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Caballo loco (11)

en Grandes Relatos

CABALLO BLANCO PARTE XI

Un día de tantos en la estancia apareció un Capitán del ejército junto con su esposa y una criada. El era un viejo amigo del patrón y como iba de paso, se acercó a visitarlo y de paso a presentar ambas familias.

Ella se llamaba Elena y era una mujer de unos cuarenta años, morena de ojos color café, muy linda, con pestañas largas y una boca de labios finos y sensuales. El era un hombre cercano a los cincuenta, pero de buen porte y bien conservado, a pesar de la dura vida de aquellos tiempos en el desierto pampeano. El Capitán se llamaba Albano y la criada una mestiza, joven de unos veinte años, de largos cabellos negros y tez hermosa y rasgos marcadamente aborígenes. Se decía que posiblemente era hija del Capitán en sus largas incursiones por el desierto y las tolderías, aunque eso nunca se pudo comprobar y si era verdad quedó en el círculo de la familia. La llamaban Juanita.

Una tarde Lily, la hija mayor del patrón estaba dando vueltas en su cuarto, aburrida y sin saber que hacer. Tocaron a la puerta y la majestuosa morena entró en la habitación seguida de su criada, que dicho sea de paso no se separaba un minuto de su patrona.

__ ¿ No molestamos no?

__ No, por favor pase doña Elena, estaba sola y aburrida.

__ Es un lugar muy bello donde ustedes viven, pero deben tener pocas alegrías.

__ La vida en el campo es un tanto especial, pero a veces la pasamos bien.

__ Me imagino. Mira, con Juanita te hemos traído unos vestidos.

__ ¡No me diga! ¡ Que alegría!

__ ¡Míralos! __ y desparramó sobre la cama una gran cantidad de vestidos de todos los colores.

__ Ayer por la noche te observaba y me dije que eran de tu talla

__ ¡Podría probármelos!

__ ¡Por supuesto, si es lo que quieres!

__ ¡Claro que sí!

Lily tomo entre sus manos un vestido de hermoso color blanco y se lo puso sobre su cuerpo mirándose en el espejo. Lo dejó tendido en la cama y comenzó a desvestirse sin ningún tipo de pudor ante las dos mujeres.

__ ¡Juanita, ayuda a está muchacha!

__ Sí señora.

Juanita entonces comenzó a colaborar con la chica hasta que esta quedó con su ropa interior que le marcaba un hermoso cuerpo de joven mujer.

__ ¡Eres muy bella!__ comentó doña Elena.

__ ¡Gracias, usted también lo es!

__ ¿Te parece?

__ ¡ Pues claro! Estos vestidos a usted le quedarían pintados. ¡ Pruébese uno usted también! __ le invitó Lily, ya con otras ideas en su cabeza.

__ ¡ No sé si debería!

__ ¡Claro mujer, yo también la observaba anoche!

Doña Elena comenzó a desvestirse y Juanita la ayudaba con especial cuidado.

__ Así que tu también me observaste ¿Y qué observaste?

__ Que es una mujer muy bella, de un hermoso cuerpo…

__ ¿y qué más?

__ Me imaginaba verla así.

__ ¿Solo así?

__ En realidad me la imaginaba sin ropas.

__ ¡Ah! Muchacha audaz.

Entonces doña Elena muy sensual comenzó a quitarse su ropa interior hasta mostrarle a la muchacha sus bellas tetas, su cola parada y dura y un pubis cuidadosamente rasurado.

__ ¿Qué piensas de lo que ves niña?

__ ¡Oh! ¡Es usted bellísima como un ángel!

__ ¿Desearías tocarme?

__ ¡ Claro que sí!

__¡Adelante entonces!

Lily se acercó cautelosamente a doña Elena, está le tomó las manos y se las besó, la niña tembló con ese solo acto. Luego doña Elena apoyó las manos pequeñas de Lily sobre sus senos y Lily comenzó a apretar esos jugosos limones, suaves y hermosos. Doña Elena echo la cabeza hacia atrás y comenzó a disfrutar de las caricias de la muchacha. Juanita se acercó por detrás a su ama y le estampó un beso en la boca que la dejó casi sin aliento, pasándole la lengua, atravesándola con ella. En tanto Lily continuaba apretando y pellizcando los pezones largos y marrones.

__ ¡Oh! ¡Que dulzura de mujer! __ exclamaba la mujer en trance, mientras Juanita pasaba la lengua por el cuello y las orejas de la mujer. Ahora Lily buscaba con su boca los duros frutos que esa mujer le ofrecía sin pudor y ella no se hacía esperar y raspaba con los dientes los pezones calientes, arrancándole gemidos cada vez más desesperados a la mujer del Capitán que ahora tomaba con sus manos la cara de Lily y buscaba su lengua comiéndola y chupándola desesperadamente. Juanita mientras tanto sacaba toda la ropa de Lily, dejándola desnuda frente a su ama y arrodillándose mordía y apretaba las nalgas de la muchacha que estaba alcanzando un punto alto de calentura febril. Cuando la criada alcanzó con la punta de la lengua el anillo de la muchacha, está pegó un alarido que fue apagado por otro beso de doña Elena que no le daba respiro.

Lily chupaba las tetas de la doña y ya con sus manos hurgaba el sexo húmedo de la mujer y perdía un dedo y luego otro en él, llenando el hueco femenino que con sus flujos bañaba los dedos de la chica.

Mientras tanto en el despacho de Armando, este conversaba animadamente con el Capitán Albano, que ya a esa hora tenía unas cuantas ginebras encima.

__ La verdad que envidio tu vida Armando, esto es una tranquilidad estupenda. Tienes todo tan organizado.

__ Se hace lo que se puede Albano, no me puedo quejar.

__ Ya lo creo, tienes dinero, una buena posición, una esposa y unas hijas hermosas…

__ ¡Epa! ¡Albano! ¡ Hablas como si no tuvieras lo tuyo!

__ No si no estoy quejándome

__ ¿Entonces qué quieres? ¿Gozarte a mis mujeres?

__ Bueno, no sé…

__ Albano, Albano, te conozco hace años, sabía que venías por allí

En ese instante aparece en la sala Ana, la niña más joven de la familia.

__ ¡Oh! Anita, ¿Te ha traído la providencia o el destino?

__ ¿ A qué te refieres padre?

__ Nada, bueno, es que Albano estaba admirando a las mujeres de la casa y tu le pareces muy bonita…

__ ¡Que bueno!

__ Quizá podríamos demostrarle la hospitalidad de la casa.

__ ¿Te parece padre?

__ Sí ¿Porqué no?

Dicho esto la niña avanzó hacia el Capitán con un extraño brillo en los ojos. Se acercó a él y lo rozó con su cuerpo, que estaba vestido apenas con un vestido liviano. Albano no se movió, pero sintió el aliento de la niña tan cerca que se conmocionó, no sabía como actuar, pero Ana lo ayudó al ofrecerle la boca y acariciarlo con su lengua. El padre a todo esto observaba sonriente. Las caricias de la niña fueron más allá y rozo con su mano la vara ardiente del Capitán que bufaba de placer y había comenzado a transpirar copiosamente. Ahora la niña atrapó fuertemente la vara y la tocó a gusto mientras abría su boca para recibir el beso enloquecido de Albano. Ana buscó el cinturón del pantalón y no tardo en hacer caer la prenda al suelo. Apareció entonces la brillosa verga enardecida del Capitán. Ana se colocó de rodillas y suavemente con sus labios empezó a deglutir el arma del Capitán que suspiraba a ritmo cada vez más acelerado. Albano tomó de la cabeza a la niña y la empujaba con brío contra su fierro en llamas.

Armando se fue moviendo lentamente y colocado detrás de Albano fue quitando el resto de las prendas, en tanto con sus manos acariciaba las nalgas del Capitán que se sentía cada vez más caliente. Una vez desnudo, fue Armando quien se quitó la ropa en instantes y abrazando por la espalda al Capitán le restregaba su verga palpitante entre sus nalgas y sobre ellas. Albano sin perder tiempo apresó la verga de su amigo y lo masajeaba mientras era chupado por Ana.

El dueño de casa agachándose empezó a morder las nalgas de Albano, y a pasarle la lengua, hasta buscar con ella el agujero del Capitán que se dilataba cada vez más gimiendo en tonos más altos a medida que las caricias aumentaban de intensidad y de lascivia.

Lily se comía la concha de doña Elena que se retorcía como una víbora, mientras Juanita besaba el anillo de Lily que se abría a los gritos de esas caricias voluptuosas que tanto conocía desde que era una niña. La criada hundió un dedo y el esfínter de Lily se abrió dejando el canal abierto a los deseos de Juanita, cuya saliva le caía por los bordes de la boca deliciosa. De entre las ropas que habían traído, la criada extrajo un juguete semejante a un pene masculino, que venía adosado con unas cuerdas. Sigilosamente la criada se colocó el artefacto y apareció delante de doña Elena como si fuera un macho cabrío. La doña lo vio y se lanzó con boca abierta a tragar el juguete de una forma colosal y dulcemente ardiendo. Lo llenó de saliva al tiempo que gemía y pedía que Lily le siguiera comiendo el coño.

 

Armando se colocó al lado de su hija y atrapó la verga de Albano que despedía llamas y chupó largamente, arrancando alaridos de la boca del Capitán que veía estrellas de colores, Ana no se quedaba atrás y comía los huevos del hombre que estallaría de un momento a otro, antes de que esto ocurra, el patrón se sentó en el sofá y ahora la hija y Albano atraparon con manos, lengua y boca el garrote de Armando que rígido soportaba los embates tan cálidos y placenteros, que provenían de sendos amantes de turno.

Lily pareció arrancar las tetas de doña Elena cuando Juanita en un impulso soberbio la enculó sin miramientos y comenzó en su culo un tremendo mete saca que Lily recibía loca de placer __ ¡Así mi chiquita, te gusta, mi putita, eres un amor, mi, puta!__ le recitaba en la cara doña Elena al tiempo que mordía los labios y las orejas de Lily que realmente navegaba entre el cielo y el infierno. No se imaginaba que podía sentirse tanto placer. Y tenía un orgasmo sobre otro sin parar, creyó que moriría ensartada por la endiablada criada.

Las mujeres habían llegado a un punto en que estaban bañadas de sudor, flujos y lágrimas de felicidad, estaban llegando a un clímax insospechado, quizá hasta irrepetible. Los gemidos de las tres retumbaban en la casona en todas las habitaciones, ahora la boca de doña Elena se había posado en la conchita salobre de Lily y la tragaba sin tregua, arrancando insultos mezcladas con palabras de amor y de odio. Juanita de pronto salió del anillo satisfecho de Lily dejándola casi desmayada y se introdujo sin descanso en el culo hermoso de doña Elena __ ¡Ahhhhhhhhhhh! ¡Mi amor! ¡Ahhhhhhh!¡Soy tuya, hacemelo, te doy mi culo! __ repetía desaforadamente doña Elena ofreciendo por entero su majestuoso y exquisito culo moreno.

Despacio, despacio Albano se fue sentando sobre la vara enhiesta de Armando que lo esperaba sentado en el sillón. El culo del Capitán se fue abriendo gustoso y delicioso, el ariete que se abría paso entre sus entrañas y él derramaba lágrimas mixturadas entre dolor y placer, finalmente triunfaría este último. Ana en tanto observando la escena totalmente caliente dio una últimas chupadas al tronco del Capitán y luego colocándose a horcajadas de frente a él se fue enterrando en su vagina el majestuoso hierro del Capitán y comenzó a cabalgarlo a un ritmo lento primero, para ir in crescendo con el correr de los minutos. Albano gemía en otra galaxia sintiéndose cogido y cogiéndose a una fruta fresca como lo era Ana aunque ya tenía una vasta experiencia en cuestiones de sexo.

Furiosamente Albano llenó de leche la cueva de Ana que al sentir el chorro se salió de la montura y comió con la boca hasta la última gota de Albano que quedó casi desarmado, más aún al sentir el chorro caliente que inundó su interior dejándolo completamente satisfecho y en un estado de increíble placer. El Capitán se movió de su lugar y tomando de los cabellos a Ana se perdió en la boca de está con un ímpetu soberbio, quitándole el aliento, luego fue el turno de Armando a quien también le comió la boca casi ahogándolo, para terminar bajando y dándole pequeños besitos en todo el pecho, tetillas, abdomen , hasta llegar a la verga aún con vida y prenderse a ella en una especie de interminable agradecimiento por los momentos gozados.

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