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Consolando a Juan (2)

en Hetero: General

Consolando a Juan (II)

Acababa de mandaros mi historia con Juan y me estaba dando una ducha cuando sonó el teléfono… basta que me olvide de llevarme el inalámbrico al baño para que me llamen… salí corriendo y chorreando a contestar.

¿Si? Dígame.

Chiquilla ¿qué te pasa? Parece que estás corriendo la media maratón… soy Juan

Hola Juan, estaba en la ducha, por cierto lo estoy mojando todo

¡Dios!... ten piedad de mí… no me hagas imaginarte desnuda y húmeda…

No me digas esas cosas Juanito… ¿Qué ocurre?

Nada, que creo que tenemos una conversación pendiente. Sara acaba de irse para Barcelona, su hermana se ha puesto de parto y ha pedido unos días de vacaciones.

¿Vas a ser tito? ¡Enhorabuena!

Si… gracias. ¿Puedes quedar hoy?

Si… supongo, ¿vienes o voy?

No, ni en tu casa ni en la mía, mejor en terreno neutral. Pienso mucho en lo que pasó y no me parece prudente quedarme a solas contigo.

Pues tú dirás.

Paso en 20 minutos a recogerte y nos vamos al Noa Noa.

No me lo podía creer… Juan también había pensado en mí… eso me halagaba, me excitaba… pero por otro lado él no quería que volviera a pasar nada entre nosotros… reconozco que me sentí muy desilusionada.

Me recogió puntual, como siempre. Entré en su coche y le di dos besos… madre mía… que bien olía. En el trayecto hacia el pub polinesio de la playa el dorso de su mano rozó varias veces mi rodilla al cambiar de marcha, y me iba dando más marcha a mí… la primera vez aparté la pierna, pero las otras no, me gustaba su contacto.

¿Y cómo que vamos al Noa Noa? Creía que no te gustaba.

No me entusiasma, pero sé que a ti sí, además en la terraza no se está mal.

Bueno, no me dejes pedir nada con alcohol, que sabes que se me sube rápido.

Al llegar la terraza estaba a tope, así que tuvimos que sentarnos dentro… Boleros de Los Panchos, luz suave… y no pude evitar tomarme un Bali Hai, un cóctel que me encanta… El ambiente, el alcohol, su cercanía... todo se aliaba para revolucionarme la libido. Hablábamos de todo menos de lo que habíamos ido a hablar, así que me decidí a sacar el tema.

¿Y bien? ¿Qué querías comentarme?

Si, tienes razón, creo que estoy evitándolo, pero tenemos que hablar de lo que pasó.

¿Qué hay que decir? Nos queremos mucho y ese día estabas sensible… y pasó.

Que sencillo lo ves tú…

Has vuelto con Sara y, aunque no fuera así, no me veo de novia de nadie, ya lo sabes.

Sí, lo sé… pero no dejo de pensar en aquella noche. Cierro los ojos y recuerdo tus gemidos, el placer en tu cara, tu cuerpo…

Shhhhhhh, no sigas por ahí. Lo mejor es que lo recordemos como algo puntual, que estuvo bien pero que no volverá a pasar.

Tienes razón, perdona.

Perdonado.

Sus palabras me hacían estremecer, me estaba sintiendo mareada y no sabía si era por el cóctel o por la excitación.

Acabamos la consumición y decidimos no beber más, no sería buena idea dadas las circunstancias. Al salir del pub Juan me propuso dar un paseo por la playa y acepte, la brisa me aclararía la mente.

Paseábamos con los zapatos en la mano. Charlábamos animadamente de sus proyectos y los míos, y cuando nos dimos cuenta teníamos un largo trecho que recorrer para volver. No había nadie en la playa.

Hace un poco de frío, ¿no?

Ven que te doy calor- me respondió pasando su brazo por mis hombros

Me lo quieres poner difícil, ¿eh?- le dije mirándole a los ojos.

Me besó. Se me cayeron los zapatos. Juan soltó los suyos y nos abrazamos.

En un abrir y cerrar de ojos Juan yacía de espaldas sobre su ropa… conmigo encima… Estaba sucediendo otra vez, volvía a tener a Juan dentro de mí. Le besaba con ansia, realmente había estado acumulando mi hambre de él y ahora sólo pensaba en saciarme. Juan me tomaba de la cintura y me atraía hacia sí al tiempo que elevaba su pelvis para que las penetraciones fuesen más profundas y luego me ayudaba a alzarme sobre su verga hasta sacarla casi por completo.

A pesar de estar muy caliente no lograba llegar al orgasmo desde esta postura y desmonté de Juan. Me arrodillé con las piernas abiertas a los lados de su cabeza y me incliné sobre su pene. Empezamos un 69 delirante, más parecíamos caníbales que otra cosa. Yo le acariciaba el borde del glande con mi lengua en punta y luego relajándola le lamía toda la verga. Al poco de meterla en mi boca y comenzar a succionarla suavemente Juan me rogó que parara un poco, y mientras lamía sus testículos y acariciaba sus muslos, él introducía la lengua en mi vagina un par de veces y bajaba hasta mi clítoris pasándola por mis labios, y luego de vuelta… me senté sobre su cara cuando llegó mi orgasmo, inundando mi cuerpo de un calor que venía poco a poco y en oleadas para estallar con múltiples contracciones de mi sexo y pequeñas punzadas de placer en mi pecho.

Juan se incorporó y me ayudó a tenderme boca abajo sobre la ropa, mientras me relajaba él me acariciaba la espalda y las nalgas, luego solo las nalgas. Las separaba y acariciaba mi ano. Yo temía lo que estaba a punto de suceder por las dimensiones de su miembro, pero el me tranquilizó. Iría con mucho cuidado. Recordé que llevaba en el bolso crema de alta protección solar para el rostro y se la alcancé.

La crema estaba fría, Juan estaba muy, pero que muy caliente. Me introdujo primero un dedo, luego dos y los movía de forma que además de ir relajándome el esfínter me excitaba. Llegó el momento y mientras Juan se colocaba intenté relajarme lo máximo posible. Él introdujo su polla muy poco a poco, y cuando me dijo que ya estaba toda dentro no me lo podía creer, apenas me había dolido. Cuando empezó a empujar si me molestó un poco, pero enseguida me acostumbre a tenerle dentro y comencé a disfrutar. Ayudaba mucho sentir su aliento en el cuello y sus gemidos. Con todo su peso sobre mí poco podía hacer, así que simplemente intenté estrechar lo más posible el canal que albergaba a mi amante. Esto le gustó demasiado y enseguida aumento el ritmo, sentí sus espasmos de placer y seguidamente cayó sobre mí, intentando recuperar el aliento…

Ha sido genial.

Bestial, sí… pero no volverá a pasar.

No claro… ¿Cuando dijiste que volvía Sara?