...Intenté aguantar, jugar con el límite del placer, allá donde las contracciones parece que se van a convertir en una única, sola y definitiva, y en al menos dos ocasiones pude mantener el momento.
Pero él era esquivo, reticente a ello, y siempre a través de la webcam se camuflaba tras esa máscara entre tétrica, terrorífica y tremendamente sensual. Yo por el contrario no solo había abierto mi entrepierna, sino que le había brindado cada uno de mis gestos, mis ojos, mis labios, y esas facciones que se descomponían cuando las corrientes eléctricas que provoca un orgasmo recorrían mi cuerpo.
Un relato, un email... un pacto y juego aceptado frente al monitor, unicamente mi cuerpo cubierto con un antifaz, desnuda... Él tenía la palabra...
¿Quien es el amo y quién el esclavo, ella o él?
¿Qué ocurre cuando dos saben que son besados por los mismos labios?
Porque el florecer no siempre es sinónimo de felicidad. Desamor...
...solo podía mirar como los dos sexos masculinos se corvaban hacia arriba hasta besarse los glandes el uno con el otro. Sexo con sexo, calientes, venosos, inflados, primero se rozaban sutilmente y luego pasaban a frotarse en un éxtasis arrebatador.
Sus dientes se clavaron en mi cuello de la misma manera que los leones enganchan a las leones mientras están copulando, ese instinto animal que atrapa a dos cuerpos que van en una única dirección.
Esa tarde, salí mucho antes de trabajar y compré los prismáticos. Desde ese momento, cualquier persona tendría licencia para poderme catalogar de enfermo.
Escuchaba su voz, sus jadeos, las perversiones que salían de su boca. Se movía muy rápido, y a mi, me resbalaban las lágrimas por el rostro sin ni siquiera poder pestañear, totalmente inmóvil, deseando caer en un sueño profundo, pero aquella droga lo único que te dejaba era paralizada.
Natalia se acerca a Castilla, campos castellanos dueños de los mejores de recuerdos de su infancia y no deja de sorprenderla lo que el azar quiere mostrarle.
...Luego intentó descender por mi vientre, en ese instante mis pulsaciones se escuchaban mucho más fuertes que los cencerros de un rebaño de ovejas que estaban encerradas en un redil cercano, dudé entre frenarle o no, pero al sentir su dedo tembloroso en el comienzo de mis dos labios, me limité a bajar la vista y dejarme hacer...
Mi gran error, confundí el amor con la esclavitud, te quise hacer mio...
Como son las fantasias eróticas, siempre rozando lo que parece que no se debe hacer, hasta que un día se reune el valor suficiente y...
Caer en un sueño profundo y no ser capaz de recordar el aroma, sonido, sabor de la pasión...
Natalia no puede olvidar el trio, surgió de forma involuntaria, nunca pensó que podría ocurrir. Abandona el Norte para buscar los atardeceres gaditanos y encuentra algo más...
Se llama Natalia, tiene treinta y pocos años, trabaja en una tienda de alta costura, y acaba de romper con un noviazgo de más de una década... De golpe todo cambia, la inestabilidad emocional en la que está inmersa la llevará a lo largo de varios relatos a situaciones tremendamente confusas, excitantes... A conocer su otro "yo".
La noche, cómplice de los recuerdos, de los sueños... del placer y delirio de lo que un día fue.
Estoy preocupada, no puedo negarlo. TR está abosrbido por nuevas tendencias, y ¡yo creo ser víctima de ellas!
Ya lo sé, esto no son más que pequeños ejemplos de situaciones que pueden marcar a una persona. Nunca nadie le da importancia a los pequeños detalles, pero si, la tienen. Míreme a mi, no sé si se lo he dicho, pero ¡odio los sándwich!
Quería hacerlo, quería verte invadido por olas de placer, en esa noche en la que todo era confuso, el sueño y el cansancio llenaba nuestros cuerpos, pero aun el deseo quería más, desafiando casi a la naturaleza.
esas palabras desencajaron mi mirada, alcé la cabeza para mostrarte que deseaba irme, acabar, correrme, explotar, que lo necesitaba, suplicándote con mi rostro que no me hicieras sufrir más.
Ese embrujo, ese algo, quiza el sol, quiza el aroma a cafe, o simplemente ese mínimo instante ... ¡te haga despertar!
No paraba de hablar, de describirme los movimientos de mi cuerpo, la expresión de mi cara, mientras una de sus manos retiraba los mechones de pelo castaño de mi rostro para descubrirme entre sus rodillas como una auténtica depravada.
A veces es difícil mostrar el agradecimiento, ni siquiera se sabe como hacerlo. Está va para ti, un lector... Por el valor de "la palabra"