Cornudo y castrado (2)
Esta es la segunda parte de "Cornudo inmigrante" en la que prosigo contando que mi mujer sigue follando con su amante, mientras yo se la chupo a él para darle las gracias. Pero ahora han decidido que ella se quede preñada de él para hacerme más cornudo.
Y así pasaron los días muy felices porque pese a que no podía follar con mi mujer ya que sólo me estaba permitido lamerle el culo, ella me recordaba constantemente que era un cornudo y me solía dar las bragas que se ponía cuando su amante le metía mano para que oliera los jugos de que otro hombre le provocaba-
- Huele el placer que un macho me da -me decía mientras me las pegaba a la nariz para que oliera el sabor de los jugos de su sexo; de los jugos que otro hombre le había provocado
- Sí, me sabe a gloria.
- Claro, es el olor del placer que un macho de verdad me ha provocado.
Y a veces me dejaba con las bragas sobre la nariz y se iba a la calle, a ver a su amante si querían estar solos, aunque siempre lo querían hacer en mi cama de matrimonio donde follaban mientras yo los animaba. Ahí la tiene, mi amo, fóllesela y hágala feliz, del el placer que no yo puedo darle para que corra de gusto. Y les daba las gracias a los dos por hacerme tan feliz y tan cornudo. Y luego, cuando se habían corrido me tocaba limpiar la polla y el coño de mis dos amos o chuparle la polla a él para que s ele pusiera de nuevo dura y pudiera seguir follándose a mi mujer. Y cuando terminaban me llamaba a los pies de la cama y me hacía arrodillar entre sus piernas.
- Me acabo de follar a tu mujer. ¿Cómo te sientes?
Cornudo, mi amo, muy cornudo
¿Y humillado?
Sí, humillado y feliz. Tengo la polla dura de pensar que soy un cornudo sumiso humillado y feliz
- Ya lo veo.
Ahora chúpame la polla y dame las gracias
- Gracias amo por hacerme cornudo -le dije mientras me la metía en la boca para chupársela.
Qué crees que debemos hacer ahora.
Que usted la preñe -le farfullé mientras se la seguía chupando-. Sólo me falta eso para poder ser humillado totalmente y que cada día del año, al mirar a su hijo que yo reconoceré como mío, recuerde que soy un cornudo.
Cómo crees que debe de ser el día que preñemos a tu mujer.
-Un día muy especial que todos recordemos
Y fue muy especial porque esperamos al día en que ella estaba más fértil y cuando llegó su amante a mi casa le preguntó a ella cómo deberíamos celebrar tan señalado día. Déjame a mí, que yo sé qué hay que hacer, contestó ella. Y me cogió de la mano, me llevó a la mesa de comedor, me subió a ella y me colocó a cuatro patas. Luego puso un vaso debajo de mi pene y empezó a ordeñarme.
- Voy a ordeñar al cornudo - le dijo a su amante-
- Me parece muy bien -dije yo.
Y me ordeñó hasta que me corrí y expulsé mi semen en el vaso. Y entonces ella cogió el vaso lo puso sobre la mesa de mármol de la cocina y vertió mi semen sobre la piedra. Luego cogió la plancha que estaba encendida y la levantó en el aire.
- Qué crees que se debe de hacer con el semen de un cornudo.
- Quemarlo para que no quede vivo ningún espermatozoide.
- Exacto, es lo justo, pero ahora suplícame que queme tus espermatozoides.
- Te suplico, mi ama, que los quemes para demostrarme que mi semen de cornudo no vale nada y que su único destino es ser destruido.
- Exacto -dijo ella mientras lo quemaba con la plancha
- Y ahora vamos a por el semen bueno, el de calidad, el de un macho de verdad que te hará cornudo de por vida. Así que arrodíllate y lámele los huevos a tu amo para despabilar sus espermatozoides, los buenos, y que se animen para que pueda preñarme.
- Sí ama -le dije arrodillándome y lamiéndole y besándole los huevos a mi amo mientras les decía que tenían que ser buenos, salir a borbotones de la polla para que preñaran a mi mujer. Tenéis que preñarme a mi mujer para que yo sea feliz, les decía a través de los huevos de mi amo mientras los besaba, lamía y acariciaba con mi lengua.
Y luego nos fuimos a su cuarto donde tuve que meter la polla de mi amo en el coño de mi ama para que pudieran follar.
- Acaríciale los huevos a tu amo para que se excite y el semen tenga mejor calidad- dijo ella mientras recibía sus embestidas.
- Sí ama, es lo justo y prudente.
Y seguí acariciándole a él los huevos hasta que se corrió. Y así hasta que se volvió a correr otra vez. Y así un día tras otro hasta que ella, por fin, se quedo embarazada de su amante y lo celebramos volviendo a quemar mi semen mientras yo les daba las gracia por hacerme cornudo.
- Creo que deberíamos castrarlo -le dijo ella a su amante.
Pero esa es otra historia.
Busco a una chica que me haga cornudo.