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Mis adorables vecinos (Álvaro, Raúl y Javier...)

en Hetero: Infidelidad

Álvaro, Raúl y Javier…

A principios de verano, como presidentes de mi comunidad de vecinos, tuvimos una reunión con los demás presidentes del edificio. Éramos solo cuatro, así que ofrecí mi casa para celebrarla, mi marido estaba de viaje y la mujer de Álvaro se llevaría al niño al parque para que no nos molestara. Álvaro, Raúl y Javier llegaron juntos, venían riendo y noté que me miraban de forma extraña. Sospeché que Álvaro había sido poco discreto con respecto a nuestro encuentro, pero en lugar de enfurecerme me excitó que los otros dos me vieran ahora como una oportunidad.

Raúl es muy alto, delgado, moreno y tiene unos preciosos ojos pardos, tiene 41 años y es muy simpático y un poco caradura. Javier tiene 34 años, no es tan alto, es fuerte y moreno, lo que más me gusta de él es su timidez.

Acabamos pronto con los puntos que teníamos que tratar. Durante todo el tiempo Álvaro no me quitaba ojo, se me estaba comiendo con la mirada y me estaba excitando mucho. Les ofrecí café y Raúl propuso mejor ir a su casa; nos prepararía café irlandés. Aceptamos y ya en su casa fui con él a la cocina a echarle una mano. Nada mas entrar me abrazó por detrás y empezó a sobarme entera. Estaba tan sorprendida que apenas acerté a pedirle que parara y a decirle que teníamos que volver pronto con los demás, me costó porque me estaba gustando la forma en que me acariciaba.

Ellos no quieren café tonta…

¿Qué quieres decir?

Que Álvaro nos ha comentado tu fantasía de montártelo con tres chicos y estaríamos encantados de hacértela realidad.

¿Pero qué dices? ¿Estás loco?

Los tres estamos locos, sí, pero por hacerte disfrutar… si tú quieres…

¡Oh!, claro que quería…

Ven, déjanos a nosotros…

Fui…

Raúl me llevaba de la mano cuando volvimos al salón y eso pareció una señal, Álvaro y Javier retiraron la mesa y se sentaron en el sofá. Álvaro sonreía, Javier miraba al suelo…

Raúl me colocó en el centro de la habitación y comenzó a desnudarme. Parecía que me habían clavado al suelo, no podía moverme. Me quitaba los botones de la blusa despacio, me despojaba de ella con la misma parsimonia, todo parecía ir a cámara lenta. Con un dedo deslizó los tirantes del sujetador por mis hombros y dio un paso atrás para mirarme… lo hacía como si yo fuera su obra de arte. Se pegó a mí, apoyó su barbilla en mi hombro y me rodeó la cintura para desabrocharme la falda y la dejó caer, se agachó y me ayudó a quitármela y me despojó de mis zapatos. Ahora estaba sólo con un conjunto de ropa interior muy sexy ante tres hombres deseosos de mí… era muy excitante. Raúl fue a poner música y, mientras se sentaba en el sofá, me pidió que siguiera desnudándome. Les di la espalda para quitarme el sujetador, volví la cara y les sonreí pícara mientras les lanzaba la prenda, la cazó Raúl. Giré tapándome el pecho con los brazos y lo descubrí para levantar mi pelo. Javier no me miraba, Raúl sonreía divertido y Álvaro acomodaba su erección. Volví a darles la espalda y me agaché a acariciarme las piernas, subía por mis pantorrillas y mis muslos y mi culo y cuando llegué al elástico de mis braguitas las bajé lentamente ofreciéndoles una visión que no olvidaran. Nuevamente me giré y les observé. Javier por fin me miraba, pero no a la cara. Álvaro se acercó y comenzó a acariciarme toda; el rostro, el cuello, los hombros, el pecho, la cintura, las caderas, las nalgas… Raúl empezó a desnudarse. Sólo Javier permanecía sentado.

Las manos de Raúl relevaron a las de Álvaro mientras también se desvestía.

Pronto tuve a dos hombres desnudos y muy excitados acariciándome y yo sólo deseaba que Javier se uniera a ellos, pero parecía que había venido a mirar…

Cerré los ojos y fantaseé con que la polla que se frotaba contra mi culo era la de Javier, que eran sus manos las que tenía en mis hombros y que eran sus labios los que acariciaban mi cuello. Pero también había otras manos que me estaban pellizcando los pezones, y otros labios que mordían los míos. Cuando abrí los ojos vi que era Raúl el que estaba frente a mí y Álvaro el que estaba detrás. Hasta ahora me había dejado hacer, ya era hora de entrar en acción; les puse uno a cada lado de mí y comencé a acariciar sus cuellos, sus pechos y por fin sus penes. Les masturbé un rato. Mientras besaba a Álvaro, Raúl seguía dedicado a mis tetas, las amasaba y chupaba mis pezones. A estas alturas yo estaba empapada, así que Álvaro no encontró resistencia al introducir sus dedos entre mis labios y llevarlos a mi ardiente vagina. Al poco me arrodillé y les puse frente a mí… comencé a chupar sus vergas alternativamente arrancándoles gemidos de placer. Mientras lamía el pene de Álvaro masturbaba a Raúl y al contrario.

Álvaro se sentó en una silla y me sentó sobre él, dándole la espalda. Raúl se acercó y colocó su pene entre mis pechos, los apretaba uno contra el otro y yo lamía su glande cuando asomaba de entre mis tetas. Álvaro me tenía bien clavada su polla y se movía en círculos debajo de mí, una de sus manos acariciaba mi clítoris… y aún así no paraba de pensar en Javier. ¿Por qué no se acercaba? Le miré y seguía sentado en el sofá, con la vista fija en nosotros, el pantalón a punto de reventar. Aparté a Raúl, desmonté de Álvaro y fui a por Javier. No podía más.

Al verme venir se puso de pie como si tuviera un resorte, intentó huir, pero no le dejé, le besé mientras le desabrochaba los pantalones y se los bajaba junto con su ropa interior. Javier estaba chorreando. Le empujé al sofá y me senté sobre su verga, que tanto deseaba sentir. Casi de inmediato me corrí, le deseaba tanto que sólo con sentirle dentro de mí estallé. Álvaro estaba acariciándome el ano con algún tipo de crema y al poco empezó a metérmela despacio, estaba tan excitada que le fue fácil a pesar de que seguía estando penetrada por Javier. Ahora no podía moverme libremente, así que Javier era el que alzaba sus caderas. Raúl puso su verga junto a mi boca y comencé a chuparla lentamente mientras disfrutaba de mi primera doble penetración. El reloj se paró, el tiempo dejó de existir, no sé cuantos orgasmos tuve. Me sentía completamente llena, me ardía todo.

Chicos, no puedo más, estoy muerta.

Se apartaron de mí. Me tumbaron sobre la mesa del comedor y siguieron tocándome mientras se masturbaban; Javier metía sus dedos en mi coño, Raúl me pellizcaba los pezones y Álvaro acariciaba mis labios y metía su dedo pulgar en mi boca.

Parecía que se habían puesto de acuerdo, empezaron a gemir más fuerte y comencé a sentir disparos de semen por todo mi cuerpo, esto hizo que alcanzara un último orgasmo. Fue maravilloso. Les chupé las vergas una por una, para sentir los distintos sabores, para exprimirlos al máximo. Les di las gracias y le pedí a Raúl que me dejara usar su ducha, estaba cubierta de semen prácticamente de la cabeza a los pies.

Al salir Javier y Álvaro se habían marchado. Raúl estaba excitado nuevamente y me pidió que le ayudara. No podía dejarle así y me arrodillé frente a él y comencé una mamada lenta; lamía desde los huevos hasta la cabeza y volvía a los huevos, así varias veces hasta que Raúl me suplicó que me la metiera en la boca. Lo hice de golpe, arrancándole un gran gemido. Con toda su polla hasta el fondo moví mi cabeza de lado a lado para que notara mi garganta y volví a sacarla para iniciar un mete saca que le volvió loco. Me ayudaba de mi mano que le masturbaba y le miraba a los ojos suplicándole con la mirada que eyaculara en mi boca. No tardó en complacerme y sentí como se corría entre temblores y gemidos entrecortados.

Había sido una larga tarde y estaba rendida. Me despedí de Raúl y fui a casa. Al poco la mujer de Álvaro trajo a mi hijo, menos mal que venía cansado del parque y tras cenar nos quedamos dormidos los dos.