miprimita.com

Mi madrastra no me ve como su hija VI

en Lésbicos

Si antes me esquivaba, ahora ni siquiera me dirige la palabra, la he buscado para conversar pero no hay caso, cada vez me rechaza.

-        ¿Qué te pasa?- baje mi mirada, vi a Virginia que estaba entre mis piernas. Solo a mí se me ocurre recordar mis desdichas cuando estoy en una sesión de sexo con la pelirroja.

-        Nada, continua con lo que hacías

-        Quisiera, pero estas ida- replico

-        Perdón- me disculpe, cubriendo mi cara con mis manos

Subió por mi cuerpo, y quitó mis manos de mi rostro

-        ¿Qué te tiene así?- En este tiempo hemos desarrollado una amistad, como se diría. amigas con derecho.

-        Nada importante- Mentí, tampoco tenía ganas de desahogarme.

Tome su labio inferior entre mis dientes, debía olvidarla aunque sea por un momento. Sonreí provocativamente, acariciando sus piernas, subiendo por su vientre hasta sus senos. Los amase suavemente, mientras me dedicaba a besar sus labios, me apodere de su lengua succionándola y jugando con ella.

Pero cada que cerraba mis ojos venia la imagen de Alejandra a mi mente. Cerré mis ojos con fuerza para olvidar su rostro, no podía arruinar mi encuentro.

Comenzó a bajar por mi cuello, lamiendo y dejado mordiditas que lograban que suspirara, siguió su recorrido por mis pechos, se llevó uno a la boca; era muy buena, hacia maravillas con esa lengua, mordió mi peso y gemí fuerte, mi sexo volvía a humedecerse, metió su pierna en mi entrepierna y comenzó a restregarse, el contacto de su pierna con mi clítoris me estremeció, sus arremetidas aumentaron de velocidad, aruñe su espalda, sentía que me iba a venir, el vaivén que llevaba era incontrolable, me abrace fuerte a ella, y tuve mi orgasmo, eso fue muy intenso, mi respiración estaba entrecortada, y podía sentir su respiración agitada cerca de mi oído.

-        ¿Te gustó?- susurro

-        Mucho- admití, escuche su risa.

Se colocó entre mis piernas para apoderarse de los líquidos que se encontraban todavía en mi rajita, me incliné apoyando mis codos sobre el colchón y pude observar, coma pasaba su lengua por toda mi hendidura, tomando todo lo que había dejado mi corrida. Cerro sus ojos regocijándose de mi sabor, esa pelirroja sabe cómo excitarme, llevo su dedo a mi centro lo hundió y lo movió circularmente para sacar más de mis jugos y llevárselos a su boca.

-        De todos los sabores, el tuyo es lo mejor- aduló

Sonreí por sus palabras. Se arrodillo para tomar una de mis piernas y colocarla por encima de una de ellas, pego su sexo al mío mientras con sus manos sujetaba mi cadera para que no me moviera.

Empezó a moverse sobre mi centro, mi botoncito volvía a palpitar, pero esta vez entendía que era ella que deseaba liberarse, deje que se moviera a su gusto para que encontrara el punto en donde explotaría. Me dedique a ver sus senos como rebotaban con el movimiento, los restos de sudor que empezaban a caer por los costados de su rostro, sus labios entre abiertos tratando de sonreírme, pero más concentrada en lo que hacía. Apretó mis caderas y chillo cuando sintió que se venía, nuestros clítoris seguían restregándose hasta que tampoco aguante más y me corrí.

Sonreímos por haber logrado tener un orgasmo juntas, metió su dedo en su sexo recogiendo sus restos después hizo lo mismo con mi centro, saboreo nuestra esencia, volvió a realizar la misma acción pero esta vez me los ofreció, no me negué y probé. Me encanto el sabor.

-        Creo que necesitamos un baño- sugirió y era verdad, estábamos muy sudadas.

Sonreímos y fuimos al baño juntas.

De regreso a casa, iba recordando la plática que había tenido mi padre conmigo. Confesó que su matrimonio ahora solo es una farsa, algo por apariencias, pero cada quien hace con su vida lo que quiere. Debo admitir que escuchar aquellas palabras, inquietaron mis sentidos. Alejandra no pasa mucho en casa, ¿Será que está con esa tipa del restaurante? ¿Será que se está enamorando de ella? Solo de pensarlo me daba unas ganas terribles de vomitar, eso no puede pasar.

-        Hola papá, ¿por qué tan solo?- él había regresado antes que yo de la oficina

-        Descansando hija, que tal el trabajo, no te lo estoy poniendo muy complicado- pregunto  con una amplia sonrisa.

-        Para nada, todo va muy bien. Y Alejandra- no podía evitar preguntar por ella

-        Ni idea. Hoy salió temprano y no la vi más. Debe estar revolcándose con algún amante- contestó tranquilamente.

-        No te molesta que sea verdad

-        Ahora no. Cuando la conocí pensé que sería la mujer con la cual compartiría el resto de mis días; es hermosa, joven y al ver que se interesó por mí, perdí la cabeza por ella. Además, que me ayudó cuando estuve a punto de caer en ruina, fue como el bálsamo que necesitaba.

-        Y que cambió- indague

-        No sé, poco a poco fuimos distanciándonos, yo busque el cariño que me hacía falta en casa con otras mujeres. A veces, siento que fui utilizado por ella, pero no tendría sentido. Es mucho más adinerada que yo- Era verdad, desde la primera vez que la vi tuve esas dudas, porque estar con un hombre mayor, cuando ella podría estar con quien quisiera.

-        Iré a descansar. Buenas noches,  preciosa- Añadió. Subió a su habitación, y yo seguí sentada, esperando a que llegara mi madrastra.

Estaba quedándome dormida, hasta que de pronto escuche como se cerró la puerta, abrí mis ojos rápidamente. Alejandra me quedo mirando pero como siempre, me ignoró y comenzó a subir las escaleras. No obstante, me puse de pie de inmediato y le bloquee el camino.

-        No estoy de ánimos, dame permiso- gruño

-        Que pasó, tu amante no te cogió bien- insté

-        Te vuelvo a repetir, quítate de mi camino- exclamó alterada

-        ¿Con quién estabas?- No pensaba quitar el dedo del reglón

Me empujó a un costado para continuar subiendo, pero la agarré del brazo debía escucharme sea como sea.

-        ¡No te iras a ningún lado!- vociferé

-        Déjame en paz- su voz se quebranto

No entendía nada, se molesta y ahora va a llorar

-        Me vas a volver loca, Alejandra, completamente loca- alce la voz

-        Entonces déjame en paz

-        No puedo y no quiero. Dime, estuviste con esa tipa- volví a preguntar

-        Si tanto quieres saber si, estuve con ella, tuvimos una sesión de sexo maravillosa. La hice mía de todas las maneras posibles. Ahora que te conteste, déjame en paz.

Paso a mi costado golpeando mi hombro con el de ella, en mi pecho se formó un nudo, un dolor que nunca había sentido, me quede plantada ahí, sin moverme.

Qué mierda me está pasando.

Decidí dejarla en paz por algunos días, si no quería hablarme está bien no le insistiría, yo no sirvo para rogar a las personas. Bueno, no fue así, confieso que corrí tras de ella.

Daniela Pov

En la vida hay veces que debemos saber cuándo es necesario parar, porque seguir intentándolo solo te trae dolor, tantos años esperando a una persona, cometiendo locura tras locura, para que al final no sirviera de nada.

Nunca vería a Daniela como mi hijastra, desde la primera vez quise apoderarme de su cuerpo, su anatomía me atrajo de inmediato, pero ahora que conozco su forma de ser, la superficialidad con la que me trata; solo ser un trozo de carne que tiene y tira cuando se le da la gana. Siento que mi objetivo no se culminara.

-        Sigue pensando en su hijastra- escuche a Bárbara preguntar

Me limité a asentir

-        Puedo ayudarla a olvidarla, aunque sea por ahora- me sorprendieron sus palabras, nunca se había atrevido

Sonreí por su descaro

-        Inténtalo- desafié sin dejar de verla. No se puede negar lo hermosa que es, su cuerpo esbelto, parece menor de edad aunque no sea así.

Se puso a mi altura, y se arriesgó a besarme, comenzó como un suave roce, acariciando mis labios, jamás habíamos compartido algo tan sutil. Coloque mis brazos alrededor de su cuello para acercarla más. Su lengua invadió mi boca, de una manera tan frágil, era como si tuviera miedo de romperme. Cuando me canse de ese jueguito, la empotre a la pared, gimió al sentir el impacto. Tome el control de la situación y devore sus labios.

-        Al cuarto- logro susurrar. La lleve sin despegarme de su deliciosa boca, caímos abrazadas a la cama sin dejar de probar su lengua. En un abrir y cerrar de ojos ya estábamos desnudas, repartiéndonos caricias por doquier. Desde que he estado con Bárbara no he querido a otra amante, es la mejor.

Baje de la cama y abrir el cajón del buro para sacar a un amiguito, mi dildo de dos cabezas. Lo acerque a su boca e hice que lo lamiera, no se negó y comenzó a engullirse aquel falo, tome el otro lado y copie lo que hacía Bárbara hasta sentir que estaba bien húmedo. Lo ubique en su entrada y la otra parte en el mío, me acerqué y pude observar como de a poco se hundía en su hendidura y mi pedazo hacia lo mismo. Empecé un vaivén, sentir como mis paredes se cerraban en el dildo era delicioso, pero lo que más excitaba era ver la carita de viciosa que tenía mi amante, con cada embestida su boquita se abría en una O perfecta. El chasquido que se escuchaba por la fricción del dildo me prendía con demasía, me volví loca completamente y me moví arrítmicamente buscando liberarme. Lo necesitaba.

-         Si, así… me encanta- lloriqueaba Bárbara, estaba a punto de venirse

Di unas cuantas arremetidas más y nos venimos en un sonoro grito. Retire aquel aparato y me pose encima de ella, para besarla; sentí  como su mano atrevida viajaba por mi vientre hasta mi vulva.

-        Andas muy traviesa hoy- bromee

Dibujo una hermosa sonrisa, y aprecie como sus dedos jugaban en mi rajita, su pulgar redondeaba mi botón mientras su falanges seguían moviéndose por mi hendidura, empecé a menearme sobre sus dedos, hundió dos de ellos sin dejar a un lado a mi clítoris abultado por su pulgar, doblo su falanges rozando mi cavidad, y detono la chispa de mi dinamita, volví a córreme, ahora en su mano, caí al costado de su cuello, tratando de controlar mi respiración.

-         ¿La ayude?- pregunto en un murmullo

-        Mucho- confesé. Después de ese maravilloso encuentro debía volver a mi casa, ganas no me faltaban de quedarme ahí, pero no, preferí regresar.

Llegue muy sonriente, no imaginaba que Bárbara podría ser tan atrevida, la había limitado mucho al ser solo mi sumisa. Cerré la puerta, y me lleve una sorpresa cuando vi a Daniela en el mueble mirándome fijamente. Como estaba haciendo desde hace algunos días, la ignore y me decidí subir a mi habitación, pero se atrevió a impedirme el paso.

Lo que menos quería era que arruinara mi maravillosa noche, pedí que me dejara en paz pero se negaba. No entiendo lo que le pasa, porque quiere tormenta mi vida, decidí dejarla en paz y ahora ella es la que se empeña en perseguirme, no pude evitar lagrimear, estoy cansada de esto. Se dio cuenta de mi estado y me dejo ir.

No tenía ganas de dormir con Carlos, preferí ir al cuarto de invitados, por hoy ese sería mi refugio, abrí la puerta y de pronto unos brazos rodearon mi cintura.

-        Perdón por mi comportamiento- habló mi hijastra colocando su mentón en mi hombro

Cerré mis ojos, no podía volver a llorar, jamás he sido una mujer sentimental, he sido dura. Hasta que apareció esta niña y de a poco ha ido derrumbando mis cimientos.

-        No sé qué quieres de mi- confesé

-        Ni yo misma lo sé, solo no quiero que estés alejada de mí. Cada vez que me ignoras siento un dolor en el pecho que no me gusta.

Escuchar sus palabras, eran un aliciente, le pasaba lo mismo que a mí, aquel dolor esa presión que sentía cada vez que me rechaza.

-        Estuviste con tu secretaria- percibí aquel aroma

-        Y tú con esa tipa- no me quedo más que sonreír, éramos un par de idiotas que nos recriminábamos estupideces, pero seguíamos revolcándonos con nuestras amantes.

No sé en que terminará todo esto.