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Noche de boda (II)

en Hetero: Infidelidad

Diez años y te veo practicamente igual, algunas canas que te hacen más interesante, algún signo de cansancio apenas perceptible en tu mirada... pero sigues siendo el hombre más guapo que conozco. Me gusta todo de ti: tu pelo moreno y largo, tu barba, tus maravillosos ojos verdes, tus labios suaves y sensuales, tus manos y, sobre todo, tu culo... Por mi parte nunca he sido una belleza aunque sí poseo cierto atractivo y sentirme deseada de nuevo ha tenido un efecto rejuvenecedor en mí.  Al retocarme después de nuestro encuentro me he sentido más sensual, los labios ligeramente hinchados y más rojos, los ojos más brillantes, la piel más luminosa, la expresión relajada. Como tú dices, recien follada siempre he estado resplandeciente.

Tengo tantas ganas de hablar contigo y hemos hablado tan poco hoy... Acostumbrados a comunicarnos solo por correo electrónico y por alguna que otra llamada telefónica ha sido un poco extraño poder volver a hacerlo cara a cara. En el camino hacia el restaurante apenas dijimos nada, en mi caso era el deseo de ser tuya el que no me dejaba casi ni respirar, no digamos ya articular palabra.

En el aperitivo hemos cruzado alguna mirada, durante el banquete ni siquiera eso. Estás sentado en la mesa de al lado pero casi a mi espalda y no quiero que se den cuenta de lo que me interesas volviéndome continuamente hacia ti. Ha sido una suerte que mi marido no haya podido venir a la boda y una maravillosa casualidad encontrarte aquí, mejor no arriesgarme a que alguien descubra que eres mi amante. Mi amante... solamente pensar que vuelves a serlo de verdad me excita, una oleada de calor muy dulce me recorre el cuerpo, endurece mis pezones y lubrica mi sexo. Rememoro los instantes que acabo de pasar contigo y apenas puedo reprimir el gemido que nace en mi garganta al recordarte dentro de mí. Al mismo tiempo, no sé si porque he bebido un poco de vino, todo me parece irreal, como si hubiera sido solo un sueño. La cena se me está haciendo eterna. No veo el momento de conseguir algo de intimidad contigo.

Poco antes de que corten y sirvan la tarta nupcial hay comensales que salen a fumar o van a otras mesas a saludar. Pasas por detrás de mí y acaricias levemente mi hombro, te diriges hacia la salida y decido seguirte. Al otro lado de mi mesa solo quedan dos conocidas en modo confidencias y no creo que se den cuenta de que me voy.

En el pasillo que lleva al exterior hay también otras dos puertas, en lugar de salir a fumar como creía que harías te veo abrir la segunda puerta y entrar. Cuando llego la encuentro entreabierta, miro atrás, no veo a nadie y me cuelo en la habitación. Es un salón de celebraciones vacío y casi a oscuras. Te veo al otro lado abriendo una ventana y voy a tu encuentro. No decimos nada, solo nos miramos a la poca luz que entra desde la calle. Nos miramos y nos oimos respirar, nada más. El tiempo se para hasta que sonríes, sonríes y niegas levemente con la cabeza mientras te muerdes el labio inferior.

- Hola...

- Hola...

 Acaricias mi mejilla y paseas tu dedo pulgar por mis labios, los entreabro para asomar un poco mi lengua y apenas rozarlo. Cierras los ojos. Mordisqueo suavemente la yema de tu dedo y vuelvo a rozar con la lengua por un segundo. Vuelves a mirarme, retiras tu pulgar lo justo para besarme. Me besas una y otra vez, pequeños besos que me hacen desear tu lengua tanto... tanto que me estremezco de pies a cabeza cuando al fin la introduces en mi boca buscando y encontrando la mía.

Me apartas un poco y me pides que me quite el vestido. Me gustaría ser menos torpe y hacerte un striptease que te quite el aliento, tendrás que conformarte con que lo deje caer a mis pies. Me alegro mucho de haber elegido ropa interior bonita, me hace sentir un poco más segura ante tu examen.

- Ahora tú.

Te quitas los botones de la camisa deliberadamente despacio y me invade el deseo de arrancártela y acariciar el vello de tu pecho, de morderte..., pero me contengo, quiero que sigas quitándote la ropa. Dejas caer la camisa y acaricio con la mirada tus hombros, tus brazos... Sueltas el botón del pantalón y bajas poco a poco la cremallera y me sonríes, te gusta hacerme sufrir. Me descubres tus boxers y como marcan la silueta de tu miembro. El deseo duele, a mí me duele en este momento, pero no es un dolor desagradable... es delicioso.

- Ven, el resto te lo quito yo.- me dices.

Me vuelvo y me desabrochas el sujetador, me muerdes el hombro tras retirar la tiranta y te ayudo a quitármelo. Agarras mis pechos desde detrás y te pegas mucho a mí, siento tu erección entre mis nalgas a traves de la ropa interior, te frotas y aprietas más mis tetas.

Te retiras apenas y metes un dedo bajo el elástico de mis braguitas. Recorres el perimetro desde mi culo hasta la parte de delante y cuando llegas metes la mano entera buscando mi sexo. Te recibe húmedo y caliente y tus dedos se deslizan con facilidad.

- Mi niña está chorreando y eso me encanta.

Tus palabras susurradas al oído me hacen estremecer de placer.

Me rodeas y me terminas de desnudar. Ahora tus dedos pueden ir más allá; me pueden penetrar. Te colocas a mi lado, me indicas que abra las piernas y mientras una mano acaricia mi clítoris los dedos de la otra se introducen muy dentro de mí. El orgasmo llega rápido y fuerte y me produce un ligero mareo así que tengo que agarrarme a la ventana para no caer al suelo. Me ayudas a sostenerme y a tumbarme en una de las mesas. Me colocas muy al borde, casi la mitad del culo queda afuera cuando me echo hacia atrás. Tengo las piernas abiertas y colgado, coges una de las sillas apiladas en un rincón y te sientas entre ellas. Acaricias las ingles, el vello y los labios mayores, los abres y con dos dedos formando una "v" algo cerrada atrapas el clítoris entre ellos. Acercas tu boca y lo besas, lo aprisionas con tus labios, lo succionas levemente. Sacas la lengua y lames... y lames.

- Me pasaría horas comiéndote el coño.

Te creo, el deseo está dibujado en tu cara con la mezcla de tu saliva y mis fluídos, pero no creo que pudiera sobrevivir a algo así. De momento no aguanto tus caricias ni cinco minutos y me corro de nuevo. Me ayudas a incorporarme y me abrazas mientras mi respiración y mi corazón vuelven a la normalidad.

Suena mi móvil. Se han dado cuenta de que no estoy y explico que me duele la cabeza y he ido al hotel a por un par de calmantes y que vuelvo en unos minutos, cuando se me pase un poco. Es lo primero que se me ha ocurrido.

Mientras hablaba me acariciabas el brazo, bajabas hasta mi mano y la ponías sobre tu erección, apretándola contra ella.

Cuelgo y, como creo que ya es hora de tomar el mando, retiro tu mano de la mía. Te empujo sobre la mesa, me toca comer a mí. Te quito los boxers y me detengo a contemplar tu cuerpo. Tu cuerpo que ahora es mío. Me subo a la mesa, junto a ti. Acaricio tu cuello, beso tus clavículas, lamo el hueco entre ellas. Enredo mis dedos en el vello de tu pecho, mordisqueo suavemente tus pezones, bajo dando pequeños besos hasta tu pubis. Tu polla salta impaciente, tendrá que esperar un poco más.

Bajo de la mesa y te ayudo a poner los talones sobre ella, con las rodillas flexionadas y las piernas bien abiertas. Me dedico a acariciar tus huevos con delicadeza, primero con la mano, con la boca después. Los lamo, los introduzco en mi boca alternativamente, tiro suavemente de la piel con los labios... Beso la base de tu verga, pequeños besos que la rodean. La agarro con mi mano, me encanta sentir sus venas y es tan suave y tan cálida su piel... Retiro esa piel y la retengo abajo, tu glande se descubre muy mojado, hinchado y palpitante. Paso la lengua por el borde hasta que llego al frenillo. Con la lengua blandita me concentro en ese punto un minuto. Vuelvo a dar pequeños besitos por toda tu polla, saco la lengua y la lubrico bien y cuando ya no puedes desearlo más me la meto en la boca. Sientes la presión de mis labios, la humedad y el intenso calor. Mojo la mano que me queda libre con saliva y te masturbo mientras te la como. Retiro las manos y la meto hasta el fondo, la mantengo un momento y aprieto un poco los dientes alrededor de la base. Subo rozando apenas con los dientes mientras mi lengua sigue jugueteando. Te masturbo de nuevo a la vez que te succiono suavemente el glande, saco la lengua y le doy golpecitos con él. Aumento el ritmo y cuando estás a punto de estallar paro y presiono para detener el orgasmo. Sé que no podrás aguantar mucho más. Te miro a los ojos, sé que te encanta mirarme cuando te la chupo y yo quiero verte mientras te corres en mi boca. Con mi mejor cara de guarrilla me dispongo a llevarte al cielo, deseo tanto sentir tu semen... Aprieto los labios y la introduzco poco a poco, te lo voy a hacer muy despacito. Muy lentamente la voy sacando y la vuelvo a introducir más lentamente aún. A la tercera vez que tu glande llega a mi garganta no puedes más y me inundas de ti. No me da para tragarlo todo y un poco se escurre por la comisura de mis labios y cae a mi pecho. Te incorporas y lo recojes con tu lengua, me besas y compartimos tu sabor... me encanta.

El beso se prolonga y nos abrazamos estrechamente, nos cuesta apartarnos el uno del otro... pero tenemos que hacerlo, tenemos que vestirnos y salir por separado sin que nos vea nadie. Lo hago yo en primer lugar, me dirijo al baño a mirarme al espejo... ¿quién va a creer que me duele la cabeza con esta sonrisilla tonta que no se me va?

Afortunadamente cuando llego al salón de la boda es el momento del baile y las copas y han bajado considerablemente las luces...