El chulo de mi novia
La conocí en un topless de una ciudad cercana. Acudí allí por curiosidad, pero cuando ella me sirvió las bebidas me quedé prendado. No era muy guapa, pero tenía unos pechos preciosos, con pezones muy oscuros, y un cuerpazo que mareaba con unos fuertes muslazos y un protuberante culo. No era guapa, es cierto, porque la verdad es que era más bien fea, peto tenía unas curvas de escándalo y un cuerpazo exuberante de mujer jamona que la hacían muy deseable. . Se llamaba Marta y casi desde el primer momento me enamoré de ella. Fui al topless muchas otras veces y siempre pedía que me sirviera ella, le dejaba muy buenas propinas y así me hice amigo suyo.
La verdad es que más que amigo, lo que estaba era muy enamorado y un día se lo dije, le comenté que la quería y que haría todo lo que fuera preciso para casarme con ella, para estar con ella. Pero ella me dijo que no podía dejar el trabajo, que tenía dos hijos pequeños (era madre soltera) y que no pensaba dejarlo. Le dije que tenía el suficiente dinero para los dos, que ganaba mucho y tenía acciones en la Bolsa lo que nos permitiría vivir sin problemas, pero ella me respondió que además tenía compromisos porque ella no dependía de sí misma, sino que tenía un hombre, "su hombre".
No era su macarra, pero casi. No lo amaba ni nunca lo amaría, pero sentía por él una atracción sexual irresistible. Una atracción de hembra hacia su macho porque sólo verlo ya se le mojaba el coño. Jamás podré amarlo, ni enamorarme de él, pero consigue que me moje con sólo mirarme. Eso me dijo cogiéndome de las manos y mirándome a los ojos.
- Tú eres un hombre bueno, y sumiso que te entregas por amor me confesó-, pero yo soy una hembra apasionada que me entrego a mi hombre por celo. Estoy encelada de mi hombre y no lo puedo evitar. .
No dije nada más, me callé y procuré no volver más por el topless, pero la echaba de menos y pasado un tiempo, volví al local. Y cuando volví a hablar con ella me extrañó oírme decir aquello, pero le dije que no me importaba que tuviera otro hombre, porque yo sólo quería que me dejara amarla. Que la quería tanto que se lo permitía todo.
- Es que yo te aprecio, cariño, pero no te amo.
- No me importa.
- ¿Quieres entregarte a mí aunque no te ame?
- Sí, lo deseo.
Y me cogió de las manos con ternura y explicó que en realidad ella trabajaba de funcionaria y por las noches, dejaba sus hijos al cuidado de una vecina y se venía al topless para trabajar para "su hombre" porque la nómina de sus ingresos en el club se la ingresaban a él en su cuenta. Ella trabajaba exclusivamente para él y sólo se quedaba con las propinas. Unas propinas que ella ganaba dejándose sobar y meter mano en un reservado, porque aunque las chicas tenían prohibido tratar con los clientes y estos no podían tocarla, a ella se lo permitían, tenía la excepción, porque su hombre, su chulo, era amigo del dueño y se lo permitía. Y él quería que lo hiciera. Y ella lo hacía.
Así que se iba con algunos clientes a un reservado con cortinas del fondo, donde se dejaba meter mano y sobar, sólo eso, porque follar sólo lo hacía cuando venía su hombre a recogerla, de madrugada. Entonces su chulo se la follaba en el reservado cuando cerraban el local e incluso, a veces, se quedaba con el dinero de las propinas.
- Déjalo, yo te protegeré le dije convencido.
- Es que no quiero dejarlo -me dijo muy seria-. Soy su puta libremente. No quiero dejarlo, me gusta que me use y que me domine. Tú eres sumiso, quieres entregarme a mí incondicionalmente, y lo mismo me pasa a mí con él. Si me quieres tienes que aceptarme como soy y amarme sin condiciones.
Y acepté. Le dije que aceptaba que él fuera su chulo, pero que se viene a vivir conmigo.
- ¿Me estás poniendo matrimonio?
- Sí.
- ¿Pese a que tengo chulo?
- Sí.
- Es que él no me va a dejar que tú me folles.
- No me importa. Te quiero más que eso.
- Tengo que consultarlo con él.
Y él aceptó, pero puso sus condiciones. Así que yo iba todas las noches a recogerla de madrugada y veía como se metía en el reservado con algunos clientes para dejarse manosear por ellos y conseguir buenas propinas para ella y su chulo. Casi siempre me escondía en un rincón y podía ver por la rendija como la sobaban y le metían mano en las tetas, el culo o el coño, pero sin llegar a más. A más sólo llegaba con su hombre, con su chulo, que antes de cerrar el club venía y se la follaba en el reservado mientras yo miraba. Luego, se llevaba parte de sus propinas y yo la ayudaba a vestirla para llevarla a casa donde dormía abrazado a ella para decirle que la amaba, que la quería y que aceptaba sus cuernos con honor. Y mucho orgullo.