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El viaje de Natalia: Háblale mientras te...

en Hetero: Infidelidad

El Viaje de Natalia: Háblale mientras te...

Nada me ataba a ese lugar, por eso abandoné la villa rural , para acercarme a la capital. Después de buscar de nuevo un lugar donde alojarme, paseé por las calles de la ciudad. El centro, peatonal, estaba repleto de tiendas de ropa, como en la que yo trabajaba en Madrid. Allí veía a diferente tipo de chicas vestidas elegantemente, pendientes de la clientela que asomaba curiosa, pegando la naricilla al cristal.

Me acerqué a un bar, pedí un café y me senté en la mesa que estaba junto a la gran ventana.

Un cortado, por favor-

Ni siquiera levanté la mirada, con cara de ida me limité a pronunciar las escuetas palabras, sin apartar la mirada del ajetreo que se movía en el exterior.

No sé que me hizo aquel día volver a fumar, me levanté casi impulsada por una fuerza interior y me sorprendí introduciendo un par de monedas en una máquina expendedora de tabaco.

La primera calada me mareó ligeramente, pero instantes después me produjo un sosiego claro.

Abrí el papel que envolvía el terrón de azúcar, y en vez de soltarlo, me limité a sumergir ligeramente una de las esquinas del bloque, de golpe, el blanquecino edulcorante se teñía de marrón café, hasta verme obligada a dejar que se hundiera.

Prácticamente eso era lo que estaba haciendo con mi vida en las últimas semanas, abandonarla a la deriva...

Reían aquellas chiquillas vestidas de traje negro con camisa azul turquesa en la puerta del comercio mientras, a la vez que yo, fumaban un cigarro. Era tan fácil en ese momento volver la vista atrás...

De repente era yo la que estaba en la puerta, cuando aun fumaba, vestida con unos pantalones negros y una camisa roja escotada en mis minutos de descanso. La diferencia es que la calle no era peatonal, estaba en plena C/ Serrano, en Madrid. Aun no me habían ascendido, y entre mis compañeras se especulaba quien podría ser candidata para el puesto que acababa de quedar libre.

Nunca había sido tremendamente ambiciosa, no lo suficiente como para empeñar ninguno de mis valores por algo que deseara. Esa tarde, en cambio, Arturo, iba a venir para comunicarnos cual iba a ser la nueva situación, y yo deseaba que aquello me ocurriera a mi.

No sé las veces que llamé a Roberto, una intuición me decía que tenía grandes papeletas para tener el puesto, y esa subida de salario nos permitiría poder irnos a vivir juntos en un periodo de tiempo escaso. Así que le acosé con llamadas de nerviosismo durante casi todo el día.

A las 20.00 cuando estábamos cerrando apareció él, con ese aspecto de estar por encima del bien y del mal, impecable y aroma envolvente. Arturo siempre me había parecido alguien inaccesible, paseaba por la tienda con aire inquisidor.

Aquella tarde la reunión fue bastante corta, reunidas todas alrededor de uno de los expositores su comunicación fue directa:

Buenas tardes a todas, no quiero robaros demasiado tiempo, me imagino que a estas horas ya estáis cansadas y todavía tenéis que llegar a vuestras casas- miraba a todas en general sin detenerse ni un segundo en algún rostro-. Creo que sabéis para lo que he venido, pero antes de hablar de ese tema, quiero haceros saber que estamos bastante satisfechos de cómo esta funcionando esta tienda. En los últimos meses hemos incrementado el nivel de facturación de una forma notable, y nos consta que estáis haciendo bien el trabajo.

El silencio era absoluto mientras él hablaba. Entre nosotras siempre habíamos comentado que aquel hombre quizá por prepotente y lejano era un exponente notable del morbo.

Ahora, y sin retrasarme más, ya sabéis que Marga se ha ido de nuestra firma, y hemos decidido que lo mejor es promocionar a alguien que lleve un tiempo con nosotros para que tome su puesto en vez de recurrir a un fichaje externo. Hoy por hoy solo hay dos candidatas que creemos que cumplen con los requisitos necesarios para adquirir dicha responsabilidad, Natalia y Susana.

Recuerdo como al escuchar esas palabras mi expresión debió iluminarse con gran intensidad. Susi y yo nos miramos cómplices, y sonreímos con franqueza.

En principio hemos pensado en poneros un periodo de prueba de un mes para tomar una decisión entre una de las dos, aunque sinceramente creemos que cualquiera de las dos podríais ser perfectamente válidas. Podéis iros el resto de momento, y quedaros vosotras, si no os importa, para concretar más este tema, no serán más de diez minutos.

El resto de compañeras se fue murmurando acerca de la decisión, con mezcla de sentimientos entre envidia, alegría o simple indiferencia. Susana y yo, en cambio veíamos un horizonte abierto, y yo me moría por terminar esa reunión y llamar a mi novio para darle la noticia.

Cuando nos quedamos los tres a solas el rostro de Arturo se veía distinto, desde cerca las arrugas de la frente le daban un aire interesante, y su mirada, tremendamente brillante me resultó atractiva. Mientras sacaba los papeles de un pequeño portafolios, pude fijarme en sus manos, grandes, robustas, pero perfectamente cuidadas, le daban el aspecto de un hombre detallista, limpio y cuidadoso, pero a la vez fuerte y decidido. En el dedo anular llevaba una pequeña alianza dorada.

Mientras me entretuve en estos detalles no me había dado cuenta de lo que estaba haciendo Susi, exhibiendo su mejor sonrisa le hablaba con un tono, que pude observar el efecto que tuvo en el rostro masculino de nuestro superior.

En esas fechas tenía veintipocos años, apenas una cría que sentía que se le iba su oportunidad de las manos, y de golpe, apareció en mi esa sensación de orgullo herido cuando vi, como él reía las gracias sutiles de mi compañera, mientras yo me perdía en los pequeños detalles de su cuerpo.

Me quedé un rato en silencio pesando en como poder llamar su atención de una forma contundente pero sin ser grosera, mal educada o excesivamente atrevida, pero el tiempo iba en mi contra, o al menos eso creía yo, y mientras permanecía en silencio Susana iba comiéndose mi terreno.

En pocos minutos pasé a un segundo plano tan evidente que vi como perdía la partida antes de empezar a jugarla. Mi ingenuidad estaba siendo mi peor enemiga

Si me disculpáis un momento tengo que ir al baño- les dije

Arturo sin girar prácticamente la vista, me contestó con poca gana asegurándome que no debía preocuparme y que fuera tranquila. Algo que me sonó a que si me quedaba encerrada sería mucho mejor.

Ya no quedaba nadie en la parte trasera de la tienda, me metí dentro del baño y llamé a Roberto para intentar desahogarme y que me ayudara en tal situación, pero él no cogía el teléfono, y debí dejarle como cinco o seis llamadas perdidas.

A la vuelta, pude ver como la mano de Susana, esa chiquita delgadita de cuerpo infantil se posaba sobre el muslo de Arturo quien no parecía poner ningún tipo de reparo en una actitud tan cariñosa.

Con mi llegada se acabó el contacto, ella retiró la mano y él un poco preocupado buscó en mi rostro un gesto de complicidad que le diera a entender que no veía nada extraño en esa situación. Por el contrario, yo estaba seria, casi deseando abandonar todo de puro enfado.

Bueno Susana, pues tú y yo ya hemos hablado todo, me quedaré un rato ahora con Natalia para comentarle y dentro de un mes, si no hay nada que impida la elección, una de las dos seréis la nueva encargada de una de las tiendas más importantes del país.

Susana sonrió con esa carita de niña tonta...

De golpe me sentí nerviosa, mientras las piernas quebradizas de mi compañera se alejaban al vestuario. El aroma de aquella colonia me había llegado hasta el paladar, y un calor intenso se ocupó de mis mejillas...

Bueno Natalia, ¿qué, te gustaría ser la encargada?- me preguntó en un tono mucho más distendido- Mira que es un puesto complicado y de mucha responsabilidad, y más de un día al cierre de la tienda tendrás que echar algunas horas más, que generalmente no están remuneradas.

Claro que me gustaría- le dije tímidamente intentando mantener la mirada en sus ojos sin retirarla

Pero nunca había tenido con él un contacto directo, y sujetarla era complicado, sus ojos eran mucho más fuertes que los míos, me intimidaban, y con ellos sentía que quería decirme algo que yo no quería entender.

De todas maneras, es importante que vigiles la presencia, ahora eres bastante jovencita y tu feminidad tiene unas formas, que para trabajar en firmas como estás, tradicionalmente de tallas pequeñas, te puede ocasionar algún problema.

Ese comentario me sentó tremendamente discriminatorio y ofensivo, pero tan real como la vida misma. Era consciente en aquellas fechas que mi forma latina, si no mantenía un cuidado sobre la dieta me podría acarrear problemas para entrar en los ajustados uniformes de las firmas internacionales.

No pongas esa cara mujer, te lo digo para bien, estás perfecta, eres una chica muy bonita, si no ten por seguro que no te habríamos elegido como una de las candidatas. Pero eres exuberante Natalia, en comparación con Susana que guarda unas líneas mucho más rectas y compatibles con la firma del diseñador...

No me gustó nada el tono que tomó aquella conversación, empezaba a sentir que me iba adelantando, que aunque solo fuera por eso, Susana tenía más puntos que yo...

Perdone-le dije- pero es que yo no soy modelo...

Él río al ver mi reacción

Ni falta que te hace serlo, solamente era un comentario, que creo que, te guste o no, sabes que es real y no tonto. Eres muy buena dependienta, dulce, buen trato y con unas dotes comerciales estupendas para este producto Natalia. Además eres bonita, de las más bonitas que hay por aquí... solo te avisaba que andes con cuidado, con mi mejor voluntad- Me miraba a los ojos firmemente- tú cuerpo es de esos tremendamente deseables, lo que no quiere decir que en este sector no pueda ser problemático...

Me sentí tragada por sus ojos mientras me decía eso, de golpe, vi en aquella persona tan fría y lejana un calor que hacía meses que no sentía y corría por mis piernas.

Nos quedamos un rato en silencio.

¿Estás casada? ¿Pareja?

¿Qué tiene eso que ver?- le dije a la defensiva

Mucho, depende de ello que puedas afrontar este puesto con la entrega que tiene, necesito a alguien dispuesto a entregarse si hiciera falta, aunque tuviera que renunciar a otras cosas. Susana no tiene compromisos que la absorban su tiempo, eso a nivel empresarial nos favorece...

Tengo novio, pero no vivo con él...

Arturo apuntaba y me miraba con gesto de evaluación...

Interrumpió la entrevista el móvil, Roberto habría visto mis llamadas y contestaba ahora a mi reclamo. Arturo levantó la vista, y sin decir nada esperó a ver que consideraba yo más oportuno hacer en una ocasión similar. Colgué...

Bien Natalia... ¿por qué te debería dar a ti el puesto en vez de a ella?

La pregunta me dejo petrificada, ¿qué tipo de pregunta era aquella? Resoplé levantando mi aliento mi flequillo levemente y me tomé mi tiempo para contestar...

Roberto insistía en llamarme mientras tanto, y yo, continuaba colgándole

¿Tu novio?- preguntó refiriéndose a la llamada constante

Si...

Y tras decir eso volvió a apuntar con desaprobación...

Sentí que se me iba de las manos, que perdía la ocasión, lo vi en su gesto, y en los recuerdos de la manos de Susana sobre su muslo, mientras él sonreía...

Creo que soy mucho más complaciente que Susana, Arturo.

Nada más que terminé esa frase él levanto la cabeza en total silencio. Sentí como me temblaban las piernas, me arrepentía cada segundo de haber pronunciado una frase tan descocada y atrevida como aquella, ahora me estaría tomando por una " putilla barata" de poca monta...

Vi que iba a empezar a hablar y sentí miedo...

¿Cómo de complaciente?...

Y mientras me preguntó serio me tendió la mano para que me acercara a él. Seguí sus gestos y acabé pegada a él. Tan solo le llegaba por debajo de los hombros. Sus manos se acercaron a los botones de mi camisa y comenzaron, sin trabarse a desabrochar cada uno de los círculos de nácar que enganchaban los extremos de la blusa.

Estaba nerviosa, el teléfono sonaba, intenté alargar la mano a la mesita donde lo había dejado apoyado...

Déjalo que suene, ya se cansará, ¿ cómo se llama tu novio?

Roberto- contesté mirando al suelo

Dejó mis pechos envueltos en un sostén blanco transparente.

¿Ves? A esto me refería Natalia, estas tetas son mucho más exuberantes que las que ningún diseñador puede imaginar para sus diseños...

Mi respiración estaba agitada, sentía las mejillas a punto de prender fuego. Las manos de Arturo continuaban hasta la cinturilla del pantalón, allí también abrían la frontera de los botones, y los empujaba ligeramente hasta que resbalaron por mis muslos...

¿Con complaciente te referías a esto, Natalia?- me dijo alejándose unos segundos y dejándome de pie semidesnuda...

Yo no sabía que contestar, dudaba si realmente el pretendía continuar hacia delante o era una trampa para insultarme y acabar despidiéndome.

Desde luego que tu novio está nervioso ¿eh?, no para de llamar, claro se ha hecho un poco tarde, ¿verdad?, o ¿quizá intuye que vas a follar con otro?

Dentro de la extraña situación, aquella vez creo que fue la primera vez que sentí una excitación más salvaje, algo prohibido en el quicio de mi voluntad.

Volvió a acercarse a mi, en ese instante empujó la americana y la camisa por mis hombros hasta que cayeron al suelo, luego con decisión, desabrochó cada uno de los corchetes de mi sostén, y mis pechos, abundantes, salieron disparados a mostrarse presumidos. Toda mi piel se puso de gallina, los contrastes de temperatura en mi cuerpo eran notables, mientras mi cara y labios ardían, mis manos estaban heladas de puro nerviosismo, y olas de escalofríos ponían mis vellos de punta y erizaban mis pezones.

Me estás poniendo hecho un burro Natalia...- dijo con un tono que me desconcertó

Yo no me movía, permanecía quieta, apostada al lado de la mesa...

Dime, ¿cuándo follaste con Roberto?

Su pregunta me estremeció, lejos de querer alejarme la idea de que tenía novio, el pretendía hacerle participe de esa perversión.

Antesdeayer- le contesté...

Te miro ahí, con ese aspecto, y me pregunto como serás cuando follas, si gritaras, clavaras los dedos, hablaras, o simplemente te dejarás hacer...

Yo no decía nada, él seguía impecable con su traje, acariciando mi vulva por encima de la ropa interior.

Te estas mojando...- y mientras decía eso apretaba con un poco más de intensidad para notar como la humedad se adueñaba de la tela.

El cierre de la tienda aun no estaba echado, se alejó ligeramente y me dejó allí, con los pantalones en las rodilla, los pechos desafiantes y el tanga dibujando perfectamente los detalles de mi vulva, mientras él, salía del rincón donde estábamos metidos para cerrar la puerta.

Hacía minutos que ya no sonaba el teléfono...

Volvió rápido, yo seguía allí de pie, observándolo. Se desabrochó el cinturón, el botón, y luego bajo su cremallera. Sus manos buscaron sin mucho esfuerzo su sexo.

Vi lo diferente que era del de Roberto, esa persona a la que llevaba unida toda mi vida, su forma de sujetarse aquel miembro hinchado y venoso pedía a gritos que me acercara y lo introdujera en mi boca.

El teléfono volvió a sonar...

Miré a la mesa, luego a Arturo y, él hizo una negativa con la cabeza. No había practicado sexo oral más que con mi novio, y de golpe me sentí tremendamente atraída por poder llenarme la boca con él.

Me puse en cuclillas. Sentí el calor posado sobre mis labios, un calor casi furioso que parecía querer quemarme un 666 sobre la piel rosada. Sus manos bajaron a mi pelo y comenzó a guiarme en los movimientos, mi boca mientras tanto intentaba jugar con él. Murmuraba entre dientes cosas que no podía llegar a entender, alguna palabra más obscena que otra, pero principalmente un rosario de conceptos más propios de un ser que delira...

Sigue, sigue- es lo único que se entendía más nítidamente.

Aquel sabor era diferente, y me era imposible no dejar de acordarme de Roberto, hacia años que estaba haciendo el amor, y creo que jamás en mi vida por aquellas fechas había follado casi con las ganas de sentir que dentro de mi también estaba ese otro yo.

Se retiró bruscamente, dejando un hilillo de humedad que aun unía esas ganas con las que había envuelto su sexo.

Vamos a follar ya, Natalia...

Lo dijo mientras me daba la vuelta y me empujaba contra la mesita en la que estaba apoyado el teléfono. Sin sutilezas, tiró del elástico de mi ropa interior y lo bajo únicamente el espacio que le era necesario para poderse hacer hueco dentro de mi, de manera que quedó a la mitad de mis muslos.

Mis pechos estaban apretados contra el frío cristal, y los testículos de aquel hombre tan perfumado hacían percusión contra mis nalgas... Jadeaba roncamente. A ratos volcaba su torso sobre mi espalda mientras me penetraba por detrás y clavaba su aliento en mi nuca con palabras de agradecimiento a todos los dioses creadores de los placeres terrenales.

El móvil volvió a sonar, la mano de Arturo apretaba mi cabeza sobre el cristal y yo veía la pantalla encenderse y apagarse con el nombre de Roberto. Sabía que estaría preocupado, pero simultáneamente las paredes de mi sexo se aferraban al desconocido.

Cógelo de una vez, ya- dijo él con la fatiga en los labios y una voz transformada

Y entre jadeos yo negaba su orden, queriendo quebrarme en mil espasmos de placer

Cógelo Natalia, descuelga el teléfono y háblale mientras te follo...

Me pareció tan perverso, tan tremendamente cruel, no podía hablar con Roberto mientras aquel hombre llegaba la fondo de mis entrañas de una forma brutal. Embistió con todas sus fuerzas a la vez que decía

¡Descuelga de una vez...!

Guiada no sé porque instinto cogí el teléfono, un hilo de voz escapaba entre mis labios, e intentaba con una de las manos tapar ligeramente el micrófono para que no se colaran los jadeos locos de mi amante.

¿Natalia se puede saber donde estas? Me tienes preocupado, cariño...

En... la... tienda....- pronunciaba estas palabras bajito, Arturo agarraba mi cabello obligándome a echar la cabeza atrás para enrollar su lengua alrededor de mi cuello mientras no paraba de moverse.

¿Estas bien, Nati?- me preguntó Roberto con voz de extrañeza

Dile lo que te está gustando que te folle Natalia- Esa era la voz de Arturo en mi oído, pronunciando cada una de sus palabras, acompañadas de una embestida...

Si... si cariño- era horrible hablar con él mientras sentía como aquella boca, que no era suya, sino extraña, me arrancaba una pasión desbocada que no era capaz de frenar

Suenas fatigada- me dijo-¿te voy a buscar? Dime que ha pasado...

Estoy... con... unas cajas de mercancía- le dije con cierta dificultad, intentando contener las oleadas de placer de ese cuerpo apasionado que buscaba que, por mis labios, se escurriera el orgasmo mientras hablaba con la persona a la que más he amado en mi vida.- luego te cuento, ya cojo un taxi, cielo...

No... Natalia, dile con quien estás, que estás clavada en una polla que te está haciendo temblar las piernas... díselo, dile que ahora no lo cambiarias... haz que te escuche... jadear...- Arturo era perverso, a mi izquierda con su tridente incitaba a mi cerebro hasta el límite de emborrachar mi conciencia...

No, no, mira veo que ahora no puedes hablar, pero me voy a la tienda y te espero fuera, en el coche, es peligroso a estas horas que salgas sola mi niña...- Roberto, no parecía entender nada de lo que realmente estaba ocurriendo, y lejos de querer entretenerme intentaba facilitarme las cosas más de lo que él podía imaginar.

Su voz dulce partía mi alma, mientras los jadeos animales estallaban en mi oído y mi placer. La voz de Arturo susurraba en mi oído...

¿No le vas a decir que estás follando, Natalia?- esa voz perversa que se sienta a tu izquierda con un tridente y un par de cuernos me hablaba...

Vale cariño- dije a Roberto mientras escuchaba a Arturo- ahora tengo que dejarte.

No, dile, háblale al menos lo que no me hablas mi, lo veo en tus ojos, estás encendida, háblale a él, dile lo que deseas comerle la polla, como me lo has hecho a mi... – Arturo estaba casi en un punto sin retorno...

Colgué en seco, casi sin ser consciente que vendría a buscarme a la puerta.

Buena chica Natalia- habló Arturo cuando colgué y dejé caer el teléfono al suelo- has sido buena chica...

Sus dientes se clavaron en mi cuello de la misma manera que los leones enganchan a las leones mientras están copulando, ese instinto animal que atrapa a dos cuerpos que van en una única dirección.

Desde ese momento el silencio invadió el ambiente, nos centramos en enganchar nuestros sexos, el suyo hinchándose hasta que el mío no le quiso dejar escapar, contraídos, en la soledad y nocturnidad de aquel día, rodeados de prendas de alta costura gritamos un orgasmo no simultáneo, pero casi.

El silencio precedió los minutos posteriores, cuando su miembro se escapaba de mi jaula, y el sudor rezumaba por los poros de la piel. Me ayudó a recoger mi ropa.

¿Cómo vas a casa?- me preguntó escuetamente

Estará Roberto esperando en la puerta- contesté mirando al suelo

Entonces nada, ve con él- me dijo sonriendo- no te preocupes ya cierro yo, pero pasa antes por el baño.

Me sentía fatal, había sido brutalmente turbador, excitante, placentero, pero realmente mi corazón estaba hecho un nudo, no quería salir ahí fuera, mirar sus ojos, y ese beso de encuentro, en el que nuestras lenguas se anudaban para acariciarse llenas de cariño, y pasión costumbrista.

Tras la ventanilla movía su mano y guiñaba su ojo derecho. En su rostro no había locura ni perversión, mas bien una dulzura de amor, de preocupación... Me había peinado, enjabonado con esas pastillas pequeñas de jabón y perfumado hasta la saciedad...

Aquel día aprendí a mentir, él charlaba distendido, apoyando su mano en mi muslo y yo le sonreía sintiéndome la peor persona del mundo, mientras encontraba entre mis dientes un pequeño pelo corto y oscuro que se había quedado preso en mi boca...

Hasta aquel día solo era una dependienta, como las que desde aquel bar podía observar riendo inocentemente, mientras me tomaba un café. Después acabé siendo la encargada de la tienda

No comenzamos nuestra madurez con buen pie y todo esto llevo al desenlace que probablemente ambos nos merecíamos. Aquel día fue uno como otro cualquiera para volver a empezar a fumar...

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