tras de mí. Me giré a mirar qué había llamado su atención y entonces vi a la que supuse sería la última invitada que faltaba por llegar. Era sin duda la mujer más bella que había visto jamás. Una chica jovencísima, apenas debía tener los veinte, alta, tan morena de piel que parecía mulata, una larga cabellera negra como el azabache, unos ojos grandes, oscuros y profundos que al mirarla te perdías dentro. Y su cuerpo… esbelta, con unos pechos perfectos que oscilaban libres bajo la tela del vestido que lucía, un culo firme y respingón y unas piernas largas y estilizadas que se entreveían por la apertura lateral del vestido.

Me quedé ensimismado viendo como aquella belleza entraba saludando efusivamente a la gente que encontraba a su paso, deleitándome con la cadencia del movimiento de sus pechos y sus caderas que inexorablemente se acercaban a nuestra posición.

-Buenas noches nos dijo con su encantador acento canario. Supongo que vosotros debéis ser Andrés y Sofía. Me llamó Naira, encantada de conoceros dijo dándonos dos besos a cada uno. Me han hablado muy bien de vosotros y estaba deseando conoceros.

Enseguida llegaron Erika y Stefan y se abrazaron con gran efusividad. Como ya nos habíamos presentado Stefan se la llevó a presentarla a Carlos y Sara que también la observaban embobados.

-Es guapa, ¿verdad? Dijo Erika a mi oído. No te preocupes que hoy podrás disfrutar de ella. Sólo acuérdate de dejar algo para mí.

No pude ni contestarle. Sólo de pensar que esa noche podría gozar de esa maravilla de mujer hizo que me empalmara al instante cosa que notó al instante Sofía que me acarició la polla por encima del pantalón y me guiñó un ojo cómplice de mis pensamientos.

Stefan se colocó en medio del salón y llamó la atención de todos los presentes.

-Bueno, pues ya estamos todos. Creo que ya es hora de empezar la fiesta de verdad y dar la bienvenida como dios manda a nuestros nuevos amigos.

La gente recibió con jolgorio sus palabras y enseguida nos vimos rodeados por ellos que nos llevaron hasta el centro del salón, dejándonos separados por sexo. Carlos y yo en un lado rodeados por todas las chicas formando un círculo a nuestro alrededor y Sara y Sofía en medio de otro círculo, éste formado por todos los hombres allí presentes menos Stefan que seguía en medio como jefe de ceremonias. Al grito suyo de fuera ropa el círculo se cerró sobre nosotros y nos fueron despojando de nuestra ropa y aprovechando mientras lo hacían para meternos mano de manera indiscriminada. Cinco minutos más tarde estábamos los cuatro desnudos y, al menos nosotros, con las pollas tiesas como nunca. Miré al otro círculo buscando con la mirada a Sofía y vi que me miraba disfrutando  con la situación.

Mientras dos de las mujeres se llevaban nuestras ropas los demás se fueron despojando de las suyas guardándolas en unas cestas en las que no había reparado antes. Poco a poco los círculos se volvieron a formar quedando otra vez rodeados pero esta vez todos desnudos. Mi polla apuntaba al cielo dura como una piedra observando a las doce bellezas que me rodeaban y que miraban con lujuria mi miembro enhiesto deseando probarlo, cosa que no dudaba iba a ocurrir tarde o temprano.

Esta vez no hubo aviso ninguno. Naira, la chica espectacular que acabábamos de conocer, se acercó a mí hasta que los pezones ya duros de sus perfectas tetas rozaron la piel de mi pecho. Lentamente, mientras sus manos pasaban por todos los rincones de mi cuerpo produciéndome un escalofrío de placer, fue descendiendo hasta quedar arrodillada ante mí. Sus labios carnosos se posaron sobre mi glande que besaron con ganas mientras su lengua se abría paso y lamía la parte superior del tronco de mi polla. Como si aquel gesto fuera alguna señal preestablecida los demás se fueron acercando cerrando definitivamente los círculos sobre nuestros cuatro cuerpos desnudos.

Mientras Naira seguía engullendo mi polla, noté unos pechos grandes con los pezones duros que se pegaban a mi espalda y la boca de su dueña que besaba mi cuello por detrás. Unas manos recorrían mis pectorales mientras la boca de su propietaria buscaba con ansia la mía que la correspondía con igual frenesí. Otra boca besaba y lamía la otra mitad de mi pecho y mi vientre rozando sus duros pechos mi brazo y mano que no tardó en aferrarlas para deleite de su dueña. Una lengua recorría la parte baja de mi espalda hasta alcanzar mis nalgas, donde sus manos las separaron para facilitar que su lengua tuviera franco el camino hasta mi ano que lamía y chupaba con hambre voraz. Y en mi entrepierna, una boca más pedía paso y Naira, generosa, compartió mi polla con su compañera pasando a ser dos las lenguas que recorrían el tronco y alternaban su posición, mientras una tragaba la otra jugaba con mis huevos.

Si os digo que estaba en la gloria, me quedo corto. Tuve que cerrar los ojos para no ver tanta belleza gozando y haciéndome gozar para intentar alargar al máximo aquella dulce tortura. A mi lado sentía gemir a Carlos que hacía un esfuerzo supremo por no venirse tan pronto pero estaba claro que aquello era superior a sus fuerzas y no tardó en explotar llenando de leche la boca de la que entonces se la comía. Pero aquellas no cejaron en su empeño y cambiaron de posición pasando otra chica a engullir su miembro intentando levantar su polla de nuevo.

Yo aguantaba a duras penas pero por suerte pararon para cambiar también posiciones lo que me dio un respiro. Naira pasó a buscar mis labios que la recibieron con gusto y mis manos alcanzaron sus pechos que tantas ganas tenía de acariciar. Cinco bocas y cinco pares de manos jugaban con mi espalda, culo, pecho y con mi polla llevándome otra vez a cotas de placer difícilmente aguantables.

Mi mirada buscó lo que sucedía con mis otros tres compañeros. A mi lado Carlos apenas aguantaba una segunda acometida y parecía a punto de explotar de nuevo en la boca de Erika que era la que estaba mamándosela en ese instante. Un poco más allá estaban las dos chicas  rodeadas por once varones que las estaban llevando a la gloria y cuya visión por poco hizo que alcanzara mi orgasmo. Sara tenía entre sus piernas a Stefan comiéndole su coñito, dos chicos a sus lados acariciando y comiendo sus tetas que brillaban fruto del sudor y la saliva de sus amantes cuyas pollas eran pajeadas por las manos de Sara. Otro devoraba su boca mientras la abrazaba por la espalda y otras dos compartían su culo besando y lamiendo sus nalgas, su ano e introduciendo algún dedo en su interior que la hacía enloquecer.

Y Sofía… Sofía me miraba mientras acuclillada tenía un chico tumbado bajo suyo lamiendo su coño, otros dos a sus lados que amasaban sus tetas y pellizcaban sus pezones, otro recorría toda su espalda con su boca y lengua mientras dos de sus dedos se internaban por su puerta trasera y el último penetraba su boca con su polla endurecida. Su cara de vicio era total y parecía haber disfrutado de más de un orgasmo.

Aquello era una puta locura y no había hecho más que empezar. A mí me costaba horrores aguantar después de quince minutos de suplicio continuado y Carlos no estaba mucho mejor que yo, lo raro era que no se hubiera corrido ya. Naira aviso a Stefan y los chicos se apartaron de Sara y Sofía rodeándolas empezando a masturbarse de forma frenética ante su excitada mirada. Por nuestra parte, Erika pajeaba a Carlos y Naira lo hacía conmigo mientras las otras chicas se arrodillaron delante nuestro expectantes.

Carlos ya no pudo más y se dejó ir lanzando su semen que Erika con maestría fue dirigiendo al cuerpo de las chicas que habían disfrutado del cuerpo de él guardándose para ella las últimas gotas de un extenuado Carlos. Siempre me había parecido una imagen muy erótica el ver una mujer bañada con la leche de un hombre pero ver no solo a una sino a seis bellezas en esas condiciones y otras seis esperando su propia ración hizo que no pudiera más y con un bufido empecé a lanzar borbotones de semen que Naira apuntó a las tetas de sus compañeras. Los últimos latigazos los dirigió a su propia boca tragándoselos sin reparo alguno y engullendo mi polla al instante para saborear los últimos restos dejando mi polla limpia y reluciente. Cuando acabó no dudó en alzarse para buscar mi boca y fundirse con la mía haciéndome notar el regusto en su boca de mi propia corrida. Se separó de mí yendo a reunirse con el resto de chicas mientras nuestras miradas se volvían al otro grupo.

Allí los chicos se pajeaban con ganas mientras Sara y Sofía arrodilladas esperaban su ración de leche mientras sus manos no dejaban de acariciar sus coños rezumantes de fluidos. Los primeros chorros empezaron a surgir alcanzando sus tetas, vientre y cara provocando que su calentura fuera a más y provocando la mía que empezaba a notar que mi polla quería volver a alzarse pese a la corrida de hacía un momento. Sofía se encontró con mi mirada calenturienta y eso hizo que su mano se moviera más y más rápido mientras más chorros de semen la alcanzaban. Ambas ya tenían los pechos y cara embadurnados de leche y aún faltaban un par por cabeza por eyacular. Sofía abrió su boca retando a sus amantes a llenarle la boca y estos aceptaron su invitación y casi al instante Stefan y el otro chico explotaron dirigiendo sus corridas al interior de ella que empezó a correrse de gusto al sentir como el semen llenaba su boca. Les enseñó su boca llena con su leche y con aquella cara de vicio que adornaba su cara desde hacía un buen rato la tragó ante la excitada cara de los allí presentes. A su lado Sara también recibió las últimas corridas en sus pechos, cara y boca y se corría de forma escandalosa.

Yo estaba alucinando con el espectáculo ofrecido por las dos chicas y miraba embobado a mi chica embadurnada de semen que me miraba aún con la lujuria reflejada en sus ojos. Las demás chicas se acercaron a ellas y se las llevaron entre risas, felicitándolas por el espectáculo ofrecido y dándoles una calurosa bienvenida a aquel peculiar grupo. Se perdieron en el interior de la casa en dirección al baño a limpiarlas del semen que empezaba a secarse en su piel. Nosotros también fuimos rodeados por los demás chicos y nos felicitaron y dieron la enhorabuena por haber aguantado tan estoicamente el acoso de aquellas hembras fogosas. Stefan me sonreía cómplice y yo se la devolvió agradecido por haberme dado la oportunidad de haber disfrutado de una experiencia similar. Estaba claro que habíamos superado con creces su prueba de bienvenida y quedaba mucha noche por delante.

Volvieron las chicas y se fueron formando grupitos que se fueron repartiendo por doquier. Unos se sentaron en los sofás a hablar tranquilamente, otros prefirieron tomar el aire en las tumbonas del jardín, otros se refrescaban dentro del agua cristalina de la piscina y la mayoría pasamos por las mesas a comer y beber para reponer fuerzas. Sofía y yo devorábamos los canapés allí preparados mientras conversábamos con una pareja algo más mayor que nosotros que nos pusieron al día del funcionamiento de aquel peculiar grupo. La mayoría se habían conocido en un club de intercambio de la isla ya cerrado y cuando perdieron su punto de encuentro buscaron una alternativa para seguir disfrutando de su forma de ver el sexo. Y ahí fue cuando surgió Stefan que se ofreció encantado poniendo a su disposición su casa para los encuentros.

Poco a poco se fueron organizando y captando nuevos miembros, algunos fijos y otros casuales. Había incluso algunas parejas de la península que venían a posta a los encuentros del grupo que se solían realizar una o dos veces al mes dependiendo de la época del año. En total contaban con más de treinta parejas y Naira, claro, la única persona a la que se había permitido entrar en el grupo sin tener pareja. Era la única condición que había puesto Stefan para aceptar la responsabilidad  de organizar aquella sociedad sexual. Sus motivos los desconocían pero no les importaba porque todos estaban encantados con aquella sensual chica.

Mientras nos contaban los entresijos del grupo Sofía y yo, abrazados, observábamos al resto de compañeros que poco a poco volvían a subir la temperatura de la casa aunque ahora ya por libre. Varias parejas retozaban en el agua de la piscina besándose y cubriéndose de caricias aunque ninguno con la pareja con la que habían llegado esa noche. En las tumbonas se encontraba tumbada Sara con sus piernas totalmente abiertas mientras entre ellas se encontraba la cabeza de Naira recorriendo toda su raja mientras ofrecía su espalda a otro chico que se la clavaba sin compasión. Otro chico ofrecía su polla a Sara que la tragaba sin descanso mientras con la otra mano pajeaba a otro afortunado.

Varias chicas estaban tumbadas en el amplio sofá del salón comiéndose el coño la una a la otra entre ellas Erika. Carlos tenía contra la pared del salón a una chica menuda con unos pechos pequeños a la que embestía con ganas mientras otra lo abrazaba por detrás acariciándolo y esperando su turno. A Stefan lo localizamos al fondo del salón sentado en una butaca mientras una chica joven con unas tetas impresionantes botaba frenética sobre él mientras mamaba la polla de su pareja. Y éste a su vez tenía a otro chico con la cabeza hundía en su culo lamiéndole con ganas.

Nuestros amigos nos contaron que había varias parejas bisexuales y que aquello era una cosa habitual. Nos tranquilizaron diciendo que allí nadie obligaba a nada y que si teníamos claras nuestras preferencias los demás las iban a respetar. Yo tenía muy claro que me gustaban las mujeres y, la verdad, nunca me había planteado el sexo homosexual pero ver como aquel chico empezaba a clavar su polla en el culo del otro tampoco me produjo rechazo. A la que sí llamó la atención fue a Sofía a la que debió de gustarle ver a dos hombres dándose placer ya que empezó a acariciar con fuerza mi nalga mientras su mirada se enturbiaba por la lujuria. Otra mano empezó a recorrer la otra nalga y supe enseguida que esa mano no era de Sofía. Miré a aquella chica de piel blanca y cabello castaño rizado, pechos firmes y un coño sin un pelo. A mi lado sentí como Sofía se acercaba a mi oído y me susurraba “disfrútala”.

Me giré a tiempo de ver como ella se daba la vuelta para buscar con sus labios los del chico que nos acompañaba y pareja de aquella chica que acariciaba mi culo la cual viendo que no protestaba su mano alcanzaba mi polla para ponerla a tono. Las manos de él enseguida se abalanzaron sobre sus tetas haciendo que sus pezones se endurecieran por momentos mientras mi acompañante se arrodillaba e introducía en su boca mi polla que no tardó en alcanzar su máximo esplendor. Sofía cogió de la mano a su amante y lo llevó al único sofá libre, empujándolo dejándolo sentado y subiéndose sobre él se empaló con premura exhalando un gemido de profundo placer.

Yo le había prometido no abandonarla y además quería que los dos disfrutáramos viendo gozar al otro, así que alcé a la chica y fuimos al sofá donde la situé a cuatro patas de cara a la otra pareja. Me situé detrás y empecé a rozar con mi polla la entrada de su coño y su clítoris estimulándola hasta que me rogó que se la clavara, cosa que no tardé en hacer de un solo golpe. La embestí con fuerza y rapidez provocando en ella grititos de placer mientras enfrente mío veía como Sofía cabalgaba al chico que devoraba con su boca las tetas de mi chica. Ella tenía la cabeza ladeada para poder ver bien como arremetía contra mi compañera sexual, su cara de placer extremo. Eso parecía encenderla más provocando más intensidad en sus movimientos que hacían enloquecer a su amante.

No sé cuánto tiempo estuvimos así, follando como posesos y enloqueciendo a cada momento que pasaba pero aquello no podía durar mucho más. El chico no pudo más y empezó a descargar su leche en el interior de aquel coño que tanto placer le había dado provocando el enésimo orgasmo que Sofía experimentaba aquella tarde-noche. Mi amante tampoco duró mucho más y ante la atenta mirada de Sofía empezó a correrse de forma escandalosa dejando caer su cabeza sobre el sofá. Su grupa aun quedó más expuesta a mí que no dudé en seguir taladrando su coño hasta alcanzar mi tan ansiado orgasmo. Sofía contempló extasiada como polla en mano derramaba mi leche sobre las nalgas de la chica.

Pero Sofía no tenía suficiente, necesitaba más, estaba desatada. Se levantó y salió al jardín donde se encontraba Stefan con su cabeza hundida entre las piernas de Naira haciéndola gozar de lo lindo. Se arrodilló a su lado y besó su mejilla y cuello hasta que el ladeó su cabeza para que sus labios se pudieran encontrar fundiéndose en una lucha frenética de labios y lenguas. Naira había quedado momentáneamente desatendida cosa que no duró mucho ya que Stefan apartó su boca de la de Sofía y dirigió la boca de ella al coño de Naira que lamió con ganas arrancándole suspiros de placer. Él se situó detrás de Sofía y después de comprobar que estaba lo suficientemente lubricada empezó a enterrar su enorme polla en su coño de forma lenta pero inexorable provocando que por un momento dejara de atender a Naira concentrada como estaba en sentir como aquello se abría paso en su interior causándole sensaciones inolvidables.

Era la primera vez que veía el pollón de Stefan penetrar el coño de Sofía y la imagen fue brutal. Su cara de placer era inmensa y causó una erección instantánea y casi dolorosa y más cuando ella empezó a gemir desaforadamente al empezar él a clavársela de forma rápida y sin descanso mientras intentaba seguir causándole placer a Naira lamiendo su sexo. Yo necesitaba dar salida a mi excitación y me acerqué presuroso a Naira posando mi polla sobre sus labios. Ella no dudó en sacar su lengua para lamer mi glande momento que aproveché para empujar metiéndosela en su boca casi en su totalidad. Con mis manos en su cabeza empecé a bombear en su boca sintiendo como su lengua y dientes jugaban con ella a media que entraba y salía.

Sofía alcanzó otro orgasmo y dejó definitivamente de comer el coño de Naira apoyando sus manos en los brazos de la hamaca buscando un agarre para aguantar las fuertes embestidas que le propinaba Stefan mientras no dejaba de gritar. Viendo el coño libre de Naira decidí aprovechar la ocasión para follarme por fin aquella morenaza, sacándole mi polla de su boca y alzándola la tumbé sobre el césped del jardín delante de la otra pareja. Sin más dilación me situé entre sus piernas clavándole mi polla en un solo empellón. Mi boca buscó la suya, mis manos sus tetas y mis caderas hundirse más y más en aquel coño que llevaba toda la noche deseando probar.

A nuestro lado Sofía encadenaba un orgasmo tras otro y Stefan intentaba retrasar todo lo posible su orgasmo para alargar al máximo el polvo que estaba disfrutando pero al final éste le llegó y hundiendo hasta el fondo su polla en el coño de Sofía empezó a correrse entre bufidos de placer. Yo seguía taladrando sin piedad a Naira pero sin perder detalle de sus caras de placer, de cómo se desacoplaban extenuados por el esfuerzo pero felices por el goce experimentado,  de cómo ella se volvía a mirar como follábamos con aquella mirada llena de lujuria que tanto me excitaba mientras por sus muslos descendía parte de la corrida de Stefan mezclada con sus fluidos dándole una imagen sumamente erótica.

El sentirme observado espoleó mis arremetidas y mis caderas empujaban y empujaban de forma salvaje mientras mi boca devoraba sus preciosas tetas ayudada por sus manos que apretaba mi cabeza contra ellas animándome a seguir. Los dos ya bordeábamos el clímax y sus piernas se cerraron a mi espalda impidiéndome salir invitándome a correrme en su interior. Casi al instante sentí como ella estallaba en un demoledor orgasmo  provocando con ello que no aguantara más y mi polla empezó a escupir mi leche llenándola con mi semen. Me dejé caer a su lado y nos quedamos tumbados uno al lado del otro mirando el cielo estrellado mientras disfrutábamos de nuestro orgasmo y recuperábamos el aliento. Casi al instante sentí como se tumbaba a mi lado Sofía y abrazada a mí, compartía mi visión de la noche canaria.

 18

Permanecimos abrazados durante un largo rato mientras sentíamos como a nuestro alrededor la gente seguía disfrutando con sus cuerpos pero era como si estuviéramos en una nube, en un mundo aparte del que vivían los demás. Permanecimos ajenos a ellos y ellos respetaron nuestro espacio, nuestro deseo de compartir ese momento de paz.

Cuando por fin nos recuperamos física y mentalmente de lo vivido, nos levantamos para ir a comer algo y refrescarnos. La orgía seguía su curso a nuestro alrededor y por todos lados había cuerpos retozando y dándose placer. Mientras comíamos algo vino a nuestro encuentro Erika a interesarse por cómo estábamos y qué nos estaba pareciendo la experiencia.

-Hola chicos, ¿qué  tal la noche? ¿Os está gustando la sorpresa?

-A mí me ha encantado, ya te lo aseguro. Ya he perdido la cuenta de los orgasmos que he tenido le contestó Sofía.

-Yo tampoco me pienso quejar contesté. Menudo grupo que os habéis montado. ¿Y tú qué tal, que llevas desaparecida casi toda la noche?

-Pues bien, saludando a unos viejos amigos y recordando viejos tiempos jajaja.

-Ya me imagino que clase de saludo les habrás dado guarrilla jajaja le dije. Te recuerdo que tú y yo también tenemos que despedirnos como dios manda.

-Y no lo he olvidado. Por eso he venido. Venid conmigo que vamos a un sitio más tranquilo.

Fuimos tras ella abandonando el salón y subiendo por las escaleras a los pisos superiores hasta llegar al último piso donde estaba la sala de juegos y la terraza con jacuzzi. Erika enseguida se metió en el agua y nos invitó a acompañarla cosa que hizo al instante Sofía. Yo me acerqué un momento a la barandilla a disfrutar de las vistas. Desde allí podía observar perfectamente a la gente desperdigada por la piscina y el jardín disfrutando y dándose placer sin ningún reparo. Ese parón me había servido para recuperar fuerzas y ver aquello hizo que mi polla empezara a despertar de su letargo.

Me volví para unirme a las chicas en el jacuzzi y lo que vi hizo que mi miembro se acabara de endurecer. Sofía estaba apoyada en el borde del jacuzzi con Erika de pie entre sus piernas. Sus bocas se besaban con ganas mientras las manos de Sofía sobaban las tetas de Erika y las manos de ésta se perdían entre las piernas de Sofía. Me metí en el agua y me situé tras la alemana abrazándola por detrás y besando su cuello mientras mi mano surcaba su vientre plano hasta alcanzar su endurecido clítoris. Los gemidos se empezaron a suceder mientras nuestras lenguas y manos trabajaban sin descanso buscando el placer del otro.

Sofía no tardó en anunciar su orgasmo provocado por las caricias de Erika y ella dejó que disfrutara de su orgasmo y se recuperara concentrándose en mí y mis caricias. Su mano buscó a su espalda mi polla y empezó a pajearme con ganas tratándome de devolverme el placer que yo estaba dándole. Pero yo tenía otros planes. La fui empujando hasta que sus manos se apoyaron en el borde del jacuzzi dejando toda su espalda a mi disposición y sin más preámbulos le clavé mi polla en su coño empezando a penetrarla de forma lenta y profunda. Ella me pedía más pero no le hice caso y la acallé metiéndole dos dedos en su boca que lamió con verdadero placer.

Fui aumentando mis embestidas y cuando ya la follaba a buen ritmo saqué mis dedos chorreantes de su boca y los dirigí a su entrada trasera donde entraron con bastante facilidad. Al notar como mis dedos la penetraban le llegó su primer orgasmo pero no dejé de penetrarla solo aflojé un poco el ritmo. No tardó en volver a gemir y pedir más y yo se lo di. Volví a penetrarla con ganas y mis dedos entraban y salían de su culo sin ninguna dificultad. Paré de arremeter contra ella y saqué mi polla de su interior y antes de que pudiera protestar por mi abandono mi glande empezó a traspasar su culo enterrándose cada vez más profundo hasta que mis huevos chocaron contra sus nalgas.

Ella lanzó un profundo suspiro de satisfacción al sentir su culo lleno y no se volvió a correr de milagro pero no iba a tardar mucho más igual que yo. Empecé a bombear lentamente intentando alargar aquella experiencia pero los dos nos teníamos muchas ganas y nos dejamos llevar. Con mis manos en sus nalgas empecé a taladrarla a un ritmo salvaje y ella a gritar como si la estuvieran matando pero os puedo asegurar que era de placer. En el breve lapso de aquella follada agresiva se corrió un par de veces mientras a mí me costaba horrores aguantar hasta que no pude más y ante una Sofía que se masturbaba viendo nuestro polvo empecé a eyacular llenando su culo con mi leche.

Como pudimos nos separamos y nos dejamos caer desmadejados en el agua del jacuzzi totalmente reventados mientras Sofía alcanzaba un nuevo orgasmo menos intenso pero igual de satisfactorio. Por fin había podido gozar del culo de Erika que me había quedado con ganas de probar en nuestro primer encuentro y la espera había valido la pena. Había sido fantástico. Y ella también estaba encantada. Según nos contó al cabo de un rato con Stefan apenas probaba el sexo anal debido al tamaño de su polla y la mía había sido la más grande que había conseguido meterse dentro y lo había disfrutado enormemente.

Sofía la miraba con envidia y ya me imaginaba porque.

-Vaya cara se te ha quedado Sofía. ¿Tanto te ha gustado lo que has visto?

-Me ha encantado veros disfrutar pero no sé si sería capaz de hacer algo así.

-¿No me digas que eres virgen? Preguntó Erika.

-No lo soy pero como si lo fuera. Lo probé un par de veces cuando era adolescente y desde entonces nada ha entrado por ahí jajaja.

-Pues no sabes lo que te pierdes. ¿No te gustaría intentarlo?

-No sé, me da un poco de miedo.

-No tienes nada que temer, estás en las mejores manos. Si quieres podemos probar.

-¿Seguro que no me va a doler?

-Tranquila que tengo algo de lubricante en mi habitación y lo haremos poco a poco. Y si ves que no puedes, pues nada lo dejamos y ya está.

-Bueno pues entonces vale.

Y yo allí escuchando como negociaban abrirle el culo a Sofía.

-Bueno a ver, yo tengo el lubricante, tu preciosa tienes el culo a follar y ahora nos falta una buena polla que haga los honores dijo Erika girándose hacia mí. Miró mi rabo tieso y se puso a reír. Pues parece que de eso también tenemos. Y las dos empezaron a reír a carcajadas mientras salían del agua y tomaban camino a los dormitorios. Y yo detrás deseando probar aquel culo.

Mientras Erika iba a su habitación en busca del lubricante Sofía y yo nos metimos en nuestro cuarto y nos sentamos en la cama empezando a besarnos de forma suave y tierna. Nuestras manos se enlazaban tras el cuello del otro atrayéndolo, impidiendo que se separaran nuestras bocas. Los besos fueron subiendo de intensidad y las lenguas empezaron a pugnar por entrar en la boca del otro enzarzándose la una contra la otra. La temperatura iba en aumento y pronto noté como su mano abandonaba mi cuello bajando lentamente hasta alcanzar mi polla que empezó a acariciar de forma suave a lo largo de todo el tronco. La mía no iba a ser menos y bajó hasta alcanzar sus tetas acariciándolas, pellizcando sus pezones que se endurecían por momentos.

Los gemidos se empezaban a escapar de nuestras bocas. Sus caricias ya eran una paja en toda regla y mi mano ya estrujaba y amasaba sus tetas y pezones. Los dos queríamos más, lo necesitábamos. Me tumbé en la cama e insté a Sofía a colocarse encima de mí con sus piernas abiertas dejándome su coño a escasos centímetros de mi boca que no dudó en empezar a besar sus labios provocándole espasmos de placer. Ella no se quedó atrás y fue bajando su torso hasta notar sus pechos rozar mi vientre y su aliento sobre la punta de mi polla. Enseguida su lengua lamió el glande y el tronco endureciéndome más si aquello fuera posible.

La puerta se abrió y entró Erika encontrándonos con mi boca masajeando sin tregua su clítoris y la suya tragando sin descanso mi tieso miembro. Desde mi posición vi que se acercaba a nosotros con un bote de lubricante en su mano que dejó en el suelo a su lado. Se agachó hasta quedar a la altura deseada y acercó su boca al culo de Sofía que empezó a besar, primero la parte exterior de sus nalgas hasta ir acercándose hasta llegar a su ano que besó y lamió con fruición.

Su mano agarró el lubricante y embadurnó dos dedos de su otra mano que enseguida buscaron su entrada trasera. Ella seguía besando mientras su índice se introducía con cierta facilidad y empezaba a moverse en su interior aumentando más su excitación. Pronto se unió el dedo corazón y los dos dedos empezaron un suave vaivén que hacían las delicias de Sofía que ya apenas podía ocuparse de mi polla. Me salí de debajo de ella justo a tiempo para ver como Erika introducía un tercer dedo esta vez ya sin lubricante alguno y empezaba a penetrarla de forma rápida.

Ella me miró dándome el visto bueno y me embadurné la polla de lubricante. Sus dedos abandonaron su interior a la par que mi glande se apoyaba en la entrada de su culo y se apresuró a colocarse donde yo estaba antes empezando a lamer su raja con ganas haciendo que su calentura no bajara ni un ápice. Fui empujando lentamente y mi polla fue entrando de manera inexorable hasta tener la mitad enterrada dentro de ella parando en ese momento para dejar que se acostumbrara a su invasor. Ella no daba señales de sentir dolor alguno y procedí a empujar un poco más y así, lentamente, ya tenía casi toda mi polla en su interior.

Aún sin haber hecho tope empecé a meterla y sacarla con parsimonia provocándole gemidos de placer hasta que de una sola estocada conseguí clavársela entera. Su orgasmo debió de sentirse por toda la casa. Y no iba a ser el último. Erika besaba sus muslos dejándola recuperarse y yo me movía de forma pausada hasta que Sofía volvió a gemir disfrutando de las sensaciones que le estábamos provocando. Su coño volvió a recibir la visita de la boca de la alemana y su culo a sufrir las duras embestidas de mis caderas.

Sofía gemía y gemía como nunca y la estábamos llevando a un nuevo y arrollador orgasmo. Yo sabía que éste iba a ser el definitivo y con toda seguridad el final de la noche así que le apliqué el mismo tratamiento que antes en el jacuzzi a Erika. Con mis manos aferradas en sus caderas la taladré sin descanso y de forma salvaje mientras Erika hacía lo propio con su inflamado clítoris. Y al final llegó. Un orgasmo brutal, intenso, demoledor que parecía no tener fin. Yo ante esa imagen no pude más y exploté derramándome en su interior. Al instante estábamos los tres tumbados en la cama derrengados y exhaustos. Tanto fue así que cuando me giré hacía Sofía me encontré con que se había quedado dormida con un rictus de felicidad en su cara.

Nos levantamos de la cama y la tapé con la sabana. Erika se fue hacia la puerta y la alcancé antes que llegara a ella. Me había ayudado a conseguir el culo de Sofía y no pensaba dejarla ir así, sin correrse. Mi polla difícilmente iba a recuperarse después de todo el trajín de esa noche así que tendría que hacerlo de otra manera. Le di la vuelta empujándola contra la pared, me arrodillé alzándole una pierna dejándola apoyada en mi hombro y mi boca devoró su sexo mientras sus manos aferraban mi cabeza apretándola contra su pubis. Erika estaba aún excitada y no tardó en correrse llenando mi boca con sus fluidos que no me importó recibir. Amigas como esa no se encontraban y había que cuidarlas. Nos besamos antes de separarnos y ella marchó a su habitación y yo me acosté abrazado a Sofía quedándome dormido casi al instante.

Me desperté al sonar la alarma del móvil que había programado la tarde anterior para no dormirme y poder llegar con tiempo al aeropuerto a coger nuestro vuelo. A mi lado Sofía ya estaba despierta y me miraba como me desperezaba. Creo que nunca me iba a acostumbrar a despertarme y ver a aquella mujer desnuda al lado mío en la cama.

-Buenos días preciosa. ¿Qué tal has dormido? Le pregunté dándole un beso de buenos días.

-Mejor que nunca. A ti no te pregunto que ya he visto tu cara de felicidad mientras dormías.

-Sí, la verdad es que he descansado bien pero claro que después del tute de ayer tampoco me extraña. Ahora a darse una ducha y a preparar las cosas para ir al aeropuerto.

-Respecto a eso, yo no voy a volver. Bueno, al menos no ahora.

-¿Cómo? ¿Qué quieres decir con que no piensas volver?

-Pues eso, que no pienso volver con vosotros. Mientras dormías he cambiado el billete y saldré en el último vuelo de la noche.

-¿Y eso? ¿A qué se debe ese cambio?

-Tú lo sabes muy bien, Andrés. Ayer cuando salí de la ducha estabas todo concentrado mirando el móvil y no te diste cuenta de mi presencia y cuando lo hiciste te apresuraste a dejar el móvil. Tu cara era de enfado y decepción y cuando saliste de la habitación lo hiciste olvidando el móvil que dejaste sin bloquear. La curiosidad hizo el resto, así que ya sabes porque no voy a volver con vosotros. ¿Se puede saber porque no me habías dicho nada?

-Porque no quería hacerte daño y menos sin contar con pruebas a más de mi palabra. Si hace un par de meses te digo que Carlos se está acostando con Sara lo hubieras negado y pensado que era una estrategia para hacer que te acostaras conmigo. ¿Me equivoco?

-Puede ser. ¿Pero cuánto hace que lo sabes?

-Que se acostaban desde la noche en la discoteca en que casi nos enrollamos. Esa noche los vi follando en los baños pero Sara me dijo que fue cosa del calentón de la noche. Después comprobé que era mentira. De todo lo otro me he enterado como tú, al hacerme con las conversaciones ayer por la mañana. Pensaba contártelo mañana una vez de regreso de las vacaciones, no quería aguarte el último día. Yo ya tenía pensado cortar con Sara pasara lo que pasara después de estos días y ahora con más motivo. Espero que me creas cuando te digo que nunca te lo he querido ocultar.

-¿De verdad pensabas cortar con ella? ¿Aunque no tuvieras pruebas?

-Yo no necesitaba pruebas, ya la había pillado un par de veces con Carlos y otra con David el monitor del gimnasio a pesar de sus negativas. Y además, aunque te cueste creerlo, al conocerte a ti me di cuenta de que lo que sentía por ella no era amor. Porque yo te quiero a ti Sofía. Y cuánto más tiempo paso contigo más me gustas y más seguro estoy de que no puedo volver a una vida en la que tú no estés conmigo.

-Y yo a ti Andrés, y yo a ti dijo con su rostro radiante de felicidad y lanzándose sobre mí fundiéndonos en un beso cargado de sentimientos. No sabes qué peso me has quitado de encima. Te he querido desde hace mucho y cada día más pero no estaba segura de si sentías algo o sólo me deseabas.

Continuamos besándonos, acariciándonos, haciendo subir la temperatura de nuestros cuerpos hasta que no pudimos más y Sofía me hizo tumbarme en la cama para seguidamente situarse encima de mí para encarar mi polla hacía el interior de su coño. Esa mañana no follamos hicimos el amor hasta alcanzar ambos un orgasmo que sellaba el inicio de nuestra relación.

Después de ducharnos llamé a la compañía y cambié también mi vuelo, tampoco iba a volver con ellos. Antes de encarar a nuestras parejas hablamos sobre cómo lo haríamos al volver y ella tenía claro que no quería vivir cerca de ellos, quería poner tierra de por medio así que quedaba descartado volver a nuestros pisos. Decidimos mudarnos a un hotel hasta que encontráramos un lugar dónde empezar nuestra vida juntos. Y ahora sólo quedaba enfrentarnos a nuestras antiguas parejas.

Fuimos los dos juntos a su dormitorio y llamamos a la puerta. Nos abrió Sara ya vestida preparada para salir camino del aeropuerto. Entramos y Carlos, también listo, mataba el tiempo viendo la tele. Sara, más perspicaz, ya empezó a olerse que algo pasaba al ver nuestras caras serias pero Carlos no se dio cuenta y se acercó a besar a Sofía que lo rechazó para sorpresa suya. Y más se sorprendió cuando de forma fría le espetó la tan temida frase “tenemos que hablar”.

Y vaya si habló. A medida que íbamos exponiendo todo lo que sabíamos sus caras iban mudando de la sorpresa al desconcierto y posteriormente a la derrota. Sobre todo la de Sara que cuando empezamos a hablar tuvo claro que se había descubierto todo, que ya no había salida posible y supo que todo se había acabado. Supo que yo había ido para romper con ella, porque me había traicionado y que sólo ella era culpable de haber acabado con nuestra relación. Pero Carlos no, no quería entender. Al principio buscó la ayuda de Sara pero al verla vencida cambió de estrategia y me acusó de romper su relación, de ir desde el primer día detrás de su mujer para acabar emputeciéndola como al final había hecho.

Sofía montó en cólera por sus palabras y le espetó con toda su rabia acumulada que prefería ser una puta a mi lado que una reprimida a su lado, que le gustase o no lo suyo estaba acabado y que estaba enamorada de mí. Y fue entonces cuando perdió los papeles. Se abalanzó sobre Sofía con el puño alzado que no se esperaba esa reacción pero por suerte me pude interponer entre ellos y parar el golpe. Lo siguiente que notó fue mi puño golpeando su mandíbula y mandándolo sobre la cama dejándolo semiinconsciente.

Pronto aparecieron Stefan y Erika y les explicamos por encima lo que había sucedido. Stefan se hizo cargo de Carlos llevándoselo de allí volviendo al poco rato a buscar el equipaje de él. Sara cogió también sus cosas para abandonar definitivamente aquella casa y su vida hasta ese momento. Marchó sin decir nada, no hacían falta palabras. Ella sabía que no tenía perdón y que nosotros no se lo íbamos a dar. Salió por la puerta y de nuestras vidas y no volvimos a saber de ella hasta mucho tiempo después.

Aquella tarde hablamos largo y tendido con nuestros amigos alemanes explicándoles todo lo sucedido aquellos meses encontrando su comprensión y cariño. Esa tarde sellamos nuestra amistad con un polvo de despedida donde volvimos a compartir a nuestras parejas y quedamos en volver a repetir la experiencia. Regresamos y aquella noche la pasamos en el hotel donde habíamos reservado habitación hasta encontrar una nueva vivienda. Al día siguiente llamé al trabajo y le explique la situación a mi jefe Pedro que comprendió la situación y nos dio el día libre que aprovechamos para ir a nuestros pisos a recoger nuestras cosas. Ese mismo día empezamos a buscar un sitio donde empezar nuestra nueva vida. Al final encontramos una casa en una urbanización que con nuestros dos sueldos nos podíamos permitir y nos mudamos a las dos semanas del fin de nuestro viaje.

El primer día en nuestra nueva casa estábamos los dos en la cocina, besándonos apoyados contra la encimera y frente a las ventanas que al no tener aún cortinas nos exponía a la vista de los vecinos de la casa de al lado al poco que alguien mirara desde el piso superior. Nos besábamos y nuestras manos acariciaban nuestros cuerpos buscando calentarnos.

-¿Cómo crees que serán nuestros vecinos? Le pregunté.

-A ella no la he visto pero a él sí.

-¿Y bien?

-Está bien bueno. Me comió con la mirada y me puso cachonda.

-¿Te lo follarías?

-Joder sí.

-¿Te gustaría calentarlo como él hizo contigo? ¿Provocarlo hasta conseguir que te lo puedas follar?

-Me encantaría.

Le di la vuelta quedando con sus manos apoyada en la encimera y yo detrás de ella. Le susurré “mira en la ventana de arriba” y mientras lo hacía mis manos desabrocharon los botones de su blusa dejando al descubierto sus pechos ocultos por un sujetador negro de encaje. Ella tenía la mirada fija en la ventana donde se veía claramente como alguien nos observaba desde detrás de la cortina. Solté el broche del sujetador mostrando sus tetas a nuestro vecino y mientras mi mano las acariciaba la otra soltó el cierre de la falda dejándola caer al suelo.

Sofía empezó a gemir de placer provocadas por mis caricias y por la sensación de sentirse observada. Le volví a susurrar

-¿Quieres que te folle delante del vecino?

-¡¡Fóllame por favor!!

Mis manos desabrochaban mi cinturón y bajaba pantalones y bóxer mientras ella hacía descender con ansia sus braguitas arqueando su espalda ofreciéndose para que se la clavara. De un solo empellón entró toda haciéndola gritar de placer. La penetré con ganas con mis manos amasando sus tetas mientras ella gemía y gemía por el placer de mis embates.

-Mira cómo se mueve la cortina. Seguro que quiere verte mejor para poder pajearse viendo a su nueva vecina siendo follada en la cocina.

Mis palabras la encendían cada vez más y sus ojos no se apartaban de la ventana del vecino mirón imaginándoselo con su polla en la mano meneándosela viendo como la follaban. Mi polla entraba y salía sin descanso de su chorreante coño mientras ella no paraba de gritar hasta que no pudiendo más alcanzó un sonoro orgasmo. Pero yo aún no me había corrido así que se apresuró a arrodillarse ante mí de perfil para que nuestro nuevo vecino tuviera una visión magnífica de como engullía mi polla que no tardó en palpitar anunciando la llegada de mi orgasmo. Se la sacó de la boca y empezó a pajearme con rapidez hasta que no pude más y mi polla empezó a lanzar borbotones de semen que ella dirigió a sus tetas que no tardaron en quedar cubiertas por mi leche. Cuando acabó de descargar me lamió el miembro hasta dejarlo limpito y para acabar de calentar al vecino acercó sus pechos a su boca para lamer el semen que acaba de descargarle.

Nos fundimos en un tórrido beso y fuimos al baño a asearnos. Ya no había nadie tras la cortina.

-Sabes, creo que me va a gustar nuestra nueva casa y nuestra nueva vida juntos.

-Y a mí compartirla contigo.

FIN.