miprimita.com

Mi hermanastra Debóra, la monja V

en Lésbicos

Débora Pov

Estoy asustada. Dios mío guíame por el buen camino, cada vez tengo pensamientos pecaminosos con Regina, es solo verla y me comienzo a humedecer. No puedo evitarlo, sus caricias me derrumban, cierro mis ojos para orar, pero me inunda su recuerdo; su cuerpo, sus gemidos se mezclan con mis oraciones. He pecado de la peor manera,  la lujuria ha quemado mi cuerpo y ha sido con mi hermanastra, tengo ganado el infierno y por más que quiera arrepentirme, la veo y me dan ganas de pecar nuevamente. 

-          En que tanto piensas, hermanita- no me había percatado de la presencia de mi tormento.

-          Nada importante

-          Oh. Bueno yo voy a salir, nos vemos más tarde.

-          Adónde vas, recuerda que no estas completamente bien- me preocupa que salga sola

-          Voy a dar un paseo- no sé por qué no termino de creerle.

-          Está bien, no regreses muy tarde

-          Sí general, como usted mande- reí por su ocurrencia, es una chiquilla.

Se acercó y dejo un suave beso antes de salir por la puerta. Estoy perdida.

Tome la biblia, me hacía falta leer, despejarme. Regocijarme de todo lo que hizo nuestro señor, por la libertad de todos, aunque en ciertas partes tenga mis dudas, pero las que no podía mencionar en el convento porque sería blasfemia.

Sacrificar a gente en nombre de Dios, pero se supone que Dios es amor, ¿cómo asesinar a una persona podría honrarlo? Son dudas que alimentan mi incredulidad, estaré haciendo bien en volver a aquel lugar. Llena de privaciones, sin tener amigos más que las monjas que veo, de las cuales solo puedo hablar de Dios, de lo que se va a cocinar, o de la caridad que debemos hacer. Las palabras de Débora vienen a mi mente, soy joven y solo he conocido la vida religiosa. Valdrá la pena tomar mis votos perpetuos, mi encierro total. Lo más importante, soportare no volver a ver a Regina.

Tantas preguntas sin respuestas. Mi fe se está quebrantando por la culpa de mi hermanastra.

Pase todo el día con mis dudas, llego la noche y me preocupaba la demora de Regina, salió temprano y no aparece, qué tanto hará. Me acosté tratando de dormir pero no podía, no hasta que no la viera sana y salva.

Escuche ruidos en la parte de abajo, y rápidamente fui, debía ser ella.

La vi desde la escalera, tambaleaba un poco, madre mía debe estar tomada.

-          ¿Por qué vienes a esta hora?- no quise sonar enojada, pero fue inevitable.

-          Hermanita hermosa, qué haces aquí- sonrió ampliamente cuando me vio

-          Estaba preocupada por ti. Qué hacías que no venías- me tuvo con el alma en un hilo.

-          Fui a despejar la mente, hasta que aparecieron mis amigas, y me llevaron a pasarla bien

-          Yo te veo ebria, eso no es pasarla bien- me acerque a ella. Tenía miedo que se cayera y se lastimara nuevamente.

-          Me encanta cuando te me acercas, tu olor me embriaga más que el tequila.

-          Hueles a un perfume que no es tuyo- mencione, olía diferente

-          Mis amigas son muy cariñosas-  trate de separarme, seguro se acostó con ellas

-          No te separes de mí, por favor- se aferró rodeando sus brazos en mi cintura

-          Has tomado, y ni siquiera has cumplido el mes- refunfuñe

-          No me recuerdes que falta poco para el mes. No quiere saberlo- susurró. ¿Qué le pasa?

Me separe un poco para ver su rostro, estaba lagrimeando.

-          Regina, qué pasa, ¿por qué lloras?- no entendía nada

-          Tú me pasas, no sé qué me hiciste, no sé qué voy a hacer cuando se cumpla el mes y ya no estés.

-          Ay Regina, tranquila, sabíamos que esto iba a pasar. Solo estaría por un mes, es lo que dura el tiempo libre que me dieron en el convento.

-          Y si vuelvo a romperme la pierna ¿te quedarías?- habló poniendo un pucherito de lo más tierno.

-          No seas loca, sabes que no puedes hacerlo. Yo, yo- se me hizo un nudo en la garganta

-          No digas nada, no quiero que pase, no puedo aceptarlo.

-          Cuando dejes de verme, volverá todo a la normalidad. Mira por lo que veo, hoy la has pasado bien.

-          Trate de pasarlo de lo mejor, pero cuando comenzaron a insinuarse, solo tenía a mi hermanita en la mente, no pude reaccionar, te das cuenta lo jodida que estoy por ti. Jamás en la vida he rechazado a una mujer, jamás en la vida me he enamorado. Y ahora rechazo a la primera y por qué, por estar enamorada de mi hermana. Puta vida, maldición.

-          No maldigas, tranquila. Estas confundida.

-          Maldigo porque no puedo hacer nada más, estuve confundida al comienzo claro que lo estuve, pero ahora no, ahora sé lo que me pasa. Estoy enamorada de ti Débora, estoy loca por ti, cada parte de ti me atrae; tu risa, tus ojos, tu cuerpo, cuando te hago mía y jadeas sin parar. Beberme tu manjar se ha vuelto en mi postre favorito- todo eso me decía mientras tenia pegada su frente con la mía. No quería llorar pero era inevitable, Regina se había abierto completamente conmigo.

-          Sabes que no puedo corresponder a tus sentimientos, yo tengo una vida.

-          MIERDA, eso no es una vida, es una prisión. Quédate conmigo, no me dejes- trato de arrodillarse, pero no se lo permití.

-          Por favor. Regina, estás tomada, mañana lo vas a olvidar.

-          No tome demasiado, se lo que digo, se lo que quiero.

-          Es imposible, recuerda mi madre esta con tu padre. Como crees que lo tomarían

-          Me vale una mierda lo que digan. Yo soy mayor de edad y no tenemos parentesco sanguíneo.

-          Soy mayor que tú, te falta por vivir.

-          Y me lo dice una casi monja que solo ha conocido un convento. Tengo más experiencia que tú por donde lo veas. Yo te puedo enseñar a vivir, a disfrutar. Solo dame una oportunidad.

Me di la vuelta, me pedía algo imposible. Preferí callar y dirigirme a mi habitación. Abrí la puerta pero no pude entrar, Regina me tomo de sorpresa y me estampo un beso.

-          No me respondas ahora, pero déjame tenerte, déjame grabar cada parte de tu cuerpo en mi mente, tatuarte con mis besos y caricias tu piel. Solo te pediré eso- hablo cuando se separó de mis labios. Asentí, nunca puedo negarme a ella.

Inicio un nuevo beso aunque esta vez fue sutil, poco a poco entramos a mi habitación. Rodee su cuello para profundizar, en todo este tiempo nuestros besos han mejorado, bueno yo he mejorado. Su lengua se dio paso a mi boca y la deje entrar, deje que jugara con la mía. Me apreté más a su cuerpo, quería sentirla por completo. Sus manos bajaron por mi costado, acariciando mis brazos para meterlas por dentro de mi blusa. Gruñó cuando sintió que no cargaba sujetador

-          Sabes que me vuelve loca, que no usas sostén.

-          Hmm- gemí, cuando inicio unos besos calientes en mi nuca, soplaba y su aire caliente me erizaba.   

Masajeo mis pechos, cada uno intentando cubrirlos con su mano, algo difícil por el tamaño de mis senos. Sus labios recorrieron mi garganta hasta llegar al canalillo de mis bubis. Como me calienta ¡Dios mío! Volví a caminar hasta que tope con el filo de la cama; me senté en ella, Regina comenzó a quitarse su top, Virgen María su cuerpo está marcado; jamás había admirado un cuerpo femenino no, antes de conocer a mi hermanastra.

Sus pechos no tan grandes como los míos, su abdomen plano, sus piernas torneadas, ella es hermosa completamente; sus ojos me hipnotizan, esos son los ojos que me hacen decirle si a todo, su mirada intimida como a la vez excita.

Estoy perdida, me he enamorado de Regina.

Aceptarlo, ha quitado un peso de mi cuerpo, es como una revelación que estaba ahí pero no quería verla.

Empezó a desabotonar su jean, pero la detuve. Me miro intrigada, y yo solo pude sonreír. La tome de la pretina para acercarla, baje su cierre y después baje su pantalón. Me acerque tímidamente iniciando pequeños besos por su vientre, mis manos se dirigieron a su trasero y los apreté, soltó un quejido por la sorpresa; incluí mi lengua en los besos que repartía uniformes, pequeñas lamidas que me encendían más y más. Puso sus manos en mis hombros para alejarme, pensé que lo había hecho mal. Hasta que habló.

-          Desnúdate, quiero verte como dios te trajo al mundo- por un momento me había asustado. Me levante,  baje el cierre de mi falda tomándola junto a mis bragas para quitármela. Lo mismo hice con mi blusa, quede desnuda solo para ella.

Volvió a acercarse, volviendo a besar mi cuello.

-          Mastúrbate, quiero ver cómo te metes los dedos en tu coñito- ronroneo

Una mordida en mi lóbulo, me hizo a hablar

-          Ok. - solo eso pude pronunciar  

Me senté en el filo de la cama nuevamente, ella se sentó en el suelo para ver de primer plano lo que haría.

Abrí mis labios vaginales con mis dedos, estaban escurridizos, con mi dedo medio empecé a rozar mi hendidura de arriba hacia abajo, con mi pulgar frote mi clítoris, ese contacto me hizo gemir fuerte, se hallaba sensible. De a poco comencé a hundir un dedo con la atenta mirada de Regina, que no perdía de vista mis movimientos, mientras se mordía los labios. Hundí otro más e inicie un vaivén, sentía que debía profundizar incluí uno más, cuando vi que no era suficiente con dos, mi otra mano maltrate mis pechos, los estrujaba con vehemencia mi cuerpo se prendía, mis caderas se mecían más y más. Moví mi pulgar en aquel botoncito inflamado, ese fue el detonante, para sentir como mis paredes se iniciaron a cerrar en mis dedos. Lance mi cabeza para atrás cuando sentí el temblor en mi cuerpo, me estaba viniendo. Grite cundo sentí la lengua invasora de mi hermanastra tomando lo que había dejado mi orgasmo.

-          Cada vez sabes mejor, querida. Tu sabor es único, el mejor manjar de todo el puto mundo- reí por su estupidez

-          Que tontita eres- hable

-          Tonta por ti, por tu cuerpo, por tu forma de ser; tan tímida, pero una hembra en la cama, caliente, una delicia- sus palabras volvían a ponerme caliente.

La tome de sus cabellos, para atraerla y besarla impetuosamente. Quería demostrarle que ella también me vuelve loca. La puse debajo de mí, para iniciar un reguero de besos desde su garganta, bajando por sus pechos; ahí me distraje succionando sus pezones, mis manos no se permanecieron quietas e iniciaron a masturbarla, sin pensarlo metí mi dedo en su vagina, se respingo por la sorpresa pero yo continúe, añadí un dedo más, mi pulgar no dejaba su clítoris en paz menos mi boca que seguía jugando con sus pequeñas montañas.

Ejercí más fuerza en la penetración, rodeo mi cintura con sus piernas, eso me ayudo a hundir mis falanges un poco más adentro, mi ritmo aumentaba al mismo tiempo que sus gemidos.

-          Oh si, acelera mi amor, estoy a punto de correrme

Mordí sus pezones, sus movimientos eran erráticos, ahonde con demasía hasta que mis dedos fueron atrapados y los sentí inundados por un líquido caliente, los moví suavemente, mientras su respiración se normalizaba. Bese su esternón quedamente, retire mis dedos y los lleve a mi boca, quería probar sus jugos, había algo en ellos que me gustaba.

-          Me encanta cuando te lames tus dedos bañados en mi esencia, te ves demasiado sexy -me robo un beso hundiendo su lengua

-          Hmm, mi néctar y tu boca son la mejor mezcla que existe

-          Debo admitir que me gusta probarte, sabes bien- confesé

-          Honor que me haces hermanita- me dio la vuelta- Pero ahora me toca a mí saborearte.

Se arrodillo hasta llegar a mi pubis, soplo en mi clítoris y oh dios mío volví a humedecerme. Dio una gran lamida en mi hendidura, se ayudó con sus manos para abrir mis labios y tener mejor espacio. Coloque mis manos detrás de mis rodillas, dejando totalmente expuesto mi sexo para ella.

-          Sabes, esta posición me encanta para agregar a un amigo- sabía a qué se refería. Fue de inmediato a traer a su “amigo”   aquel dildo negro que ahora me gusta cuando está dentro de mí. Se lo coloco apunto a mi hendidura y de una estocada me penetro, por la posición que tenía lo sentí como si atravesara mi útero.

-           Diosss, muévete Débora, muévete- supliqué

Así lo hizo, rodeo mis tobillos con sus manos para impulsarse, solo se escuchaba el resonar de mis glúteos con sus piernas, me estaba destrozando pero a mí me encantaba, siguió penetrándome hasta que grite, mi cuerpo se tensó por completo, volvía a tener otro orgasmo, pero eso no impidió que siguiera ahondando en mí, ya no lo hacía fuerte se trataba de círculos dentro de mí, que volvían a encenderme, sus dedos pellizcando mi botón.

-          Si sigues así me voy avenir otra vez

-          Eso es lo que quiero- jadeó

Apresuro sus arremetidas, solté mis piernas poniéndolas a cada lado de ella, se acostó sobre mí y bombeo con fuerza, mientras se robaba mi aliento con cada beso que me daba. Quise gritar pero se perdieron en su boca, sentí que esta vez era una oleada más grande que la anterior, temblé, por momentos creí que perdería el conocimiento. Saco aquel aparato y lo puso a un costado. Qué se sentirá penetrarla con el, me da vergüenza  mencionárselo.

-          ¿Estás bien?- pregunto

-          Mucho. Ha sido maravilloso- respondí, dando un beso en su frente

-          Es lo que tendrías todos los días si es necesario, si decides quedarte conmigo- evite su mirada.

-          No volvamos a lo mismo- refute

-          Perdón, es que no puedo evitar mencionarlo.

-          Olvida todo por esta madrugada, sigamos amándonos. Tu y yo, solamente, por favor… mi amor- lo había dicho.

Sus ojos se iluminaron cuando dije aquellas palabras y se abalanzó contra  mí. Hicimos el amor tantas veces que perdí la cuenta, nunca olvidaría a Regina y no quiero hacerlo.

El tiempo se acaba y mi amor aumenta, que contradicción.