miprimita.com

Noche de boda

en Hetero: Infidelidad

Llego temprano a la boda pero me quedo en la última fila. A pesar de eso no te veo hasta que no finaliza la ceremonia y nos acercamos a felicitar a los novios. Te veo y el impacto me paraliza. Siempre fantaseo con encontrarme contigo en todas partes pero no se me había ocurrido que pudiéramos coincidir aquí.

Diez años sin verte, ¿cómo ha podido pasar tanto tiempo? No sé qué debo hacer; ¿finjo que no te conozco de nada? Si me acerco y te doy dos besos como lo más normal del mundo ¿cómo explico de qué te conozco?

 El corazón se me desboca cuando vienes hacia mí. Tú siempre tan lanzado... espero que no se te ocurra besarme en los labios aunque es justo lo que más deseo.

Saludas a mi grupo y te presentas; eres familiar del novio, nosotros amigos de la novia. Cuando llegas a mí y estrechas mi mano todo se desvanece alrededor. Toda la velada será una tortura a la espera de poder ser tuya.

Los recién casados se ausentan para el reportaje de fotos y los invitados disponemos de un par de horas “libres”. Sé que será totalmente inútil intentar separarme de mis amigos y buscar algo de intimidad contigo, por absurdas costumbres ni siquiera me dejarán ir sola al baño...

Tenerte lejos es muy difícil pero tenerte tan cerca y no poder tocarte es terrible.

Decidimos ir a tomar café para hacer tiempo y al poco apareces en la cafetería. Te sientas con nosotros, casi enfrente de mí. Estás tan guapo y tengo tantas ganas de arrancarte esa ropa... Descubrimos con la charla que todos nos alojamos en el mismo hotel, tampoco hay demasiadas opciones en este pueblecito. No me quitas los ojos de encima y me asusta mucho que se den cuenta los demás. También me asusta que noten mi excitación. Mi corazón sigue a mil y además no sé si mis bragas podrán contener todo lo que fluye de mí. Algunos salen a fumar y aprovechas para sentarte a mi lado. Me vas a matar...

Sigues hablando con tanta tranquilidad, no entiendo como puedes, yo no me atrevo a abrir la boca porque seguro que me temblaría la voz. Te acomodas en la silla, abres un poco las piernas y tu rodilla roza la mía, el hormigueo de placer que provoca ese gesto endurece mis pezones. Además puedo ver por el rabillo del ojo el bulto en tu pantalón y se me escapa un gemido que intento arreglar fingiendo un ataque de tos, espero que eso explique mi rubor, debo estar toda roja.

Vuelven los fumadores y suben el volumen de la tele en la cafetería porque hay un partido de esos “del siglo”. Deja de ser un sitio tranquilo. Tienes casi que gritarme que si salimos de allí y asiento, afortunadamente a todos los demás les encanta el fútbol y saben que a mí no.

Vamos por las callecitas del pueblo de camino al restaurante, donde se celebrará el banquete, sin hablar. Te acercas tanto que nuestras manos se rozan y me quedo sin respiración, pero no me atrevo a más, no sé quién nos podría ver. Eres tú el que me agarra del brazo y me conduce por un callejón hasta la parte trasera del restaurante. Aún no ha oscurecido bastante y me preocupa que salga alguien o se asome a alguna ventana pero es tanto lo que te deseo que en cuanto me empujas contra la pared y pones tu mano en mi cuello y me besas me olvido de todo. Nuestras lenguas se encuentran dentro de mi boca, se frotan, se abrazan. Tú me muerdes, yo te devoro. Tu me pellizcas los pezones, yo te agarro el paquete.

“Cómo te echado de menos”

”¿Has visto cómo me tienes?”

“Fóllame ya, por favor”

Dejas de comerme la boca y me das la vuelta, me inclino un poco y saco el culo todo lo que puedo, las manos en el muro de piedra. Levantas mi vestido, apartas mis bragas sin quitármelas y me la clavas hasta el fondo...

¡¡¡Dios!!!

Muevo las nalgas en círculos apretándome a ti, no quiero que salgas, quiero que te quedes bien dentro de mí para siempre. Mi excitación chorrea por mis muslos. Tus huevos pegados a mí, no puedes entrar más, me llenas, me completas. Parece que te hubieran hecho para mí, tu polla encaja tan perfectamente en mi coño... Te retiras lentamente y casi me duele el vacío que dejas, me agarras firmemente por la cintura y me embistes resoplando, vuelves a salir poquito a poco, me penetras de golpe... Con esta danza mágica haces que todo de vueltas en mi cabeza, que mi mente se eleve por encima de mi cuerpo y que mi cuerpo explote.

Exploto y me contraigo en un orgasmo largo que hace que sientas que ya no puedes más y te corres en lo más profundo y ardiente de mí.

Sacas tu verga empapada y te la limpio bien con mi lengua para que no te manches, que vienes muy guapo.

Necesitamos un momento para recomponernos, tenemos que llegar al banquete antes de que nos echen de menos y se pregunten dónde nos hemos metido.

¿Habrá segunda parte en el hotel?