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Para ti

en Autosatisfacción

Esto es para ti, sólo para ti. No quiero que lo lea nadie más, sólo tú. Además no quiero que lo leas de cualquier forma; quiero que busques un momento adecuado para leerlo. Si estás en el trabajo... para de leer. Si crees que pueden interrumpirte... para de leer. Si estás vestido... para de leer. Quiero que estés relajado, desnudo y cómodo porque esto es para ti y quiero que lo disfrutes. Te pediré que hagas cosas para las que necesitarás las dos manos, me gustaría que las tuvieras libres.

Puedes pensar en mí mientras lees y me encantaría que lo hicieras, que imaginaras mi voz susurrándote todas estas palabras al oído. Eres libre de pensar que la que te habla es esa mujer con la que te cruzas todos los días, o esa a la que recuerdas todas las noches, o aquella que te dejó marcado el corazón para toda la vida. Tú eliges... pero si me eliges a mí, házmelo saber.

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Ahora vas a masturbarte conmigo. Ahora vas a masturbarte para mí. Será como una especie de ofrenda, así lo aceptaré. Lee y obedece.

Siéntate. Abre las piernas. Más. Pon tus manos en las rodillas. Acarícialas. Lleva tus dedos, rozando la piel de tus muslos hasta las ingles, vuelve a tus rodillas y regresa a las ingles por la parte interior. Pásalas de largo. Sigue hasta tu pecho, tira del vello, tira de los pezones, un poco más, como si tirara yo, como si mordiera yo... Sigue rozando tu pecho mientras lees, también puedes acariciar tus labios pero no toques nada más.

Imagina que estoy contigo. Que estoy de pie junto a ti y que te estoy mirando a los ojos mientras cumples mis deseos. No voy a tocarte, pero me voy a tocar.

 

Estás desnudo y yo no debo estar vestida, aunque te gusta la falda que traigo porque es muy corta. Me desnudaré con movimientos deliberadamente lentos. Me quito primero los zapatos. Suelto la hebilla del izquierdo y al agacharme ves mi escote, la blusa se separa y muestra el canalillo y el sujetador de encaje negro. Me doy la vuelta, me inclino y suelto la hebilla del derecho, la minifalda se ciñe a mi culo y te da la impresión de que no llevo nada debajo. Abro la cremallera de la falda y cae a mís pies. La blusa es larga y no te deja ver. Levanto los brazos para quitarme la cadenita que llevo al cuello, se resiste un poco y aprovechas para mirar mi culo, bueno, la parte inferior. Apenas unos centímetros de raja y la redondez de los cachetes. Se me cae la cadena al suelo y me agacho a recogerla. Es un movimiento bastante rápido pero aún así puedes comprobar que, efectivamente, no llevo braguitas, puedes ver mi coño durante medio segundo, húmedo y seguro que muy caliente.

 

Quiero que vuelvas a poner las manos en las rodillas y subas lentamente. Acaricia los testículos cuando llegues. Sopésalos, pellizca suave, tira de la piel. No dejes de hacerlo hasta que te lo diga.

 

Me vuelvo y vuelvo a mirarte a los ojos, te estás excitando, me gusta.

Empiezo a quitar botones, son pequeños y muchos. Dejo sólo tres en la parte inferior para que no puedes ver más abajo del ombligo, para que te concentres en lo que te quiero mostrar. La blusa casi no se ha abierto. La abro yo por arriba. Ves mis pechos apenas contenidos por el sujetador y cómo se marcan mis pezones, aún sin endurecer, con las areolas grandes. Deseas contraerlos tú, con tu boca, a través del delicado tejido. No puedes, no vas a tocarme. Pero imagínalo, imagina lo que harías en mis pezones si pudieras. Liberarías uno de los pechos sacándolo por encima, bajando la copa, y luego el otro. Los mirarías con hambre. Los cogerías con tus manos y los juntarías, presionando ligeramente, apreciando la suavidad de la piel y su calidez. Acercarías tu boca y te los comerías, lamerías, morderías, succionarías hasta volverme loca. Pero soy yo la que se toca, la que separa el encaje y saca el pecho derecho, la que coje el pezón con el pulgar y el índice y lo contrae y lo endurece, soy yo la que se lo lleva a la boca y lo lame mientras te mira con cara de viciosa.

 

Quiero que mantengas una mano en los testículos, acariciando, con la otra agarra tu polla, mójala si es que lo necesitas. Mueve la mano lentamente, no hay prisa. No presiones mucho, que sea más un roce. Tira un poco de la piel desde abajo, que no llegue a cubrir la punta a pesar del movimiento, que sientas el contacto con tu mano directamente sobre el glande

 

Termino de quitarme los botones que quedaban, dejo caer la blusa y me quito el sujetador sin quitar los ojos de tu polla, quiero mirarte a los ojos pero el movimiento de tu mano sobre ella es hipnótico. Deseo tanto tocarla, sentirla vibrar en mis manos, sentirla crecer hasta su límite en mi boca...

Tú debes estar mirando mi coño.

Agarro mis pechos, mis manos abiertas para abarcarlos, los uno y los amaso, cojo los pezones con los dedos y sí, ya están bastante duros. Voy a explorar otras zonas.

Pongo un pie sobre una silla. Ves brillar la cara interna de mis muslos, hasta ahí ha llegado la humedad. Acaricio el vello, está muy mojado. Separo los labios y los vuelvo a unir, eso masajea mi clítoris. Me giro y me reclino. Así puedes ver mejor. Con una mano sigo separando y uniendo, con la otra acaricio mi ano y empiezo a introducir un dedo. Tengo un dedo bien dentro de mi culo y otros dos, de la otra mano, comienzan a deslizarse por mi rajita. Llegan a la entrada y trazan círculos sobre ella. Estoy tan mojada que penetran solos. Los muevo dentro. Recuerdo la sensación de tener tus dedos allí, explorando, ahondando, llevándome al climax. Aumento el ritmo pero cuando estoy a punto lo bajo, casi paro, no quiero correrme todavía. Te miro por encima de mi hombro y estás ahí, tocándote, deseándome y yo deseándote aún más.

 

Moja las palmas de tus manos, mójalas mucho. Mete la polla en el hueco de tus puños puestos el uno sobre el otro. Impide que salga el glande tapando con el pulgar.

 

Veo como la empujas entre tus manos y rememoro la última vez que empujabas dentro de mí, cómo te sentía chocando en lo más profundo, ¿recuerdas tú mi interior? ¿recuerdas la suavidad y el intenso calor y la humedad con que te rodeaba?

 

Ahora me gustaría que te penetraras tú con un dedo, tómate tu tiempo, mójate con saliva, mucha saliva, y pasa un momento acariciando las formas de tu esfínter. Acariciando mucho muchas veces llega un momento en que lo natural es deslizar un dedo dentro, que entre casi sin que te des cuenta, como en un coñito caliente y lubricado... Me encantaría hacerlo yo, me fascina estar dentro de ti. Ahora sí puedes aumentar la presión sobre tu polla.

 

Mientras profundizo en mis huecos recuerdo la sensación de profundizar en el tuyo. Si no hubiera decidido no tocarte hoy, te comería ese culito, te lamería y metería la punta de la lengua mientras te masturbo lentamente.

 

Toca por debajo del agujerito del glande, frota con un dedo, luego atrapalo con todos los dedos y deslízalos hacia arriba. Acariciate así un ratito, imagina que te lo hago yo. Moja los dedos y pásalos por el glande, desliza tus dedos sobre él. Siente que son mis labios.

Mi boca recorriendo todo, desde la base a la punta, desde la punta a la base, besando, presionando, lamiendo, saboreando. Cierra los ojos un momento y recuerda mi lengua jugando sobre tu polla. Recuerda cuánto me gusta hacerlo, cuánto me gustaría hacerlo ahora.

 

Me siento en la silla frente a ti. Muy cerca. Casi puedo sentir el calor que desprendes. Puedo sentir el olor de tu sexo que se mezcla con el olor de mi propio sexo y que, en conjunto, me embriagan y aumentan mi excitación.

 

Se acerca el momento de que te corras. De que nos corramos juntos. Eres libre de evocar las imágenes que nunca te fallan, que te toques como te apetezca tocarte, todo sea porque llegues a buen puerto.

 

Un sólo dedo acaricia mi clítoris, primero con delicadeza, luego con más presión, más rápido.

No dejo de mirarte, se me va la cabeza al ver cómo disfrutas, cómo vibra tu cuerpo, como se agita, como se recoge y se te corta la respiración justo antes de que el placer se expanda por todas partes. Eyaculas. Tu semen me alcanza y es como una señal que estuviera esperando mi cuerpo para abandonarse al orgasmo. Me relamo y saboreo las gotas que han caído tan cerca de mis labios y me corro con sabor a ti.

Antes de que te limpies quisiera que lo paladearas tu también. Si me pudieras besar, así sabría mi boca.

Ha sido maravilloso vivir contigo este momento, ahora toca volver a la realidad confundidos, y te acompaño en el camino que nos lleva a la calma.