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Mi madrastra no me ve como su hija VIII

en Lésbicos

Alejandra Pov

Entendía que nada sería igual, pero no podía seguir callando, solo me hacía daño. Sin embargo, ahora no se si fue lo correcto. Daniela se mudó, compro un departamento y se fue a vivir sola. Con esa decisión quedaba claro, que no quería saber más de mí y era entendible; escuchar aquella historia, donde la he perseguido todos estos año, que me he casado con su padre solo por estar cerca de ella, solo lo hace un loco…o alguien, que se enamoró sin remedio.

Tuve el descaro de buscarla en la oficina, pero fui rechazada, Carlos tampoco entendía la decisión tan repentina de su hija de abandonar la casa, claramente no confesaría mi delito. Si algún día sabe la verdad, que sea de la boca de su hija, yo ya no puedo con más.

-        Necesita un masaje- seguí aquella voz que me hablaba. Estaba en el departamento de siempre con Bárbara, es mi única compañía ahora.

-        Por favor- también he cambiado mis modales con ella

Me tumbe boca abajo en la cama, sentí como montaba e mi espalda, relaje mis músculos para disfrutar del masaje, aplico crema en toda mi columna vertebral, me estremecí al sentir que estaba un poco fría, sus dedos empezaron a masajear mis hombros, suspire… que bien se sentía, esta niña tiene unas manos de ángel.

Cerré mis ojos y por momentos me dormía, era demasiado relajante, sus manos llegaban hasta el inicio de mis glúteos y subían, llego a mi cuello y froto suavemente, esto era magnífico.

Volvió a bajar, pero esta vez bajo más de lo debido, apretó mis nalgas y continúo por mis piernas. Sonreí por su atrevimiento, en este tiempo estaba cambiando mi pequeña sumisa.

Me sorprendí cuando sentí que utilizaba su lengua en mi espalda seguía la línea de mi columna.

-        No sabía que los masajes también se los daba con lengua- bromee

-        Los míos si- sonsaco

Reí y me deje hacer, no estaba mal ser mi mimada

Lástima que no podía disfrutar del todo, porque cuando cerraba mis ojos podía visualizar el rostro de Daniela, mi pecado es tenerla en mi mente, pero no en mi vida.

Me respingue cuando Bárbara abrió mis nalgas y hundió su lengua, no lo esperaba. Por más triste que estaba, no podía dejar de pasar este momento, empecé a mover mi trasero, esa niña hacia muy bien su trabajo. Me apoye con las rodillas y levante mi culito para que pudiera tener facilidad, sus lamidas llegaban hasta mi coño. Mis alaridos se fueron elevando, y se intensifico cuando jugo con su dedo tratando de entrar en mi ano, daba vuelta para que de a poco vaya entrando, lleve mi trasero hacia atrás para que terminara de introducirlo, era una tortura lo que hacía. Su movimiento era demasiado lento, debía moverme para que el ritmo aumentara.

Gruñí exquisitamente cuando añadió un dedo más, resbalaban fácilmente, había tenido mucha práctica por ese agujerito;  con su otra mano se ocupó de mi clítoris que también necesitaba atención, lo restregaba con sus dedos, haciendo que sintiera espasmos.

Ser penetrada por atrás y que estimulara mi botoncito estaba logrando que vaya formando un gran orgasmo, sus dedos se movieron más rápido y no pude evitar gritar cuando me corrí.

A esto le llamo, un masaje con final feliz.

Se recostó a mi lado, también boca abajo, mostrándome una bonita sonrisa.

-        ¿Se siente mejor?- preguntó. A veces, no entendía porque estaba en este mundo de prostitución, su cara no muestra maldad.

-        Mucho mejor, gracias por consentirme. Te aumentare la paga.

Observe como cambio su semblante.

-        Esto no lo hago por dinero, simplemente quería complacerla- el puchero que hizo, me conmovió, es muy linda.

-        ¿Por qué te metiste en este mundo de perdición?- pregunte. Me gustaría saber más de ella.

Suspiro y se tomó su tiempo para poder hablarme.

-        Le mentí, no soy huérfana, además… Bárbara es un nombre ficticio. Mi nombre real es Andrea             - confesó- Es la historia que invento cuando intentan saber de mí.

-        Entonces, ¿a mí me dirás la verdad?- indague

Asintió

-        Escape de mi casa a los quince años, no podía seguir soportando los abusos de mi padre. Me violaba desde los cinco años, lo primero que hice fue contarle a mi madre, pero no me creyó. Además, de que me gane una paliza por difamar a mi padre. Todo empeoró cuando ella murió, era alcohólica y en una de sus borracheras fue atropellada. Desde ahí mi calvario se agravo, ese señor no me dejaba salir, pasaba encerrada y cuando él volvía me tomaba a la fuerza, es por eso que cuando tuve mis quince decidí escaparme, para esto  tuve que golpearlo con una escoba que encontré. Salí despavorida, sin rumbo fijo, solo sabiendo que debía huir para no volver jamás. Deambule por las calles varios días, hasta que encontré a Zafiro, una mujer que me ayudo desde el primer momento que me vio andrajosa, me llevo al bar donde trabajaba y se encargó de mí, pensé que lo hacía porque era una alma caritativa, pero no, cuando ya tuve un mes con ella, me dijo que debía devolverle todo lo que había gastado en mi cuidado. Y lo demás, ya se lo debe imaginar, he pasado trabajando desde esa edad en la prostitución.

-        Vaya, que pena. Entonces, ¿nunca estudiaste?- me daba mucho pesar que una joven tan linda haya tenido que vivir todo esas tragedias.

-        En ese tiempo no, pero cuando empecé a tener mi propio dinero entre a distancia, me falta poco para terminar el bachillerato.

-        Me alegro por ti, siento que puedes llegar a cosas más grandes.

-        Gracias. Tengo pensado entrar a la Universidad. Quiero estudiar negocios internacionales.

Me gustaba ver el brillo que se formaban en sus ojos al hablar de lo que quiere lograr, escuchar a una persona que tiene ambición y sueños, es lo mejor.

-        Si te lo propones lograras todo lo que quieras.

-        Eso espero- sonrió cálidamente. Lleve mi mano a su cabellera y la acaricie.

Daniela Pov

-        Muévete más duro, ¡joder!- Empezaba a frustrarme. Contrate a dos tipas para que me hagan ver estrellas y lo único que están logrando es que me de una jaqueca.

Una de mis putitas subió hasta mi cabeza, poniendo a disposición de mi boca su coñito depilado, la tomé de la cintura para que no se moviera, tome su clítoris entre mis dientes estirándole y succionándolo, la otra estaba entre mis piernas devorando mi sexo. La penetre con mis dedos fuertemente, gotitas de su esencia salpicaban en mi rostro, mientras lloriqueaba. Tuve que parar mis movimientos cuando sentí espasmos, no sé cuántos dedos haya metido, pero me estaba jodiendo placenteramente.

La rubia, a la cual me le estaba comiendo el coño empezó a restregarse rápidamente, signo de que se correría, fui más agresiva y sus líquidos se chorrearon por las comisuras de mis labios, intento bajarse pero la detuve, tome sus juguitos y los lleve a su ano para esparcirlos, hundí mi dedo y rodo como guante, pero no pude seguir, porque sentí como atrape los dedos de la pelinegra, dentro de mi vagina, y me vine con un fuerte gruñido.

-          Ya está, han cumplido su trabajo, pueden irse- solté con desgana, no fue lo que esperaba.

-        Escucharon chicas, si se las necesita se las llamara nuevamente- comunicaba Virginia. Ella estuvo todo el tiempo presente, viendo como hacia mi trio.

-        Por lo visto, no te agrado del todo- sentenció

-        Para nada, fueron muy sosas no sé de qué cabaret de mala muerte  las sacaste- se carcajeo con gusto.

-        Lo siento, para la próxima te conseguiré a otra. Tengo el contacto de una que dicen, es la mejor en su trabajo, sumisa y hace lo que le pidas, creo que se llama Bárbara.

-        Cuando necesite otra puta, llamas a esa tal Bárbara- desde que salí de casa, he estado acostándome con las mujeres que se me pongan en el camino. Necesito olvidar las caricias, los besos que recibí de esa maldita mujer, pero hasta ahora no lo logro, se me tatuó en el alma y corazón. A veces quisiera perdonarla, pero no, es una puta enferma.

-        En que tanto piensas, no me digas que en la loca de tu madrastra- me había sincerado con ella, se ha convertido en mi paño de lágrimas y también con quien comparto cama.

Suspire con pesadez y asentí.

-        Deberías hablar con ella, pareces una niña inmadura evitándola. Afronta la situación, y después si debes tomar la decisión, si alejarte para siempre o lo que pienses que es mejor para ti.

-        No puedo, estoy segura que si la tengo de frente caeré en sus redes- me justifique

-        Por favor, no me vengas con frases sacadas de películas cursis- por eso me gustaba hablar con ella, no me sigue la corriente, me dice las cosas tal y cual las siente o piensa.

-        Tienes razón, pero por ahora déjame con mi cobardía, cuando tenga las fuerzas suficientes, la buscare y aclare todo lo que nos pasa.

No será muy pronto, pero en algún momento podre ponerme frente a frente con la mujer que me ha perseguido todo este tiempo.