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Mis adorables vecinos (Álvaro)

en Hetero: Infidelidad

Mis adorables vecinos (Álvaro)

Mi vecino Álvaro es increíble; es moreno, guapísimo y muy simpático, pero es un poco tímido. Nos conocemos hace 6 años y congeniamos desde el principio. Intercambiamos recetas porque a los dos nos encanta cocinar y cuando hace algún experimento aparta un par de raciones para que lo probemos en casa.

Nuestros turnos de trabajo coinciden y aunque nuestros hijos no van al mismo colegio, juegan juntos en el parque y casi siempre nos sentamos en un banco a charlar mientras les vigilamos. El único contacto físico que tenemos en esas ocasiones es algún roce ocasional (o no tanto) de nuestras piernas. A menudo me invita a un cigarro y al encenderlo sujeto su mano, que suele temblar cuando lo hago. La única vez que sentí su cuerpo fue hace dos meses cuando me acompañó al hospital; mi hijo se había caído y necesitó unos puntos en la barbilla, yo estaba histérica y Álvaro me abrazó y me habló suave hasta que me calmé. Me calmé tanto que me puse muy caliente al tenerle pegadito a mí, susurrándome que todo iba bien, que no pasaba nada… con esa voz tan bonita… y creo que lo que sentí no era su móvil. Los polvos con mi marido fueron geniales las siguientes semanas.

Álvaro vive en otro bloque pero su cocina queda enfrente de la mía aunque en un piso superior, esto le proporciona una vista panorámica. Hace tiempo que me di cuenta de que me espiaba y desde entonces empecé a ponerme menos ropa para estar en la cocina. Empecé quitándome el sujetador, luego cambié la bata que usaba por una camiseta larguita y escotada y comencé a llevar tangas en casa. De esta forma conseguía mostrarle mi escote al inclinarme a tender la ropa y mi culo cada vez que me agachaba o me estiraba limpiando. A veces me saludaba y se ponía a tender o a recoger la ropa, o a fumarse un cigarro en su ventana, otras le adivinaba tras la cortina y los movimientos que hacía al masturbarse, eso me excitaba muchísimo pero hacíamos como si no supiéramos lo que estaba pasando.

No hace mucho estaba tendiendo la ropa y lo alargué todo lo que pude, sabía que estaba manos a la obra porque la cortina estaba echada, me gustaba pensar que se correría mirando mis tetas, miraba hacia su ventana disimuladamente cuando una racha de viento apartó la cortina y le vi. Fue una fracción de segundo pero no pude quitarme esa imagen de la cabeza en varios días; Álvaro con una mano en su pene y la otra en sus testículos, con la cabeza echada hacia atrás y los ojos cerrados…

Estaba claro que Álvaro me deseaba pero que no iba a dar el primer paso… así que me decidí a darlo yo. Le pediría algún dvd infantil para mi hijo. Esa sería la excusa.

Esa mañana me puse un top blanco y unos pantalones muy cortitos verdes y no me puse ropa interior. El pantalón mostraba parte de mis nalgas y la costura rozaba mi clítoris, la camiseta dejaba ver mis pezones, me sentía muy sexy.

En el ascensor retoqué mi pelo, no me había maquillado, me pareció excesivo, pero mis labios se veían hinchaditos y rojos, y mis ojos brillaban a causa de la excitación y los nervios.

Álvaro me abrió la puerta en pantalón corto de deporte, sin camiseta.

Hola Susi, pasa, ¿qué tal?

Hola Álvaro, gracias, Me preguntaba si tendrías alguna película de dibujitos para entretener este fin de semana a los niños; vienen mis sobrinos y es la única manera de tenerlos quietos.

Sí claro, te dejo dos o tres, alguna les gustará.

Me miraba casi sin querer verme, estaba todo rojo. Yo también estaba un poco cortada, ya no me sentía tan segura como cuando salí de casa. Esperé en la entrada.

Toma, espero que apacigüe a las fieras.

Gracias.

Estaba a punto de irme sin haber conseguido nada…

Hace calor, ¿verdad?

Si, este año el verano se adelanta.- y encima hablamos del tiempo… ay Dios…

¿Quieres beber algo?

Sí, un poco de agua fresquita, gracias.- al menos estaría un poco más.

No, agua no. Te voy a hacer un cóctel refrescante. No tienes prisa, ¿no?

No, ninguna.

Entramos a la cocina. Mientras se afanaba con la batidora y los ingredientes del cóctel aproveché para admirar su culo… qué culo madre mía…

Al darme el vaso nuestras manos chocaron y me mojé bastante el top. Álvaro cogió papel de cocina y sin pensarlo comenzó a limpiarme. El líquido helado y su mano hicieron que mis pezones endurecieran. Se apartó casi saltando hacia atrás.

Perdona…

No te preocupes.- le sonreí y armándome de valor volví a poner su mano sobre mi pecho.

Estaba rojo como un tomate, miraba su propia mano como si no pudiese creerlo. Lentamente empezó a apretar, suavemente se apoderó también del otro pecho, los unía, los separaba, los masajeaba en círculos, pellizcaba los pezones… A mí se me escapaban gemiditos de placer.

Quizás debería quitarme esto, ¿no crees?- mi respiración estaba agitada

Sí, yo te ayudo.

Nuestros cuerpos se acercaron, nuestros torsos desnudos se unieron y su calor y su erección me produjeron un maravilloso estremecimiento. Me abrazaba mientras nuestros labios se rozaban apenas, una y otra vez. Saqué mi lengua para lamer su boca y los dulces besos se convirtieron en fieros, pasionales.

Su lengua recorría mis pechos, sus manos agarraron mis nalgas, tiró de mi pantalón hacia arriba y la costura se hundió más en toda mi raja, empapándose. Masajeaba mi culo y nuestros sexos se frotaban deseosos de encontrarse. Mis manos por encima del pantalón encontraron un pene durísimo luchando por liberarse; él tampoco llevaba ropa interior. Subí apenas su pernera y vi su glande rojo y brillante llamándome, pidiéndome que me lo comiera. Me arrodillé y empecé a lamer cuanto quedaba expuesto pero no era suficiente, quería tenerla toda en mi boca. Bajé su ropa hasta las rodillas, descubrí un pene no excesivamente grueso pero sí muy largo. Engullí su miembro hasta los testículos y comencé a chupar con desesperación. Él me apartaba el pelo de la cara para no perder detalle. A los pocos minutos me retiró, me alzó y seguimos besándonos y tocándonos.

Sin mediar palabra Álvaro me giró bruscamente, me quitó los pantalones y me colocó de rodillas sobre la mesa. Me hizo lamer los dedos de una de sus manos mientras la otra acariciaba apenas el vello de mi sexo. Cuando los tuvo mojaditos, introdujo suavemente el corazón en mi vagina y enseguida unió el anular a la exploración. Los metía y sacaba rítmicamente y a veces recorría con ellos mis labios. Sus manos aferraban ahora mis nalgas, clavaba sus dedos en ellas y uno de sus pulgares se introducía en mi ano. Notaba arder mi coño y sentí agradablemente fresca su saliva. Su lengua acariciaba mi clítoris y su nariz mi vagina. El orgasmo era inminente y me agité buscando más presión de su lengua y más penetración de su dedo. Mis piernas se tensaron, mi espalda se arqueó y mi cuerpo entero vibró con las sacudidas del placer extremo. Álvaro apartó su cara y su pulgar, me ayudó a bajar de la mesa y me tendió sobre ella.

No había perdido nada de erección, se frotó unos minutos contra mi sexo, palpitante aún, y me penetró con suma facilidad. Me follaba muy lentamente y sus dedos jugaban dentro de mi ano, dilatándolo. Me sentía tan llena… tuve uno de los mejores orgasmos de mi vida. Álvaro estuvo un ratito muy quieto, sintiendo como las contracciones de mi orgasmo abrazaban su verga en mi interior, cuando cesaron la sacó y sentí como sus dedos abandonaban mi culo y apoyaba el glande en el. Me la metió muy suave pero firme y profundamente, notaba sus testículos chocando en mi vagina. Sus manos asían fuertemente mis hombros, me hacía un poco de daño pero me gustaba. Le oía gemir, notaba su aliento, intentaba contrarrestar sus embestidas…

Estoy por terminar Susi.

Dame fuerte.- mi voz me sonó ronca.

No se hizo de rogar y aumentó el ritmo y los gemidos hasta convertirlos en espasmos y gritos de placer. Noté cada una de sus sacudidas y cada chorro de semen cálido que las acompañaba. No la sacó, en seguida comenzó el vaivén de nuevo, ahora mas pausado, disfrutábamos de cada movimiento, de cada centímetro. Su manos amasaban mis tetas, las mías amasaban sus huevos, empujaba como queriendo traspasarme y ahora era yo la que estaba a punto. Le volví a pedir que me diera más fuerte y entre mis gemidos sentí que se venía conmigo, más silencioso ahora o más ruidosa yo, no sé…

Entre jadeos seguimos besándonos mientras nos poníamos la ropa. Hablamos de cuanto nos habíamos deseado durante tanto tiempo, de lo bueno que había sido y de que repetiríamos alguna vez, mientras no cesábamos de abrazarnos y mimarnos.

Más tarde, en casa, me di cuenta de que me había olvidado las películas, ¿vendría Álvaro a traérmelas?...