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P.V.e.I: Pianos Lustrosos (3)

en Hetero: Infidelidad

Proyecto Vicios e Infidelidad I: Pianos lustrosos.

* Las primeras 2 partes fueron publicadas el 15/10/06 en un solo relato.

Tercera parte: Situaciones inesperadas.

Seguí a mi mujer caminar de vuelta a casa como si nada. Aunque de cuando en cuando su figura zigzagueaba por la acera de lo ida y achispada que estaba. Había visto a mi esposa drogarse, emborracharse y disfrutar ser follada por el guardia de nuestra urbanización, sin embargo, se mezclaban en mi mente una mezcla de odio, rabia, celos y excitación.

Ella seguía caminando como si nada. Parecía no darse cuenta de su estado y eso era lo peor, pues, incluso cruzó un par de palabras con una vecina y con un par de críos de unos 15 que le acompañaron más de la mitad del trayecto a casa con sus bicicletas al lado. Mi mujer les conversaba animadamente y reía con ellos algo alocadamente, momentos en que los muchachos aprovechaban para mirar su cuerpo con cierto descaro.

Les seguía desde cierta distancia, aunque me hubiera gustado correr por mi mujer y llevarla a casa para darle una buena follada a esa puta que había visto coger como desesperada. Sin embargo, por otra parte debía actuar con cautela si quería descubrir cuan profunda era la traición de mi mujer.

Por fin los dos ciclistas se alejaron de mi mujer justo unas calles antes de llegar a casa, dejando a mi mujer mirarles desde lejos como meditando algo que había atravesado por su mente. Luego Ana apresuró el paso a casa.

Cuando entré a casa, esperando unos minutos luego que ella entrara, descubrí que se había quitado la ropa y se encontraba en el baño dándose una ducha. La ropa estaba escondida bajo la cama y mostraba una que otra mancha blanquecina y el característico olor a sexo. Recordé la imagen de Ana siendo follada por don Esteban, siendo sometida por un incontrolable deseo. Me excite y vi que mi pantalón deportivo no podía esconder aquella terrible erección.

Así que no lo dudé un segundo, me desnudé y me metí al baño sigilosamente. Abrí la puerta corrediza y la observé, ahí, Ana absolutamente desnuda, la espuma y el agua corriendo a través de sus carnosos senos hasta su ombligo, colándose por su pubis depilado y recorriendo sus largas piernas. Levanté la vista fascinado por sus curvas descubiertas y noté que me miraba con esos ojos claros que brillaban acompañando las risueñas curvas de ese par de voluminosos y rojos labios.

Miró mi pene erecto y sonrió, al parecer seguía excitada. Me indicó con un dedo que la acompañara y yo no lo dudé. Nos fundimos en un beso lascivo que fue acompañado por las manos que recorrían los cuerpos, sentí en ella el sabor del alcohol a pesar de que al parecer había usado algo para tratar de enmascararlo. Sin embargo, nada de eso me importó, ni siquiera la punzada que me produjo el recuerdo de su infidelidad descubierta hace tan poco. Deseaba simplemente follarme a Ana como una puta.

Ella en tanto se dejaba hacer, a lo que yo le agarraba con fuerza sus glúteos y le metía mi lengua en su boca, para luego bajar a chupar sus pezones o arrancarle un gemido al pasar mis dedos por sus labios vaginales o estimular su clítoris. Cuando noté que estaba lo suficientemente excitada, le tome por los hombros y la lleve hasta mi entrepierna. Ana no lo dudo mucho y después de sonreírme lujuriosamente hundió mi verga erecta en su boca.

Era increíble, pero Ana nunca se había metido tan adentro mi verga. Sentí espasmos en mi abdomen mientras Ana apresuraba la mamada, respiré profundo y acompasadamente evitando así correrme. La tomé de sus cabellos y le indiqué que dejara la mamada y nos diéramos un buen morreo mientras la acomodaba contra la pared de la bañera para darle una buena follada.

Mi mujer levantó una pierna diciéndome que la follara, yo en cambio le repasaba mi pene por su coño caliente haciendo que se desesperara y que lo pidiera de manera más picante al decirme:

"Vamos amor…aahhaiii… fóllame que me tienes muy caliente… méteme esa vergota tuya que me encanta… dale mi vida… siii… dale duro a tu amorcito… que soy tuya"

A lo que yo respondí:

"Eres mía ¿ah? … no eres como esas esposas putas que dicen eso a sus maridos y luego le ponen los cuernos ¿no? … dime Ana… ¿me has puesto los cuernos alguna vez? – le pregunté excitado mientras le repasaba su conchita y le penetraba sólo parcialmente.

"No… mi amor… no soy una cualquiera… soy tuya… tu esposa, y te amo… ahora métemela Tomás… méteme tu hermosa verga" – me dijo mi mujer ya al borde de la desesperación.

A pesar de la rabia que me dio su mentira descarada se la metí bien profundo y sin contemplaciones. Ella gritó y se quejó un poco, pero de inmediato me pedía que le diera duro. Yo estaba demasiado caliente y empecé un mete y saca rápido, mi mujer empezó a gemir y hablar sin sentido:

"Ricooo mi vida…aahhh…ahahhaa… dame más… si, así… aaiihh… duro… más rápido… siii… aaahhh… méteme un dedo por el culo… dame más…. así… siii"

Yo metía cada vez con mayor fuerza mientras metía un dedo en el culo y chupaba sus exquisitos senos. Ella empezó a pedir más y más, yo se lo saqué y la coloqué boca a bajo, en cuatro, y le empecé a dar por su coñito desde atrás. Ella me decía que estaba por irse y yo aún deseaba darle un buen rato más, así que continué apresurando mi follada.

"Me corro amor… dame más… Me estas follando como nunca amor… vamos… vamos mi burrito!!" – me dijo fuera de si mi mujer.

Yo al escuchar "mi burrito" me enfurecí. Me llamaba igual que a su amante, don Esteban. Le empecé a dar sin preocuparme ya de ella mientras le decía:

"Vamos puta córrete… ¡¿te gusta la verga?!… dime, te gusta la verga ¿no?... quieres verga… quieres correrte puta!!"

"Siiii!!!!!... me corro!!!… si soy una puta!!!... me gusta la verga… aaahhhhaaah… dios… me gustaaaa ahahaiii" – gritaba casi Ana mientras se corría.

Yo se la saque y le di vuelta diciéndole:

"Chúpamela puta… quiero correrme en tu boca".

Ella se la tragó, primero tomándome la verga de la base con una mano y pasando la lengua de cuando en cuando por todo el tronco de mi pene, me agarraba el capullo con sus labios y le pasaba la lengua. Luego se lo metía y lo chupaba desesperada, haciéndome llegar a mi límite. Eyaculé sin avisarle y Ana se tragó gran parte de mi corrida mientras otra caía en su cara y en sus tetas dirigida por mi propia esposa que sonreía con un brillo aún caliente en sus ojos.

Me la follé el resto del fin de semana. No salimos de casa y debo decir que mi esposa estaba bastante inspirada en el asunto. Eso si, nada de sexo anal, lo cual me cabreó un poco debido a que yo sabía, por aquella noche en que llegó muy borracha – además de drogada- y en que descubrí sus andanzas, que ella había follado por el culo y seguramente no sólo conmigo.

Tenía que saber todo. Así que planeé como descubrir todo acerca de mi mujer y ese mundo que no conocía.

Llegó el lunes y nos fuimos a trabajar normalmente. Claro que yo tenía otras prioridades para esa semana.

Lo primero que hice fue revisar los cajones y lugares donde Ana escondía droga o alguna otra cosa.

Tras mi primera inspección encontré no solamente la droga –coca y éxtasis al parecer- guardada en un pequeño contenedor cerrado con una llave que encontré en un sobre en el mueble de su ropa interior, sino también un dispositivo de almacenamiento para cámaras, un CD de información y unos cuantos papeles con nombres y números telefónicos que seguramente le daría algún hombre en alguna de sus "inocentes" salidas, algunos con mensajes bastante subidos de tono.

Rápidamente, y aprovechando que esos días salí antes del trabajo para registrar la casa y las cosas de Ana, revisé el CD de información que contenía fotos de algunas celebraciones de la oficina de Ana por fecha. Las primeras bastante normales e inofensivos. Pero desde hacía unos cuatro meses –según la fecha de los registros- empezaron a ser más y más osadas. Primero con mi mujer notoriamente borracha sentada con uno u otro compañero, luego fotos en que aparecía bailando en una disco con algún compañero muy juntitos, luego en la pista de otra disco con una compañera por delante y su jefe por detrás bailando muy candentemente, en otra aparecía al final de una celebración bailando sobre una mesa visiblemente borracha o riendo mientras ofrecía sus senos a través de un escotado top, o finalmente en una fiesta bailando junto a Julio su jefe en ropa interior y sandalias de tacón.

Luego conecté el dispositivo de almacenamiento en la cámara y me encontré con otra sorpresa. Una grabación bastante oscura de una pieza iluminada apenas por unos focos de luces rojas en las paredes que mostraban una cama amplia y varios espejos alrededor. Parecía un la habitación de un motel diseñado para lujuriosos encuentros. En la cama que era de sabanas negras y almohadas rojo intenso había un hombre de rostro conocido, creo que era el tal Marcos que había mencionado mi esposa, un compañero de oficina. Marcos se encontraba desnudo y se masturbaba lentamente una verga de buen calibre, mientras observaba un punto fuera de foco de la habitación.

La cámara se movió en la dirección hacia donde miraba el compañero de mi esposa y una puerta cerrada comenzaba a abrirse dejando entrar la luz de lo que parecía un baño y de donde salió una rubia con una vestido blanco y corto que dejó caer de inmediato al suelo mostrando unos pechos grandes sin sujetador con unos pezones que apuntaban ligeramente hacia arriba, una tanga blanca de encaje y zapatos de medio taco plateados. Era sin duda una mujer de esas que exudan sensualidad y seguridad, que se movía candentemente hacia su hombre que la esperaba en la cama.

Luego de observarla un poco le reconocí. Era Carolina, una de las abogadas de la oficina de Ana de unos 30 años, aunque vestía muy diferente a como lo hacía habitualmente. Además se suponía que estaba casada con un hombre unos 10 años mayor y tenía una hija pequeña. Sin embargo, aquel hombre no era su esposo y sus besos y manoseos mostraban claramente cual era la situación en aquel lugar.

La cámara hizo un acercamiento y mostró claramente las lenguas entrelazadas en un morreo interminable, luego hizo un primer plano de la escena haciendo evidente la calentura de Carolina, pues, le agarraba el miembro mientras se dejaba masturbar por sobre la tanga. Así estuvieron unos minutos hasta que Carolina le pidió ser penetrada, para lo que Marcos le ordenó que se pusiera en cuatro -a lo perrito. Los siguientes minutos eran de sexo intenso donde Carolina gemía como una cualquiera y Marcos le daba sin descanso. Los planos se sucedían con acercamientos al pene entrando al mojado coño, a los senos moviéndose rítmicamente con la follada o a la cara de puta de Carolina. En un minuto Marcos le empezó a meter un dedo con saliva en el culo de su voluptuosa amante, que parecía recibir sensaciones nuevas y desencadenar un orgasmo, sin embargo, el hombre no se detuvo y metía otro y un nuevo dedo por el culo de Carolina.

Esta se quejaba un poco y pedía no ser penetrada por ahí, pero no se opuso lo suficiente y al final Marcos dirigió su verga hacia el ano de la rubia y empezó a hacer presión. La mujer se quejaba y decía que le dolía, pero Marcos perseveraba y con calma y cierta maestría lograba introducir centímetro a centímetro primero su glande y luego la mitad de su tronco. Se detuvo un momento para que Carolina se acostumbrara a la nueva sensación y luego empezó con un lento y luego rápido meta y saque.

Carolina mostraba aún algo de dolor, pero se notaba que estaba excitada nuevamente y que la verga en su orificio posterior le estaba llevando a nuevas evocaciones en su cuerpo de curvas cadenciosas y piel blanquecina. Además comenzó a gemir nuevamente y a hablar como una cualquiera, refiriéndose a ella misma de cerda o perra mientras proclamaba que quería a Marcos todos los días entre sus piernas.

Al final y luego de un rápido crescendo se corrió primero Marcos y momentos después Carolina, ambos entre gritos y palabras soeces.

Los amantes estaban sobre la cama, ignorando la cámara y cualquier otra cosa a su alrededor. De pronto la imagen hizo un zoom-out y apareció casi toda la habitación, mostrando un enorme cuadro de dos mujeres dándose sexo oral sobre un piano de cola escarlata. Segundos después apareció la figura de una mujer de espaldas a la cámara, seguramente era la persona que estaba filmando. Mi corazón comenzó a latir aún más fuerte por la premonición que se anticipó a la revelación del rostro de Ana aparecer en escena, mi mujer era la nueva protagonista de esta grabación.

Llevaba una botella de algún licor en una de sus manos y usaba un vestido granate hasta la rodilla que se ajustaba a sus caderas con un cinturón negro y que dejaba su espalda descubierta, además de unas botas negras de taco altísimo que usaba en ocasiones. Se sentó en la cama y observó con lascivia los cuerpos de los dos amantes antes de acariciarse uno de sus senos a través del pronunciado escote en V que poseía su vestido. Luego de unos cuantos segundos Marcos notó su presencia y le llamó con voz cansina aún y con un gesto de su mano.

Ana bebió un largo trago de la botella y observó primero a Carolina aún somnolienta en la cama y luego a Marcos. Parecía no querer rendirse a sus deseos, incluso le dijo a Marcos que no podía hacerlo porque era una mujer casada, a lo que este respondía que Carolina también era casada y se habían divertido juntos.

Mi esposa observó a Carolina desperezarse mientras bebía a pequeños sorbos de la botella tratando de decidirse, Marcos se levantó decidido a convencer a mi esposa. Se le colocó por delante y le mostró su verga nuevamente erecta y le pidió que le echara un poco del líquido de la botella en su pene. Ana un poco divertida empezó a arrojarle de a poco el contenido de la botella en el tronco y el glande de Marcos, ambos se reían y intercambiaban miradas de complicidad hasta que Marcos le dijo a Ana que bebiera un poco de tequila de su verga.

Ana, tras tomarse unos segundos, le dio la botella a Marcos y contempló detenidamente la erecta polla de su amante. Con cierta timidez le tomó de la base del tronco para luego acercarse y lamerlo brevemente con su lengua, primero con cierto resquemor y a medida que Marcos dejaba caer más tequila en su verga con mayor avidez.

"Chúpamela como te enseñó Julio la otra noche" – le ordenó Marcos.

Mi esposa empezó a comerle la polla lentamente, como repitiendo algo ensayado hace poco, en tanto Marcos bebía de la botella y se sentaba en la cama para acariciar a Carolina en sus senos y en su entrepierna. Ana repasaba con su lengua los testículos y le masturbaba mientras lamía el tronco y el glande, sometida al placer que impartía su amante y estimulada por la erótica situación. Luego lamía su abdomen y su pecho, para después volver a mamar de manera cada vez más intensa haciendo que Marcos se estremeciera y se desquitara masturbando con mayor intensidad a una más despierta y cada vez más activa Carolina.

"Ven acá Ana… dame un beso con esos labios carnosos de zorra que tienes – mi esposa se pegó a su amante con un morreo sin fin mientras se dejaba explorar por la lengua y las manos de Marcos. Marcos siguió hablando entre lascivos besos-. Siempre quise follarme a una de ustedes dos… las mujeres mas buenas de toda la empresa… y ahora las tengo a las dos colgadas de mi pene… ven Carito… dale unos besitos a mi amigo allá abajo mientras me como la rica boca de este putón".

Mi esposa morreaba sin descanso al macho de turno mientras Carolina empezaba a lamer y chupar de la verga Marcos, era increíble. Avivadamente pasaron a la cama y Marcos empezó a desnudar a mi mujer mientras pedía a ambas mujeres que se besaran. Carolina y Ana se observaron, tal vez con algo de celos e incomodidades por unos segundos, Marcos en tanto había despojado del vestido a Ana, dejándola en tanga y las botas de altos tacos, acariciaba los traseros y les repasaba por largos segundos los coñitos de ambas mujeres. Las dos hembras cada vez más calientes se miraron vehementemente y tras un acuerdo sobrentendido se fundieron en un morreo libidinoso y largo.

Ambas mujeres se acariciaban mientras caían, dejando sus curvas sobre la cama agitarse al son de las caricias, los besos y lametones, que se sucedían no sólo en la boca sino ahora también en la oreja, el cuello y los voluptuosos senos de ambas mujeres. Marcos aprovechó para sacar la tanguita de Ana, dejándola solamente con las botas, y hundiéndose en la entrepierna caliente de mi mujer. Ella dejaba salir algunas palabras pidiendo que pararan, pero su cuerpo estaba entregado y no hacía ningún esfuerzo por resistirse a la lujuria del momento. En tanto Carolina también bajaba hasta el coñito de mi mujer y se fundía en un breve y profundo beso con Marcos para luego ser guiada por éste hasta la cuevita de mi mujer que recibió con desespero las lenguas de sus dos amantes.

Mi mujer gemía y pedía que le dejaran cada vez con menos convicción e intensidad:

"Nooo… por faavoorrr… estoy casada… no puedo hacer esto… dios… aahhhaa… noooo… no maaáss…" – Ana se convulsionaba ligeramente mientras sus manos acariciaban sus propios pechos y peñiscaban sus pezones.

"Marcos… Caro… déjenme… que estoy muy caliente… Nooo… aaiihhh… que se siente rico… que no quiero… aahhhaaa… más nooo" – Mi mujer atrajo a Marcos del pelo y le morreo sin contenciones, luego le habló con voz quejumbrosa:

"Fóllame Marcos… méteme tu verga ahora… antes que me arrepienta".

Marcos en cambio se alejó de ellas indicándoles que se movieran, se tiró boca arriba sobre la cama y con la verga bien dura apuntando al techo ordenó a Carolina ponerle el coño en la boca para comérselo mirando ella en dirección de Ana, a quien le dijo que si quería verga tendría que buscarla ella misma.

Ana se subió sobre su amante mientras éste le comía la raja a la cachonda y voluptuosa rubia que movía sus caderas y se tomaba los pechos, mi esposa agarró el pene duro y lo apuntó a su coño, luego lentamente se lo introdujo en ella. Cuando lo tuvo todo adentro empezó a moverse con calma, mientras sentía la caricia de Carolina que estiraba una mano para acariciar sus labios e introducir el dedo del corazón en la boca de Ana que lo chupaba lujuriosamente a la vez que cerraba los ojos y aceleraba un poco la cabalgata.

De pronto, Carolina atrajo el rostro de mi mujer y le empezó a besar brevemente. Beso que se fue transformando en un besuqueo largo y profundo, lleno de deseo. La escena era inimaginable para mi: mi mujer y Carolina, dos bellezas, una castaña y otra rubia, de cuerpos infartantes, casadas y aparentemente decentes, siendo folladas en sus coños por la lengua y la verga de Marcos, un tipo si bien atractivo nada del otro mundo.

La velocidad de la follada y la mamada empezaron a aumentar, al parecer al menos Marcos estaba que se corría y no era para más con el par de hembras hambrientas de sexo que se estaba cogiendo. Sin embargo, fue Carolina la que se corrió primero, con un largo y ronco grito, le siguió Marcos que respiró con mayor facilidad cuando Carolina se desvanecía a un lado de la cama ya al parecer satisfecha. Mi mujer en tanto seguía un poco más, con ritmo veloz e inagotable, deseaba correrse y le quedaba poco se notaba. Ana gemía y Marcos se notaba que estaba perdiendo erección, cosa que mi esposa advertía porque le follaba más rápido llamándole "hijo de puta" o "cabrón precoz". Se desquitaba de él haciéndole dolorosos esos últimos segundos antes de irse en una corrida salvaje, llena de gritos y quejidos ininteligibles, fuera de si… satisfecho el deseo.

Mi mujer se levantó y se empezó a vestir. Marcos y Carolina aún estaban en la cama inmóviles, apenas mirando a Ana alejarse de ellos, dirigiéndose a la cámara que empezó a moverse torpemente, mientras mi mujer ya fuera de foco lanzaba algunas maldiciones al aire, la imagen enfocó el cuadro de las dos mujeres sobre el piano escarlata justo antes que la película se cortara, seguramente cuando mi mujer sacó el dispositivo de almacenamiento.

Yo estaba asombrado e inmóvil en nuestra habitación. Y aún ni siquiera había empezado a ver que hacía mi mujer actualmente.

La fecha de la grabación era de hace tres meses.

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