—Veo que alguien se despertó muy humedad —pronuncié, sin dejar de acariciar su centro.
—¿Crees que debamos ser silenciosas? —preguntó, con sus mejillas rojas.
—¿Qué tienes en mente? —dije, al coincidir con sus ojos.
—Tu eres la que luce preciosa cariño —susurró en mi oreja.
—Por cierto, quiero darte un obsequio por tu cumpleaños, sé que ya paso hace un par de meses, pero me gustaría que lo conservaras —le pase un pequeño envoltorio.
—Quiero que está noche, uses el mismo enterizo de color gris metalizado, ese que usaste cuando me ibas a invitar a salir —susurró en mí oreja.
—¿No se extralimitaron?—dijo, con cierta preocupación.
—¿Tú eres la novia de Jane? —preguntó.
—¿Cómo se atrevió a mentirte de ese modo? —expuso muy enojada.
—Lo que te voy a contar, sucedió en mi época universitaria, cuando apenas tenía diecinueve años—expuse—En aquel entonces, tenía una novia con la que había planeado varias cosas a futuro —confesé.
—Lo sé, ¿Podemos hablar? —cruce mis dedos mentalmente, necesitaba hablar con ella y aclararle mi actitud de aquella noche.
—Ven Split, conoceremos el lado oscuro de mi madre —cogió a nuestro cachorro para colocarlo en sus piernas. Tal como si les fuese a contar una historia divertida.
—Tengo una explicación para eso—dije—Realmente necesito hablar contigo —repetí, estaba al borde del colapso.
—No hagas preguntas —me dio un beso que no me esperaba, un beso que me llenó de preguntas
—¿Tienes algo que hacer luego de que cierres la tienda? —me preguntó.
—¿Y cuando se dieron el primer beso? —mi madre preguntó de manera curiosa.
Su voz, me estaba volviendo loca, era tan suave y dulce al mismo tiempo, que algo dentro de mí, deseaba que solo cantará para mí y nadie más.
—¿Quieres bailar? —pregunté con una voz temblorosa que me fue difícil de controlar.
—Disculpa mi intromisión, pero, ¿Por qué tienes ese color de ojos? —note cierta curiosidad en su pregunta.
—¡Hola! Es bueno verte otra vez —Alondra me sonrío, al mismo tiempo que me extendió su mano a modo de saludo.
—¿Lista para ver a tus padres? —me dijo.
—Tuve miedo —dijo con un hilo de voz.
—¿Esa canción es para alguien especial?—escuché a mi espalda. Al ver aquella chica de cabello balayage gris oscuro, supe de quien se trataba.