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Diario del sumiso cornudo yoli (miércoles)

en Dominación

Te desperté lamiéndote el coñito a las 6,30 de la mañana, como todos los días, porque tenemos un despertador con unos pequeños auriculares con los que yo duermo abrazado a ti, para que al sonar sólo lo oiga yo, sólo me despierte yo, y pueda así sorprenderte despertándote lamiéndote el coñito, si amaneces boca arriba. O lamiéndote el culo, si amaneces boca abajo. Y cuando conseguí que te despertaras, me relamí con los jugos mañaneros de tu primer orgasmo del día sobre mi cara y tú me diste un tierno beso.

- Buenos días, mi pricesita yoli –me dijiste sonriéndome

Y yo ya supe lo que tenía que hacer, por lo que me levante, me puse las bragas que tú desechas por usadas y que siempre llevo tanto para estar por casa como para salir a la calle debajo del pantalón y me dirigí a la cocina para prepararte el desayuno y llevártelo a la cama. Me costaba trabajo llevar el cinturón de castidad CB-3000 debajo de las bragas porque asomaban, pero con la práctica iba cogiendo experiencia.

Y mientras tú desayunabas yo me dediqué a sacar tu ropa de los armarios, la ropa que ibas a lucir esa mañana para ir a trabajar porque tú eres la que trabajas, mientras que yo soy el "amo de casa" y me dedico a las tareas domésticas y la compra. Es lo lógico, lo justo y cabal. Pero mientras lo hacía oí que me llamabas y acudí en el acto a tu lado, arrodillándome al lado de la cama para saber que querías.

- Lleva las manos a la espalda –me dijiste.

Y yo ya supe que me venían algunas hostias dadas por ti con severidad y estricta disciplina, aunque no supiera por qué. Porque tú puede castigarme porque sí, porque te da la gana, porque le apetece o se le encapricha sin tener que darme explicación alguna y aunque haya sido muy bueno y la haya hecho muy feliz. De hecho, a veces me castigas cuando mejor me porto para hacerme ver que tu poder sobre mí es total.

Y además todos los días me das 12 correazos o latigazos en el culo, pase lo que pase y ocurra lo que ocurra, para mantenerme despierto, atento y recordarme cuál es mi situación de sumiso cornudo, de perra cornuda y de princesita yoli. Para demostrarme cuál es tu poder sobre mí. Y sin tener que justificarte y es un derecho tuyo que tenemos en el contrato de cornudo sumiso que firmamos. Si a ti se te olvidara darme estos azotes fijos, y diario, pase lo que pase, el contrato podría quedar disuelto y sin valor.

Pero no se le olvida y más tarde o más temprano, me los da siempre. Pero esta vez eran bofetadas por capricho, sin necesidad, porque sí, porque te apetecía. Yo jamás te pregunto por qué me castigas o por qué me ibas a dar esas bofetadas porque sé que ese es tu derecho y no tienes que justificarlo.

Así que puse las manos en mi espalda y me diste cuatro hostias que me voltearon la cara, con una pausa entre ellas para que yo te besara la mano tras cada guantazo, te diera las gracias y te dijera que te amaba. Así cuatro veces. Y cuando me diste la última me volviiste a ofrecer la mano, te la besé, te di las gracias, te dije que te quería y tú me contestaste que también me amabas y me diste un tierno beso en los labios.

- Te quiero mucho, mi princesita.

Y me diste otro tierno beso tierno, porque los apasionados y fogosos los dejas para tu amante fijo; un negro que se llama Abel, de tu edad, con una gran polla y con el que sulees follar los martes porque te vuelve loca en la cama, mientras yo os observo y disfruto al verte a gozar y ser feliz. Tienes un amante fijo con el que me pones los cuernos, porque tú no eres una puta y no folla scon todos o con muchos. Eso me dijiste al principio de nuestra relación.

He de advertir que yo jamás he follado con ella. Nunca. Siempre he sido consciente de que su coño es sagrado para mí, mi altar mayor y meter mi polla en él lo profanaría. Ella me dijo que a lo mejor cada tres meses hacíamos el amor, pero ella no ha vuelto a decir nada de eso y yo no sé lo he preguntado, por loq eu sigo sin follar con ella. Me siento además dichoso de no haberlo hecho, de no haber profanado su coño al meter ahí mi polla y de que siga siendo sagrado para mí. Inaccesible, sagrado, como un santuario en el que no soy digno de entrar.

Me mantengo además en castidad con el cinturón CB-300 que ella me pone y me quita a su capricho, y sobre todo el día de mi ordeño. Cada 15 días aproximadamente me ordeña con una masturbación prostática porque como no es bueno que las pelotas estén llenas de semen mucho tiempo (no lo recomiendan los médicos), cada 15 días ella me pone a cuatro patas, coloca un tazón bajo mi pito (yo tengo pito y los demás hombres polla), y se pone un guante y me mete un dedo en el culo para presionar hacia abajo, hacia la próstata y conseguir así una eyaculación que no tiene orgasmo.

Así me vacía y yo sigo excitado y sin haber gozado, pese a que me he corrido, para mantenerme en permanente estado de sumisión porque es sabido que el hombre tras el orgasmo pierde interés por la mujer y deja de desearla. Al correrme sin orgasmo, consigue vaciarme las pelotas, pero yo sigo encadenado a ella por un deseo insatisfecho que me hace más sumiso porque es constante, incondicional y sin pausa ni interrupción alguna. Así consigue que la desee las 24 horas.

Otra forma de satisfacerme (así fue la última vez), es por medio de la la puta maricona micro pito de 8 cm y marido cornudo consentido de AMA LAURA. Mi Ama María me dijo que hasta que nos casáramos la única mujer que me daría placer sería ella, la puta cornuda de noelia, y así ha sido. Cuando vienen de visita y mi Ama quiere satisfacerme, vaciarme las pelotas llenas de semen, y no tienes ganas de la masturbación prostática, me permite que disfrute del marido cornudo, de noelia, la puta maricona micropito de 8 cm, que me da placer con su boca, me lame los huevos, me los besa, me chupa la polla y cuando mi Ama me lo autoriza, me levanto y me follo su boca, corriéndome en ella. Esta es la única mujer que he conocido hasta ahora y me imagino que será la única el resto de mi vida, porque aunque yo soy sumiso de mi Ama, noelia es mi sumisa y para él soy su Ama Yoli. Es un tío femenizado con el que me está permitido gozar.

He de advertir que debido a que le llevo muchos años de diferencia a mi a¡Ama María, dentro de poco no necesitaremos el cinturón de castidad porque ya no se me podrá empinar, aunque eso a ella le dará igual porque nunca he follado con ella, ya digo, y probablemente nunca lo haga. Es probable que me muera sin haber follado con ella, pero no me importa. Mi placer es ser su sumiso. y seguiremos igual que ahora, pero ella tendrá aún más motivos para ponerme los cuernos y quizás ya no haga falta el cinturón de castidad para que no podré masturbarme y correrme. Será todo aún más fácil conforme me vaya haciendo más viejo y más impotente.

Tampoco puedo tocarle jamás los pechos. Ella suele ir por casa con ellos al aire para que se los vea, pero es mi fruto prohibido, no puedo tocarlos, ni besarlos. Nunca. Si alguna vez la veo tan excitante y atractiva que me abalanzo sobre ellos para darles un beso en los pezones, ella me deja, pero al rato me aparta, me dice que ponga las manos en la espalda y yo ya sé que me vienen las hostias.

Y recibo automáticamente cuatro hostias en mi cara que me la voltean. Primero me da una y le digo que la amo, luego otro y le doy las gracias, luego otra y le digo que la amo y luego la última y le doy las gracias. Y luego, después del castigo, le beso la mano con la que me ha abofeteado y ella me besa en los labios con ternura y me dice que me quiere. Siempre que em castiga, dura y severa, me trata luego con mimo y ternura y me dice que me quiere. Siempre.

Porque sus tetas son mi fruto prohibido, no puedo tocarlas, besarlas ni rozarlas, aunque su amante, por supuesto, puede chuparlas, besarlas, mamarlas y acariciarloa todo lo que quiera. De hecho ella le dice muy a menudo y delante de mí, que lo haga para que vea que lo que para mí está prohibido, es mi fruto prohibido, para otros machos es accesible.

Eso me hace sentirme más sumiso y desearla más porque está por casa siempre con los pechos al aire para que la desee y la vea allí altiva en su majestad, sin poder alcanzarla Eso me hace ser más sumiso y desearla más aún. Aunque a veces, cuando cuando deseo que me castigue, que me pegue, me acerco a ella de rodillas si está sentada y se los beso y chupo, aunque ya sepa lo que me espera. Ella me deja un rato que disfrute mientras me anuncia el castigo que voy a recibir por ello en cuanto termine. Generalmente son unas cuantas hostias que me voltean la cara, ya digo, pero también pueden ser correazos en mi culo de puta perra cornuda.

Pero me he distraído al contar este día y vuelvo a la habitación de mi Ama María donde después de recibir sus cuatro hostias "porque sí", "porque puedo hacerlo y ese es mi poder", según me recordó, volví a seguir preparándole la ropa y los utensilios que usa para la ducha. Yo la ayudo a ducharse, de hecho la lavo con mis manos procurando no tocar sus pechos, y eso me hace excitarme y desearla más al acariciar su cuerpo con el jabón.

Algunos días y si tiene ganas, me ducho con ella, pero no para lavarme a su lado, sino para arrodillarme y beber su adorada orina que ella tiene a bien vaciar en mi boca en una lluvia dorada que me trago casi enterita. Y luego la seco, aunque los sobacos se los he de secar con mi lengua y a veces incluso también se los seco con ella, aunque no se haya duchado, si le apetece. Sus sobacos y su culo con las partes de su cuerpo en las que puedo meter la lengua siempre que quiera y sin necesitar su permiso. Puedo lamerle el culo y los sobacos cuando me apetezca, si a ella le apetece, claro, pero sin pedirle permiso.

Después de secarla con la tolla y la lengua, se va a desayunar lo que ya le he preparado, mientras yo permanezco a su lado y la veo comer. Y luego se le levanta, se sienta en nuestra cama y le seco el pelo, la ayudo en su maquillaje y a vestirse, a colocarse las prendas que ella me ha dicho la noche anterior que le prepare, en especial si luce botas de cuero porque entonces sí que la ayudo a ponérselas.

Como medida de gracia ella me deja que le elija la ropa interior que se pone cada día, y eso me emociona porque me encanta la lencería y verla con ella puesta. Siempre lleva tangas preciosos que resaltan su cuerpo y su culo respingón, porque es alta, tanto como yo pues mide 1,85 (yo mido 1,82) y tiene un tipazo de una modelo de alta costura.

Luego se marcha al trabajo en el que entra a las 8 de la mañana y yo la despido de rodillas en la puerta con un tierno beso que ella me da, si quiere, o besándole las manos para desearle que tenga un buen día.

- Hoy viene mi madre, así que prepárate.

Cuando viene su madre a casa es un día especial porque mi suegra sabe de nuestra relación, de nuestro estilo de vida de dominación femenina y de los cuernos que me pone. Al principio se extrañó cuando lo supo, pero su madre es tan inteligente como ella y comprende que nuestro estilo de vida es una decisión mutua que nos hace a los dos felices.

- Y yo sólo quiero ver feliz a mi hija –me dijo un día mi suegra.

Así que me apliqué en limpiar la casa por todos los rincones para dejarla bien limpia y que mi suegra se sintiera orgullosa de mí, de su yerno cornudo.

- Qué suerte tienes, hija –le dijo un día-. Tienes marido, criada y un hombre que te consiente y te permite gozar con otros.

Y yo sonreía porque me sentía orgulloso de ser ese hombre. He de reconocer que al saberl nuestro tipo de relación, su madre es para mí también como un Ama, es decir, que tengo que tratarla con la misma devoción y respeto que a la hija, por lo que a ella la llamo de usted (aunque esa casi de mi edad) y me comporto con ella muy sumiso trayendo todo lo que me pide o obedeciendo sus órdenes cuando lo considera oportuno. A veces pasa el dedo por un mueble y ve polvo y se lo dice a su hija para que me castigue. Pero es una mujer muy simpática y dulce que me trata de maravilla y que me comprende y nos comprende. Y me quiere.

Así que me dispuse a limpiar la casa, a lavarle a ella sus prendas de ropa interior de rodillas en el bidé y a prepararlo todo para cuando viniera su madre.

Su madre ha venido antes que ella y cuando ha entrados se ha sentado en el sofá y yo le he traído un refresco que me pedido. Su madre me quiere mucho porque dice que hago muy feliz a su hija, que nunca la había visto tan feliz desde que rompió con aquel novio desdichado que la engañó. Y yo le doy las gracias por la confianza, aunque cuando me pregunta cuánto tiempo hace que no... me pongo rojo. Porque sé que ella sabe que nunca lo hemos hecho, que ella nunca ha follado conmigo porque aunque al conocernos me dijo que lo haríamos cada tres meses, ella no ha vuelto a decirme nada y yo no se lo he recordado. Y además no me hace falta. Y mi suegra lo sabe.

- Disfrutas más viéndola a ella gozar, ¿verdad?

- Sí, señora

- Eres un buen marido cornudo, no hay duda y me consta que mi hija te quiere mucho y te respeta, pese a vuestro estilo de vida. Si yo hubiera podido, encontrar un hombre como tú me hubiera casado con él sin dudar, porque lo tuyo es amor de verdad. Amor total y absoluto.

- Sí, señora, es cierto.

Porque es cierto de verdad, pues lo que siento por mi Ama María es devoción y mi placer es un placer místico que es más profundo incluso que el vulgar orgasmo pues me lleva a la "zona de sumisión" en la que eres feliz y sientes mucho placer aunque no folles y estés en castidad. Es el "subespacio de la sumisión" que se le llama en la técnica D/s, en el que sientes un placer muy fuerte con el sólo hecho de estar en castidad y en sumisión por la mujer que amas.

- Eres como los monjes de clausura que sienten placer encerrándose para alabar a su Dios, en este caso, tu Diosa es mi hija.

- Sí, señora.

- ¿Cuándo ha sido la última vez que te ha puesto los cuernos?

- El martes, señora.

- ¿Y gozaste?

- Mucho, sobre todo el verla correrse como una loca en los brazos de otro, de un negro, que además es más humillante.

- Eres un buen muchacho y un buen marido.

- Gracias, señora.

- Ven que te ponga bien las bragas, porque el tanga es tan pequeño que se te sale la polla.

Y me arregló mi braguita con mucho cariño y me dijo que fuera por el delantalito de doncella francesa. Un minúsculo delantal que me pongo para hacer las tareas domésticas o cuando viene alguna visita de confianza, y que apenas tapa la braga y deja el culo libre. Y me lo puso y arregló para que me quedara mono.

- Eres un buen yerno y sé que quieres mucho a mi hija.

- Sí, señora, la amo con toda mi alma.

- Lo sé, cornudo, lo sé.

Y cuando terminó de arreglarme la braguita y el delantal, le besé las manos para darle las gracias por haber parido una hija como la suya que me hacía muy feliz siendo estricta, severa, pero cariñosa y tierna, muy cariñosa, porque me dominaba con ternura y cariño, y no necesitaba levantar la voz, ni chillar. Sabía hacerse obedecer sin levantar la voz, como las buenas amas, y todo me lo decía con suavidad y cariño. Era imposible no obedecerla.

Y así estuvimos, charlando de nuestras cosas, hasta que a las 4 llegó su hija. Ella sale a las 3,30, pero llega sobre esa hora. Y esa hora más o menos llego su hija, mi Ama María, a la que recibí en la puerta de rodillas para besarle las manos. Sólo le besé las manos porque estaba su madre, porque cuando estamos solos y viene de la calle, sé que tengo que lamerle el coño o el culo, según ella me diga. A veces en la misma puerta se baja las bragas y me lo ofrece para que se lo lama y se relaje así del estrés del trabajo. Otras veces se sienta en el sofá de la salita donde le quito los zapatos y le lamo los muslos y el coño para relajarla, para quitarle el estrés del trabajo y que se descanse.

Y descansa porque casi siempre se corre sobre mi cara y yo le lamo los jugos de su coño con avaricia. A veces noto como si aparte de los jugos de ella hubiera algo más, el semen de algún tío, pero sé que no es así porque ella me lo habría dicho y además sólo folla con uno ,. con su amante Abel, porque ella siempre me ha recordado que no es una puta.

Pero si le saliera un ligue en el trabajo o en la calle y follara con él, me lo diría porque tenemos tanta confianza que no me oculta nada. Y además le gusta contármelo todo, si hay algún chico que le gusta, si se excita con algún otro del trabajo o si ha follado con alguno en un polvo rápido, en un rollo de una noche. Pero no suele ser el caso porque me es fiel y sólo folla con Abel que viene todos los martes. Pero puede hacerlo.

Mi Ama María ya viene comida pues lo hace en el trabajo, por lo que como yo también he comido antes de que ella venga, la acompañé al dormitorio detrás de su madre y allí, delante de mi suegra, le quité los preciosos zapatos, la falta, la blusa y toda la ropa que llevaba y la acompañé a la ducha donde la volví a duchar, secar y llevar en brazos al dormitorio donde se puso un picardías muy sexy de los muchos que tiene y que suele usar por casa para que al verla, me tenga siempre excitado y en ardiente deseo por ella. "Quiero que tu deseo por mí sea constante, continuo y que no para nunca", me dijo un día. Y lo consigue porque entre la castidad y sus ropas tan sexys estoy todo el día excitado y deseándola.

Siempre se deja los pechos al aire para que pueda desearlos y caer en el pecado, en besar o lamer mi fruta prohibida, pero como estaba su madre no se bajó la parte de arriba como hace siempre para provocarme. Y les preparé el café y se pusieron a hablar de sus cosas. Luego se fueron de compras y yo tuve que seguir con la limpieza de su ropa interior, arreglando la casa y poniéndome la ropa de calle para hacer la compra, aunque por debajo del pantolón llevaba las brgas que ella ya no usa proque siempre he de llevarlas pues cuando empezamos a vivir juntos ella tiró mis calzoncillos a la basura y me dijo que si volvía a sorprenderme sin bragas, me castigaría con el mayor de los castigos que se le ocurriera por falta muy grave.

- Jamás volverás a llevar calzoncillos de hombre y siempre, siempre, llevarás bragas, como mi putita sumisa que eres. Las llevarás incluso en la mortaja, para que te entierren con ellas.

Todavía recordaba estas palabras que me dijo muy seria cuando bajaba al súper con mis bragas, para comprar las provisiones que ella me había dejado escritas en una nota, junto al dinero, porque he de aclarar que aunque tenemos separación de bienes, es ella la que maneja el dinero, la que administra la casa y la que tiene la titularidad de todos los recibos.

El teléfono, el agua, el alcantarillado y todo lo demás está a su nombre porque ella es el "hombre de la casa" y yo la putita sumisa. Yo no tengo recursos porque no trabajo, cobro una pequeña pensión por accidente laboral que ella administra y cuando necesito algo, algún dinero o ropa, es ella la que me lo compra y administra. Yo nunca dispongo ni de un euro.

Volvieron tarde, por la noche, porque mi Ama María se quedó de copas con unas amigas. Me llamó y me lo dijo para avisarme, siempre lo hace, y que no la esperara despierto. Se había encontrado con unas amigos y amigos y se iba de juerga con ellos. "Te quiero", me dijo al despedirse. Y yo le preparé la cama y le alisé las sábanas, para cuando volviera, por si venía acompañada, y me quedé viendo la televisión y navegando por Internet, buscandole pollas gordas grandes que a ella le gustan o redactando este diario para publicarlo al día siguiente, como es mi deber y mi placer.

Y cuando regresó la recibí en la puerta, se bajó las bragas y me ofreció su coño para que se lo lamiera.

- Hoy te lo traigo mojado porque me han presentado a un macho que está muy bueno y al hablar con él me he mojado.

Y era cierto: lo traía mojado, oliendo a hembra excitada ante un macho y con los jugos mojándole la braguita que yo lamí y relamí hasta dejárselo bien limpio y seco.

- Pero no te preocupes porque no he follado con él. No soy una mujer fácil, ni para ti ni para nadie. Conmigo no folla todo el mundo y soy muy selecta.

- Lo sé, mi Ama, una Diosa como tú no folla con cualquiera. Eso es un privilegio que muy pocos conocen.

Y me dio un tierno beso en los labios y me dijo que me quería. Esa noche dormí abrazado a ella por detrás y sin el cinturón de castidad. A lo cucharita, porque quería premiarme porque le había dicho su madre que me había portado muy bien con ella. Y pude pasar parte de la noche oliendo su pelo, sintiendo mi pito pegado a su culo y procurando no moverme para no despertarla, pese a mi evidente estado de excitación al estar con mi pito pegado a su culo y oliendo el olor de su pelo.

Y le susurré al oído que la quería, que la amaba, que era el sentido de mi vida porque sin ella nada lo tenía y me quedaba vacío pues yo había vuelto a nacer al conocerla a ella y tenía una nueva vida dedicado a ella, en la que era inmensamente feliz. Ella me había dado una nueva vida de dicha y felicidad y por eso era suyo, porque era obra suya.

- Lo sé, cornudo mío. Lo sé. Yo también te amo

Y me quedé durmiendo dándole las gracias a Dios por haberme dado una mujer como ella.

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