miprimita.com

Ayudando a una amiga 4

en Hetero: Infidelidad

Ayudando a una amiga 4

Al día siguiente me desperté tarde, muy tarde. El silencio era lo único que se oía en el piso a diferencia de la pasada noche cuando sus gemidos se hicieron notar hasta bien entrada la madrugada. Miré los móviles y me encontré multitud de mensajes y llamadas perdidas, todas del mismo destinatario. Que se joda pensé y me fui a darme una ducha. Cuando salí me asomé fugazmente a la habitación y vi a los dos amantes dormidos, abrazados, desnudos y con el olor a sexo llenando la habitación.

No se iban a despertar pronto así que me vestí para ir a dar una vuelta y buscar alguna cosa para comer, para saciar mi apetito y el de ellos dos cuando se despertaran. Estuve varias horas deambulando por la ciudad, pensando en todo lo ocurrido los últimos días y en lo que podía pasar las próximas horas o días. Yo ya había cumplido con mi parte haciéndole ver lo que ella se negaba y las decisiones, aparte de la de romper con Santi que ya parecía haber tomado, le correspondían a ella y ya poco más podía hacer aparte de darle mi total apoyo.

Volví a casa ignorando varias veces las llamadas de Santi que no cejaba en su empeño de intentar localizarnos y me encontré que por fin habían vuelto del mundo de los sueños Noelia y Guillermo. Ella ya duchada cambiaba las sabanas y ventilaba la habitación mientras él se estaba duchando. Calenté la comida y el olor los atrajo como la miel a las abejas. Noelia cargada con la ropa sucia y vestida con una bata de seda que me hizo intuir que no llevaba nada debajo se acercó a mí, me dio un breve pico en los labios mientras me preguntaba que donde me había metido. Guillermo salió de la ducha únicamente con el bóxer puesto y con las gotas de agua aun resbalando por su piel oscura.

Los dos se abalanzaron sobre la comida como si no hubieran probado bocado en días mientras conversábamos de todo y nada, como viejos amigos que algunos éramos y otros esperaban ser. Era ya más de media tarde cuando acabamos la sobremesa y los gestos de Guillermo se volvieron cariñosos otra vez pero Noelia, sutilmente, le hizo entender que no era el momento pero prometiéndole que pronto volvería a saber de ella. Eso pareció contentarle y fue al dormitorio a acabar de vestirse. Volvió poco después y se despidió de nosotros, con un fuerte apretón de manos conmigo y un beso en toda regla con Noelia que por poco la hace arrepentirse de dejarlo marchar.

Lo primero que hice al salir Guillermo fue devolverle su teléfono donde vio la cantidad de llamadas y mensajes de su todavía marido y se decidió a llamarlo para acabar con todo aquello. No se fue del salón así que pude seguir su conversación a grandes rasgos. No fue una llamada fácil, sobre todo al principio, donde pude intuir por su gesto crispado que hacía lo imposible por no devolverle los improperios que debía estar profiriendo Santi al otro lado de la línea pero poco a poco fue reconduciendo la situación haciéndole ver que no había hecho nada que él no hubiera hecho antes.

Le hizo ver que ya hacía tiempo que no estaban bien y que por eso había pasado lo que había pasado, todo de forma calmada y sosegada sin rastro de la ira que en otros momentos había asomado a la primera de cambio. Así  que cuando le expuso su decisión de acabar con su relación Santi ya hacía rato que intuía cual iba a ser su resolución y la aceptó aunque no le agradase. Se despidieron de forma amistosa, deseándose lo mejor y quedando en volver a llamarse para concertar un día para acabar de recoger sus cosas.

Cuando colgó el teléfono me vio mirándola sonriendo, satisfecho por lo que había oído.

-Bravo Noelia, estoy orgulloso de ti.

-Gracias pero todo esto es gracias a ti. Esta madrugada, exhausta después del día que vivimos ayer y antes de caer rendida lo vi todo claro. Ayer cuando te hice la paja entreabrí una puerta por la que te colaste en mi interior vaciándome de mis prejuicios, mis temores, mi ira, mi conformismo…me guiaste dejándome descubrir por mi misma el camino que debía seguir y cuando hizo falta, no dudaste en darme un toque de atención. Siempre pensando en mí, actuando de forma altruista, sin esperar nada a cambio…eso es lo que te hace tan especial y por eso te aprecio tanto y te has vuelto imprescindible en mi vida. Y por eso, tengo que pedirte una cosa, volver a abusar de tu amistad.

-¿Qué necesitas Noelia? Pídelo y si está en mis manos lo haré posible.

-Quiero quedarme a vivir aquí, contigo. Sé que aún me quedan días difíciles por delante pero con tu ayuda estoy segura de salir adelante y además, aun te necesito para que me guíes en este camino que hemos emprendido para conocerme a mí misma. ¿Es eso posible?

-Pensaba que ibas a pedirme algo más imposible pero esto…dalo por hecho Noelia, mi casa es la tuya y te puedes quedar cuanto quieras, un día, una semana, un mes, un año…lo que precises. Y lo otro, ¿cómo renunciar a contemplar tu autodescubrimiento proceso que tantas satisfacciones nos están dando a los dos? También puedes contar con ello, no lo dudes.

-No sabes lo feliz que me has hecho dijo saltando sobre mi regazo y abrazándose a mí. Al hacerlo la parte superior de su bata se entreabrió permitiéndome ver que, tal como sospechaba, debajo estaba desnuda al menos de mitad para arriba pudiendo contemplar cómo sus pechos se apretaban contra el mío. Y como era lógico, aquella cercanía provocó que mi miembro empezara a hincharse gesto que no pasó desapercibido por ella.

-¿Y esto? Ya veo que tú también estás contento con el acuerdo al que hemos llegado jajaja.

Se alzó, se desprendió de la bata y quedó completamente desnuda delante de mí. Se inclinó sobre mí apoyándose sobre mis piernas, abriéndolas y dejándose caer entre ellas, quedando arrodillada. Sus manos desabrocharon mi cinturón y con mi ayuda consiguió hacer bajar el pantalón y bóxer en una sola vez quedándose contemplando mi polla que empezaba a reaccionar a lo que se avecinaba pero aún estaba lejos de su apogeo.

-Tienes una polla preciosa dijo antes de acercarse y empezar a cubrirla de besos desde el glande bajando por el tronco y hasta llegar a los huevos. Una vez arriba de nuevo, su lengua fue ahora la que la recorrió, ensalivándola, lubricándola para lo que iba a venir a continuación y sintiendo como en su recorrido mi polla crecía y crecía, ganando vigor y provocándole un chispazo de placer en su sexo que no dudó en acariciar para aplacar su ardor.

Su boca se abrió definitivamente y empezó a tragar mi miembro, saboreándolo por primera vez y provocándome un placer infinito. Su mano, hundida en su entrepierna, se acariciaba sin descanso mientras sus tetas aun huérfanas de atención recibieron el cariño de mis manos que las acariciaron endureciendo sus pezones.

Nuestros movimientos fueron subiendo en intensidad, nuestra excitación suprema y el orgasmo llamaba a nuestras puertas. Noelia lo alcanzó la primera quedando sus gemidos ahogados por la polla que llenaba su boca pero no aflojó su ritmo y pronto fui yo el que iba a explotar avisándola de lo que se acercaba pero ella no estaba dispuesta a que yo fuera menos que Guillermo, si con él se lo había tragado ¿porque a mí no? llegué al punto de no retorno y mi polla explotó escupiendo mi leche en su garganta que se afanaba en tragar todo lo que entraba.

Me dejé caer en el respaldo del sofá y Noelia se incorporó volviéndose a sentar en mi regazo, abrazada a mí.

-¿Te ha gustado? Dijo melosa.

-Eres lo que no hay dije. Con la ayuda de mis pies acabé de quitarme los pantalones y bóxer que habían quedado ovillados en mis tobillos y ya libre de ataduras, la cogí en brazos llevándola en volandas hacía la cama donde horas antes había gozado con Guillermo.

La lancé sobre la cama entre risas y protestando en broma por lo bruto que era, pero acallé sus quejas con mis labios sobre los suyos mientras mis manos abarcaban sus pechos, palpando su firmeza y estimulando sus pezones endureciéndolas hasta más no poder. Mis labios abandonaron sus carnosos labios para descender besando la piel de su cuello, sus hombros, su torso hasta alcanzar sus pechos ocupando el lugar que hasta ahora ocupaban mis ociosas manos que bajaron para acariciar la sensible piel de sus muslos hasta casi rozar sus ingles.

Mi boca se entretuvo besando y lamiendo sus tetas y pezones mientras ella suspiraba y gemía y sus manos apretaban mi cara contra ellas para que no dejara lo que tanto gusto le estaba dando. Pero mi objetivo era otro y no tardé en descender de nuevo lamiendo, besando, chupando su vientre plano, sus caderas y el inicio de su pubis hasta alcanzar su sexo mi anhelo desde que la había visto desnuda por primera vez.

Hundí mi cabeza en él provocándole un estremecimiento de placer al notar mis labios recorrer los suyos, mi lengua lamiéndolos y abriéndolos a su paso, mis manos aun acariciando sus muslos abriéndolos aún más para facilitar la faena de la boca invasora mientras las suyas buscaban darse más placer tocándose sus tetas y pellizcando sus erectos pezones. Su clítoris inflamado y endurecido fue mi siguiente paso recorriéndolo con mi sedienta boca y mi lengua juguetona. Ella, fuera de sí, me abrazó con sus piernas y sus manos apretaron mi cabeza contra ella impidiendo mi huida y forzándome a seguir complaciéndola, exigiéndome un mayor goce.

Le faltaba poco, muy poco, para alcanzar su orgasmo y quise dar un paso más para hacerle llegar a su clímax. Dos dedos, índice y corazón, alcanzaron la abertura de su vagina y con suma facilidad se fueron abriendo paso, penetrándola hasta quedar completamente enterrados en su interior notando su extrema calentura y la abundante humedad que allí reinaba. Y explotó. Un orgasmo largo y placentero  que intenté alargar moviendo suavemente los dedos en su interior y besando con cariño sus labios inflamados.

Ella se quedó como muerta sobre la cama aún ida por el intenso placer que acababa de experimentar mientras yo me incorporaba para contemplarla, deleitándome con tan sublime imagen. Ella me miró y yo, provocándola, me llevé a la boca mis dedos húmedos de sus fluidos y los lamí con fruición, saboreándola. Otra vez aquella mirada turbia, demostración inequívoca de su excitación, que descendió por mi cuerpo hasta alcanzar mi hombría que hacía rato que había alcanzado su máxima dureza.

Ambos sabíamos lo que queríamos, así que agarré sus piernas y arrastré su cuerpo hasta quedar al filo de la cama, abrí sus piernas al máximo y me situé entre ellas. Con mi mano agarré mi polla y la froté contra sus labios y clítoris excitándola aún más, haciendo que me rogara que se la metiera, que la follara de una puta vez, que quería sentirla dentro de ella.

Como soy un caballero me decidí a cumplir sus deseos y apoyé mi miembro en la entrada de su vagina, sintiendo el intenso calor que emanaba de su interior. No costó nada que el capullo la traspasara siguiendo el resto de mi endurecida polla atravesándola sin parar hasta que noté que la tenía completamente enterrada dentro de ella. Noelia con su cuerpo arqueado por el placer y los ojos cerrados disfrutando profundamente de sentirme por primera vez en su interior gimió y con un “por fin” me hizo comprender que llevaba deseando aquello desde la mañana anterior.

Me incliné sobre ella para besarla mientras mi pelvis empezaba a moverse lentamente, sacando y metiendo de forma cadenciosa mi polla abriendo en cada arremetida su estrecho coño. Como la noche anterior hizo con Guillermo sus piernas se enlazaron a mi espalda apretando mis nalgas buscando una mayor intensidad pero hice caso omiso de sus señales y seguí metiéndosela a un ritmo lento pero constante.

Protestó, dame más fuerte, fóllame más duro me suplicó pero yo a lo mío. Continué un rato más así, con sus protestas arreciando y ya bordeando el insulto, que si no sabía follar, que la dejara llamar a Guillermo que él si sabía tratar a una mujer…

-¿Quieres que te follé como te mereces?

-Sí por favor, lo necesito.

-¿Quieres que te folle como la zorra que eres? Pues pídemelo.

-Fóllame duro, ¡fóllame como la zorra que soy!

-Pues date la vuelta.

Se subió en la cama y se colocó a cuatro patas, exponiendo su grupa, esperando que se la metiera de nuevo, cosa que no dudé en hacer pero no cómo antes. Ahora entró de golpe en ella mientras mis manos la sujetaban de sus caderas soltando un grito de extremo placer seguido de profundos gemidos cada vez que notaba como mi polla se clavaba en ella, ahora de forma rápida y profunda, quedando cada vez más inclinada fruto de las fuertes embestidas que estaba recibiendo.

Seguí penetrándola como si me fuera la vida en ello mientras Noelia, cada vez más inclinada, dejaba cada vez más expuesta su grupa momento que aproveché para lamer mi índice de la mano derecha para dirigirlo a su entrada trasera y empezar a jugar con su ano que, poco a poco, cedía dejándole el paso franco.

Su coño empezó a contraerse anunciándome un nuevo orgasmo pero solo aflojé momentáneamente el ritmo para poco después volver a arremeter contra ella con el mismo ímpetu que antes con la única diferencia que mientras se corría había aprovechado para impregnar un segundo dedo con sus fluidos para acompañar al otro en el interior de su culo. Noelia en ningún momento protestó por la invasión en su ano y eso que, por la estrechez que notaba, me daba que era la primera vez que algo entraba por allí.

El índice y el corazón ya se movían con soltura por su interior y creí conveniente hacer un intento pero ahora con mi polla, más que lubricada por la humedad de su coño. Se la saqué ante sus protestas que duraron poco cuando notó como mi polla se apoyaba en la entrada de su culo e intentaba abrirse paso en su interior. Se había tensado de repente y no quería hacerle daño.

-Noelia, ¿confías en mí? Pues relájate y disfruta.

Mis palabras fueron como un bálsamo para ella, se destensó y mi glande entró casi sin esfuerzo en su interior. Con mi mano colándose entre sus piernas alcancé su clítoris, estimulándolo y volviendo a arrancarle gemidos de placer mientras poco a poco seguía empujando metiendo cada vez más mi polla dentro de ella.

-Ya la tienes toda dentro le anuncié para su sorpresa ya que casi no había sentido nada de dolor. Ahora si te voy a follar como a la zorra que eres le dije mientras le soltaba una cachetada en su nalga.

Empecé a retirarme hasta casi sacarla para volver a metérsela de forma lenta, dejando que su cuerpo se fuera acostumbrando, pero tardé poco en ir incrementando mis movimientos hasta convertirse en un mete saca frenético, salvaje que nos estaba llevando a los dos a alcanzar un nuevo orgasmo apoteósico.

La estrechez de su culo, el saber que seguramente era el primero que lo usaba y el tener a mi inalcanzable amiga a mi entera disposición hizo que llegara primero a mi clímax y mi polla empezó a derramarse llenando con mi leche sus entrañas. Noelia, excitada como nunca hubiera imaginado por sentir una polla, mi polla, por donde jamás pensó tener una, sintió la polla palpitar y escupir su carga dentro de ella y se corrió de nuevo, otro orgasmo arrollador que volvió a dejarla extenuada y sin fuerzas, dejándose caer sobre la cama arrastrándome consigo, a su eterno amigo, ahora quizás algo más.

No sé el tiempo que permanecimos los dos juntos, tirados sobre la cama, abrazados, desnudos y perdidos en nuestros propios pensamientos.

-Sabes que eres el primero que me folla el culo ¿no? dijo Noelia rompiendo el silencio.

-Me lo he imaginado. ¿Qué te ha parecido? ¿Te ha dolido?

-No, nada. Ha sido una sensación extraña pero placentera, muy placentera y me alegra que lo hayas hecho. No se me ocurra nadie mejor para que me rompa el culo.

-Jajaja vaya lengua Noelia… ya empiezas a hablar como una auténtica zorra.

-¿Así que crees que soy una zorra?

-No lo creo, lo sé y tú también y sé que te gusta. ¿Me equivoco?

-No, me gusta ser una zorra, tu zorra. Sí, ahora soy tu zorra. Me has exhibido, me has hecho pajear a unos chavales en la calle y me has entregado a un negro para que me folle en tu propia cama. Me ha gustado y a ti también. Y ahora, aparte de comerme el coño como nunca nadie había hecho antes me has abierto el culo por primera vez. No me arrepiento de nada, es más, estoy orgullosa de haberlo hecho y solo puedo pensar en lo próximo que vamos a hacer los dos juntos, en el siguiente paso del camino.

-Esa es la actitud zorrita mía dije dándole un beso en sus apetitosos labios. Pasos hay muchos y ahora seremos los dos los que decidiremos hacía donde nos llevará este nuevo camino que hemos empezado a recorrer.

-¿Cuáles son las opciones? Preguntó curiosa mientras se giraba hacia mí, expectante, excitada y con su mano recorriendo mi miembro aun adormilado.

-Se me ocurren varias. ¿Te gusta exhibirte? El verano está a la vuelta de la esquina y podemos ir a una playa nudista donde mostrar tus encantos. ¿Crees que yo te he comido el coño como nadie? Pues espera que lo haga otra mujer y sabrás lo que es bueno. ¿Disfrutas sintiendo una polla dentro de ti? Pues imagínate sentir dos, una en tu coño y otra en tu culo entrando y saliendo a la vez de ti. ¿Te excita ver cómo derramo mi leche sobre tus pechos? Pues imagina si no solo soy yo sino dos, tres, cuatro más o los que quieras tú. ¿Qué te parece?

No respondía, solo me miraba con una cara de vicio que no había visto nunca y que me confirmó que había sido de su agrado lo que le había dicho. ¡Vaya con Noelia! Nunca hubiera imaginado que mi amiga pudiera ser tan viciosa pero claro, tampoco que algún día la iba a tener desnuda en mi cama y allí estaba, recién follada y enculada y con su manita recorriendo mi polla cada vez más rápido haciendo que recobrara el vigor perdido.

Ella sonrió satisfecha al comprobar que había conseguido revitalizar mi miembro y sin más preámbulos se sentó sobre mí, dejando mi polla aprisionada entre mi vientre y su sexo empezando a balancearse sobre ella, rozando con sus labios el tronco de mi miembro haciéndome enloquecer de gusto. Noelia se inclinó sobre mí acercando sus pechos a mis labios que los recibieron gustosos lamiendo su suave piel y chupando sus endurecidos pezones.

Mis manos viajaron a su culo, tomando posesión de sus nalgas, acompañando sus movimientos de vaivén sobre mi polla que estaba como loca por colarse en su interior. Ella lo sabía e insistía en seguir provocándome, torturándome y haciéndome enloquecer. En cada movimiento de subida y bajada intentaba metérsela pero ella, hábilmente, conseguía zafarse de mis intentos frustrándome a más no poder.

Al fin desistí, ella estaba al mando y se haría cuando ella quisiera. Noelia, viendo mi entrega sonrió satisfecha y con un hábil movimiento de cadera buscó mi polla para dejarse caer sobre ella y clavársela hasta el fondo de su ardiente coño. Los dos suspiramos aliviados de acabar con aquella dulce tortura y por el profundo placer al sentirnos unidos de nuevo.

Noelia empezó a moverse de forma lenta, pausada pero constante sobre mi enardecido pene, con mis manos aún en sus glúteos acompañando su placentero baile sobre mí a la vez que nuestras bocas se unían de forma sensual y sus pechos voluptuosos y sus erectos pezones se refregaban contra mi pecho desnudo con cada movimiento de sus caderas.

Seguimos moviéndonos el uno sobre el otro, sintiendo cada centímetro del cuerpo del otro, gozando de aquel polvo pausado y cadencioso pero igualmente delicioso. Disfrutando de hacer el amor, sí, porque aquello no era follar estábamos haciendo el amor y me estaba gustando sobremanera.

No tardamos los dos en llegar a nuestro orgasmo, un orgasmo suave, no tan salvaje como el que habíamos disfrutado antes pero igual de satisfactorio que nos dejó cansados pero felices, permaneciendo abrazados ella sobre mí y con nuestros sexos aún acoplados, recuperándonos juntos mientras no dejábamos de acariciarnos. Tenía claro que me podía acostumbrar a aquello, me gustaba demasiado y solo de pensar que todo eso se podía repetir de ahora en adelante mientras viviéramos juntos hacía que mi excitación no bajara un ápice.

Cuando Noelia hizo amago de salirse para ir al baño se percató que mi polla aún seguía dura a pesar de acabar de correrse y me miró asombrada. No tuvo tiempo a más ya que la cogí en volandas y la llevé al baño metiéndola bajo la ducha junto a mí. Bajo el agua nos enjabonamos mutuamente, acariciándonos y haciendo volver a subir la temperatura de nuestros cuerpos si es que en algún momento ésta había bajado.

No tardé en darle la vuelta, hacer que sus manos se apoyaran en la pared de la ducha y sin más preámbulos penetrarla con dureza arrancándole un hondo gemido de placer. Ahora no había espacio para el amor, era puro sexo. Embestí contra ella con todas mis fuerzas mientras mis manos se aferraban a su cintura intentando sujetarla para no empotrarla contra la pared mientras ella no dejaba de gritar de gozo y me pedía más, que la follara más duro, más fuerte, que la abriera como nunca nadie había hecho.

Empujé, empujé y empujé hasta que sentí su coño contraerse sobre mi polla, su boca gritando un orgasmo sublime y su cuerpo estremecerse de puro placer. No aguanté más y empecé a derramarme en su interior, soltando todo mi semen dentro de ese coño que tantos placeres me estaba dando y aun notando los últimos estertores de su reciente orgasmo y que mi corrida estaba alargando.

Acabamos de ducharnos juntos y nos separamos reticentemente pero nuestros cuerpos necesitaban un descanso. Pasamos el resto del día juntos, en casa, disfrutando de cosas sencillas como hablar, ver la tele y compartir una frugal cena. Por la noche, a la hora de irnos a dormir, como si lo hubiéramos hecho toda la vida ella se metió en mi cama desnuda y yo, también desnudo, me abracé a ella y de esa guisa nos dormimos juntos por primera vez.

Y de esta forma fue como empezó nuestra convivencia juntos. Los siguientes meses fueron intensos. Hubo días malos, los pocos, y días buenos, muy buenos. Ni que decir tiene que disfrutamos de lo que Noelia llamaba su proceso de autodescubrimiento y durante ese tiempo experimentó su nueva faceta sexual guiada por mí descubriendo un mundo nuevo y apasionante.

Poco a poco fuimos haciendo realidad aquellas fantasías que ella creía irrealizables. Durante las vacaciones de verano pudo experimentar su faceta exhibicionista luciéndose en playas nudistas, follando en lugares públicos y dándose al placer con desconocidos a los que acababa de conocer. Incluso llegó a probar el sexo con otra mujer en una velada loca que acabó en una playa a la luz de la luna mientras yo no perdía detalle de su pasión desenfrenada. Fue un momento glorioso que tardaré en olvidar y que espero repetir algún día.

Guillermo fue parte activa de ese autodescubrimiento volviendo a pisar nuestra cama, a veces ellos dos solos y otras los tres, cumpliendo así su fantasía de ser doblemente penetrada. Ni que decir tiene que le encantó la experiencia y no tardó en repetir.

Pero si una cosa era segura era que, pasase lo que pasase, siempre volvía a mi cama, cama que compartíamos desde aquella noche en que follamos por primera vez y que repetíamos siempre que podíamos sin perder en ningún momento el apetito del uno por el otro.

Llevamos así ya seis meses y, la verdad, estoy encantado con la situación. No sé muy bien si somos amigos con derecho a roce o algo más pero me da la sensación que significo algo más para ella aunque creo que aún no está preparada para reconocerlo, su separación es aún demasiado reciente. Yo sí tengo claro que la quiero pero puedo esperar, nunca creí tener ninguna posibilidad con Noelia y ahora que la tengo junto a mí, compartiendo cama conmigo cada noche no voy a renunciar a ella y le daré el tiempo que haga falta.

Y mientras esperamos, iremos cumpliendo el resto de fantasías que aún tiene pendientes, que son unas cuantas y que estoy deseando hacer realidad. Así se hace más amena la espera ¿no creéis?

FIN