Y en esa fantasía te contaba que ya estábamos casados, que habíamos tenido un hijo, por inseminación artificial, por supuesto, pues yo no te he follado todavía ni jamás podré follarte, pese a que tú lo has hecho sinnúmero de veces.
- Tu pito de cornudo sumiso no es digno de entrar en el coño de una Diosa –me habías aclarado.
- Lo sé, mi Ama. Y lo acepto.
Y ahora quieres tener el segundo. Quieres tener otro hijo, aunque según el contrato que firmamos en esta ocasión eres tú la que decides si quieres tenerlo conmigo por inseminación o lo vas a tener con otro macho fuerte, sano, joven y con buenos genes. Eres tú la que tienes que decirlo y parece que ya has tomado una decisión.
- ¿Me amas?
- Si.
- Aceptas lo que decida, sin saber qué es.
- Si.
- Sabes que puedo hacerlo sin consultarlo contigo, lo pone en el contrato.
- Lo sé
- Pero te consulto porque te amo. ¿Aceptas?
- Si
- ¿Tanto me amas?
- Eso y más.
- Pues he decidido que...
Y te miré ansioso. Podía ser yo el padre u otro chico. Y tú me miraste con tus hermosos ojos verdes y me dijiste que habías decidido sortearlo.
- ¿Sortearlo?
- Sí. He decidido que voy a llamar a tres de mi ex-novios y los voy a invitar a follar conmigo a pelo. Pero voy a hacer una excepción y en esta ocasión te permitiré a ti que también me penetres.
- ¿Síiiiiii?
- Será la única vez que lo hagas en tu vida
- Gracias.
- No me las des todavía hasta que no termine. He decidido follar con esos tres chicos y contigo. Yo me pondré a cuatro patas en la cama e iréis pasando para follarme, para dejarme vuestra leche en el coño y poder así preñarme.
- Pero es que yo soy impotente, amor mío. No podré.
- Ese es tu problema. Si no puedes competir con otros machos, si no puedes ser hombre, es obvio que no mereces ser el padre de mis hijos.
- Lo sé.
- Así que iréis pasando los cuatro por mi coño dejando vuestra leche (excepto tú que no podrás follarme por impotente y tendrás que dejarle el sitio el siguiente), hasta que me quede preñada. Así no sabré quién es el padre, pero si no puedes follarme, ser hombre y macho, sabrás que tú no has sido.
- Lo intentaré. Intentaré que se me ponga dura.
- Entonces tendrás las mismas posibilidades que los demás de ser el padre de mi próximo hijo. Tienes 1/4 de posibilidades si no me fallan las matemáticas.
- Pocas.
- Y más si consideramos que eres muy mayor, que ellos son muy jóvenes, que sus espermatozoides son muchísimos más numerosos que los tuyos, más sanos y más jóvenes y llegarán antes al útero y me preñaran antes que los tuyos.
- No es justo.
- Es muy justo. El espermatozoide del más fuerte será el que fecunde mi óvulo y me preñe. Ganará el mejor, el más fuerte, el más sano.
- No tengo nada que hacer.
- Sí, calculo que si antes tenías 1/4 de posibilidades ahora tendrás 1/1.000.000. Así que no seas pesimista que puede ocurrir el milagro.
Y lo hiciste. Al día siguiente vinieron a casa tus tres ex-novios, muy jóvenes y guapos, y nos pusiste a los tres en fila para poder desnudarnos y examinarnos.
- Quiero al mejor semental para mi hijo -nos dijiste.
Y te pusiste a cuatro patas en la cama y comenzaste a mover tu hermoso culo para excitarnos, para ponernos la polla dura.
- Al primero que se le ponga dura, que pase.
Y casi los tres se abalanzaron sobre ti para poder follarte, pero tú les dijiste que paciencia, que de uno en uno mientras yo te miraba y miraba mi pito flácido, que no se ponía duro. Pero cuando el primero te penetró y se puso a follarte, me sentí cornudo, muy cornudo, y se me puso dura, así que esperé en la cola y cuando los otros tres te hubieron follado y se hubieron corrido cogí mi turno, me puse detrás de ti y te penetré por primera vez en mi vida.
- Por primera vez y última -me aclaraste tú que parece que habías leído mi pensamiento.
Y te follé por primera vez, ya digo, hasta que me corrí al instante y tuve que apartarme para dejar sitio al primero que te había follado que volvía a coger su turno. No recuerdo cuantas veces pasamos. La verdad es que tú no parabas de correrte y que el semen ya no te cabía más en el coño y te caía por los muslos y encharcaba la sábana. Una mezcla de semen de cuatro tíos. Eso te dije.
- No, cariño, una mezcla de tres sementales y un impotente.
Y era verdad. Porque ellos habían pasado muchas más veces que yo, el doble, porque en alguna ocasión que me tocaba no había podido mantener la erección y tu me diste un manotazo para apartarme, para que dejara hueco al siguiente.
- Ahora tus posibilidades son de 1/100.000.000
Y era cierto. Además de tener menos esperma, más viejo y de peor calidad, te había follado la mitad menos de veces que ellos. Pero no obstante estaba feliz porque te había penetrado, aunque en un coño ya mojado y usado por otros, lleno del semen de otros. Y porque había una pequeña posibilidad de de ser el padre de tu hijo. La esperanza es lo último que se pierde.
- Pero nunca lo sabrás -me aclaraste cuando te cansaste de correerte y los despediste a ellos.
Nunca lo sabrás porque aceptarás al hijo como tuyo, le darás tus apellidos, serás su niñera y lo cuidarás sin saber jamás quién es el padre. Ninguno de los cuatro lo sabréis nunca. Y menos tú. O quizás tú si sepas que no es tuyo, porque eres el que menos posibilidades tiene.
Cuando te quedaste preñada seguiste follando con los posibles padres de tu hijo que venían a verte y follaban contigo, mientras yo miraba y os atendía, como siempre, porque tú ya no me dejaste penetrarte más. Aunque cuando te vino la leche a tus hermosas tetas con pezones oscuros me ordenaste que te la sacara con un aparato que venden en la farmacia y supuse que querías que tus machos la degustaran.
- Yo quisiera beberla de tus tetas, mamarla directamente.
- Eso lo harán ellos, porque el aparato es para ti. Ellos me mamarán las tetas de dos en dos, pero tú la beberás en vaso. Y prepárate para cuidar a mi hijo.
Y eso hice cuando nació el niño. Ahora cuido, lo mimo y lo quiero porque es hijo mío, aunque no lo sea.