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Lencería en Rosa

en Lésbicos

Lencería en Rosa

Rosa y yo nos conocemos desde siempre, fuimos juntas al colegio. Estuvimos una época distanciadas; yo me casé y me fui de la ciudad. El hecho de que ella sea lesbiana no supuso nunca ningún problema y tras mi divorcio volví a casa y la llamé, retomamos la amistad como si nunca nos hubiéramos separado y me ayudó mucho. En la actualidad salía con una chica menor que ella llamada Mónica pero era una relación más bien carnal que romántica.

Hace un par de meses al fin me decidí a salir de nuevo y conocí a un chico estupendo. Cuando Daniel me propuso irnos de vacaciones juntos no lo dudé un segundo. Pero debía renovar mi vestuario, y para la ropa interior no hay mayor experta que Rosa, así que le pedí que me acompañara en mis compras. Aceptó encantada.

Quedamos un sábado por la mañana y nos fuimos de tiendas. Me ayudó a elegir mis modelos y no pudo evitar comprarse algunas cositas para ella también.

Vamos a mi casa, te invito a almorzar. - Me dijo al salir de la última tienda.

Vale, vamos.

Cuando llegamos había un mensaje de Mónica en el contestador, tenía que quedarse en el trabajo a cubrir un turno de una compañera. Estaríamos solas.

Pues no puedo esperar tanto para probarme de nuevo lo que me he comprado, te importa darme tu opinión.

No, claro que no. Además... lo estoy deseando.

Tú también podrías enseñarme cómo te quedan los conjuntos.

Claro que sí. Además te enseñaré algunos que tengo que compré el mes pasado.

En ese momento creo que ninguna de las dos teníamos intención de que pasara nada. Me parece que Rosa nunca se había percatado del morbo que me daba verla en ropita interior porque éramos casi como hermanas. Casi…

Entré en el baño a cambiarme y salí con un body malva de punto con florecitas que me había gustado mucho. Ver a Rosa con un conjunto de culotte y sujetador fucsia casi transparente fue un shock para mí. Además, estaba delante de su espejo como si quisiera modelarlo, ajustándose el culotte y los tirantes del sujetador. Ponía unas posturas que me hicieron pensar algo como… "¡¡Qué zorra!!"La había visto en bikini muchas veces, en topless más veces aún, pero con ese conjunto estaba demasiado sexy. Tragué saliva e intenté que no notara mi turbación.

¡Eh! ¡Que bien te queda el body! Te hace un culo monísimo. Y bufff, con esas tetas, Daniel no se va a resistir.

Sí, tu conjunto también es precioso.

Ven aquí. A ver que te ajuste un poco esto, así. Uff, qué tetitas tienes Mari. Te queda ideal. A ver, date la vuelta. Excelente.

¿Te gusta? Luego si quieres te lo dejo para probártelo. De talla debemos andar parecidas.

Vale, como quieras. ¿Siguiente modelo? – Me guiñó un ojo.

Volví al baño y me puse un conjunto de braguita y corpiño naranja de satén y encaje muy sexy que mojé cuando salí y vi a Rosa poniéndose las medias negras a juego con un body de encaje. Parecía una diosa, allí delante del espejo, con su pelo largo moreno y subiéndose aquellas medias. Me escondí antes de salir para verla mejor. Aquella situación me empezaba a excitar más de lo que pensaba. En esto, Rosa se levantó y mirándose en el espejo, se puso los broches del liguero del body en las medias. Buffff, estaba a cien…

Estás…

¿A qué sí? Jajaja

… fantástica. Mónica se derretirá…

Tú tampoco estás nada mal con ese corpiño. Vas a poner a Daniel como una moto.

Pues anda que tú, te realza la figura ese body que no veas.

Sí, es precioso, ¿te lo quieres probar?

Sí, claro. Y tú te pruebas este.

Antes de que me diera cuenta Rosa se había sacado los tirantes del body y me dio corte no responder a su confianza y empecé a desnudarme y a pasarle prendas. Cuando me quité las bragas estaban mojaditas y temí que ella se diera cuenta, pero a la vez me excitaba. Verla ponerse prendas era más morboso que haberla visto quitárselas… ponerme su ropa interior fue demasiado.

Rosa se miraba al espejo. Me acerqué por detrás y le coloqué bien el corpiño, subiéndole las tetas, sobándola un poquito… Suspiró y dejó caer la cabeza en mi hombro. Pellizqué suavemente sus pezones sobre la tela, reaccionaron al instante y la vi lamerse los labios en el espejo… estaba preciosa y la desee como nunca pensé que desearía a una mujer, necesitaba sentirla vibrar en mis brazos. Saqué uno de sus pechos y acaricié el pezón con la palma de la mano abierta, suavemente, sintiendo la rugosidad, la turgencia. Mi otra mano acariciaba la braguita por detrás, metí el elástico por su culo para liberar su nalga y amasarla. Rosa ronroneaba y me miraba a los ojos con tanto deseo que mi sexo palpitaba hasta casi dolerme.

Mis manos dibujaban ahora su silueta, su cintura, sus caderas y se posaron sobre su coño. A través del suave tejido podía notar su calor y su humedad que se había mezclado con la mía.

Mira como has puesto mis braguitas… ¿no te da vergüenza?- susurré en su oído.

Si sigues así te las voy a dejar empapadas…

Pues pienso seguir…

Me puse frente a ella y la besé en los labios, su boca se abrió para mí y su lengua se enredó con la mía. Me acarició el pecho con suavidad y ternura.

No imaginas cuanto he deseado hacer esto, las veces que he imaginado tener tus tetas en mis manos…

Un estremecimiento me recorrió entera y me abandoné totalmente a sus caricias, me dejé llevar a la cama y disfruté de su boca recorriendo mis muslos, de sus manos separando mis piernas al máximo, de sus dedos acariciándome el clítoris sobre la ropa interior. Aparté el body a un lado y abrí mis labios, los sabios dedos de Rosa acariciaron mi clítoris y luego me penetraron, su lengua se fue haciendo dueña de todo el terreno conquistado por ellos. Yo perdí la noción del tiempo, no sabía donde estaba, sólo sabía que el orgasmo estaba tras la siguiente caricia y mis caderas se alzaron en su búsqueda. Ella me agarró las nalgas y se aferró más a mi sexo hasta que, temblando, le pedí que parara. Se tumbó junto a mí y no dejo de acariciarme hasta que mi respiración volvió a la normalidad.

Estaba nerviosa, no sabía si conseguiría darle tanto placer a Rosa como el que me había proporcionado ella.

Tendrás que guiarme, nunca he hecho nada de esto…

Tranquila, lo sabrás hacer.

La besé en la boca, lamí su lengua, sus labios, su barbilla, su cuello y llegué a sus pechos. La liberé del corpiño y los chupé como si fuera un bebe hambriento. No tardé en seguir mi camino hacia su sexo, me moría por comerme a Rosa, pero me propuse hacerla sufrir un poquito y la mordí con mis labios y la lamí sin quitarle las braguitas. Cuando le quité las bragas estaban chorreando de mi saliva y su flujo. Había llegado el momento, intenté relajarme y la lamí como me gustaba que me lo hagan a mí, tomando el clítoris entre los labios y succionando suavemente y sacando la lengua y frotándolo con ella. Su sabor era un poco ácido pero delicioso. Le metí dos dedos hasta el fondo y los moví dentro intentando rozar la rugosidad de su punto G. Puse una almohada bajo sus caderas y alcé sus piernas, lamí su ano, metí la lengua en su vagina y mordí su clítoris y vuelta a empezar. En pocos minutos Rosa gritaba más que gemía y me agarró la cabeza para que no dejara de estimular su clítoris, intenté no variar el ritmo, sabía que sería más fuerte si no me apresuraba, así que seguí con lentas lamidas hasta que Rosa estrujaba las sábanas y se incorporaba en la cama jadeando y apartándome de ella.

Nos besamos y acariciamos hasta quedarnos dormidas abrazadas y satisfechas.

 

Este relato lo escribí con Rosa. Os dejo su dirección.

rosafdezfdez@hotmail.com