miprimita.com

Mi segundo amor 24

en Lésbicos

Capítulo 24-En tus brazos

 

Jane

—¿Crees que debamos irnos? —me preguntó.

—Sería lo mejor, no deseo que alguien nos vea en esta situación —besé su nariz.

Por un instante, me perdí en su mirada, se veía tan hermosa luego de haber hecho el amor, que mis dedos se pasearon por sus cabellos, como si quisiera calmar la leve sonrojes que tenía en sus mejillas. Me acerque para darle un beso tierno, quería expresarle todo lo que sentía, lo que tal vez no podía expresar con palabras, pero que Alondra sabía que existía.

—Me vuelves loca —me confesó, al darme un beso en el cuello.

—Y tú no imaginas el efecto que tienen tus besos en mi cuerpo  —dije entre jadeos.

—Puedo darme una idea —sus dedos viajaron por mi muslo para acariciar mi centro.

—Mmm—gemí—Si continúas provocándome de esa manera, no podré contenerme —confesé.

—Tengo demasiadas ganas de ti —susurró en mis labios.

—¡Vámonos! —exclamé, al mismo tiempo que me incorpore para colocarme el vestido.

—Muero por llegar a tu hogar y hacerte mía —se mordió el labio inferior, mientras se vestía.

Nos acomodamos con cuidado sobre los asientos, encendí el auto junto con el limpia para brisas para obtener mayor visibilidad en la carretera, me coloque el cinturón de seguridad y emprendí camino. Alondra colocó su mano sobre mi muslo, como dándome a entender que pronto estaríamos entre las sabanas, amándonos hasta que nuestros cuerpos no dieran más.

Conduje despacio por el asfalto húmedo, mientras pequeñas gotas caían sobre el vidrio del parabrisas, no quería que mis neumáticos se deslizaran inadecuadamente y termináramos varadas en algún lugar de la carretera. Pasamos algunos semáforos con mucho cuidado, para evitar que un loco al volante hiciera de las suyas y en un par de minutos, habíamos llegado a nuestro destino.

Al bajar del vehículo, nuestras miradas se cruzaron como indicándonos que no hacían faltan las palabras para expresar lo que deseábamos. Entrelacé nuestras manos para subir las escaleras despacio, no quería hacer ruido y despertar a mis dos personas favoritas que dormían plácidamente en la primera planta.

Aunque la residencia tenía sus dos entradas independientes, corríamos el riesgo que alguien pudiera escucharnos y arruinar el momento. Una vez que cruzamos la puerta, sentí como Alondra me aprisionó contra su cuerpo, robándome un beso que me dejo sin aliento. Su lengua hacia cosas increíbles dentro de mí boca, incrementando mi deseo de sentirla, de poseerla y hacer que dijera mi nombre mientras se corría.

El camino a mi habitación, estuvo rodeados de besos, caricias y pequeñas mordidas que aumentaban el deseo sexual de ambas. Un deseo que no se había calmado ante nuestro primer encuentro, sino más bien, había sido el preámbulo de lo que nos esperaba durante la noche.

Los besos de Alondra eran una mezcla de amor y lujuria que no había sentido antes, pero que avivaban mi deseo por ella. Estuvimos intercambiando algunos besos por unos segundos, hasta que me aleje de sus labios y me perdí en su mirada. Una mirada que no dejaba nada a la imaginación, estaba fuera de sí, con un deseo que ni ella misma podría creer.

—Te quiero —pronuncié.

Alondra se quedó sorprendida ante mi confesión, sé que había pasado mucho tiempo desde que ella me expresó lo que sentía por mí, pero sólo hasta ahora había tomado valor para decírselo. Sus ojos tenían un brillo que trasmitía felicidad y su corazón latía fuertemente, ante esa palabra que añoraba escuchar. Atrapó mis labios en un beso apasionado, mientras que sus manos se aferraron a mis costados, como expresándome que deseaba quedarse entre mis brazos para siempre.

—También te quiero  —dijo, al separarse de mis labios.

—Lamento no haberlo dicho antes yo —se me congeló la voz.

—No te preocupes—acarició mi mejilla—Aunque no me lo expresaras, podía sentirlo con cada beso o caricia que me dabas —me dio un beso.

Mis ojos se perdieron en los suyos, como si supiera lo que estaba sintiendo su corazón e hice el mayor de mis esfuerzos para no cargarla entre mis brazos y llevarla a la cama. Le regale una sonrisa tímida, mientras que mi mano se paseó por su cuello y descendió hasta su abdomen.

Me deje envolver por el calor de su cuerpo, por la dulzura de sus besos, por sus pezones que rozaban los míos delicadamente sobre aquel vestido. Mi corazón latía con fuerza y mis piernas temblaron al sentir como las manos de Alondra se aferraron a mis glúteos. En ese instante, supe que no había marcha atrás, esa noche daría mi entrega total a esa mujer de ojos color violeta.

Aquel beso que comenzó de una manera inocente, se fue tornando más sediento, deseoso y ansioso, mostrándome que Alondra era la que iba a tomar la iniciativa. Con un movimiento ágil, me dio la vuelta para repartir besos sobre mi cuello, hombros y parte de mi espalda, mientras sus manos estaban sobre mi abdomen, atrayéndome más a su cuerpo.

Las caricias se volvieron más profundas y atrevidas, generando en mí, una sensación indescriptible y embriagadora. Una sensación que se intensificó, al sentir los dedos de Alondra sobre mis muslos, delineando su contorno para ir retirando aquella prenda. Me sumergí tanto en sus caricias, que no percibí el momento en que mi vestido se encontraba sobre el suelo.

—Me encantan tus curvas  —me confesó, mientras me daba la vuelta.

—Los beneficios de hacer ejercicios  —dije, con una sonrisa.

Coloqué mis manos sobre sus hombros para deslizar los tirantes del vestido y mientras este caía por efecto de la gravedad, me permitió admirar su figura. Una figura que podría volver loca a cualquiera, tome su mano e hice que diera una vuelta para mí, quería explorar a detalle su cuerpo, algo que no pude hacer en mi auto por la poca luz que teníamos.

Verla totalmente desnuda, me hizo recordar esa noche que se cambió frente a mí, había sido jodidamente frustrante tenerla a mi lado toda una noche y no poder hacer absolutamente nada ya que Francy dormía a nuestro lado. Ahora que la había hecho mía, deseaba probar más, sentirla más, escuchar sus gemidos y sentir sus manos aferrarse a mis costados para contener su placer.

Mis ojos se detuvieron en un lateral de la parte baja de su espalda, donde había un pequeño tatuaje de un ave fénix que lucía muy atractivo en su piel. Aquel animal mitológico, le daba cierto aire de majestuosidad y asombro infinito, pero lo que llamó más mi atención, fueron sus colores brillantes que lo hacían ver espectacular y creativo, reflejando el carácter de Alondra.

Esa mujer que me fue enamorando con sus detalles tiernos, con su manera de cantarme al oído, pero sobre todo, amaba esa personalidad que tenía Alondra de no darse por vencida a pesar de las dificultades que le ponía la vida. Es como si esa ave mitológica, reflejaba la vulnerabilidad por la que había pasado hace mucho tiempo y su capacidad de haberla convertido en una fuerza. Una fuerza que la llevo a cumplir todas tus metas.

—¿Cuándo decidiste hacerte ese tatuaje? —pregunté, al delinear su contorno.

—Cuando tuve a mi hija—su mirada coincidió con la mía—Pero no fue hasta que Abigail tuvo seis meses que decidí tatuarme para continuar con  mi vida de una manera renovada y distinta, pero sin dejar de ser yo misma —me explicó.

—Algún día, me gustaría hacerme un tatuaje contigo —acaricié su mejilla.

—¿Y por qué conmigo? —inquirió.

—Porque si no te hubieses aparecido en mi vida, seguramente seguiría en la misma monotonía que me consumió por años —respondí, sin dejar de mirarla.

Alondra se acercó con cierta curiosidad, como intentando comprender la alocada petición que le había realizado. Quizás la idea de tatuarme, no estaba dentro de mis planes a futuro, pero no podía negar que el ave fénix, me inspiró a realizar algo innovador. Algo que proyectará el cambio que había sufrido mi vida desde que conocí a Alondra.

—Ven —cogió mi mano para llevarme a la cama.

Alondra se ubicó al borde de la cama y me indicó que me colocara a horcajadas sobre ella, tal como lo habíamos hecho en el auto. Sus manos rodearon mi cintura, mientras que yo sostuve su rostro, ante de robarle un beso tierno.

—¿Crees que debamos ser silenciosas? —preguntó, con sus mejillas rojas.

—No puedo responder algo de que no estoy segura de cumplir —dije.

La mirada de Alondra me trasmitía lo deseosa que estaba, lo ansiosa de tenerme en su boca, de escuchar mis gemidos y de sentir mis dedos enredarse en su cabello mientras me hacía suya. En la penumbra, me dio un beso suave, intentando controlar todo ese mar de sensaciones que tenía, como si no quisiera estropear el momento.

Mientras me besaba con dulzura, dejó caer su cuerpo sobre la cama y soltó un gemido casi imperceptible, pero que me hizo vibrar, generando un hormigueo en todo mi cuerpo. Un hormigueo que se instaló más de lo usual en mi entrepierna y que elevó mis ganas de poseerla.

Sus manos se aferraron a mi espalda, intensificando más su deseo, sus ansias y en un movimiento, rodamos en la cama. Alondra había quedado encima de mí, besándome con deseo y ahora era yo quien le acariciaba su espalda, incitándola a que continuará, pero sus besos apasionados, me indicaban que esa noche, haríamos algo más intenso que hacer el amor.

—Te quiero —pronunció, sin dejar de besarme.

Mis manos recorrieron su espalda, tal como si la estuviese delineando en un lienzo, pero tuve que interrumpir su maravillosa forma de besarme, porque sentí como sus dedos se habían colados entre nuestro cuerpos, buscando mi centro. Sus dedos se deslizaban suavemente, disfrutando de mi textura, de mi humedad y se perdían entre mis pliegues para acariciar mi clítoris.

Adoraba ver los gestos de Alondra, mientras se perdía en el placer de sentir mi humedad, se mordía el labio inferior de una manera tan sensual, que me invitó a besar su cuello. Podía oler su perfume y dejar algunos besos, unos besos que se convirtieron en pequeñas succiones.

Jadee al sentir como Alondra introdujo dos dedos en mi interior, haciendo que mis uñas se aferraran a su espalda. Aquella sensación de pertenecerle a alguien, me estremeció por completo, tanto, que estuve a punto de correrme. Los labios de Alondra atraparon los míos para intentar apaciguar mis gemidos, mientras sus dedos me embestían a un ritmo lento.

Había pasado mucho tiempo desde que estuve con alguien y me resultaba frustrante, sentir que cualquier caricia que recibía de Alondra, me generaba tantas sensaciones que podría correrme sin tan siquiera darme cuenta. Su manera de penetrarme, hacía que mis gemidos y suspiros salieran sin control, llevándome a un punto de no retorno.

Podía sentir mi propia humedad, mi propio olor y cuando creí que sus dedos me harían explotar en un grandioso orgasmo. Alondra, dejó su labor.

—No quiero que te corras todavía —se llevó a la boca los mismo dedos que uso para penetrarme.

—¡No puedes parar ahora! —suplique como si pudiera convencerla.

Pero mis suplicas fueron en vano, Alondra comenzó a dejar besos sobre mi cuello, en dirección a mis pechos, saboreando cada rincón de ellos, tal como si quisiera dejar su marca personal para que nadie se atreviera a besar lo que ahora era suyo. Por su manera de succionar mis pechos, podía intuir lo extasiada que estaba Alondra y eso generaba que mis fluidos aumentarán.

—Podría volverme adicta a tu cuerpo —mencionó.

Esas palabras me hicieron estremecer, Alondra me estaba llevando a placeres desconocidos y sus besos al borde del abismo. Su lengua hizo de las suyas en mi abdomen y cuando sentí que iba muy al sur, me corrí.

Me sentí un poco avergonzada por haberme corrido antes de que Alondra llegará a mi centro, pero sus caricias y la manera de succionar mis pechos, me hizo tener un pequeño orgasmo. Sentí como Alondra detuvo sus caricias y su mirada se cruzó con la mía, demostrándome que había disfrutado de mis gemidos.

—¿Quieres que me dé un ataque cardíaco? —bromeé.

—Para nada—entrelazó su mano con la mía—Sólo quiero sentirte —besó mi mano.

Al ver que me había recuperado, continúo con sus besos, dejando un rastro de humedad por el interior de mis muslos, por mi rodilla y parte de mis pantorrillas. Mi cuerpo estaba totalmente erizado, perdido en el placer, pero aun así, no dejé de observar lo que hacía Alondra. Sus gestos de pasión, me producían un morbo increíble.

Suspiré, al sentir como sus manos separaban mis piernas para ubicarse entre ellas e hice el mayor de mis esfuerzos para no correrme de nuevo. No dejé de mirarla, mientras se acomodaba sobre mí, pero mis ojos se cerraron, al sentir como Alondra había juntado su intimidad con la mía, realizando un vaivén suave.

Era uno de los mejores placeres de la vida, sentir su humedad con la mía, sentir el calor que desprendía y como sus fluidos se mezclaban de una manera exquisita. Sus movimientos lentos, generaban oleadas de placer que recorría cada poro de mi piel y era imposible no gemir ante aquella fantasía.

—No sabes cuánto desee tenerte así —me confesó, antes de besarme.

Mis dedos se hundieron en su cabello para profundizar ese beso, mientras que su cadera no dejó de embestirme, produciendo mayor fricción. Sus movimientos eran tan suaves y deliciosos, que no pude evitar gemir.

Un gemido qué tal vez escucharían mis vecinos, pero no me importó, sólo deseaba seguir sumergida en aquel placer que me estaba dando Alondra. Un placer que intentaba contener con mis manos aferradas a su espalda, pero no podía, escuchar sus leves gemidos, me llevaban al borde de la cura.

—No quiero que pares —supliqué.

Alondra dejó de besarme y comenzó a moverse de una manera descontrolada, mientras que nuestros gemidos se mezclaban, produciendo una melodía erótica. Mis manos descendieron y se aferraron a sus glúteos para obtener mayor contacto, para hacer que sus movimientos fuesen más profundos.

Nuestros fluidos hacían un pequeño sonido que me resultaba muy excitante e incluso Alondra, comenzó a moverse más fuerte, más profundo. Me encontraba tan concentrada en sentir sus movimientos, que no percibí como Alondra succionaba desesperadamente mi cuello, cómo tratando de prolongar su orgasmo, pero tuvo el efecto contrario. Aquel gesto, fue el detonante para que ambas nos corriéramos simultáneamente.

—Te quiero mi princesa —pronuncié, mientras Alondra intentaba recuperar su aliento.

—Te quiero —me dio un corto beso.

Podía sentir como el cuerpo de Alondra temblaba tras ese gran orgasmo y el mío no se quedaba atrás, había sido una experiencia completamente nueva para mí y no podía negarlo. Mientras el cuerpo de Alondra seguía con pequeños espasmos, me dediqué a repartir caricias en su espalda, disfrutando de esa sensación de hormigueo que sentía en mi intimidad.

—Respira suave, por favor —le indiqué. Su respiración aún se encontraba acelerada y no quería que se ahogara.

—Eso intento —entrelazó nuestras manos.

Aunque mi corazón latía fuertemente y mi respiración ya se había normalizado, mis piernas se enredaron con las de Alondra, no quería separarme de ella, no ahora que me había dado cuenta lo importante que era mí. Esa mujer despertaba todos mis sentidos y era algo que no podía negar, aunque quisiera.

—¿Aún sigues pensado que no dormiremos en toda la noche? —expresó, con una sonrisa.

—¿No me digas que te has arrepentido? —bromeé.

—Sólo necesito recuperarme —acarició mi mejilla.

Tome su mentón y le di un beso suave, había llegado el momento de expresarle algo que me había rondado la cabeza hace mucho tiempo. Al separarme de sus labios, me perdí en su mirada.

—¿Quieres ser mi novia? —dije.

Sé que no era el lugar adecuado, ni la manera más romántica de pedirle que comenzáramos una relación de manera formal, pero sentir su cuerpo desnudo sobre el mío, fue el impulso que necesitaba. Quizás Alondra se sentía halagada, un poco nerviosa o tal vez, tenía una mezcla de emociones como la que yo estaba sintiendo. Pero no pude guardar más ese anhelo que tenía en mi corazón, sólo quería expresarlo, sin importar su respuesta.

—No es necesario que respondas ahora, puedes tomarte tu tiempo —mencioné.

Estaba decidida a que esa mujer formará parte de mi vida, quería amarla tal como ella se lo merecía y cuidarla por el resto de mis días.

—Sí, sí quiero —dijo con mucha emoción.

Una emoción que se manifestó con un beso tierno, un beso que significaba mucho para ambas. Alondra era una mujer increíble a la que había conocido de una manera muy peculiar, pero que con el paso de los meses, me fue enamorando con su manera de ser.

—Te me has adelantado —expuso, al separarse de mis labios.

—¿Ah sí? —mordí su labio inferior.

—Sí—acarició mi mejilla—Francy se va alegrar cuando lo sepa —comentó con una sonrisa en sus labios.

—¿Francy? —dije sin comprender.

—Aquel día que te lleve almuerzo, le comenté que haría lo posible para que fueras mi novia —respondió.

—Con que ese era el secreto que tenían —besé su frente.

—Se suponía que yo te iba a pedir que fueras mi novia, y no al contrario —me confesó.

—Bueno, para que no digas que soy mala, dejare que le digas a la pequeña que fuiste tú quien me lo propuso —le regale una sonrisa.

—Nada de eso —me dio un pequeño beso.

—Debo confesarte que me encanta la sensación de sentir tu espalda con una ligera capa de sudor, no imaginas lo excitante que resulta para mí, que mis dedos se resbalen sobre tu piel —manifesté, al coincidir con su mirada.

Mi confesión, produjo que Alondra se sonrojara de una manera tierna y fue inevitable que no me dejara llevar por mi impulso de besarla. Se sentía tan bien, entregarse a alguien que me aceptaba por quién era, con mis aciertos y mis desaciertos.

—Eres adorable —dije, al separarme de sus labios.

Quería fundirme en ella, no pararía de besarla, de abrazarla y sentir su cuerpo desnudo junto al mío. Simplemente, quería pertenecerle a ella, quería hacerle el amor hasta que ambas quedáramos extasiada y exhausta por tanta pasión.

¡Hola! Lo prometido es deuda, espero hayan disfrutado de la continuación de este encuentro entre las protagonistas. Quizás no es tan intenso como sucedió en el auto, pero se le acerca lo suficiente. Un beso, hasta la próxima.

Hombre FX: ¡Hola! Espero te encuentres bien, que puedo decir, sabes que a veces me gusta sorprender. Tal como sucedió con ese pequeño coqueteo de Abigail con Jane, simplemente, fue fantástico. Besos.

Teddy: ¡Hola! Que tal, que bueno verte por aquí. Gracias por las felicitaciones y haré lo posible por publicar más seguido, pero no prometo nada. Cuídate.

Mas de Bella15

Mi segundo amor

Mi segundo amor

Mi segundo amor 47

Mi segundo amor 46

Mi segundo amor 45

Mi segundo amor 44

Mi segundo amor 43

Mi segundo amor 42

Mi segundo amor 41

Mi segundo amor 40

Mi segundo amor 39

Mi segundo amor 38

Mi segundo amor 37

Mi segundo amor 36

Mi segundo amor 35

Mi segundo amor 34

Mi segundo amor 33

Mi segundo amor 32

Mi segundo amor 2

Mi segundo amor 31

Mi segundo amor 30

Mi segundo amor 29

Mi segundo amor 27

Mi segundo amor 28

Mi segundo amor 26

Mi segundo amor 25

Mi segundo amor 23

Mi segundo amor 22

Mi segundo amor 21

Mi segundo amor 20

Mi segundo amor 19

Mi segundo amor 18

Mi segundo amor 17

Mi segundo amor 16

Mi segundo amor 15

Mi segundo amor 14

Mi segundo amor 13

Mi segundo amor 12

Mi segundo amor 11

Mi segundo amor 10

Mi segundo amor 9

Mi segundo amor 8

Mi segundo amor 7

Mi segundo amor 6

Mi segundo amor 5

Mi segundo amor 4

Mi segundo amor 3

Mi segundo amor

Mi segundo amor 1

Epílogo—Danielle

Epílogo—Emma

Amor te otoño 29

Amor te otoño 28

Amor te otoño 27

Amor te otoño 26

Amor te otoño 25

Amor te otoño 24

Amor te otoño 23

Amor te otoño 22

Amor te otoño 21

Amor te otoño 20

Amor te otoño 19

Amor te otoño 18

Amor te otoño 17

Amor te otoño 16

Amor te otoño 15

Amor te otoño 14

Amor te otoño 13

Amor te otoño 12

Amor te otoño 11

Amor te otoño 10

Amor te otoño 9

Amor te otoño 8

Amor te otoño 7

Amor te otoño 6

Amor te otoño 5

Amor te otoño 4

Amor te otoño 3

Amor te otoño 2

Amor te otoño 1

Adicta a tus labios 13

Adicta a tus labios 12

Adicta a tus labios 11

Adicta a tus labios 10

Adicta a tus labios 9

Adicta a tus labios 7

Adicta a tus labios 8

Adicta a tus labios 5

Adicta a tus labios 6

Adicta a tus labios 3

Adicta a tus labios 4

Adicta a tus labios 2

Adicta a tus labios

Hechizo de un ángel 4

Hechizo de un ángel 3

Hechizo de un ángel 1

Hechizo de un ángel 5

Hechizo de un ángel 6

Hechizo de un ángel 7

Hechizo de un ángel 8

Hechizo de un ángel 9

Hechizo de un ángel 10

Hechizo de un ángel 11

Hechizo de un ángel 2

Otra Oportunidad de Amar 9

Otra Oportunidad de Amar 10

Besos robados

Jugada del Destino

Otra Oportunidad de Amar 4

Otra Oportunidad de Amar 3

Otra oportunidad de Amar 2

Otra oportunidad de Amar

Eres ese Algo que Buscaba 24

Asi me enamore de ti te amo bebe

Eres ese Algo que Buscaba 3

Eres ese Algo que Buscaba 2

Amor o Estupidez 11

Amor o Estupidez 7

Amor o Estupidez 6

Me enamore de TI sin pensarlo 6

Tienes un E-mail 5

Tienes un E-mail 3

Tu mi complemento perfecto 22

Tu mi complemento perfecto 21

Tu mi complemento perfecto 12

Tu mi complemento perfecto 11

Tu mi complemento perfecto 8 y 9

Tu mi complemento perfecto 6

Tu mi complemento perfecto 4

Tu mi complemento perfecto 2

Una pequeña carta para el amor de mi vida

Un recuerdo ”Tu último deseo”

La Amistad como un tesoro

Nadie como tú

Un hasta pronto por un adiós

Lo mucho que te extraño

Jamás pedí Amarte

Aquel día que te conocí