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El viaje de Natalia: Un equipaje para siempre

en No Consentido

El Viaje de Natalia: Un equipaje para siempre

Cuando desperté no tenía muy claro donde estaba. Apenas me cubría una sábana arrugada alrededor de la cintura vistiendo mis caderas de forma irregular, mi espalda y piernas lucían desnudas sobre una cama extraña. Me dolía un poco la cabeza, esa pesadez que parece volver de acero las cejas hasta hacerte casi insoportable sujetar tu propia cabeza. El paladar áspero, como si la noche anterior hubiera buceado en un barril de whisky.

Me sobresaltó sentir una mano acariciándome los hombros, intenté girarme de forma brusca pero unas manos en mi cabeza me lo impidieron...

¿Desde cuando te gusta mandar?- me dijo...

No reconocí la voz, solo sentí un poco de miedo, e intenté recordar rápido qué hacía yo ahí y quien era ese hombre que estaba tumbado a mi lado. No contesté a su pegunta...

Empezó a llenar mi espalda de besos pequeñitos, mientras me hablaba con un tono ronco, de voz recién despertada tras pocas horas de descanso.

Yo estaba quieta, una de sus manos me agarraba de la nuca, y con la otra iba recorriendo cada pliegue de mi piel. No podía verle la cara, con la vista algo nublada empezaba a reconocer algunos elementos que me rodeaban, el papel pintado de las paredes era el del hotel al que había llegado un par de noches atrás, pero no era mi habitación en la que estaba, la mía tenía la ventana a la izquierda de la cama, en cambio, ésta estaba a la derecha...

Ummmm... ¿Te han dicho alguna vez lo preciosa que es tu espalda?- Hablaba como hipnotizado

Yo seguía sin contestar, mi máxima preocupación antes de abrir la boca era recordar, recordar... Pero mi mente estaba en blanco, como si el " ayer" nunca hubiera existido

Sus labios dieron paso a la lengua, una lengua que dibujaba en mi piel con detenimiento cualquier tipo de paisaje.

Ayer no estabas tan callada, ¿ni si quiera me vas a dar los buenos días?

Intenté de nuevo girarme para ver su rostro, quizá esa imagen diera un empujón a mi memoria perezosa, pero apretó con más fuerza mi cabeza contra la almohada, y fue lentamente deslizando la sabana por mis glúteos hasta dejarlos totalmente desnudos.

Estate quietecita y no levantes la cabeza, ¿vale?- Y mientras decía eso relajaba la presión que estaba ejerciendo sobre mi pelo e iba descendiendo hasta posar su rostro entre mis dos nalgas... – Mmmmm... hueles bien...

No era capaz de refrescar ningún recuerdo que hubiera ocurrido en mis últimas horas, bajando ligeramente la mirada vi como por el suelo estaba mi ropa interior, e la izquierda mi sostén, y como un jirón, roto por un lado, mi tanga negro. Me asustó ver mi ropa así de destrozada.

No me apetecía seguir jugando, y aprovechando su delirio entre mis dos nalgas mientras asomaba la punta de su lengua, me giré rápido para ver su rostro...

Qué haces?- me dijo como un niño enfadado- ¿por qué lo estropeas todo?

La cabeza me daba mil vueltas, quedé sentada sobre la cama con mis pechos desnudos frente a él. Era un hombre mayor, su estómago redondo caía ligeramente por encima de su pubis, debajo, asomaba un miembro abultado, inflamado y muy oscuro envuelto en un vello púbico muy negro.

¿Quién eres tú, joder?- le dije asustada buscando la sabana para cubrirme

¿Cómo que quien soy yo?, pero ¿tú que eres una psicópata o qué?... Coño, hemos estado follando toda la puta noche... supongo que estas de broma...

¿Qué me has hecho? ¿Me has emborrachado? ¿me has dogado?, Dios, como me duele la cabeza, nunca follaría contigo, y menos aun, nunca he olvidado un polvo en mi vida...

Mira, no sé de que vas, pero será mejor que te vayas de la habitación, porque te juro que...

¿Qué? Pero ¿cuántos años tienes tú? Si podría ser tu ...

Anda calla la boquita y vete, no me hagas enfadar...

Me puse de pie con una gran ira mientras no paraba de insultarle entre dientes, intentando recoger lo que quedaba de mi ropa por el suelo...

¿Esto me lo has hecho tú salvaje? Mira como has dejado mi ropa...

Pero... esto es una broma ¿no?...- repetía él con cara de incredulidad mirando como me movía inquieta de un lado para otro sin parar, mientras permanecía

sentado en el borde de la cama completamente desnudo.

¿Lo has hecho tú o no, cabrón?. Y mientras le decía eso le enseñaba mi tanga rasgado, y la blusa sin botones...

 

Pero si fuiste tú, me pediste que te rompiera la ropa...

Joder, joder, que no me gustan los tíos mayores, ni que me rompan la ropa, ni nada de esto...Tiene que ser un sueño, de esos raros que tengo desde que me fui de Madrid. Pero si Copito de Nieve tenía un aspecto más juvenil que tú..., es imposible que yo este aquí por propia voluntad, ¡imposible!- no sé como me quedaban ganas de ironizar

 

Oye, oye, princesita, me estás empezando a hinchar los cojones, o coges tu ropa y te largas de aquí, o si te quedas cierras la boquita y hacemos cosas mejores...

Diossssss, te juro que cuando me acuerde, cuando me acuerde, te denunció por violación pervertido...-

Mira tú estás mal de la cabeza, chiquita, o me estás tomando el pelo. Ya decía yo que no se podía ser tan bonita, follar tan bien y que luego al amanecer fueras un dulce de mujer, algo tenía que fallar... ¿Mal despertar?

Su forma de decirlo no era chulesca, de hecho hubo un momento en el que me resultó divertido, pero lejos de mostrar una mueca amistosa, tiré mi tanga en su papelera y me puse mis vaqueros directamente.

Se puso en pie, pude ver su piel algo descolgada, algo que parecía ser totalmente antiestético durante unos instantes me resultó llamativo, su rostro, su mirada,...

Se acerco a mi...

Mira, supongo que me estás tomando el pelo Natalia, y que lo quieres es jugar.. no puedo creer que no te acuerdes de nada bebita...- y mientras decía eso me iba acorralando contra la pared sin apartar sus ojos de los míos...

 

La cabeza, la cabeza daba pinchazos en mis sienes como si el mismísimo demonio estuviera aullando mi nombre.

Me va a explotar la cabeza- dije cuando ya no tenia más espacio para echarme hacia atrás...

Él llevo sus manos a los laterales de la mía y comenzó a masajear mis sienes, su cuerpo desnudo a parte de rechoncho dejaba ver, que probablemente unos veinte años atrás habría sido un hombre alto y fornido. Sus dedos eran mágicos, presionaban con maestría, mientras aproximaba su torso a mis pechos desnudos aun...

¿Mejor así?- Me decía para luego alargar su lengua hasta el borde de mi boca...

Luego sus manos se deslizaron con suavidad hasta mis pechos, los envolvieron con ganas sin quitarme la mirada de encima...

Su sexo se estaba hinchando, lentamente iba pasando de un estado de reposo a otro amenazante, y lo que en principio ocultaba una tripa prominente ahora sobresalía mostrando su fuerte personalidad. Su miembro era largo y grueso, en él también se podía percibir la edad, tenía algo que lo hacía diferente, al principio colgaba con más ganas, en cambio luego desafiaba con verdadera autoridad.

No puedo creer que no recuerdes nada Natalia- me dijo muy susurrante pegado al lóbulo de mi oreja mientras me sujetaba contra la pared

No, n...- me tapó la boca con rapidez

No digas nada, shsssssss- su mano apretaba con decisión pero sin demasiada intensidad mi pezón. Yo te lo recordaré... te lo recordaré mientras me premias con tu boca, como ayer, entre mis piernas...

Me gustó la forma de pedírmelo, de nuevo suavizó la presión que hacía sobre mi cuerpo para guiarme hacia su sexo...

Arrodíllate- me suplicó con la voz ronca...

Me gustaba su forma de guiarme, y me sentía especialmente excitada al lado de un hombre del que no recordaba nada, pero que sentía entre mis muslos como junto con la excitación resbalaba una gota de su esperma de horas antes. Era mayor, me hacía sentir inexperta, pero a la vez elegantemente guiada. Su mano sobre mi cabeza me mostraba el camino.

De rodillas quedé justo a la altura de su sexo, tenía un aroma dulzón que me recordaba al mío propio. Todo era confuso, y mientras mi boca parecía ser víctima de un tipo de extraña resaca, mi lengua empezaba a buscar su glande enrojecido. Saqué la lengua, lentamente la acerqué, un par de círculos alrededor y mis manos quisieron avanzar para sujetarlo desde la base...

No Natalia, las manos atrás cariño- no lo dudaba, era escuchar su deseo, y mis dos manos como si estuvieran sujetas por una cuerda transparente se adherían a mis riñones.- Así, así...

Mi boca la envolvió, sentí mis carrillos hincharse, mi lengua buscaba terminaciones nerviosas a lo largo de todo su sexo, y él, con cada una de mis húmedas caricias que le propinaba casi esclavizada, jadeaba.

Ahora puedo recordarte todo lo que pasó, pero no debes parar...- escucharle decir eso con el tono masculino y desgarrado de alguien que se deshace en placer y sexualidad me embriagó- Follamos, Natalia, tres veces acabamos sumidos en un orgasmo, no sé si tu alguna más... Como una perra, me pediste, querías más, más...

No entendía nada de lo que me estaba diciendo, pero el tono de su voz era tan atrayente, y su sexo tan duro me reclamaba la atención que sentí como mi corazón enloquecía.

Sigue diciéndome- me aparté un momento de su polla para pedirle que no parara de contarme todo aquello, y de nuevo abrí la boca para intentar llegar tan al fondo como mi fisonomía me lo pudiera permitir...

Nada más entrar en la habitación ya me dolían los huevos, me pusiste como loco abajo, con tus miradas, con tus susurros, y al abrir la puerta... ahhhh... si, ¿cómo no puedes acordarte? Bajé tu pantalón te empujé sobre la cama y follamos como locos, como dos desconocidos viciosos...

Lo decía como si en ese momento lo estuviera viviendo, sus palabras refrescaban levemente mi memoria...

Para... para, ya, no sigas y mantén las manos en la espalda- su mano bajó a mi cabeza para frenarme. En el borde de los labios pude sentir el liquido que antecede al orgasmo masculino, pero él parecía tener la suficiente experiencia como para frenar en el borde de la explosión. Relamí ante él...

Se puso detrás de mí de rodillas, sus movimientos eran bastante ágiles para la edad que aparentaba, y sentí su sexo empapado colocándose entre mis dos nalgas. Luego, de golpe dos de sus dedos penetraron mi sexo bruscamente, y comenzaron un movimiento rápido sin propinar ninguna caricia al resto de mi vulva...

Estabas como ahora Natalia, igual, ardiente... Pero en vez de callada, no parabas de pedir, de jadear, de gritar..- el movimiento de sus dedos masajeaba todo el interior de mi sexo, y me provocaba fuertes corrientes de placer que no llegaban a estallar- Su voz se estrellaba contra mi nuca, y su sexo no se relajaba.- Así, que tuve que volver a metertela bien dentro...

En ese instante, noté como flexionó ligeramente las rodillas, y puso la punta de su polla en la entrada de mi sexo hasta penetrarme de un solo golpe, un jadeo grave escapó de entre mis labios con cada embestida

Así, princesa, así te follé, pero tú en vez de aturdida, querías más, no como ahora que intentas reconstruir lo ocurrido. Querías más, estrangulabas mi polla con ese coñito joven que parecía nunca haber engullido la experiencia... No eres una niña cariño, pero yo puedo hacerte sentir así...

La mezcla de su voz, de sus movimientos, la posición, todo me erotizaba de tal manera, que lejos de preocuparme por como se iba pintando mi noche anterior, lejos de mis recuerdos, me proporcionaba una lujuria que sin buscar, ni saber como se había dado, invadía cada poro de mi piel.

Te gusta así, ¿verdad? Shsssssssss, no contestes... – Su cadera empujaba con fuerza, mientras se agarraba a mis dos brazos unidos en mi espalda por la cuerda transparente hecha por su voluntad- Luego me pediste que te follara el culo, si, creo que así lo dijiste...

De golpe sacó su sexo de mi interior, yo fui a girarme, y me dijo que me quedara quietecita. Allí permanecí, en el suelo de aquel cuarto de rodillas. La luz entraba por la ventana, mi ritmo cardiaco iba descendiendo y mi cabeza, muy pesada, intentaba recordar e identificar a la mujer que estaba de rodillas en ese cuarto, que no podía ser yo...

No, Natalia, no pienses en nada, sigue mirando hacia la ventana, el sol ya está alto, ¿verdad? ¿Por donde iba? Me pediste que te follara el culo, supongo que no te escandaliza que te hable así, mírate como estás... Ayer lo hiciste, y estábamos locos, intenté con cuidado satisfacerte, pero te dolía, aunque no creo que tanto como a mi los huevos de verte a cuatro con las piernas abiertas y ese esfínter tan cerrado. Te dolía pero gritabas querer que te lo hiciera, lo gritabas con tu cara, aunque no lo hiciera tu voz...

Su tono me ponía nerviosa...

-Ahora tienes tu sexo inflamado, palpitante, y sé que también lo quieres... Ayer no te entendí bien todo lo que te gustó, pero sentí como mi polla estaba hecha para él, princesa, te voy a follar hasta casi partirte...

No me gustó el cambio de su tono, era algo extraño... se sentó enfrente mío y comenzó a masturbarse...- Mírame cariño, me dijo- En ese momento todo volvió a la normalidad, su voz y su gesto, así como su aspecto maduro me dieron la calma suficiente, y el morbo necesario para, de nuevo ciegamente, entregarme a sus ocurrencias.

La forma de masturbarse me hipnotizaba...

Quiero que tu también lo hagas- deja una mano en tu espalda y con la otra mastúrbate frente a mi...

Al menos estuvimos tres minutos en silencio, sus ojos a ratos se desenfocaban, y yo contenía mis ganas de correrme, porque, por alguna extraña razón, sabía que no debía hacerlo. Movía mis dedos, y observaba su rostro, el silencio de la habitación convertía en más perversa la escena, los dos rítmicos, bebiendo de los gestos del otro y movimientos del otro, de los jadeos, el aroma... el placer...

Sube a la cama, ha llegado el momento...

Su forma casi de ordenarlo me dejo expectante... Al ponerme en pie tenía las rodillas entumecidas, sobre el colchón al menos la sensación no era tan dolorosa. Me puse a cuatro y él se colocó en el borde de la cama.

Abre las piernas Natalia, muéstrame lo hinchado que ha quedado después de tanta estimulación, así, así... que lo vea bien, abierto, perfecto...

Yo obedecía, encorvaba la espalda hacia dentro para que mis caderas quedaran aun más respingonas. La sensación de estar expuesta me excitaba. La cabeza de su sexo se abrió paso dentro del mío, pero no me penetró, solo se limitó a apoyar su glande en la entrada y juguetear a dilatarme y excitarme todo lo posible...

Quería pedirle que no dejara eso allí, mis caderas me gritaban que diera un empujón contra su sexo para sentir como me penetraba profundamente. Pero él continuaba haciendo círculos en la entrada, estimulando la cabeza de su sexo con las paredes palpitantes del mio, mientras introducía uno de sus dedos en mi esfínter anal.

De golpe me vi allí, sin memoria, sin una situación que antecediera a ese encuentro sexual, en una habitación de un alojamiento de un pueblo de ovejas y misas que en mi infancia me vio jugar y crecer. No sabía siquiera que hacía con él, ni quien era, pero de nuevo, mi cuerpo traicionero quería hacer callar a mi mente, el placer hacía que no pudiera escuchar nada más...

El segundo dedo se fue haciendo hueco dentro de mi, sentí como escupía ligeramente para intentar lubricar la zona, igual que sacaba su sexo y lo restregaba por los alrededores de mi esfínter para facilitar la penetración...

Ayer por la noche lo tuve que hacer, tú gritaste, pero tuviste una explosión de sensaciones cuando mi mano te froto el coño mientras te follaba Natalia...

Al escucharle decir eso creí que me desvanecía, lo decía de una forma tan soez y ronca mientras cuatro dedos intentaban abrirse paso para ser sustituidos rápidamente por su sexo...

Escupe aquí- puso su mano en mi boca

¿Pero que dices?- le dije

Él ya estaba fuera de si, solamente tenía un objetivo...

Hazlo, será mejor también para ti- ya casi dejándome llevar por la situación obedecí y giré la cabeza para ver que hacía.

Vi como extendía la humedad por su sexo, y luego escupía dentro de mi esfínter ya dilatado.

Iré despacio, aguanta y así no te tendré que dormir como ayer...

Al escuchar sus palabras sentí que me revolvía, ¿"dormir como ayer"?. Al girar mi vista vi en su mirada un brillo gélido, una expresión distante, un halo de violencia que me hizo sentir pánico. Intenté empujarle, quitármelo de encima pero él ya hacía fuerza, y mi resistencia lo único que consiguió fue incrementar el dolor.

Venga Natalia, si te gusta tanto como a mi...- grité que me dolía, y él tapo mi cabeza con la almohada...

Durante esos segundos todas las imágenes pasaban rápido, mi viaje, mi destino. Me arrepentía tanto de ser tan tonta, tan blanda, tan superficial. ¿ Cómo había llegado a eso? Solo quería volver a mi mundo de sueños e ilusiones. Y mientras eso ocurría sentía unos gruñidos en mi espalda, y un dolor intenso que creí que iba a perder el conocimiento.

No puedo respirar- murmuré bajo la tela de la almohada entre sollozos

No quiero hacerte daño pequeña... – dijo levantando la tela. Bajo sus brazos al ras del suelo mientras sacaba la lengua y me lamía la cara, y de debajo de la cama sacó un cuchillo de cocina...

Estate quietecita... Shssssss...- El filo del cuchillo paseaba por mi espalada hasta colocarlo entre mis dos nalgas....- Ahora te vas a poner de pie- metió dentro de mi boca el tanga que yo había tirado dentro de la papelera, sentí como me daba alguna arcada y me llevó hasta una silla donde descansaba un maletín medio abierto.

Estaba paralizada, abrió la maleta, en el interior unos pequeños botes transparentes y unas cuantas jeringuillas. El sexo de aquel loco seguía erecto, tanto que parecía rabioso. Intenté gritar, pero el filo amenazaba mi cuello... No servía de nada, desnuda al lado de la pared, observaba como aquel hombre preparaba una pequeña inyección. Dio dos golpecitos a la jeringuilla y me empujó hasta el borde de la cama...

Y pensar que no te acuerdas que ayer te conté que yo había sido médico, cariño, que no te acuerdas de este maletín, no me escuchas... solo te gusta que te folle...

Antes de que pudiera gritar, la aguja entraba en mi piel a la altura del cuello, sentí un dolor intenso, pero a los segundos no era dueña de mi cuerpo... Él se ocupó de que la caída fuera sobre la cama y bocabajo.

Natalia, ahora no te dolerá, pero podrás compartir conmigo el momento, y esta vez si que de todo, tarde o temprano, te acordarás...

Sentí su cuerpo sobre mi, pero nada más, apenas un dolor al inicio que se acabó convirtiendo en una sensación constante, se agitaba rápido, mis ojos estaban completamente abiertos, intentaba cerrarlos, pero no podía, me embestía, apoyaba sus dedos en mis labios. Escuchaba su voz, sus jadeos, las perversiones que salían de su boca. Se movía muy rápido, y a mi, me resbalaban las lágrimas por el rostro sin ni siquiera poder pestañear, totalmente inmóvil, deseando caer en un sueño profundo, pero aquella droga lo único que te dejaba era paralizada.

Podía sentir como todo mi cuerpo se agitaba con sus movimientos, como si fuera de trapo, su aliento era muy caliente, y su risa, a ratos desagradable. Luego cayó sobre mi.

Al despertar al día siguiente no recordaba nada, mi cabeza pesaba, un dolor insoportable que me hacía hasta sentir nauseas. Estaba desnuda, sola, algunas gotas de sangre en la sábana, y una cinta de video bajo la almohada de aquel cuarto extraño, la cinta que guardaba lo que mi memoria no podía todavía recordar...

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