miprimita.com

Frente al espejo

en Hetero: General

Llego pronto a casa y me meto en la ducha. El agua me limpiará también la mente, necesito borrar todas las preocupaciones del día. En cuanto siento las primeras gotas cálidas siento que mi cuerpo se relaja. Me dedico a lavar mi pelo con un suave masaje. Es muy agradable. La esponja me acaricia.

La cara.

Los brazos.

El pecho.

La espalda.

El vientre...

Coloco una pierna en el rincón de la bañera y la cubro de jabón desde el tobillo hasta el muslo. Al cambiar de pierna siento el sexo lubricado a causa de la espuma y me hago consciente de mi clítoris. Termino de enjabonarme sin demora y lo rozo. Sí, lo noto sensible y caliente. De repente me siento sexy.

Me gustaría que estuvieras aquí, que me miraras mientras me toco... mientras acumulo diminutas pompas de jabón sobre mis pezones, ocultándolos. Los dejo suficientemente duros jugando a retirar la espuma poco a poco con un dedo. El mismo dedo que viaja más allá de mi ombligo, se adentra entre mis labios y frota y dibuja círculos... Sólo con pensar en agarrar la alcachofa de la ducha y dirigir el chorro a mi clítoris, sólo con imaginar las sensaciones que eso me provocará... ya estoy a punto de correrme.

Dejo de tocarme, no quiero que todo acabe tan rápido. Me aclaro y el agua templada consigue templarme un poco, sólo un poco. Casi nada. Escurre por mi cuerpo y se cuela entre mis piernas.

Decido que no puedo esperar y, tras poner la ducha en posición de masaje, separo mis pliegues y apunto al centro. No me es preciso pensar. La vibración y la temperatura del agua son lo único que necesito para que sienta venir el orgasmo y lo recibo con los ojos cerrados y el cuerpo arqueado. El placer se va tan rápido como llegó y me quedo un poco decepcionada. Quería más. Debería haber alargado el momento, no haber sido tan impaciente...

Me seco lentamente, me visto y me tumbo sobre la colcha unos minutos. Intento prolongar la relajación que me ha proporcionado mi ducha especial. Sin darme cuenta me quedo dormida.

Creo que oigo la puerta de la calle. Creo que siento tus labios en los míos. Creo que oigo el agua de la ducha. No sé si lo he soñando.

Cuando abro los ojos estás frente al espejo. Casi desnudo. Te dispones a probarte el traje que llevarás a ese acto tan importante el próximo fin de semana. Pareces nervioso.

Hola

Hola pequeña lironcilla.– y tus ojos encuentran los míos a través del espejo.

Te observo sentada en la cama. Me gusta ver cómo te vistes. Me resulta casi tan erótico como ver cómo te desnudas.

Me gusta cómo miras tu reflejo mientras abotonas la camisa. Como elevas la barbilla para abrochar el último botón.

Ahora el pantalón. Te queda bien. Te hace un culito muy mono.

El cinturón.

La chaqueta.

Te miras de un lado y de otro. Me miras a mí buscando mi aprobación.

Estás muy guapo.

¿No me está algo estrecho el pantalón?

No, está perfecto.

¿Me pones la corbata?

Me levanto y me coloco detrás de ti. No te abrazo porque no quiero arrugarte el traje pero me quedo mirándote. Sí que estás guapo...

Te das la vuelta para que te pueda anudar la corbata. Me apetece apretar un poco el nudo y atraerte hacia mí para besarte. Coger tu mano y ponerla entre mis piernas. En lugar de eso termino de arreglarte y te vuelvo de nuevo hacia el espejo para que veas el resultado. Asientes satisfecho.

¿Te ayudo a quitártelo?

El tono de mi voz delata todas mis intenciones y sonríes.

No espero respuesta y me vuelvo a colocar a tu espalda. Te quito la chaqueta con cuidado. Aflojo el nudo de la corbata y te la saco por la cabeza.

Comienzas a desabrochar botones y en cuanto puedo meto la mano por debajo de la camisa, acariciando tu pecho. Aspirando la mezcla de olores en tu cuello. Ropa limpia recién planchada, el champú, tu colonia...

Te abres el cinturón y el pantalón para liberar la camisa. Te la quito despacio, casi acariciándote con ella. Paso mis manos por tu espalda desnuda. Te abrazo fuerte y doy pequeños mordiscos en tu hombro. Ladeas la cabeza para tocar la mía. Nos miramos a través del espejo. Sonríes. A mí no me sale la sonrisa, estoy demasiado excitada.

Me quito mi blusa y el sujetador. Te abrazo de nuevo y aprieto mis pechos a tu espalda. Mis manos se cuelan por dentro del pantalón y acaricio tu polla por encima de tu ropa interior.

Te ayudo a salir de tus pantalones y me quito los míos antes de volver a enredarme en tu cuerpo. Tengo una mano rozando el vello de tu pecho y la otra rozando el vello sobre la goma de tus slips. Tu mejilla en mi mejilla. Tus ojos en el espejo, mirando cómo te toco. Mi mano aprieta suavemente el bulto entre tus piernas. Destaca ya la silueta de tu erección y me lamo los labios al pensar en comértela...

Me encanta tu polla.

A medio suspiro se te escapa un gemido y te muerdes el labio inferior. Me vuelves loca de deseo con ese gesto. Lo sabes y lo repites mirándome fijamente. Llevo una mano a tu boca, necesito acariciarla. Atrapas uno de mis dedos y lo chupas. El cosquilleo del deseo se incrementa en oleadas cada vez que siento tu lengua.

Te bajo la ropa interior y te masturbo lenta y suavemente. Beso tu hombro, lamo tu cuello y no dejo de cubrir y descubrir tu glande. Pones tu mano sobre la mía y marcas el ritmo de las caricias.

Con el dedo humedecido de tu saliva rodeo uno de tus pezones y luego lo pellizco.

Te estremeces, ronroneas, te apoyas en mi cuerpo, cierras los ojos y sueltas mi mano. Te has rendido, eres mío. Paso mi brazo sobre tus clavículas, te agarras a él y aprieto tu hombro con la mano, sosteniéndote.

Sigo masturbándote un poco más rápido, presionando un poco más, mirando tu reflejo, viendo cómo el placer transforma la expresión de tu cara. Paro un poco y abres los ojos.

Vamos a la cama, quiero devorarte.

¿No puedes devorarme aquí?

Entiendo que quieres ver cómo te la como desde un ángulo diferente y me arrodillo junto al espejo.

Te atraigo hasta la posición que considero idónea para que disfrutes de unas buenas vistas.

Beso el glande con mimo, lo lamo. Te miro un segundo a través del espejo y me la meto entera en la boca. Sin sacarla juego con mi lengua sobre ella...

Acaricias mi pelo con una mano, con la otra sacas un poco tu polla de mi boca, no del todo, y comienzas a masturbarte. Aprieto un poco los labios y aumento la presión de mi lengua, quiero que me sientas todo lo posible.

Te miro. Alternas los ojos cerrados por el placer con vistazos al espejo y con miradas directas con las que me transmites toda la excitación que se está adueñando de ti.

Estás preciosa así.

Aparto tu mano y te lamo la polla de abajo a arriba. Succiono suavemente el glande y cuando menos lo esperas me la meto hasta la garganta. La vuelvo a lamer lentamente y de nuevo me la trago de golpe.

Cuelo una mano entre mis piernas, no puedo aguantar más sin tocarme. Encuentro el clítoris hinchado y palpitante. Me acaricio mientras me follas la boca. Me encanta.

Paras y me ayudas a levantarme. Me besas mientras te apoderas de mi sexo. Me metes los dedos tan adentro que casi me levantas del suelo.

Cuando estoy a punto de correrme haces que me mire al espejo, que me apoye en él y te colocas detrás. Me dejas sin aire cuando me penetras. Te quedas quieto dentro de mí y comienzas a masturbarme. Muevo el culo para que me folles, lo quiero todo a la vez.

Mis jadeos empañan el espejo, no logro ver tu cara, son tus gemidos los que me indican que te vas a correr. Yo también.

No te pares por favor, por favor...

Si lo pides por favor... no... para... ré...

Siento cómo te vacías en mi interior, mi cuerpo entero se contrae para retenerte y a continuación parece expandirse por todo el universo en motitas de luz, de calor, de placer.

Abro los ojos y te veo sonriendo a través del espejo. Ahora sí puedo devolverte la sonrisa, a pesar de que me tiemblan las piernas, o tal vez también por eso. Me vuelvo y te miro a los ojos. En ellos es dónde quiero verme reflejada.