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Cornudo en el -pasillo francés-

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Cornudo en el pasillo francés

Mi novia es sumisa y yo soy cornudo. Y sumiso. Ambos hemos intercambiado papeles dominándonos mutuamente pero la verdad es que no tenía mucha gracia porque ambos sabíamos que era un juego, que no valíamos para dominantes. Tendríamos que encontrar a alguien que nos dominara a ambos; una pareja dominante que nos sometiera a los dos. Pusimos contactos en algunas revistas y tras seleccionar las respuestas elegimos a una pareja joven, más joven que nosotros, que eran muy atractivos y estaban físicamente muy bien. Ellos decidieron que nuestro dormitorio sería el lugar en el que lo situaríamos todo y que tendríamos que recibirlos en las adecuadas condiciones pues nos habían ordenado explícitamente que tendríamos que estar los dos desnudos al abrir la puerta y ella tendría que arrodillarse y lamer la polla de él para darle la bienvenida.

Así lo hizo mi chica que le dio una buena mamada a nuestro amo, mientras mi ama se ponía detrás de mí, me cogía de las pelotas y me decía que mirara bien cómo un macho de verdad se follaba la boca de mi chica, de mi novia, de mi mujer

- ¿Te gusta ver como la polla de un hombre de verdad entra en la boca de tu mujer?

- Sí, respondí, mientras gemía por la apretura de las pelotas que ella me hacía.

- Entonces vas a lamerme el culo para darme las gracias por semejante favor que te hago- me dijo dándose la vuelta, subiéndose la falda y ofreciéndome su hermoso culo para que metiera la lengua en él y lo lamiera y perfilara con la punta de mi lengua mientras ella gemía de placer y mi mujer seguía arrodillada a mi lado lamiéndole la polla a su amo, a nuestro amo.

Casi logré que ella se corriera porque la verdad es que quería comerme su culo y lo lamía y penetraba con afán; aunque ella de pronto se apartó, le hizo gestos a su marido para que dejara de meter la polla en la boca de mi mujer y nos dijeron que los lleváramos a nuestro dormitorio, a nuestra cama de matrimonio. Y allí los llevamos.

Esta será a partir de ahora nuestra cama -dijo ella.

Aquí os someteremos y cada vez que queramos vendremos a follaros y a hacer con vosotros lo que queramos -añadió él

Sí, por supuesto - dijimos los dos al unísono.

Y procedieron a servirse de nosotros follándose mi boca o follándose a mi mujer con mi anuencia y beneplácito, porque además tenía que limpiarlos después de cada servicio, después de follarse a mi novia o que ella los hubiera lamido, mientras me llamaban cornudo.

- Mira tu mujer como folla con un macho de verdad -me decía ella mientras me daba zotes en el culo con una correa.

- Mira tu mujer como lame el coño de su ama - me decía él mientras le lamía la polla y me explica lo que significaba ser cornudo de verdad y gozar con esa humillación.

Y así fue, porque siguieron viniendo a casa y se sirvieron de ella y de mí, pues incluso se trajeron unos cuernos de bronce que yo tenía que limpiar con tesón para sacarles brillo y permanecer con ellos puestos mientras se follaban a mi mujer. También tenía que recibirlos con ellos puestos, arrodillado en la entrada del piso y con mi boca abierta por si él quería meter en ella su polla y darle así la bienvenida.

- Gracias amo por dignarte a venir a casa a ponerme los cuernos - le decía yo mientras le lamía la polla y los huevos son tesón.

- Eres el más cornudo que hemos conocido - me decían los dos mientras se follaban a mi mujer.

Y era verdad, porque incluso me obligaron a acudir a un club de intercambio en el que había un "pasillo francés"; es decir, una pared con agujeros en el que los hombres metían la polla por el otro lado y aparecían por este, sin que tú pudieras ver de quién era la polla porque sólo aparecía la polla y los huevos pues ellos estaban al otro lado del panel en el que tú te arrodillabas y lamías las pollas de una en una, hasta que conseguías que se corrieran. Mi amo se metía entre aquellos tipos desconocidos y mi ama me obligaban a descubrir cuál era su polla, cuál de las que chupaba y lamía era la de mi amo, porque si no acertaba tenía que repetir la operación con otras tantas pollas hasta que acertara. Y así estuvimos algunos meses de mucha sumisión a los dos y a todos los que ellos querían, pues mi ama me explicó que aparte de follar con nosotros, éramos también esclavos de todos los que ellos quisieran. Que todo aquel ellos trajeran y se follara con mi mujer era también automáticamente su amo y mi amo; que pensaban entregarla a sus amigos y compañeros de trabajo y que todos los que se follaran a mi mujer serían también mis amos porque ella les daría un llavero que los identificaría y les habilitaba para ejercer su derecho de amo sobre nosotros. Sólo mostrarte el llavero tendrás que arrodillarte y lamerle la polla, me aclararon ellos. Y así fue porque en más de una ocasión alguno de ellos me paraba por la calle, me enseñaba el llavero, me llevaba a un hotel y allí le lamía la polla y los huevos hasta que se corría mientras yo le daba encarecidamente las gracias por haberme hecho cornudo. Luego llamaban a mis amos y le comunicaban si me había portado bien.

Y partir de entonces mi amo también venía más asiduamente a follarse a mi mujer y a que yo les diera las gracias por el favor de hacerme cornudo. Entraba con la llave que mi mujer le había dado, se la follaba sobre mi cama de matrimonio y cuando había terminado salía al salón, se sentaba en el sofá y me obligaba a arrodillarme ante él y a chuparle la polla para darle las gracias por hacerme cornudo.

- Gracias, amo, por hacerme cornudo -le farfullaba con su polla entre mis labios.

- De nada, pero lámeme también los huevos porque a lo mejor te preño a tu mujer

- Sí, amo, lo que usted quiera.

- Y reconocerás a mi hijo como tuyo.

- Sí amo, lo que usted quiera.

- Entonces suplícame que te preñe a tu mujer.

- Sí, amo, le suplico que me preñe a mi mujer.

Y así, un día tras otro, hasta que mi novia se fue con él porque decía que estaba enamorada y que no soportaba vivir tan alejada de su amo. Se fue a vivir con ellos que la tienen de criada y puta, pues he sabido que la prostituyen por pisos de la capital y que ella les lleva el dinero al final de la jornada. Yo no la he vuelto a ver. Ahora busco una pareja de ama y amo que me junten con alguna de sus esclavas y me hagan cornudo de nuevo, porque ser cornudo en mi vocación. Cornudo y sumiso a mis amos.

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