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Mi madrastra no me ve como su hija XII

en Lésbicos

Daniela había hablado conmigo. Alejandra quería verme, no entendía el porqué, pensé que me odiaba, pero creo que hay un rayo de luz para mí en este desastre de camino que hemos construido. Si Daniela no fue perdonada, qué podría esperar yo.

Fui al departamento de ella, siento que es la insignia de las tres, todo ha pasado dentro de ese departamento; baje del taxi para subir a mi destino. Mi corazón palpitaba presurosamente, mis manos sudaban sin medida, en mi mente solo podía imaginar a mi señora echándome de su vida, fui una idiota por dejarme convencer, habían otras maneras de arreglar la situación, pero escogimos la peor, como si de dos chiquillas se tratara. Llegue a la puerta, al otro lado estaba la mujer que me volvía loca, pero por la cual había renunciado; tenía miedo, miedo de que no me vea de la misma manera que lo hacía antes, de que me trate como al inicio. Tome valor y toque el timbre. Cerré mis ojos para tomar el valor que se iba esfumando por cada minuto que esperaba para ser atendida. Aprecié que se abría la puerta y contuve la respiración, no sé porque lo hago, pero esa fue la manera que reaccionó mi cuerpo.

La vi con su cabello suelto, imponente como siempre, aunque podía denotar unas pequeñas bolsas debajo de sus ojos que me miraron inquisitivos, como si con solo mirarme podría descubrir  todo lo que guardan mis pensamientos. Se colocó al costado para que pudiera pasar, sin emitir ninguna palabra; de esa forma nos dirigimos al mueble, en silencio, lo cual provocaba mas pánico del que tenía. Me senté, sin evitarlo empecé a jugar con mis mano, era muy incómodo estar al frente de ella, sin pronunciar palabra, solo con sus ojos puestos en mí.

-        ¿Por qué lo hiciste?- soltó sin más. Dejándome paralizada, su voz sonaba dura, sin mostrar ningún ápice de cariño.

Agache mi  miraba por unos momentos, que podría contestar, que la quiero ver feliz pero sé muy bien que yo no lo puedo hacer, que soy una simple prostituta, aunque me muriera por estar con ella no podría darse.

-        Quería ayudarlas- me excusé. No estaba tan alejada de la realidad

-        Y tú piensas que te crea eso- ataco, recostándose en el respaldar del asiento.

-        Es la verdad- hable

-        Mírame a los ojos y repítelo- espeto. Trague saliva, ¿cómo podría mentirle a los ojos?

La observe, me quede prendada de su mirada, sintiendo un escozor en mis ojos, era inevitable se llenaron de lágrimas, no aguantaba más, mi pecho dolía sin remedio. Se levantó para caminar en mi dirección, seguí sollozando, es lo único que podía hacer, las palabras no me salían. Tomo mi mano entre las suyas, brindándome consuelo, si supiera que lo que yo quiero es su amor.

-         Por favor, dime la verdad- susurro. Negué con mi cabeza, era muy cobarde. Tomo mi barbilla con una mano haciendo que la mire, pude observar como sus ojos también estaban cristalinos, no me gustaba verla así, y menos por mí, no se lo merece ya ha sufrido mucho.

-        Quería verla feliz- hable entre sollozos

-        Metiéndote con Daniela- inquirió

-        No. Daniela ya le haya contado el inicio de nuestra relación- asintió- Bueno, pensé que alejándome de ti, buscaría a su hijastra. Yo siempre era su compañía y empezó a despreocuparse por la mujer que quiere.

-        Tu relato es muy absurdo. Yo debía tomar la decisión si la buscaba o no. Tu eres una chica muy importante para mí, has estado en todos los momentos, pensé que me considerabas, que me querías aunque sea un poco.

-        La quiero- confesé, ya no podía seguir negándolo. Me miro atenta, esperando que continuara.

-        La quiero y por lo mismo. Quiero que sea feliz y la compañía de una prostituta no es la mejor, se imagina que descubrieran mi profesión, su buena imagen se dañaría y es lo que menos deseo.

-        Me importa muy poco lo que piensen de mí, yo no vivo de ellos. Por qué no lo dijiste antes, por qué pasar por todo esto para que dijeras que no quieres estar cerca de mí- espetó.

-        No entiende- hablé más fuerte.- Empiezo a sentir cosas que van más allá de un simple cariño de amistad, mi corazón late arrítmicamente cuando estoy cerca de su presencia, no puedo respirar por momentos, me ahogo con tu pensamiento. Señora, yo… yo, la quiero como una mujer, pero no puedo aspirar a nada, soy una prostituta, y me gustaría con el dolor de mi alma que estuviera con Daniela. Ella es un poco idiota, cabezona, pero la quiere, aunque no sepa como demostrarlo.

Me vio con una mirada triste, pero forzando una pequeña sonrisa, imite su reacción. Había confesado todo lo que sentía y pensaba.

-        Eres muy buena para este mundo Andrea, realmente muy buena. Mereces una mujer que te ame con todo su corazón; yo te quiero, en todo este tiempo llegue a sentir un cariño inmenso por ti, cuando desapareciste no podía dejar de pensar donde estabas, te busque por todos lados, llegue a pensar que me había enamorado de ti, pero me di cuenta que no. Me acostumbre a tu compañía, a tus palabras, no quería a nadie más solo a ti, porque eres una gran amiga. Cuando las vi besarse, me dolió mucho, pero me di cuenta que eran dolores distintos. Tú, la amiga que consideraba demasiado estaba besando a la mujer que amo, por la que he estado esperando todos estos años, sentí una traición muy grande, jamás pensé verlas en esa situación.- menciono afligida.  Volví a bajar la mirada, era lo peor, cerré mis ojos y mis lágrimas cayeron en mi falda. Me quería como una amiga, esas palabras aniquilaron lo que quedaba de mi corazón, sabía cuándo sería el final, pero igual duele como la mierda.

-        Ya no llores cariño, odio verte así- hablo. Acercándose a mí para rodearme con sus brazos en un fuerte abrazo; sentir su aroma, su calor, me embriagaron de recuerdos, las veces que tuvimos sexo en su habitación de todas las maneras posible. Fui una estúpida en mezclar los sentimientos, en dejar entrarla en mi vida, esta sería una de las mejores lecciones en mi vida. Me tome la atribución de apretarla contra mi cuerpo, nuestro senos se estrujaron entre ellos, haciéndola gemir. Empecé a besar la parte de su cuello que tenía expuesto, me aleje un poco para poder segur dejando besos ahora en su garganta, ascendí por su mentón hasta llegar a su boca, antes de besarla mire por unos momentos sus ojos, sus pupilas dilatadas mostraban el deseo que sentía, pueda que no esté enamorada de mí, pero su cuerpo le encanta mis caricias.

-        Creo que no es buena i…- no la deje terminar, no quería que arruinara esto. Aprisione sus labios con los míos. Me separe por falta de aire, pegando nuestras frentes antes de decir…

-        Sera nuestra última vez- susurre.

Volví a atacar  sus labios, sentía que me quemaban, los había extrañado; su suavidad, su sabor, hundí mi lengua en su interior, soltó un delicioso gemido que me nublo por completo. Empecé a reclinarla en el mueble, despacio me coloque encima de ella, posicionando mi pierna entre las de ella. Mi rodilla choco con su sexo logrando que gimiera audiblemente. Lleve mis besos a sus mejillas, si sería la última vez quería que fuera inolvidable. Me entretuve en su cuello, succionando su piel, dejando marcas que le recuerden que estuvimos juntas. Empecé a desabotonar su camisa negra lentamente, cuando lo conseguí la abrí, observando su bonito brasier blanco, que ocultaba sus maravillosos pechos. Arrodilla entre sus piernas me deleite jugando con sus pechos los apretaba, sin dejar de ver las expresiones que ponía mientras jugaba amasando sus lindos senos. Pase mis manos por su vientre, bajando de  a poco hasta encontrarme con la pretina de su pantalón, mordí mis labios antes de desabrocharlo, sonreí al ver un poco de su tanguita negra.

Se inclinó tomándome por sorpresa, agarrando con una mano mi cabeza para acribillar mis labios con los suyos, daba pequeñas mordiditas que me encendían en demasía, sentí como los fluidos salían de mi interior.

-        Estaremos mucho mejor en mi recamara- ronroneo. Cuando dejo mis labios. Me levante para poder ir a nuestro lecho, caminaba atrás de ella, observando toda su simetría, la redondez de su trasero, su cabello alborotado que la hacían ver como una diosa del sexo.

Se giró cuando estuvimos en el cuarto, acercándose  para pegarme a la pared, tomo mis labios succionando mi lengua exquisitamente, lleve mis manos a su pantalón intentando bajarlo, quería achacaría su vagina que debía estar muy húmeda, mi palma se filtró entre su ropa interior pudiendo comprobar que mi teoría era cierta, mis dedos se llenaron de su manjar, apreté un poco haciendo que gimiera en mis labios, estaba muy sensible; me arrodille, bajando su pantalón por completo al igual que su tanguita. Poniéndome a la altura de la maravillosa vagina que me miraba, expectante a que me la comiera enterita. La tome por las caderas para que se pegara a mi rostro, lleve mi lengua a su rajita, logrando que se estremeciera, coloco sus manos a la pared para tomar equilibrio. Mis manos se encargaron de abrir sus labios, exponiendo ese botoncito que le daría placer sin parar. Con mi lengua hice círculos en el, provocando que empezará a mover sus caderas en un vaivén, apreté sus nalgas sin dejar de jugar con su pequeño trocito de carne, sus quejiditos me volvían loca, en cualquier momento me correría solo con escucharla. Hundí mi lengua en su interior, saboreando su sabor, aquel sabor que no había encontrado en ninguna mujer con las que he estado. Me ayude con un dedo, ahondado su cavidad húmeda, sus fluidos caían precipitadamente, mientras yo me encargaba de recogerlos, aumente la presión en mis arremetidas, sentí como se tensó su cuerpo, aprisionando mi falange en su interior, un sonido gutural salió de su garganta, a la vez que mi boca se llenaba de su esencia, me encanta cando se corre de esta manera.

Saque mi dedo suavemente, levantándome para besarla y que probara su sabor, comenzamos a caminar hasta chocar con la cama. Tomo mi blusita de tirantes sacándola de mi cuerpo al igual que mi falda, estaba desesperaba por sentir mi cuerpo desnudo al igual que el de ella. Me tumbo a la cama para colocarse encima de mí, tomando mis senos con su boca, mordiendo mis pezones, haciendo que  gimotee por la sensación de escozor en ellos, su rodilla estaba en mi centro, fue inevitable no moverme para sentir fricción con el, necesitaba que me hiciera suya,  la vi separarse de mí, no entendí lo que había hecho mal, la mire y ella solo se sonrió lascivamente. Ubico una pierna por debajo de la mía y la otra por encima, intentando pegar nuestros coñitos que encajaron magníficamente, empezó a moverse, sentí la fricción  de su vagina con la mía, lo había hecho antes, pero nunca lo disfrute como lo estoy haciendo ahora. Mi clítoris gozaba con las arremetidas  de mi señora, me perdía en sus ojos, como lo había dicho es una diosa del sexo y verla tan excitada, con su rostro sudoroso, su cabello pegado a la cara, mientras su boquita se entre abre con cada roce; ubico sus manos a los costados de mi cuerpo, moviéndose con fuerza, sentí como una corriente golpeo mi centro, haciéndome perder la respiración, solo pude gruñir cuando la sensación de liberación llego a mí. Mis fluidos caían mientras mi señora también se venía, uniendo su esencia con la mía, lleve mi mano a mi sexo tomando los rastros de mi orgasmo para dárselos de probar, sonrió por mi acto, lamio mi dedo gustosamente, ella hizo lo mismo, llevo un dedo a su centro pero lo mezclo con el mío. Dándomelo a probar, cerré mis ojos al deleitarme de nuestra composición.

-        Sabes exquisito- halago

-        No mejor que tú, me encanta tu sabor- confesé

-        Hay que comprobarlo- se levantó encima de la cama, caminando hasta el inicio de ella, vi como sus piernas se colocaban a los extremos de mi cabeza, dándome una vista impresionante de su coñito brilloso, de a poco se arrodillo, exponiendo su centro a mi cara. Esta mujer sabe cómo encenderme en segundos.

-        Vamos, prueba- apremio. Solté una pequeña risa, me encanta cuando es dominante.

Lamí toda su hendidura, gruñendo en el acto, que fascinante es tenerla de esta manera, tan dispuesta para que la haga sentir, movía mi lengua por todo su coño, cuando empezó a menearse, se estaba masturbando en mi rostro, metí dos dedos en su agujerito, mientras yo succionaba su botón mágico que estaba muy hinchado, se meneaba frenéticamente, curve mis dedos para sentir la rugosidad de su interior, soltó un gritito, pero no pare, mis falanges se revolvían circularmente, sus caderas ejercían movimientos sin voluntad. Se podían escuchar sus quejidos por toda la habitación, dio su último gritito antes de sentir como resbalada por mi boca un líquido calentito, lamí de a poco su interior, se estremecía, aún estaba sensible por lo vivido, abrí sus labios para encargarme de limpiar todo el desastre entre sus piernas.

Se quitó de encima, para acostarse a mi lado.

-        Tu boca hace maravillas y que decir de tus dedos mágicos- soltó con alegría, un buen polvo siempre la pone  feliz, pero este no era solo un polvo, era nuestra última vez, la última en la que podía tenerla como mujer.

-        Es lo que dicen- jugué. Sonrió, negando con la cabeza

-        Creída- respondió. Logrando que me carcajeara

-        Tú me alabaste primero- me encantaba poder estar así con ella, sin preocupaciones, ojala fuera para siempre.

-        Sí, es la verdad, eres muy buena- afirmo.

Nos quedamos en silencio por unos minutos, quería preguntar algo que sabía que me dolería la respuesta.

-        ¿Buscaras a Daniela?- hice la pregunta tímidamente, sin verla a la cara, fije mi vista en el techo.

Se acostó boca arriba mirando el techo también.

Esperaba su respuesta expectante, cómo me gustaría que dijera que no, que se quedara conmigo.

-        Sí. Toda esta locura empezó por ella, porque desea tenerla, comenzó como una obsesión, quería su cuerpo, pero después que empecé a conocerla un poco más, la quería a ella. En ese tiempo siempre estaba pendiente de ella, veía como se destacaba como estudiante, siempre sobresaliendo en todo lo que hacía, mi corazón aleteaba cuando la veía sonreír por sus logros, ahí me di cuenta que ya no era solo obsesión, quería tener algo enserio con ella. Mi plan fue un poco retorcido, pero no sabía cómo me acercaría a una chica como ella.

-        Pero Daniela me dijo que te le ofrecías de todas las maneras posibles- exprese, eso fue lo que me había dicho Dani.

Sonrió con gusto, como si estuviera recordando esos momentos

-        Es cierto, pensé que así se enamoraría de mí, no conocía otra manera, siempre la seducción había sido mi fuerte, pero ella no cayó. Me dio un poco de mi propia medicina, fue ella la que me sometió.

-        Y eso te fascino- interrumpí

-        No lo puedo negar, y todo iba muy bien, hasta que tuve que confesarle la verdad. No podría tener algo con ella, si hubiera tenido ese secreto oculto.

Tomo mi mano ofreciéndome un caluroso apretón.

-        Aunque debo confesar que tú también llamaste mucho mi atención, tu historia, como has tratado de seguir adelante, me cautivaron, como te lo dije espero que encuentres alguien que te merezca

-        Yo no merezco nada y tampoco quiero a alguien- solté amargamente. No quería volver a sentir esto que siento por ella. No volvería sufrir por nadie.

-        Tú lo mereces todo, Andrea. Te ganaste una parte  de mi corazón y siempre voy a estar en deuda contigo por estar siempre ahí. Bueno, omitamos el absurdo plan que crearon con Daniela- jugo. Reímos, fue la idea más tonta del mundo.

-        No volveré a dejarme embaucar por planes tan tontos. Ya aprendí la lección- confesé

-        Andrea, no quiero que te cierres, eres muy joven para amargar tu vida. En mi tienes una amiga de por vida- Amiga, una palabra que sonaba a desazón en mi interior.

-        Lo tengo muy claro- masculle

Callamos, tenía muchos pensamientos, aquí terminaba la historia con mi señora, nuestra despedida irremediablemente se acercaba. Mire a un costado y la vi dormida, parecía un ángel, su perfil era perfecto.

Mierda, ¿en que momento me jodí tanto?