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El viaje de Natalia (2)

en Lésbicos

Un encuentro inesperado

Dos días después de todo ocurrido en ese pequeño hotel rural estaba en la Costa de la Luz tirada sobre una toalla. Los primeros rayos de sol de la temporada acariciaban la piel de los pocos privilegiados que estábamos allí para recibirlos.

Apenas unas cuantas personas con más de sesenta y cinco años paseaban por la orilla, ellas con sus bañadores oscuros enrolladas en pareos floreados, y ellos con unos pantalones cortos y camisa desabrochada.

Era agradable poder disfrutar de esa paz mientras el ochenta por cierto de la población continuaba con su ritmo normal de trabajo.

Después de mis excursiones por el norte, y ahora ya calmada, había decidido tomarme un par de días de descanso total. Me encontraba mejor, la ruptura de una relación tan duradera no se supera en cuatro días, pero al menos ahora no me ponía a llorar a la mínima de cambio.

Roberto y yo nos conocimos en la adolescencia, era imposible que fuera donde fuera no hubiera algo que me recordara a él, y es que en este tipo de situaciones el ser humano tiende a tener memoria selectiva; cuando has perdido algo parece que solo vienen a tus recuerdos imágenes de felicidad y romanticismo.

El mar estaba tranquilo, y al fondo se veía una barca de pedales, no pude dejar de recordar la primera vez que los dos cogimos una, en su afán de demostrar su masculinidad dijo que él sólo podía llevarme hasta el infinito a pedales, y entre bromas acabamos perdidos en el centro del mar, enredando nuestras lenguas y jugando nuestras hormonas, no tendríamos en aquellas fechas más de dieciocho años... Enganchados bajo el agua mientras una lancha de la cruz roja aparecía por el fondo en nuestra búsqueda.

Ahora él ya no formaba parte de mi vida, de hecho creo que fue el punto de inflexión para que tomara un rumbo nuevo. Aquella tarde sentada en la orilla del mar, me planteaba lo que sería montar algún tipo de negocio en la costa, cambiar de aires, relaciones, alejarme de todo aquello que me recordaba a él, ese amor que fui dejando agotar con el paso del tiempo.

La brisa era fresca, la piel reaccionaba con pequeños escalofríos. Me puse en pie, me enfundé en unos pantalones cortos que me había comprado la tarde anterior y recogí una pequeña toalla que dejé reposar alrededor del cuello para emprender un paseo por la orilla.

Me quedé absorta viendo como mis pies se quedaban dibujados en la húmeda arena con cada paso, y en segundos la marea borraba su rastro. Ójala todo fuera tan fácil de borrar...

La pensión en la que me alojaba era bastante coqueta, la habitación incluía el baño y tenía un pequeño balcón con vistas a las calles céntricas de la localidad. Asomarse a él implicaba divisar un montón de fachadas blancas separadas por calles estrechas y tortuosas, salpicadas con multitud de vivos colores que colgaban de las ventanas. Geranios, que parecían pintados por un artista impresionista, llenaban de alegría y armonía el pequeño pueblecito. No sabía cuanto tiempo me quedaría, quizá más d elo que al principio pude llegar a pensar.

La noche en la que llegué fue la primera que conseguí descansar plenamente, unas sabanas con tacto delicado y aroma primaveral envolvían el colchón, y la almohada parecía acunar mi rostro cansado de estar triste. El silencio de aquel lugar me arrastró a sueños dulces que nada tenían que ver con mis problemas.

El paseo por la playa se alargó, el atardecer en las costas del sur es impresionante, se forma un escenario que parece irreal. A esas horas, algunos pescadores van a la orilla y lanzan sus redes en busca de atunes, la arena blanca tapiza el suelo, y el mar y el cielo se difuminan de manera que la línea del horizonte se hace casi imperceptible... Los naranjas, rosas, azules, forman un "todo" que deleita los sentidos.

De la playa a la pensión no habría mas de doscientos metros que se recorrían a través de una calle llena de puestos ambulantes de productos artesanales. Pensé que hacía tiempo que no me compraba nada. Aquella tarde no llevaba el monedero, en el bolsillo del pantalón no estaban más que la llave de la habitación y mi carnet de identidad. Aun así, me entretuve un rato probándome pulseras, colgantes, anillos. Cuero, plástico, metales... Me detuve más tiempo que en el resto en uno de los puestecillos que regentaba una mujer de mediana edad con el pelo a varios colores. Trataba el vidrio de manera que al fundirlo creaba formas irregulares con las que diseñaba los complementos. Mientras los sujetaba y me los probaba frente al espejo el aroma a incienso que salía de uno de los quemadores hacía ese momento tremendamente apacible.

Llevaba dos días sin hablar prácticamente con nadie, encerrada en mi propio mundo, del que solo había salido aquella noche en la que acabé liada con dos desconocidos sin ser capaz de reconocerme a mi misma. Horas, en las que lo único que hacía era huir...

Que originales son....- le dije a la propietaria para intentar halagar su buen gusto...

Gracias- contestó levantando la cabeza

Al ver sus ojos me pareció reconocer a alguien, una expresión tremendamente familiar se escondía en esa mirada, que casi fue fugaz, pues en seguida la retiró de la mía para continuar con su tarea...

Me quedé pensando, dando vueltas una y otra vez a esa cara. Su tez morena, pelo oscuro y ojos claros rasgados ligeramente y con un pequeño defecto de estrabismo en el izquierdo, formaban parte de algún recuerdo que no era capaz de rescatar.

Perdona que te vuelva a molestar- dije- ¿no tendrás unos pendientes a juego para este colgante de aquí?

Ella levantó la vista y me dio la oportunidad de volverla a observar con mayor detenimiento. Al ponerse de pie pude contemplar su silueta, no creo que midiera más de 1,60, vestía como si su edad fuera inferior a la que mostraban las arrugas de su cara curtida. Una camiseta de tirantes bastante suelta marcaba con naturalidad dos pechos no muy grandes que se alojaban alli libremente lejos de sostenes u otro tipo de elementos que pudieran atarlos. En su cadera un pantalón amplio con muchos bolsillos, que se sujetaban en el comienzo de la pelvis dejando entrever un vientre tremendamente plano.

Mira, estos pendientes no son exactamente iguales pero podrían irle bien a ese colgante- me comentó

¿Tú no eres de aquí, verdad?- le pregunté sin muchos rodeos y con un tono que podía resultar algo atrevido e impertinente.

La mujer lejos de extrañarse por mi pregunta me contestó con total naturalidad.

No, la verdad que no, pero por lo que veo tú tampoco lo eres...

Al pronunciar esas palabras esbozó una sutil sonrisa que pareció despertar mi memoria al instante...

Jajajajajjajajajajaja, ¡no puedo creerlo!- Empecé a reír con ganas

¿Qué?- me dijo ella seria, quizá pensando que mis risotadas eran debidas a una tomadura de pelo por mi parte

¡Mi niñaaaaaaa, Alicia!! ¿Pero qué haces tú aquí? No puedo creerlo...

Espera... – dijo ella con cara de gran sorpresa- ¿cómo sabes mi nombre?-

No jodas, que no me conoces Ali, pues yo no me olvido de ti, y menos aun de cuando nos encerrabas a tu hermana y a mi en el cuarto de las herramientas de jardinería en El Escorial, mientras tus padres te obligaban a hacer de canguro y tú quedabas con tus novietes.... ¡cómo para olvidarme!

¿Natalia?

La misma, ¿pero tú qué haces aquí? ¿No habías ido a estudiar a Londres no sé qué cosas... y te habías quedado allí en una muy buena empresa?

La vida da vueltas Nati... muchas vueltas, pero anda, ven aquí que te de un besazo, que alegría verte. Por cierto, ¿tú eras una pitufina, me puedes decir que hiciste para crecer tanto?

Ay Alicia, que tú tenías quince años, y yo ocho, solamente era eso...

Reímos un rato recordando pequeños detalles de nuestra infancia. Alicia era la hermana mayor de mi mejor amiga de veraneo. Mis padres tenían una casa en la sierra madrileña, allí pasaba semanas correteando con la bici, en la piscina, y conocí a Estrella y Alicia. Hacia años que no las veía, su padre murió por una enfermedad cardiaca y no volvieron a aparecer después de que la mayor se fuera a Londres. Pero esa mirada, no podía llegarla a olvidar...

Oye, ¿Por qué no quedamos esta noche para tomar algo?- le propuse

¿Vives aquí?- Me preguntó- Nunca antes habíamos coincidido.

No, solo estoy de forma temporal, digamos que de vacaciones...

¿Marido, hijos?

Nada de nada Ali, ¿y tú?

Yo tengo pareja y un chaval de catorce años, el niño está estudiando fuera y mi chico tiene una tienda de surf, en el Puerto de Santa Maria con unos cuantos colegas...

¿Quedamos entonces esta noche?- le insistí

Venga, vale, ¿qué tal te va a las diez? ¿Aquí mismo....?

De acuerdo... Que alegría Alicia, en serio, que alegria....- Era cierto, no sabía porqué pero ese encuentro me había emocionado realmente

Me miró de arriba abajo con una sonrisa y me hizo un guiño de ojo cómplice...

Camino a la pensión la noche ya había caído, una sonrisa iluminaba mi cara y me hacía recordar todas esas pequeñas anécdotas infantiles. Cuánto llegué a odiarla cada vez que nos encerraba en ese cuartucho y ella se acurrucaba en el sofá con los chico más populares del pueblo, y todos esos pensamientos casi me obligaban a reír en voz alta.

 

A las diez estuve puntual al lado del puesto, ella vestía con la misma ropa que en la tarde.

La noche transcurrió de terraza en terraza hablando de nuestras vidas, de los cambios bruscos ue de golpe se presentan y te obligan a reorientar todos tus proyectos. Su vida no había sido fácil. Yo le hablé de mi situación, y poco a poco nos fuimos sincerando... Me preguntó acerca de cuantos días llevaba de viaje, y sentí la necesidad de contarle lo que me había pasado días atrás. Era algo que pensé que nunca confesaría a nadie, pero tras hacerlo me sentí aliviada...

Serían las dos de la mañana cuando me dijo que me iba a llevar au sitio tranquilo, que me ayudaría a dormir de forma especialmente placentera. La seguí...

Cuanto más caminábamos más nítido se escuchaba el sonido del mar romper en la playa, nos sentamos en la arena, y ella sacó de uno de sus multiples bolsillos papel y un poco de hierba. Con soltura sus dedos lo liaban .

Hace años, Alicia, que no fumo- le dije sonriendo

Esta es muy buena Nati, te gustará, si quieres claro...

Me quedé en silencio recordando la primera vez que en mi vida le había dado una calada a un porro, no creo que tuviera más de quince años y lo único que sentí fue una tremenda somnolencia ¡que gran decepción!. Luego vinieron otras tantas veces, hasta un consumo habitual cuando estuve en la Universidad, pero hacia años que no probaba de nuevo uno.

La primera calada me llegó hasta el corazón, sentí que se me compungía, no pude con el sabor dejar de recordar cuando Roberto y yo nos los hacíamos dentro del coche en un descampado a las afueras de la ciudad, con las ventanillas bajadas y la radio puesta. Nos lo íbamos pasando el uno al otro y nos sentíamos los reyes del mundo. Recordé el placer de hacerlo desnuda en el asiento trasero de aquel Seat 127, intercalando caricias, placeres y caladas a plena luz del día...

¿Está buena o no?- Interrumpió mis pensamientos Alicia

No le contesté, me limité de nuevo a aspirar con ganas, como si eso me produjera una calma adictiva.

Desde allí las estrellas parecían pequeñas luciérnagas colgadas del cielo.

Nati, todo pasa, esto solo es un cambio, un cambio en tu vida... Dejaras de sentirte así, hazme caso mujer...

Escuchar esas palabras dulces al lado de mi hombro me derrumbó, y caí en un llanto de desahogo mas que de tristeza.

Yo creo que necesitas hacer cosas diferentes, si, recuerda como me has contado que te sentiste aquella noche en el Hotelito del Norte, sacaste de ti la mujer apasionada que siente, que se lanza, sonreíste... ¿por qué dices que esa no eres tú, Natalia? ¿Y si sí lo eres? ¿Qué pasaría? Ayuda a tu mente y tu corazón a ser felices....

Ali, no fumes más... por favor.... – le dije riendo

¿Qué no fume más? Vamos a hacerlo las dos- y mientras decía eso sacaba de nuevo de su bolsillo la hierba y el papel e iba liando un nuevo porro...

Nos dio la risa, después de esa conversación nos dio por caricaturizar lo que sería mi vida bohemia, llevar todo hasta la exageración, bromear acerca de ese trío fantasma vivido días atrás, sobre un posible cambio de vida... reír y reír.

Hace un poco de frío Ali, deberíamos irnos...

¿Frío? A estas horas lo que esta cálido es el mar ... no te atreves...

Por favor Alicia, que eres una madre de familia

Lo sabía, no te atreves...

Me recuerdas a cuando tenías quince años de verdad- le dije riendo según veía como se quitaba la ropa y asomaban sus pechos desnudos bajo la misma.

Yo me voy a dar un baño, y tú te vienes conmigo

Tiró de mi mano para ponerme en pie, yo no podía parar de reír.

Venga quítate la ropa, ¿te has bañado alguna vez desnuda en el mar?

Ali que hace mucho que no fumo y llevo dos o tres ya, no creo que sea bueno que me meta en el agua

No digas tonterías, que parece que tienes 50 años, quítate esto....- y tiraba de mi camiseta hacia arriba hasta mostrar mi sujetador

Joder Ali que frío! Déjame..

Y ella continuaba dejando caer sus pantalones, y quitándose un tanga de hilo a gran velocidad hasta quedar totalmente desnuda.

La luz del día empezaba a colorear la costa, sus manos instían de nuevo en quitarme la ropa

Me vas a romper esto, y es la poca ropa que he traído imbecil- le gritaba

No seas boba, vamos a bañarnos

Y muerta de la risa me dejé quitar cada una de mis prendas. Ella metió los pulgares por el elástico de mi tanga y lo fue arrastrando hasta los tobillos. Me sentí algo intimidada, pero también me agradó la sensación....

Venga mosquita muerta corre hasta el agua- dijo ella gritando mientras se alejaba con sus pequeños pechos en movimientos y las redondeces de sus nalgas moviéndose con el trote.

ME pareció divertido y en segundos imité su actuación. El contraste con el agua me hizo estremecer, tenía frío, y el agua al principio aun me pareció que tenía una temperatura menor, aunque en segundos resultó deliciosa.

Fue ella quien empezó a jugar en el agua, que si te hundo, que ahora me hundes a mi. Me sentía incomoda ante la situación de rozar sus pechos ante el mínimo movimiento, pero a ella no parecía preocuparle.

El juego paró un instante, ella se quedó en silencio y yo también...

¿Estas mejor Nati? ¿Entiendes ahora lo que te quería decir? Debes emprender tu vida, la tuya, ya no vuestra, hacer tus cosas, crear tus propios recuerdos...- Y mientras lo decía extendía una de sus manos a mi pecho para acariciarlo suavemente...

Me alejé...

Alicia, perdóname, creo que te equivocas conmigo, a mi no me gustan las mujeres...

¿Lo sabes? ¿Cómo lo sabes?... -Me dijo ella mientras se acercaba suavemente otra vez a mi y volvía a tocar mis tetas...

No me excita Ali, me gustan los hombres

A mi también Natalia, los hombres, y un día mi chico me demostró que también las mujeres...

Ya Ali pero a mi no...

No lo sabes Natalia, pruébalo y dímelo... será una experiencia que no se te planteara así de fácil y sincera en otra ocasión...

Me voy fuera – le dije mientras me salía del agua algo enfadada pensando que toda esa noche no había sido más que una treta.

Ella salió detrás de mi hablándome...

Escucha Natalia, pruébalo, sé que te puedo hacer rozar un placer especial, solo pruébalo, si no te gusta nunca más lo harás, si te gusta no tienes más que repetir cuando gustes cariño...

Alicia, no quiero probarlo, directamente no quiero...

Déjame intentarlo Nati y mientras lo decía con un sonido dulce y suplicante enrollaba su mano por mi cintura y adhería su pubis a mis nalgas- ahora puedes probar lo que quieras mi niña, no debes explicaciones a nadie, sabes que te tratare bien, con dulzura, que buscaré más allá porque al igual que tú sé dónde hay qué buscar, y tú podrás acariciar y tocar, y besar lo que aun nunca has hecho- su mano se iba escurriendo por mi vientre y acercándose a mi pubis..

Tampoco pensabas que te gustaría estar con dos desconocidos y lo gozaste de veras...

Estaba borracha- lo dije casi enfurruñada pero ya sin moverme

No, Natalia, no es excusa el estar borracha, lo sabes tú y lo sé yo – sus palabras se interrumpieron cuando sus labios se agarraron como una ventosa a mi cuello, la mano que segundos antes estaba en mi vientre se abrió camino por el comienzo de mi pubis, sentí su dedo separar mis dos labios y acercarse a mi clítoris. Una sensación tremendamente desconcertante.

La playa aun seguí vacía, el amanecer incipiente empezaba a colorear de forma tenue el paisaje.

Abre un poquito más las piernas – me susurró con los labios casi adheridos al lóbulo de mi oreja.

Alicia por favor, no me hagas est...- y antes de que acabara la frase ella con la otra mano tapaba con suavidad mi boca

Hazme caso, te gustará, si es que no te está gustando ya...

Y mientras terminaba de pronunciar esas palabras su dedo índice se abría paso de una forma algo brusca en el interior de mi sexo, mientras flexionaba las rodillas para poder penetrarme profundamente. Di un respingo, mi vientre se contrajo al sentir el movimiento de la yema de, primero uno de sus dedos, luego de dos, acariciando mis paredes con pequeñas presiones que me enloquecían.

 

Seguía de espaldas a ella, algo de pudor y falsa moral me impedía tenerla frente a mi, estaba de espaldas al mar y mi vista solo me permitía ver una arena fina blanquecia que terminaba al borde de una pequeña carretera por donde se empezaba a ver algun que otro vehículo.

Me encanta tu coño suave, Nati... me gustan asi...

Lo decía agachada entre mis piernas, observando como entraba y salía sus extremidades de mi...

Lo tienes cerrado, tan suave, tan bonito...

Sus palabras me revolvieron, la voz femenina, el tono, me devolvieron a la realidad,, un cosquilleo intenso me recorrió al escuchar eso dicho con una naturalidad y un poder de seducción que nunca imaginé que pudiera incitarme de esa manera.

Dejó de tocarme, de buscar entre mis piernas todos esos puntos que me arrancaban descargas, espasmos, jadeos y una continua humedad rezumando de mi piel, para ponerse frente a mi.

Bésame Natalia...

Eso no iba a salirme natural, era imposible, pero me sentí atrapada. No sabía como escapar de esos instantes. Alicia no era una desconocida para mi no podía, como hice en el hotel, volver a huir. Sentí los barrotes aprisionándome...

Bésame Natalia

Estábamos las dos frente a frente, mi sexo palpitaba en la más absoluta soledad después de las atenciones recibidas segundos atrás. Sentí la tentación de acercar mi mano a uno de sus pezones de color marrón oscuro que andaba provocándome, pero no me atreví...

Natalia.... – y su cabeza hizo un gesto casi suplicándome que lo hiciera de inmediato.

Fui lenta, frente a ella, muy pegada, nuestros pechos se rozaban, me gustó la sensación de sus pezones casi besándose con los mío. Acerqué mi boca y la abrí ligeramente. Estaba salada, sus labios albergaban restos del baño que había sido interrumpido por la proposición de Alicia, ella en seguida colocó su lengua lasciva dentro de mi boca, y a partir de ahí todo se aceleró. Mi sexo volvió rítmico a palpitar...

Nos dejamos caer en la arena...

Nati, hazlo...

Realmente no sabía a que se refería, pero tampoco me atrevía a decirle un "qué", se supone que ella andaba leyéndome el pensamiento, pero no quise imaginar que se refería a lo mismo que yo andaba pensando...

Llevé mi boca a su pecho, ella estaba bocarriba y yo sobre ella. Su rodilla flexionada entre mis dos piernas, y mi boca succionaba y jugaba con suavidad con cada uno de sus pequeños pechos...

Natalia, hazlo, eso que estas pensando, me gusta mucho cariño...

El corazón pensé que se me iba a salir de la caja torácica al oirla, estaba tremendamente excitada, de hecho comencé con un movimiento de frotación sobre el muslo de mi amiga. Fui reptando por su cuerpo, pegándome mucho a ella, descendiendo de sus pechos a su vientre hasta posar mis labios entre sus piernas. Jadee intensamente al llegar allí. Mi respiración la hizo estremecerse. Asomé la lengua sin saber muy bien como enfrentarme a esa tarea, pero solo tuve que dejarme llevar. Ella movía su cuerpo acompañando mi lengua. El sabor salado y la arena fueron compañeros del momento.

ME gustó, me cuesta aun reconocer que esa experiencia me encantó, sentí como mi lengua se escurría buscando por su interior todos los jadeos que pudieran arrancar, juguetear con su clítoris inflamado me resultó delicioso y tremendamente excitante...

Alicia jadeaba, ya no hablaba, aquella mujer se movía totalmente entregada al placer, lejos de estar con un hombre o una mujer, lejos de estar en una cama o en una playa, se centraba solo en esos instantes mientras su cuerpo desnudo era acariciado por la brisa marina de un amanecer que empezaba a ser ya demasiado claro...

Mi boca parecía estar hecha a la medida de su sexo, ella cn sus manos a veces apretaba sus pechos, y yo intermitentemente levantaba la vista para observarla morir de placer...

La piel viscosa empezó a contraerse rápido y escapó un grave gruñido de su garganta. Dejé mi lengua quieta sobre su clítoris sintiendo como este enloquecía con cada una de las descargas del orgasmo del que era protagonista....

El interior de mis muslos estaba lleno de arena, la humedad que desprendía había hecho que la arena se adhiriera a ellos y ahora tenía la piel algo arañada. Las manos de Alicia buscaban mi pelo..

Me ha encantado niña...- levanté la cabeza para mirarla algo ruborizada, ella me esperaba con una mirada cómplice y una gran sonrisa

Túmbate bocarriba- me dijo

La obedecí

Mírate lo bonita que estas Natalia, abre las piernas...

El sol comenzaba a molestarme a los ojos, no dormir y encontrare de nuevo con el sol no suele ser una experiencia muy agradable....

Se sentó a mi lado con las piernas cruzadas, frente a mi su sexo semi abierto y empapado aun brillaba cordial... Puso uno de sus dedos sobre mi sexo y comenzó a hacer suaves círculos....

Mírame y goza...

Y así fue, un placer mucho más calmado, pero para mi totalmente trasgresor. Aquella mujer iba cada vez apoyando más dedos sobre mi coño, hasta tener cuatro de ellos frotándolo con total normalidad. Ver su cuerpo desnudo, escuchar el mar, la vida volver a la normalidad con la llegada de un nuevo día, lejos de intimidarme me hacían desear que ese instante no acabara nunca...

Córrete Natalia, yo haré que te corras por primera vez con una mujer...

Sus palabras fueron pronunciadas en el instante en que comenzaban las primeras contracciones en mi cuerpo, fue tremendamente intensa la sensación, se arqueó ligeramente mi espalda, se cerraron por instantes mis ojos. Unos jadeos más profundos, el deseo de que su mano no separara jamás de mi entrepierna... Todas esas sensaciones en apenas segundos...

Se dejó caer sobre mi para regalarme un casto beso sobre los labios. Yo estaba algo preocupada, como siempre con la incertidumbre de cómo comportarme tras esta situación, pero ella se encargó de darle un toque mucho mas distendido...

Qué renacuaja- así me llamaba cuando éramos chicas- tenía razón o no? Te ha gustado?

Las dos reímos, nos abrazamos y besamos nuestra mejilla.

Tengo que abrir el puesto en aproximadamente una hora Natalia

Qué hora es?

Las nueve menos cuarto, ¿qué vas a hacer hoy?

De momento dormir

Reímos las dos.

Mira déjame el teléfono y te doy un toque si una noche de estas se acerca Cachi, podemos salir a tomar algo con unos amigos si te apetece

¿Cachi?

Mi chico Nati, mi chico...

No dejaba de desconcertarme la vida de Alicia, era extraña, distinta, ¿quedar con su chico? ¿ acaso le iba a contar algo de los sucedido? ¿ Quizá esperaba que los tres...?

Oye Ali, a mi no me metas en rollos raritos, no estarás pensando en que tu chico, tú y yo...

Chsssss--- eh, eh!!! Eso solo con desconocidas, así que estate tranquilita que con amigas no comparto yo a mi bombón... No quieras ahora tú convertir tu vida en una orgía constante. Mira la mosquita muerta, mil años con el novio de toda la vida y ahora en cuatro días quiere probarlo todo- y tras decir eso me hizo un guiño divertido- venga te llamo, vale? Y salimos una noche de estas y te presento a unos amigos....

Vale!, hablamos bruja!- y me di media vuelta camino hacia mi hotel

Oyeeeee- escuché que me gritaba- ¿Ha estado bien eh?- Y fue ella la que se giró y cogió un camino diferente.

Tenía pensado dejar Cádiz al día siguiente, pero camino al hotel pensé que sería buena idea preguntar en la recepción si habría alguna posibilidad para ampliar mi estancia unas cuantas noches...

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