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Mi madrastra no me ve como su hija I

en Lésbicos

Llevaba varios días yendo a la empresa con mi padre, quería empaparme completamente sobre el negocio, para cuando llegue el momento ser la jefa. Además, que me servía como distracción, el comportamiento de Alejandra me perturba, cada vez que se aparece con esa ropa tan descotada que no deja nada para la imaginación. En España tuve algunos roces con mujeres, soy bisexual, y me involucraba con quien me gustara. Ahora en casa debo andar con pies de plomo si no quiero caer en tentación. Porque estoy segura que si caigo no habrá marcha atrás.

Veo su rostro y siento como si la conociera de algún lugar. Pero es imposible, una mujer como ella es difícil de olvidar. Es adinerada, fue un gran impacto saber que mi padre estuvo a punto de caer en la ruina y gracias a ella resurgió. Esteremos agradecidos toda la vida con Alejandra, suerte la de mi viejo conseguir a alguien como ella; hermosa como ninguna, toda una mujer hecha y derecha. Si se lo propusiera podría estar con cualquier hombre más joven, pero ama a mi padre aunque a veces siento que me provoca…

Deje de pensar en Alejandra, que permanece mucho tiempo en mi cabeza y apague el ordenador para salir de la oficina. Era hora de regresar a casa.

-          Ya se va señorita- preguntó la secretaria de mi padre. Que por cierto era un mujerón.

-          Si, por hoy es suficiente trabajo- alegué

-          Y… No le gustaría desestresarse- insinuó

-          Sería interesante- sonreí- ¿Qué propones?

Me tomo de la mano y me deje llevar, entramos al cubículo del baño y cerró la puerta recostándose en ella

-          Desde que la vi, tengo unas ganas enormes de saborearla- confesaba mordiendo su labio inferior. No esperes más y me lance a sus labios. Hundí mi lengua en aquella pelirroja de tetas grandes. Cubrí sus bubis con mis manos, apretándolas con fuerza, mi rodilla se posó en su entrepierna, haciéndola gemir.

-          No aguanto más- gimió Virginia,  se arrodillo levantando mi vestido y hundiendo su rostro  en mi vagina. Coloco mi tanga a un costado y empezó a lamer mi hendidura, ya me hacía falta una buena lamida, succionó fuerte mi clítoris pero tuve que acallar mis gritos con mi mano, lo que menos quería era que los empleados se enteraran de mis deslices.

Sentí su dedo en mi interior, jadee cuando lo curvo y  rozaba mis paredes, esta mujer es experta, me hizo poner mi pierna en su hombro para tener mejor acceso a mi coño, se dio un festín, lamiendo y comiéndose los jugos que expulse después de un gran orgasmo.

Se levantó como si nada, limpiándose su boca con la mano y sonriendo pícaramente.

-          Espero se pueda repetir, pero en un lugar mejor- propuso

-          Algún día de estos- guiñe un ojo y salí. Me desestresé maravillosamente, una buena lamida en el coño siempre me pone de buenos ánimos.

Llegue a casa, solo encontré a la sirvienta, mi papá había salido con su esposa. Mejor, no quiero ver a esa mujer, subí a mi habitación para bañarme hasta que esté la cena.

Después de quitarme los rastros de sexo que tuve, me coloque mi pijama y baje.

-          La comida esta lista señorita- mencionaba Carmita. Agradecí y pase al comedor

La mesa era muy grande para una persona pero no preste atención, continúe comiendo, hasta que escuche la puerta de entrada, eran ellos supuse.

Vi a Alejandra primero por sus risas sin sentido y su manera de caminar estaba ebria, espere ver a mi padre aparecer pero no fue así.

-          ¿Y mi padre?- pregunte seria

-          Hola, hija bella. Tu padre no sé, tal vez con una de las prostitutas baratas que le gusta contratar- contesto con sorna

-          Cuida lo que dices de mi padre- refunfulle, no permitiría que le faltara al respeto

-          No estoy mintiendo, es lo que siempre hace- se encogió de hombros

-          Y eso te da derecho de venir borracha a casa- no me gustaba para nada su comportamiento

-          Tuve una cena con mis amigas, y creo que se nos pasó la mano

-          Por mucho se les paso- hablé molesta

-          Como digas- se dio la vuelta para subir las escaleras, pero tropezó y cayó arrodillada. Mierda, tendré que ayudarla.

Caminé y la sostuve de la cintura para ponerla en pie. Lo que no esperaba es que me sujetara ella a mí

-          Suéltame- exigí

-          Si lo hago me caigo, llévame a mi cuarto- pidió, poniendo puchero. No puedo resistirme.

Coloque su mano en mi cuello y yo puse la mía en su cintura, para que tenga equilibrio. De esta manera pude llevarla hasta la habitación. La recosté y me tome la molestia de quitar sus tacones.

-          Desnúdame- Alce mi ceja por la sorpresa- Necesito bañarme.  Volvió a hablar  

Suspire antes de acercarme, se levantó para poder bajar la cremallera de su vestido. Lo tome por los hombros y lo deslice dejando en descubierto su cuerpo tonificado. Ese sujetador negro al igual que su tanguita daba ganas de arrancárselo con los dientes. La dirigí al baño.

-          Hasta aquí te acompaño- mencione. Intente salir pero me agarro de la mano

-          Por favor no, y ¿si me caigo? Me lastimaría. Ayúdame- No sé si es buena actriz pero sus ojos llorosos me convencieron.

Abrí la llave de la ducha para que se aclimatara el agua. Se puso frente a mí y señalo su ropa interior, era lo que faltaba para estar desnuda absolutamente.

Hice uso de todo mi poder mental para no lanzarme a chupar esas tetas deliciosas que saltaron cuando saque el sujetador. Sus aureolas un poco oscuras me llamaban a que les de cariño, y esos pezones erectos me invitaban a que los muerda sin compasión. Ahora venía mi prueba final, retirarle la braguita de encaje negro, lo baje y observe una pequeña mata de vello cobrizo adornar su pubis. Debía recordar que era la mujer de mi padre, alguien prohibido y además, es mayor por doce años. ¡Joder!

La hice entrar a la ducha, las gotas de agua comenzaron a cubrir el cuerpo de Alejandra. Demonios como quisiera ser una de esas gotas para deslizarme por sus senos hasta llegar a su centro suavemente.

-          Ayúdame con mi espalda- pidió

Tome un estropajo para restregar su espalda en la cual tenía unas cuantas pecas que parecían estrellas en la superficie, moría por besar cada una de ellas, formando constelaciones con mi lengua. Cerré mis ojos para pensar en otra cosa, pero fue inútil, todo lo que pensaba era en cuantas maneras me la podía follar. Cuando terminé de entallar su espalada se dio la vuelta, mostro una sonrisa pícara.

-          ¿Te gusta lo que ves, hijita?- insinuó

-          No veo nada del otro mundo, tenemos lo mismo- mentí. Comenzó a reír

-          Por la manera que me devoras con tu mirada, no pienso lo mismo- respondió

-          Pues piensa lo que te dé la gana- hice el ademan de salir, pero me sujeto del brazo

-          ¿Por qué te resistes? A leguas se ve que quieres follarme- habló a mi oído

-          Eres la mujer de mi padre. No puedo tener esos pensamientos- titubee. Mi control se estaba disipando

Me tomo por sorpresa cuando llevo mi mano a su vagina

-          Dime que no quieres meter tu boca en mi coño- provocaba mientras apretaba su vagina con mi mano. Intente hablar pero no salían palabras, sentir mi mano en ese lugar; además, del agua caliente solo incitaba que mi cuerpo entrara en estado de ebullición. No aguante más y me lance a por sus labios, su  espalda golpeo la pared con brusquedad no me importo que empezara a mojarme, hace tiempo que mis bragas ya lo estaban. Cómo había soñado con besar a mi madrastra. Abrió su boca y mi lengua invasiva se apodero de la suya, estaba deseosa de jugar, saborearla. Que delicia sentía. Baje por su cuello, dejando el rastro de besos apasionados, mis manos se apretaron en su trasero, redondos y firmes, que placer de mujer. Ni siquiera la había hecho mía y mi cuerpo estaba a punto de tener un orgasmo. Sé que desde el primer día me provoco, sino porque siempre que estaba en casa optaba por usar ropa tan pequeña, los roces de sus manos en mi cuerpo accidentalmente según ella, me ha excitado todo este tiempo y por fin me estaba desahogando. Apreté más fuerte sus nalgas y mi boca se dirigió a un seno, lo tome y empecé a succionarlo, sus gemidos se mezclaban con la lluvia artificial lo que apaciguaba el sonido mágico, pero toda la magia se esfumo cuando escuche a mi padre tocar la puerta. Dios es tan grande que permitió que haya recordado poner seguro.

Mire con pavor a mi madrastra. ¡Mi padre estaba tras el baño!

-          ¿Qué hacemos?- susurre nerviosa

-          Tranquila. Tú quédate aquí y te aviso cuando puedas salir- actuaba como si no ocurriera nada. Me tomo de las mejillas y me dio un último beso antes de salir, sin antes decirme que esto recién empezaba.

Se colocó el albornoz que estaba en una esquina y salió.

Escuche cuando salieron de la habitación, era mi oportunidad, sigilosamente salí de ese lugar y me fui a mi recamara. Esto no podría volver a repetirse.

¡Joder que es la mujer de mi padre!