miprimita.com

Mi segundo amor 9

en Lésbicos

Capítulo 9-Tu sonrisa

 

 

Leila

 

Las clases habían empezado hace un par de semanas y aunque todo marchaba bien, deseaba pasar más tiempo con mi prometida. Pero era consciente que Olivia también estaba ajetreada con sus clases, por lo que casi no coincidíamos.

Sin embargo, todas las mañanas me paseaba por los salones donde sabía que vería clases para encontrarme con su linda sonrisa, una sonrisa que me desarmaba y me hacía enamorarme más de ella. Y como no hacerlo, si Olivia era una mujer única, era tan decidida, completa y entregada como ninguna otra, por ello deseaba pasar el resto de mis días a su lado.

Quizás para muchos, mi relación con Olivia era un desastre por mi manera de ser tan inexpresiva, para otros, era un desconcierto total, pues veníamos de mundos diferentes. Un mundo, donde no había cabida para el amor, pero el amor es así, inesperado y tan real que puede con todas las adversidades que existan en el camino.

Pese a que la gente siempre iba a especular por ese amor prohibido, por ese amor que nunca debió ser, pero que yo tenía bastante claro, éramos dos mujeres adultas que decidimos amar sobre todas las cosas. Y eso era algo, que nadie podía cambiar.

Tal vez cando Jane me pregunto sobre cómo le propuse matrimonio a Olivia, intente ser lo más directa posible para no entrar en detalles y termine contándole de una manera muy resumida que en pleno atardecer, me arrodille en la arena para decirle que se casara conmigo, pero en realidad, no le conté toda la historia.

El caminar por la playa, sólo fue el comienzo de una serie de eventos que vinieron después, unos  eventos que voy a recordar por el resto de mi vida. Jamás olvidare el rostro de Olivia cuando admiró mi letra algo curvilínea sobre la arena, pidiéndole que nos casáramos, quizás no en Venezuela porque aún no era legal, pero si deseaba hacerlo y permanecer a su lado el resto de mi vida.

Cuando escuche el deseoso sí, me incorpore para darle un beso que expreso más de lo que pudiera decir, la lleve al ambiente romántico que tenía preparado en nuestra habitación de hotel e hicimos el amor un par de veces. Quizás debí ser más explícita con Jane y contarle con lujos de detalles los acontecimientos, pero no lo hice, no porque no deseara hacerlo, sino porque mi manera de ser era así, algo reservada.

—¿Por qué tan distraída? —expresó mi prometida.

—¿Cómo estuvo tu examen? —respondí con otra pregunta. Estaba al tanto de lo mucho que ella se había preparado para obtener una buena calificación y deseaba conocer los resultados de su esfuerzo.

—No lo sé —se encogió de hombros.

—¿Cómo que no lo sabes?  —expresé asustada. Jamás la había visto tan insegura por una evaluación, y vamos que ella era mejor alumna que yo.

—Culpa a tu suegra, desde que se enteró que nos íbamos a casar, no ha dejado de llamarme para hacer preparativos —dijo con cierta frustración.

—Estoy segura que te fue bien —le regale una sonrisa, pero se me hizo imposible no admirar sus preciosos labios, moría por uno de sus besos apasionados.

—¿Tú crees? —me dijo preocupada.

—No sólo lo creo, estoy segura que te fue más que bien —intenté tranquilizarla. Acorte la distancia entre las dos y le di un beso fugaz, necesitaba saciar mi sed por sus labios.

—Pensé que nunca te atreverías a darme un beso en la universidad —sonrió mi chica.

—No quiero traerte problemas, sabes que puede aparecer cualquier estúpido que intente armar un escándalo por darte un beso en público —me excuse.

—Sabes que eso me tiene sin cuidado, mis padres conocen mis preferencias sexuales —me explicó.

—Lo sé cariño, pero no lo digo por ellos, sino más bien por un idiota que se crea con derecho a  sobrepasarte contigo por ser quien eres —acaricié su mejilla.

—Eres tan adorable cuando me proteges—su pulgar roso mis labios—Vamos —entrelazó nuestras manos y me llevo a un lugar apartado.

—¿A dónde me has traído? —dije con mi voz agitada. Por más que me esforcé en reconocer aquel lugar, se me hizo imposible, estaba algo oscuro, con algunas telarañas y cierto olor a humedad.

—A un lugar a donde nadie nos va a molestar, ni va a presenciar lo que haré—rodeó mi cintura y sus labios hicieron contacto con los míos—No sabes cuánto te extrañaba —susurro entre beso y beso.

Sus manos se hicieron paso por mi blusa para acariciar mis pechos de una manera desenfrenada, podía sentir su necesidad de poseerme, su angustia por no separarse de mis labios y su ansiedad por probar algo nuevo. Jamás habíamos hecho el amor en un lugar público y debía admitir que era una sensación embriagadora con cierto toque de adrenalina que hacia el momento fuera más excitante.

—No sabes cuánto deseo que me hagas el amor, tal como ese día que te propuse matrimonio —jadeé, al sentir sus labios húmedos sobre mi cuello.

—Eso puedo solucionarlo —mencionó, al mismo tiempo que comenzó a deslizar el cierre de mi pantalón y sus dedos acariciaron mi monte de venus.

Justo cuando creía que iba a revivir ese magnífico encuentro, escuche como alguien movía la manija para ingresar a ese lugar, pero mi chica en ningún momento dejo de besarme y eso produjo en mi, cierto vértigo que me llevo a mojarme más de la cuenta.

—¿No que nadie nos iba a molestar? —dije de manera sarcástica, con mi respiración entre cortada.

—No seas tonta, ya se ira —levanto mi blusa, removió mi sostén y comenzó a besar uno de mis pechos. Jadeé al sentir sus labios húmedos sobre mi piel, sus manos apretaban mis glúteos y estuve a punto de soltar un gemido que pudiera delatarnos a las dos.

—Para cariño —manifesté con el mayor de mis esfuerzos.

Pero mis suplicas eran en vano, mi chica no dejaba de besar mis pechos de una manera desenfrenada y cuando estuve a punto de rendirme a sus labios, aquella persona que intentaba abrir la puerta comenzó a preguntar si había alguien.

—¡Demonios! ¿Quién será el entremetido? —masculló un poco malhumorada Olivia.

—Cariño, por más tentador que sea hacerlo en este lugar, no quiero arriesgarme, no quiero que nos expulsen —intenté normalizar mi respiración.

—Tienes razón—sus ojos se cruzaron con los míos—¿Podemos continuar en nuestra casa? —me preguntó con su voz ronca.

—Lo que desees —le di un beso corto, pero antes de que retomáramos nuestros caminos, hice una pequeña presión en su mano.

—¿Pasa algo? —no tardo en preguntar.

—Quiero decirte algo —dije, con cierto temor en mi voz.

—¿Qué tienes? —su rostro mostraba preocupación.

—Para nadie es una novedad que sea tan inexpresiva y quizás vean que no te amo realmente, por eso quiero pedirte perdón, por si alguna vez te lastime o dudaste de mis sentimientos hacia ti —mencioné, y en ese instante, sentí un poco de calma en mi interior.

—Oye —su mano, sostuvo mi rostro.

—Ojala algún día puedas perdonarme, porque yo misma me odio por haberte causado daño sin querer —mis ojos se cristalizaron.

—No sé quién te ha metido esa idea en la cabeza—me dio un corto beso—Yo no necesito que estés gritando a los cuatro vientos lo que sientes por mí. Sé que eres una persona introvertida y esa cualidad, fue lo que me enamoro de ti—junto su frente con la mía—Eres una mujer hermosa, detallista, reservada y amorosa, no necesito que los demás vean tus emociones, siempre y cuando, sea yo quien pueda notar eso en ti—sentí como contenía su respiración por mi cercanía.

Su aliento me producía cierto cosquilleo y mis labios pedían el contacto con los suyos, por lo que no me contuve más y la bese. Olivia era más de lo que podía pedir a la vida, no solo me entendía a la perfección, sino que me amaba por mi manera de ser.

Sofía

—¿Quieres que te ayude? —escuché la voz sensual de mi chica, mientras estaba frente al espejo para  acomodar la blusa que ella me había quitado ágilmente.

—No —dije sin mirarla, no tenía que ser adivina para descubrir sus verdaderas intenciones.

—Ven acá, quiero darte un beso  —me hizo una mueca graciosa.

—Ni de broma, ¿Cómo le voy a explicar esto a mi madre? —señale mi cuello. Abigail me había dejado un pequeño moretón.

—Puedes decirle que fue mi cachorro mientras jugaba contigo —se encogió de hombros.

Me gire sobre mi eje y le dedique una mirada inquisitiva, no podía creer que estuviese expresando semejante disparate, ni ella misma se creería esa historia. Pero mi chica era así, muy despreocupada y tranquila.

—Bueno, sino te cree, asumiré la responsabilidad —me regalo una sonrisa picarona.

—No puedes culpar a Split, él está esperándonos en la sala con mi madre —cruce mis brazos, a modo de enojo.

—Está bien, no lo culpare —rodeó mi cintura.

—¿Estás lista para hablar con mi madre de cómo nos conocimos?—mencioné, a unos centímetros de sus labios—Puede ser otro día o en la reunión que está preparando Alondra para conocer a mi familia —dije, no quería presionarla hacer algo que no quería.

—No quiero esperar. Además, la señora Medina me invito personalmente para hablar sobre el tema y es lo que vine hacer —me dio un beso corto.

—También, ¿le dirás que estuviste a punto de hacerme el amor mientras ella esperaba en la sala con tu cachorro? —bromeé, me encantaba verla sonrojada.

—Tonta—me saco la lengua—Te voy a cubrir ese moretón, no seria bueno para mi imagen que mi suegra vea eso en ti —sonrió.

—¿No que ibas a carga con la responsabilidad? —dije de manera sarcástica.

—Se lo que dije, pero de momento, quiero cuidar mi integridad física —cogió el maquillaje que había en mi tocador para comenzar a esparcirlo sobre mi cuello.

Mientras estaba concentrada en su tarea, me perdí en sus facciones, en el azul verdoso de sus ojos, su cabello color miel, sus labios delgados y su nariz perfilada. Y por un momento, recordé aquel día que me encontraba en el conservatorio a punto de interpretar una melodía y en la lejanía, pude ver como Abigail estaba algo desorientada. No necesite ver sus ojos para sentirme cautivada, solo me basto con percibir el color de su cabello.

—¿Todo bien? —no tardo en preguntarme. Me había pillado admirando sus facciones y no pude evitar sonrojarme.

—Sí —dije tímidamente.

—Creo que he cubierto todo —expresó, al colocar el maquillaje sobre el tocador.

Retome mi postura inicial, incline mi cuello a un lado y observe el trabajo de mi chica. Aquel moretón había desaparecido del todo.

—Eres muy buena en esto, ¿Segura que no deseas estudiar maquillaje? —le propuse, antes de girarme para ver su rostro.

—No, estoy segura que lo mío es la música —contestó—Creo que debemos bajar, tu madre podría pensar que nos entretuvimos en otra cosa —mencionó algo preocupada.

—Se te olvida que casi me haces el amor —la mire divertida.

—No, pero no quiero malos entendidos. Además, se supone que subimos a tu habitación por mi libreta de apuntes —su dedo índice trazo una línea desde mis labios hasta el inicio de mi cadera.

—Oh, vamos, si no te hubiese frenado ya estaría sin ropa sobre mi cama —dije.

—Con más razón, debemos bajar o no respondo —se mordió el labio inferior.

Entrelace sus dedos con los míos y decidimos ir a la sala donde nos esperaba mi madre. Cuando estuvimos frente a ella, Abigail me hizo una señal para que me sentara a su lado y de cierto modo, le diera apoyo moral, tal como ella me lo dio a mí, cuando fue a conocer a mi suegra Alondra.

—¿Lograron encontrar la libreta? —no tardo en preguntar mi madre de una manera jovial.

Seguramente mis mejillas tuvieron que delatarme, sentí como me ardía el rostro por aquella pregunta,  no solo habíamos encontrado la libreta de Abigail, sino que mi chica se había encargado de devorarme el cuello con unos besos lujuriosos y hasta la blusa me había quitado.

—Sí, Sofía la había dejado sobre el armario —contestó mi novia con una naturalidad innata.

—¿Ahora sí puedo conocer su historia? —entrelazó sus dedos a modo de espera.

Le dedique una mirada a mi chica para que iniciara la historia, mientras que yo colocaba una de mis manos sobre su muslo para escuchar atentamente e intervenir cuando fuese necesario.

—El día que nos conocimos, fue algo peculiar—ejerció una pequeña presión sobre mi mano—Era mi primer día de clases, como usted ya conoce, el conservatorio es algo extenso y dentro de mí búsqueda, fui a parar al jardín, donde había un grupo de jóvenes —dijo.

—Dentro de ese grupo, yo me encontraba con mi guitarra, lista para tocar esa melodía que mis compañeros me habían pedido —añadí, al intercambiar una mirada pícara con mi novia.

—En un principio, estaba decidida a seguir mi camino, pero esa voz suave y carismática, me hipnotizó —expuso Abigail.

—Hija, tu siempre estás con tu guitarra, era de esperarse que así se conocieran —intervino mi madre, tal como si Abigail ya hubiese acabado la historia.

—¡Mamá!—la regañe, ya estaba sacando conclusiones apresuradas como de costumbre—Ese día, tocaba Alma gemela de Reyli y mientras cantaba, no dejaba de ver a Abigail como dedicándole mi interpretación —confesé.

—¿Y hasta ahora me lo dices? —se quejó.

—Lo siento, pero no puedes negar que desde que somos novias, te he dedicado muchas melodías —me defendí.

—Chicas, dejen la discrepancia para después, continúen la historia —comentó mi madre con cierta seriedad por la interrupción.

—Estaba tan cautivada por la letra de la canción y por quién la interpretaba, que había olvidado mi clase—dijo Abigaíl, retomando la historia—Después que ella concluyó su interpretación, me acerque y sin importar que estuviesen personas a mi alrededor, la invite a salir —expresó.

—¡¿Qué?! —exclamó mi madre, no podía creer que Abigail hubiese dado el primer paso y yo no. Para ella no era secreto que podía estar con cualquier jovencita sin necesidad de esforzarme tanto.

—No sólo la invite a salir, sino que le pedí que me ayudara a ubicar el salón donde vería clases —manifestó Abigail con una sonrisa en sus labios.

—Como era de esperarse, la acompañe y antes de que Abigail ingresara a su salón, me estrecho su mano a modo de despedida y se acercó para dejar un beso en la comisura de mis labios. Un gesto muy atrevido pero cautivador. Cuando la vi alejarse, note que en mi mano, había un pequeño papel con su número telefónico —le expliqué.

—Ese fue el primer paso de muchos, pues continúe con mis métodos para conquistarla y ganar su corazón —expuso mi chica, muy orgullosa de sí misma.

—Así fue como nos conocimos y cada paso que dimos, nos llevó a lo que somos ahora. Novias oficiales —mencioné.

—¿Y cuando se dieron el primer beso? —mi madre pregunto de manera curiosa.

Abigail me dedicó una mirada de asombro, no creyó que mi madre pudiera hacer esa pregunta, por lo que le dedique una sonrisa y le acaricie la mejilla.

—No tienes que responder si no deseas, mi madre no se molestaría —la tranquilice.

—Y si quiero responder —hizo un gesto tierno.

—Por mí encantada, recuerda que eres la primer chica que mi hija trae a casa y quiero conocer todos los pormenores de su relación —mi madre la alentó.

—De acuerdo —dijo Abigail, sosteniendo mi mano.

Esa tarde, mi madre no sólo se enteró de nuestro primer beso, también conoció quién formalizó la relación. Pero lo que agradecía en lo más profundo de mi corazón, era que no tocará el tema de los encuentros sexuales que he tenido con Abigail. Aunque mi novia no tenía pudor de hablar sobre esos temas, yo sí tenía mi límite y ese era uno de ellos.

Hola HombreFx: Como siempre, es un placer ver tus comentarios en cada capítulo que publico. Y por supuesto, Jane comenzó a sentir algo por Alondra, pero la preguntara seria, ¿Jane será capaz de internacionalizar esa atracción? O se abrumara ante tal sentimiento. Te lo dejo de tarea jeje

Mas de Bella15

Mi segundo amor

Mi segundo amor

Mi segundo amor 47

Mi segundo amor 46

Mi segundo amor 45

Mi segundo amor 44

Mi segundo amor 43

Mi segundo amor 42

Mi segundo amor 41

Mi segundo amor 40

Mi segundo amor 39

Mi segundo amor 38

Mi segundo amor 37

Mi segundo amor 36

Mi segundo amor 35

Mi segundo amor 34

Mi segundo amor 33

Mi segundo amor 32

Mi segundo amor 2

Mi segundo amor 31

Mi segundo amor 30

Mi segundo amor 29

Mi segundo amor 27

Mi segundo amor 28

Mi segundo amor 26

Mi segundo amor 25

Mi segundo amor 24

Mi segundo amor 23

Mi segundo amor 22

Mi segundo amor 21

Mi segundo amor 20

Mi segundo amor 19

Mi segundo amor 18

Mi segundo amor 17

Mi segundo amor 16

Mi segundo amor 15

Mi segundo amor 14

Mi segundo amor 13

Mi segundo amor 12

Mi segundo amor 11

Mi segundo amor 10

Mi segundo amor 8

Mi segundo amor 7

Mi segundo amor 6

Mi segundo amor 5

Mi segundo amor 4

Mi segundo amor 3

Mi segundo amor

Mi segundo amor 1

Epílogo—Danielle

Epílogo—Emma

Amor te otoño 29

Amor te otoño 28

Amor te otoño 27

Amor te otoño 26

Amor te otoño 25

Amor te otoño 24

Amor te otoño 23

Amor te otoño 22

Amor te otoño 21

Amor te otoño 20

Amor te otoño 19

Amor te otoño 18

Amor te otoño 17

Amor te otoño 16

Amor te otoño 15

Amor te otoño 14

Amor te otoño 13

Amor te otoño 12

Amor te otoño 11

Amor te otoño 10

Amor te otoño 9

Amor te otoño 8

Amor te otoño 7

Amor te otoño 6

Amor te otoño 5

Amor te otoño 4

Amor te otoño 3

Amor te otoño 2

Amor te otoño 1

Adicta a tus labios 13

Adicta a tus labios 12

Adicta a tus labios 11

Adicta a tus labios 10

Adicta a tus labios 9

Adicta a tus labios 7

Adicta a tus labios 8

Adicta a tus labios 5

Adicta a tus labios 6

Adicta a tus labios 3

Adicta a tus labios 4

Adicta a tus labios 2

Adicta a tus labios

Hechizo de un ángel 4

Hechizo de un ángel 3

Hechizo de un ángel 1

Hechizo de un ángel 5

Hechizo de un ángel 6

Hechizo de un ángel 7

Hechizo de un ángel 8

Hechizo de un ángel 9

Hechizo de un ángel 10

Hechizo de un ángel 11

Hechizo de un ángel 2

Otra Oportunidad de Amar 9

Otra Oportunidad de Amar 10

Besos robados

Jugada del Destino

Otra Oportunidad de Amar 4

Otra Oportunidad de Amar 3

Otra oportunidad de Amar 2

Otra oportunidad de Amar

Eres ese Algo que Buscaba 24

Asi me enamore de ti te amo bebe

Eres ese Algo que Buscaba 3

Eres ese Algo que Buscaba 2

Amor o Estupidez 11

Amor o Estupidez 7

Amor o Estupidez 6

Me enamore de TI sin pensarlo 6

Tienes un E-mail 5

Tienes un E-mail 3

Tu mi complemento perfecto 22

Tu mi complemento perfecto 21

Tu mi complemento perfecto 12

Tu mi complemento perfecto 11

Tu mi complemento perfecto 8 y 9

Tu mi complemento perfecto 6

Tu mi complemento perfecto 4

Tu mi complemento perfecto 2

Una pequeña carta para el amor de mi vida

Un recuerdo ”Tu último deseo”

La Amistad como un tesoro

Nadie como tú

Un hasta pronto por un adiós

Lo mucho que te extraño

Jamás pedí Amarte

Aquel día que te conocí