miprimita.com

Caminando

en Fantasías Eróticas

Salgo a andar como todas las mañanas. Suelo aprovechar el camino para soñar despierta y tú eres mi sueño favorito. Tras unos pocos pasos ya estoy recordando la última noche que pasamos juntos. Tu cuerpo desnudo bajo las sábanas. Tus manos. La sonrisa en tus labios y en tus ojos. Tus ojos... Siempre me han fascinado tus ojos...

No voy bien por ahí, mejor volver a tus manos y a tu cuerpo desnudo.

Sí, tu cuerpo desnudo. Voy a soñar con tu cuerpo, voy a planear qué hacer con él una noche de estas...

Te imagino sobre una camilla de masaje. Estás tendido boca abajo. La luz es tenue en la habitación. Hay velas aquí y allá, huelen a canela y naranjas.

Me echo aceite en las manos y las froto un poco para atemperarlas. Empiezo acariciando tus hombros. Bajo hasta tus codos y vuelvo a subir a tus hombros y continuo hasta tu cuello.

Pensar en tocarte basta para que todo mi ser reaccione. Un calor especial que viene desde mi vientre hace que me haga consciente de mi sexo. Siento que se hinchan mis labios mayores y mi clítoris, que se lubrica mi vagina y que se endurecen mis pezones. Caminar se convierte en un placer, me encanta pasear estando excitada.

Me da los buenos días un vecino y sonrío un buen rato porque él no se imagina lo que está pasando por mi mente, ni él ni nadie.

Acaricio tu espalda aunque a ratos vuelvo a tu cuello, tus hombros y tus brazos. Tu cuerpo se siente caliente bajo mis manos. Tu respiración no es relajada. La mía tampoco.

Masajeo tus piernas y voy subiendo poco a poco, separándolas. Acaricio la cara interna de tus muslos y rozo levemente tus testículos y gimes.

Me saludan unos amigos desde el coche al pasar a mi lado y me arrancan de mi ensoñación. Por un momento los odio un poquitín.

Ahora estoy concentrada en tus nalgas. Las amaso, las junto y las separo. La piel está brillante de aceite, cálida, suave. Las vuelvo a separar y las estrujo y siento el deseo de morderlas. Y entonces se me ocurre besarte como no te he besado nunca. Besos de otro color...

Abro más tus piernas y te doy un besito en las nalgas, meto la mano por debajo y te empujo suavemente hacia arriba, indicándote que te pongas sobre tus rodillas. Lamo tus testículos, tu perineo y subo hasta tu ano. Te estremeces.

Al imaginarlo me invade una oleada de deseo y noto mi sexo más hinchado y más mojado.

Sigo lamiéndote, abriéndote bien y profundizando con mi lengua.

Se me ocurre usar un collar de perlas, me gustaría introducirte algunas para sacarlas poco a poco cuando te vayas a correr. También podría usar un consolador pequeño e imaginar que te están sodomizando mientras te como el rabo... pero deseo estar dentro de ti cuando llegues al orgasmo, así que lo haré con el corazón; con mi dedo corazón.

Te tumbas sobre tu espalda y coloco un cojín para elevar tus caderas. Nos miramos a los ojos y veo en ellos tu excitación. Tu erección apunta al cielo, desafiante y poderosa. Agarro tu polla, te masturbo suavemente mientras te aplico aceite en el culo para lubricarlo bien. Seguimos mirándonos mientras te penetro suavemente, suspiras. Saco mi dedo y acaricio por fuera antes de volver a introducirlo y repito esta secuencia una y otra vez. Siento cómo te contraes alrededor de mi dedo y cómo tu polla crece y se endurece más. Me inclino y empiezo a lamer tu verga suavemente, mojándola bien, sin dejar de masturbarte con una mano, sin dejar de follarte con la otra, sin dejar de mirarte a los ojos...

Masajeo tus huevos con una mano y ya no saco el dedo, lo introduzco hasta el fondo y lo muevo un poco dentro de ti mientras chupo tu glande con delicadeza. Tengo ganas de aumentar el ritmo, de chupar más fuerte, de tragármela entera... pero tengo que tener cuidado, pareces a punto de estallar y no quiero acabar tan pronto.

Retiro mi boca y mi dedo y te quejas, no quieres que pare, pero hoy mando yo.

Vuelvo a lamer tus testículos y te masturbo sin tocar el glande, con movimientos cortos y lentos. Saco mi lengua y vuelvo a mojarte la polla de abajo a arriba. Recuerdo que tenemos hielo. Te abandono por unos segundos y vuelves a quejarte, ten paciencia...

Derretimos el hielo en un largo beso que enfría nuestras lenguas y calienta más, si cabe, nuestros cuerpos.

Te vuelvo a follar lentamente con mi dedo y me trago tu polla de golpe. El contraste de temperatura te estremece. La noto tan caliente en mi boca, me encanta. Me retiro y la soplo para que se enfríe un poco más mientras mi boca recupera su calor y vuelvas a experimentar el contraste a la inversa. Tu respiración se acelera, parece que ya no puedes más y empujo más mi dedo dentro de ti. Te masturbo con la otra mano y me retiro un poco para que eyacules en mi cara... como a ti te gusta... como me gusta a mí.

Lanzas un grito ahogado y ronco, te incorporas un poco y antes de volver a caer hacia atrás siento tu semen cálido sobre mis mejillas, mis labios abiertos y mi lengua...

La ventaja de ir caminando al imaginar todo esto es que la respiración agitada y el rubor no resultan sospechosos...