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Bárbara

en Hetero: Infidelidad

Bárbara.

Una fuerte depresión y los consejos de una nueva amiga resultan en emociones que descubren la lujuriosa hembra que existe en mi mujer.

Como llegué a escribir mi historia, no lo sé. Lo único que sé es que mi vida se ha transformado en mis percepciones de lo que era y es actualmente mi vida, pero lo que más ha cambiado en estos meses es Bárbara, mi esposa.

Primero les cuento que somos un matrimonio de Viña del Mar, Chile. Llevamos ya cierto tiempo con los anillos (más de 3 años), además de haber vivido un noviazgo de más de un año. Es por eso que me extraña hoy la situación que hoy vivimos, pero hay cosas que supongo producen cambios en las personas, incluso en las que más creemos conocer.

Mi nombre es Gabriel y soy un tipo que me mantengo activo, de 1,77 metros de altura y con un buen tipo según o que me dicen mi esposa y varias amigas nuestras. Soy abogado y asesoro a dos empresas de mi ciudad. Esto ha permitido que mi situación sea relativamente buena y tranquila, a pesar a cierto ritmo estresante de trabajo.

Pero es mi esposa la que se llevó en verdad los dones en cuanto a belleza, pues, Bárbara tiene un muy bonito cuerpo y un bonito rostro de niña que mata cuando se pone coqueta y caliente. Ella es alegre y le gusta mucho el gimnasio, salir y divertirse, mide 1,70 de altura, de cabello negro y liso, un par de senos de excelente tamaño y una colita parada que armoniosamente se une a esas piernas que me matan. Esto junto a la ropa que actualmente usa –faldas cortitas, top ajustados o blusas sexys de todo tipo, zapatos de aguja, tanguitas y lencería de encaje- hace que hoy se den vuelta más rostros a su paso y reciba muchos más piropos.

Todo comenzó después de un mal periodo para Bárbara y nuestro matrimonio ya que habíamos perdido a nuestro primer hijo a los dos y medio meses de embarazo, lo cual había provocado un notorio cuadro de depresión en mi esposa, que se mantuvo así por varias semanas hasta que le sugerí que hiciera algo que le mantuviera la mente ocupada. Si hubiera sabido a lo que conduciría mi consejo quizás me hubiera preocupado más de acompañarla y ayudarla, en lugar de esperar que el problema desapareciera sólo con el tiempo.

Fue así que decidimos que debía buscar un trabajo. Sin embargo, la cosa al principio no fue nada fácil, ya que mi esposa a pesar de haber estudiado pedagogía en una universidad de la capital no pudo encontrar debido a la poca oferta y los pocos contactos que teníamos en esta ciudad, ya que somos ambos del centro sur de nuestro país.

Fue así que ambos nos desanimamos y mi esposa estuvo a punto de caer nuevamente en una depresión más grande. Sin embargo, aquí entran al juego dos vecinas del edificio en que vivimos: Susana y Mónica. Estas dos amigas son de Santiago y se cambiaron al edificio hace unos 6 u 8 meses atrás. La verdad es que yo me había fijado en ellas, pues son mujeres bonitas y de buenas curvas. Susana es morena de alrededor de 1.65 y aunque no tiene mucho seno, si tiene un trasero espectacular, además de una mirada que a veces despierta las más bajas pasiones. Mónica en cambio es una mujer de bandera, de cabellos castaños claros y ojos azules, con unas medidas perfectas y un derroche de sensualidad.

Bueno, fue en esos días que mi esposa se encontró con ellas, no sabría decir cual. Pero la cosa es que la invitaron a su departamento y le subieron bastante el ánimo. Además le ofrecieron ayuda para encontrar un empleo temporal modelando en algunos eventos en discos de la zona, ya que decían que mi mujer era guapa y seguramente causaría estragos en los eventos.

Fue así que pasó una semana o dos en que mi esposa se animó. Esto gracias a la compañía de nuestras estupendas vecinas ya que dedicaba su tiempo a hacer los contactos y los ensayos para sus futuros trabajos. Además Bárbara volvió a ser cariñosa en la cama y pudimos retomar algo de nuestra decaída vida sexual.

Su primer show fue un viernes y aunque ella tenía un par de pasadas y yo trabajaba al otro día la acompañé al evento. Lo recuerdo muy bien, era en una disco de clase medio alta y estaba repleta de gente, alrededor de la pasarela había más hombres que mujeres y todos expectantes al sensual espectáculo de ropa interior. Yo preparé mi cámara que había llevado y me dispuse para tomar las fotos de mi mujer y también de Mónica que iba a desfilar aquella noche.

Salió una y luego otra modelo, yo estaba muy ansioso y algo caliente en realidad, pues, Bárbara me dijo que modelaría algo que me fascinaría. Sin embargo, fue Mónica quien salió primera y verla con aquel conjunto de sostén y tanga de hilo dental rojo me mató, y quedé perplejo ante la belleza de mi vecina.

Algo distraído por la visión del culito y las curvas de mi vecina que se alejaban me percate que apareció mi Bárbara con una pollerita roja cortita que le tapaba poco de sus hermosos glúteos y que mostraban claramente la pequeñísima tanguita negra que llevaba puesta, además tenía el brazo derecho sobre sus pechos desnudos, lo cual demostraba una seguridad y sensualidad que nunca antes había visto, estaba hecha una fiera.

La segunda pasada fue aún mejor, pues, Bárbara y Mónica venían caminando abrazadas y muy sensualmente, rozándose en su abrazo las espaldas muy sugerentemente a medida avanzaban por la pasarela. La primera vestía un conjunto de sostén de media copa negro y semi-transparente con lo cual se podía vislumbrar su rosados y largo pezón. Además de una tanguita en negro que algo se transparentaba por delante y que por detrás no cubría nada. En tanto, Mónica venía con ropa interior igual de sensual, pero en blanco y sonreía a mi esposa y al público con naturalidad.

La verdad yo grité y silbé mucho, tanto como muchos otros hombres que se habían excitado ante la belleza de las modelos. Luego de eso esperé a que terminaran las pasadas. Mónica hizo dos pasadas más, seguramente por llevar más tiempo haciendo ese tipo de eventos, y la verdad no decayó ni siquiera cuando tuvo que vestir un babydoll que le cubría mucho más que las anteriores piezas.

Cuando se hubo calmado el ambiente busqué a mi esposa para felicitarla, al final la encontré con Mónica conversando con un par de tipos de trajes negros y camisas caras bastante bien parecidos. Parecía bastante animada y se había puesto una minifalda de jeans y una camiseta verde esmeralda bastante ajustada, este atuendo combinado con unas sandalias de taco alto con lentejuelas bastante sensuales la mostraban como un apetitoso plato. Mónica en tanto vestía zapatos de fino tacón de aguja negros y un pantalón ajustado también negro, que marcaba su hermoso trasero, y una blusa roja de seda que se ajustaba especialmente a la forma de sus senos y luego caía, dejando un escote que mostraba parte de sus dorados senos.

La llamé y Bárbara me dijo que esperara, lo cual me molestó un poco. Sin embargo, pronto estuvo conmigo y me contesto que aquellos era los productores del evento y que les había gustado su actuación. La felicité y decidimos celebrar.

Noté que mi mujer estaba bastante animada y parecía algo torpe, a pesar de que ambos disfrutábamos de su éxito en las pasarelas me atrevía a preguntar si había bebido y me respondió incomoda que sólo una copa de champaña que le había ofrecido Mónica antes del Show.

Luego de pedir un trago nos fuimos a bailar, Mónica se nos unía por instantes y luego se iba. Así pasó una hora más o menos, era ya bastante tarde y tenía que trabajar al otro día. Sin embargo, Bárbara parecía con muchas ganas d bailar aún. Le dije que aún se podía quedar un rato bailando con Mónica si así lo deseaba y volverse juntas a casa. Ella aceptó agradecida y se despidió con un gran morreo y unos roces bastante sugerentes y que me excitaron. Caminé a la salida con mucho pesar mientras veía a mi esposa seguir bailando muy sensualmente ahora junto a su amiga.

Camine pensativo hasta el auto, con la visión de mi esposa y porque no decirlo, con nuestra vecina en mi mente. Abrí la puerta y prendí el auto, pero me arrepentí. Quería disfrutar de mi esposa, del baile sensual y las curvas de aquellas dos voluptuosas mujeres. Volví apresuradamente, pero en la entraba había una cola de los mil demonios, al parecer estuve unos 20 minutos esperando para entrar. Al final logré entrar y busqué a mi esposa y Mónica por el lugar en que las dejé, pero no estaban.

Al final, las vi dirigiéndose al baño de mujeres, Mónica llevaba a mi mujer alg reticente de la mano. Bueno me dije, tendría que esperar nuevamente. Pasaron unos cinco minutos y las observé caminar de vuelta. Me iba a acercar a ellas, estaba a unos diez metros, pero me detuve ya que empezaron a bailar entre ellas muy sensualmente.

 Parecían dos hermosas y voluptuosas odaliscas dispuestas a otorgar un show a los que estaban a su alrededor. Note que Mónica guiaba a mi esposa, y le susurraba algo a mi esposa y ésta respondía mirando a uno u otro lado de manera sugerente. Mire que miraba y al parecer nuestra vecina le indicaba algún tipo que les miraba ya sea directa o disimuladamente.

Así siguieron y no me atreví a mover, ya que me gustaba el espectáculo. Mónica empezó a pasar sus dedos sensualmente por su cadera y luego su cabello y el escote, seguía susurrando de vez en cuando a Bárbara y esta comenzó a imitar sus lujuriosos movimientos.

La verdad estaba algo sorprendido de la actitud de mi esposa, pero también estaba muy caliente ante este arranque de erotismo de la mujer que amaba y aquella belleza que era nuestra vecina. Así que seguí mirando, mientras también observaba como varios hombres estaban más atentos al par de bellezas.

De pronto un par de tipos se acercaron con un par de copas en la mano y se las ofrecieron a las dos sensuales bailarinas. Mi mujer no los tomó en cuenta y se mantuvo indiferente, pero Mónica empezó a jugar con uno, sonriéndole y mostrándose ante el muy sensual. Luego aceptó el trago y se abrazó con unos de los tipos, el cual vestía camisa negra y era alto y de cabello negro.

Pasó un minuto y ante la indiferencia de Bárbara fue Mónica quien reaccionó, tomó el trago del otro hombre y se lo ofreció a mi esposa. Cuando Bárbara cogió el vaso que se le ofrecía Mónica se bebió el suya de un sorbo e invitó a mi esposa a hacer lo mismo. Me sorprendí cuando mi esposa seguía como una esclava las órdenes de nuestra vecina, pero más me impacto que Bárbara empezara a bailar placenteramente con el otro tipo, que vestía una gorra negra y camiseta blanca.

Aún no entiendo porque me quedé parado, viendo como un tipo desconocido seducía a mi esposa. Pero muy a mi pesar sentía no sólo celos o rabia, sino también una excitación enorme. Y este instinto era mucho mayor. Incluso me di el tiempo para sacar un par de fotografías.

Note al pasar los minutos que mi mujer parecía dejar atrás su indiferencia mientras miraba a su compañera moverse sensualmente ante el tipo de la camisa negra, mientras el tipo de la gorra aprovechaba la pasividad de Bárbara acercándose más y más a mi esposa. Al final se miraron a los ojos mientras los pechos de m mujer entraban en contacto con el torso de aquel hombre.

Unos segundos después el tipo respondió acercando su rostro al de mi mujer que lo miraba seria, pero sugestivamente y en ese instante se dieron un enorme morreo, sus lenguas se untaban en un beso más que libidinoso mientras que las manos del tipo empezaban a recorrer las caderas y la espalda de mi esposa.

Nada me cuadraba. Bárbara nunca se había comportado así conmigo, ni siquiera se había comportado así en nuestra intimidad habitualmente, excepto un par de veses estando algo borracha. Sin embargo, ahora estaba besándose sin limitaciones con un desconocido en un lugar en que podríamos encontrar a uno de nuestros amigos o conocidos.

El tipo le empezó a agarrar su trasero, primero rozándolo suavemente, pero pronto empezó a tocarla torpemente, agarrando con brusquedad. Lo que pareció excita a mi mujer, ya que se pegaba a él más y más. De pronto me di cuenta que estaba ya muy excitado también, y empecé a fotografiar a mi mujer y su amante, utilizando el zoom de la cámara digital. Incluso los filmé unos segundos… estaba loco.

No sé en que momento, pero mis ojos se encontraron con los de Mónica que me miraba divertida. Esto me molestó, aunque a la vez avivo mi calentura, ya que aquella mujer tenía un algo que no entendía, pero que me gustaba en el fondo.

Cuando volví a mirar a mi esposa, el tipo le metía mano debajo de la faldita acariciándole su entrepierna y su delicioso trasero, ahora la vista de muchos. De pronto vi que la mano de mi mujer bajaba y mirándolo a los ojos le empezaba a tocar delicada y decididamente su bulto.

Así estuvieron un rato, a veces mi esposa le daba su espalda y apoyaba su culo en la pelvis de su macho, moviéndolo de arriba abajo o en círculos. Mientras tanto el tipo la besaba mientras la mantenía abrazada y le acariciaba sin pudor sus hermosas tetas, incluso bajó su top para mostrarle un seno por unos segundos a su compañero.

Mi mujer apenas reaccionó, parecía como despreocupada, desinhibida totalmente. Como si sólo deseara pasar un rato de placer sin restricciones. De pronto, mi mujer se dio vuelta y le susurro algo al oído mientras le acariciaba firmemente el bulto de su amante. Segundos después éste le contestó algo y ella se lo llevó de la mano hacia la salida del local.

Yo los seguí, estaba alucinado. Sentía que algo oscuro había despertado en mi persona, una lujuria que no conocía. Ellos seguían adelante y de vez en cuando se detenían a morrearse y tocarse como desesperados.

Al final salieron y se dirigieron al estacionamiento cercano. Ahí el tipo tenía un espacioso coche blanco bastante feo, pero que cumpliría con su misión esa noche, pues, ambos entraron al asiento de atrás entre morreos y caricias cachondas.

Me acerqué lentamente, podía sentir poco a poco los quejidos de mi mujer y un movimiento difuso en el auto. Cuando llegué bastante ceca de la ventana arriesgándome a ser descubierto descubrí que ellos estaban demasiado ocupados besándose y descargando su excitación en toques torpes, pero terriblemente eróticos en el momento. El tipo manejaba a mi esposa y la dejó de espaldas con su colita levantada, así le empezó a acariciar sus labios a través de la diminuta tanga negra transparente que le había visto en el desfile y que al parecer había conservado.

En tanto yo comencé a acariciar mi miembro sobre el pantalón. No sabía que hacer, si interrumpir… sin embargo, lo único que me guiaba en ese segundo era una sensación de intenso placer y deseos de ver como terminaba todo eso.

Luego de unos minutos de esas caricias, el tipo le retiró la tanga rápidamente y empezó a besar su entrepierna. Enseguida comenzó a pasar su lengua y chuparle ansiosamente, no podía ver bien, pero mi mujer parecía más y más cachonda por los gritos y frases que decía: "siiiii!!!... que rico…. Máss!!!...quiero más!!! Necesito que me folles!!!!! Fóllame!! Culeame entera…." Y otras expresiones similares.

El tipo le respondía mientras se desabrochaba el pantalón y se sacaba la verga: " claro que te voy a follar putita… y te voy a dejar bien follada, por todos tus lados!!!... dime que quieres guarra… dímelo!!!!".

La respuesta de mi mujer me sorprendió, pues, se dio la vuelta y le agarró el pene y sin preámbulos se lo metió a la boca. Luego dejó un instante la mamada y cachonda dijo: "Si me vas a follar por todos los lados, empieza por aquí". Y se tragó el miembro de aquel tipejo.

El desconocido parecía disfrutar cada vez más ya que resoplaba mientras acariciaba de manera descontrolada las tetas de mi mujercita. Bárbara gemía de manera inusual y sólo se detenía para respirar brevemente mientras le masturbaba.

Yo no salía de mi asombro, en especial cuando momentos después, el tipo la tomaba con cierta violencia y la acomodaba boca arriba. El afortunado hizo un movimiento que acercó su verga hasta la entrada de la vagina de Bárbara, que ya pedía ser follada.

“Vamos cabrón… méteme tu cosota… quiero que me folles ahora” pedía entre jadeos mi impura esposa y el macho que la estaba haciendo gozar no la hizo esperar mucho. Acercó su pelvis a la de mi Bárbara y la penetro lentamente supuse, dado el  largo gemido de mi mujer.

 Comenzaron un rítmico y frenético movimiento, entre gemidos, gritos y palabras que excitaban a todos: "Así… que rico… más duro… mas, más , más!!!" decía mi esposa. Mientras el tipo le respondía: "toma… aquí tienes verga puta… eres mía… y te voy a follar todo cuanto quiera"… a lo que mi mujer respondía: "siiii!!!!... soy tuya,… pero dame más… quiero mas!!!!... dámela toda… FOLLAME MÁS FUERTE!!!!!! MAAASSS!!!!!!!".

El tipo le comí las tetas mientras las manos de mi mujer agarraban el trasero de su amate y le arrastraba hacía ella con fuerza mientras le pedía más guerra.

“Dame más perro… dame duro… fóllame como una perra… más… más” chillaba Bárbara mientras el ritmo de la follada era más y más rápido.

“Así puta… te gusta bien duro guarra… seguro que le pones los cuernos a un hijo de puta impotente” vociferó el tipejo con violencia mientras mi mujer comenzaba a correrse con un grito lujurioso “aaahhhhhaaiiiii… mmmmmmmnnnnnn… aaiihh… aahhhhii… sssiiiii… rrriiccoo… mmmmmnnn… aahhh…”

Al final el tipo dio unos cuantos movimientos con su pelvis y un orgasmo enorme le hizo dar un suspiro largo que murió en un sonido ahogado. Ambos terminando quietos en el asiento traser del auto mientras se morreaban y acariciaba detenidamente…

Así comenzaba parte de una noche que cambiaría el resto de nuestras vidas… que sin embago aún no terminaba.

Aún estaba en shock… parado ahí como un idiota… viendo a mi esposa junto a un desconocido en el asiento trasero de un auto cuando éste le empezó a correr mano nuevamente, primero en sus ricas tetas y luego en la entrepierna de mi esposa. Bárbara respondió lentamente, gimiendo y morreándose cada vez que podía y con más ganas al tipo, excitada y fuera de si, pidiéndole que la follara de nuevo.

El tipo movió sus dedos de la conchita de mi esposa hasta su ano y empezó, pese a la oposición inicial de mi esposa, a meter un dedo en aquel agujerito que me había sido negado tantas veces. Primero acariciando el culo de diversas formas y luego metiendo y sacando su dedo índice, primero lento y luego más rápido y más profundo.

Bárbara dio un respingo en principio y se quejó un poco, pero luego empezó a gemir de nuevo, cada vez más fuerte… estaba disfrutando la muy puta. Luego de un rato el tipo metió un segundo y hasta un tercer dedo… y mi esposa seguía gozando hasta que se dio vuelta y le dijo sin ninguna vergüenza: "culéame cabrón!!!! Meteme tu verga de una vez!!!! Follame que estoy caliente!!!!!! Quiero verga!!!!! La quiero adentro!!!!!

Yo estaba sorprendido y excitado, me empecé a acariciar a través del pantalón siguiendo el ritmo de aquellos dedos del tipo con mi mujer. Tenía el pene duro como nunca… quería ser yo quien estuviera con mi mujer haciendo todo eso, pero no me atrevía a interrumpir… quería observar hasta el final.

Se dieron un morreo largo, excitante. Sus manos no paraban de tocarse lascivamente, sin restricciones. Mi esposa pedía ser follada y el le respondía que le daría verga mientras ella lo masturbaba. Pero en un momento él se detuvo, y a mi pesar, empezó a salir del auto ignorando las súplicas de Bárbara que estaba caliente como una perra en celo.

Yo tuve que salir de ahí y correr a esconderme tras el automóvil más cercano. El tipo abrió la puerta y salió dejando a mi esposa implorando verga, pero el hombre se colocó tranquilamente su gorro y se sentó en el capó mientras llamaba a mi mujer. Esta salió algo indignada, pero estaba muy cachonda aún y le decía: "vamos pendejo… me vas a follar o me voy a tener que buscar a otro más hombre?!"… aquellas frases nunca las había escuchado en boca de mi mujer, las palabras de aquella hembra me impactaban, pero también hacían que mi pene se pusiera más duro aún, tanto que incluso me dolía por la tensión.

"Tu de eso nada guarra" -Le dijo el hombre- "ahora vas a desfilar para mi, quiero que demuestres lo hembra que eres… la puta que me voy a culear por el culo".

Mi esposa dudó unos segundos, pero el tipo se sacó su verga que era de buen tamaña -ahora me daba cuenta- y mi esposa pareció terminar de convencerse. Bárbara caminó lentamente frente a él, parecía realizar sus pasos mejor ensayados –como en la pasarela- mientras le miraba el pene que el tipo empezaba a menear; a él le gustaba que le provocara y a ella le gustaba excitarlo, calentar a ese hombre desconocido como nunca había hecho a su marido… esto me provocaba demasiados sentimientos y sensaciones encontradas. Sin embargo, Yo también me encontraba ahí, enfermo de caliente y deseoso de conocer la nueva faceta de mi esposa.

"Eso putita, mueve el culo que te voy a follar... muéstrame lo provocativa que es la puta que va a ser mía! Todo tu cuerpo va a ser mío ¿no es cierto perra?¡Vamos, responde!"─El tipo se le cruzó en el camino, la tomó de las caderas y la cola, le miró a los ojos con una mueca de satisfacción interrumpida en la cara. Mi esposa habló con la voz más caliente que le he escuchado alguna vez:

"Si.... si... seré tuya… mi cuerpo será tuyo...y lo será como te plazca"─respondió la muy puta. Sumisa frente al avance de sus manos, que metió bajo el top para apretar sus pechos.

"¿Te gusta que te manosee? – le preguntó tratando de incitarla en aquel juego carnal.

"Siiii! me gusta que me aprieten las tetas… y que me las chupen"─decía ella… las manos del tipo bajaba el top de Bárbara para poder ver sus pechos… y Yo, observando y ahora con la verga afuera… "Si, me gusta mucho todo esto" ─respondió entre jadeos mal controlados.

Al escuchar esto el tipo se transformó y las chupadas se transformaron en mordiscos descontrolados, Yo jamás le había besado así su cuerpo y ella parecía disfrutarlo al máximo. Al cabo de unos minutos, soltó sus tetas para posar sus manos sobre el exquisito trasero de mi esposa, le apretaba y acariciaba las nalgas violentamente.

"Y tu culo...mierda, que bueno está, tienes un culo de ensueño puta... aaaaahhhh... que culazo puta.... ¿te gusta que te toquen el culo perra?"-decía fuera de si el tipejo ese… pero yo no hacía nada,… nada no…hacía un rato que me estaba masturbando…

"Adoro que me manoseen el culo... adoro calentar a los hombres...antes sólo calentaba a mi esposo… peo hoy soy una puta que quiere complacer a cualquiera" – mi esposa estaba loca de placer y el tipo empezó a darle fuertes palmadas sobre sus nalgas, cosa que a mi mujer parecía excitarla más.

El tipo se separó un momento y buscó algo en los bolsillos de los pantalones y le dijo: "¿Quieres probar algo excitante puta bonita?" El macho de Bárbara sacó una bolsa con un polvo blanco y en una rápida maniobra puso un poco droga en su pene erecto… "Ven putita, prueba esta sabrosa verga que te ha hecho gozar, seguro que ahora te sabe más rica"

Mi esposa dudó, se mantuvo erguida con las tetas asomando sobre el top que estaba en su abdomen enrollado y su falta desordenada, pero el tipo la tomó de un brazo y le dijo: "VAMOS!, QUE NO TENGO TANTO TIEMPO… NO TE HAGAS LA ESTRECHA… Eres amiga de Mónica, seguro que ya has probado esta mierda"… VEN Y CHUPAME LA VERGA PUTA!!! ".

Bárbara al final se paró frente a él desafiante y se puso de rodillas frente a la verga empolvada, se acercó lentamente a lamer su abdomen, su lengua descendió lenta y libidinosamente lamiendo su ombligo, su abdomen, su pelvis lleno de bellos finos y finalmente alcanzando su pene. Ahí empezó a aspirar, besar y finalmente lamer la verga de aquel tipejo…

"Eso puta, chúpamela… así… sigue así… me gusta como lo haces puta"– le decía el tipo y mi esposa seguía, hambrienta quizás de leche, de ese semen que no era el de su marido y que era desconocido para ella…

Bárbara empezó a chupar su verga de forma hambrienta, los labios de mi mujer recorrían de arriba hasta donde alcanzara a entrar en su boca, su mano apretaba y masturbaba también al tipo que gozaba de una mamada como a mi jamás me habían hecho. Y Ella continuaba, con su lengua acariciaba su glande sin descanso.

El tipo empezó a espirar más fuerte y detuvo la mamada de mi infiel esposa antes que se corriera. La separó un instante y la levantó para mirarla a la cara que mostraba lujuria, entonces se besaron lascivamente, acariciándose el cuerpo mutuamente. Bárbara parecía fuera de si, preocupada de satisfacer su lujuria junto a la de su macho de turno.

El hombre se separó de la hembra caliente que estaba poseyendo y desparramó otro poco de polvo sobre el capó del auto e invitó a Bárbara a meterse otro poco de droga. Ésta ya no dudaba, quizás por el alcohol, la droga ya recibida y la excitación que la dominaban. Le dio la espalda, dejando el culo parado y apoyando las manos en el auto empezó a aspira los restos desparramados.

El tipo aprovechó que mi mujer le mostraba el culo y se acercó a ella. Sin avisarle le levantó la falta y sin esperar mucho más le metió sin contemplaciones la verga en la vagina. Bárbara lanzó un grito, pero luego quedó callada por largos minutos, sólo se escuchaba su respiración y sus jadeos cada vez más fuertes, hasta que fueron gemidos y palabras ininteligibles.

"Másss … nooo… mássss… aaahhhh… aaaayyyy… que rico!!!! SIGUE!!!!" – decía la mujer con que hacía unos años me había casado y que ahora me era infiel con un extraño. En ese momento yo empecé a descargar mi verga de mi semen… y apoyado sobre el auto donde estaba escondido caí al suelo mientras los sonidos de la cogida llegaban a mis oídos muy tenuemente. “aahhh… aahhh… ahhhh… aaahhh… mmmmm… mmmmnnnnn… iiiihhhh…”

Estaba ahí -no sé… un rato- cuando escuché al tipo: "Te gustan mis dedos en tu culito ehhh puta… ahora vas a probar esta verga en ese anito… yo sé que te va a gustar"

“Nooooo… por favor… por atrás no… que no lo he hecho nunca… ahhhhaaa… no… sigue follándome perro… pero por ahí no…” dijo asustada, pero aún jadeante Bárbara.

“No sabes lo que hablas puta… yo no me voy de aquí sin desflorarte ese culazo que tienes… tranquila que voy lento… ya vas a ver que te gusta la final perra” anunció el tipo.

“Nooo… aaahhhh… dios… ahí noooo…” chillo mi mujer.

Cuando escuché a Bárbara quejarse me levanté y la visión me alteró, pues, mi esposa empezaba a ser enculada por primera vez, rápidamente mi verga reaccionó y yo recuperé mi lugar de observación.

"Aaaahhh… me duele… aaayyyy!!!" – decía mi mujer… era una suerte que nadie estuviera por ese lado del estacionamiento, pues, mi mujer lanzaba unos gritos bastante fuertes. Sin embargo, era aún temprano y faltaban horas para que terminaran los carretes como llaman los chilenos a ir de juerga o fiesta.

El tipo empezó a meterle poco a poco todo el pene erecto mientras le tomaba de las caderas. Bárbara no se movía, parecía que a pesar de quejarse aún buscaba aspirar algo de coca que se esparcía sobre el auto. El tipo ahora le agarraba los pechos y le daba fuertes apretones, a la vez que le sacaba su miembro del culo para luego volver a metérselo de golpe, y así empezar con el mete y saca que mi mujer empezaba a disfrutar por sus quedados gemidos “aaaahh… aaaiih!.. mmmmnnnnmmmm… dios!!… mmmmaaaaahhhh… aaihh!”.

"Que culito mas apretado putita... eso, comete todo... aaaaagggghhhh... ¡TOMA PUTA!... ¡SIENTELO HASTA ADENTRO!" ─ gruño mientras le embestía a Bárbara de manera que esta empezaba a gemir fuertemente, hasta llevarla, por sus gritos y jadeos,  al más increíble orgasmo que yo le escuchara a mi esposa en nuestro  matrimonio.

 "¡VAMOS PUTITA!... ¡AQUI TIENES!... ¡PUTA! ...¡PUTA!... ¡PUTA! ...¡PUTA!... ¡PUTA! ─gritaba el tipo mientras también se corría y sacaba su miembro para llenar el culo y la espalda de Bárbara de semen.

El tipo se levantó dejando Bárbara desparramada sobre el auto y se subió los pantalones. Luego miró a mi esposa y hacia el estacionamiento -sin verme por suerte-. Se arregló la ropa y luego entró al auto para sacar algo. Pensé que dejaría abandonada como una mujerzuela a mi mujer, pero luego de aspirar el un poco de coca le acercó la tanga a mi mujer y le ayudó a vestirse.

Ella estaba exhausta sobre la parte delantera del auto. Vi como jadeante y torpemente se vestía y arreglaba, parecía más consciente de lo que había hecho. Había sido humillada y abusada en aquel estacionamiento, olvidándose de su matrimonio. Bárbara miraba al desconocido como si fuera por primera vez, el también le miraba mientras encendía un cigarrillo. Mi esposa le habló, su voz sonó distorsionada por la agitación de la noche -el sexo, el frío, las drogas y el alcohol- “¿como te llamas?” le dijo.

“Jorge… ¿y tu? Le preguntó el con voz más controlada.

“Bárbara”

“Bueno… estás tan deliciosa como tu nombre”

Mi mujer le sonrió coqueta, estaba disfrutado como nunca. Se dirigieron de vuelta a la Disco, mi mujer con paso vacilante hasta que aceptó el abrazo de su amante. Los seguí y observé como se juntaban con Mónica y el otro tipo, juntos salieron de la disco y se subieron al auto blanco en que había visto a mi mujer gozar con aquel hombre llamado Jorge.

Me apresuré a ir al auto, arranqué y aceleré por las calles para alcanzarlos, creí haberlos perdido cuando divisé el blanco del coche detenido en una intersección gracias a una luz roja. Respiré profundo y les seguí tan de cerca como me era posible sin delatar mi presencia.

De pronto me di cuenta que el auto se dirigía a nuestra urbanización, así que pensé que los tipos solo llevaban a casa a mi mujer y a Mónica. Me calme, pero sólo fue por unos segundos, de hecho casi chocó al no fijarme en un auto que me adelantaba en mitad del camino, ya que mis nervios empezaron a jugarme malas pasadas, pues no sabía como iba a enfrentar la situación que se me presentaba con mi mujer.

Cuando llegaron, sin embargo, ni Mónica ni mi mujer se bajaron. Lo que pasó es que el coche blanco pasó directamente hacia el estacionamiento, mientras yo esperaba inquieto a media cuadra. Pasaron un par de minutos y decidí adentrarme en la urbanización y aparcar también el auto.

El auto estaba ahí, sin señales de sus ocupantes, miré alrededor nervioso y con el corazón desembocado. Me pareció escuchar risas, entre ellas la de mi mujer a cierta distancia, así que me apresuré a ir en aquella dirección.

Sentí voces de hombres y mujeres, y estuve casi seguro que eran ellos. Mis pasos sonaban demasiado fuerte a mis oídos, pero no me atrevía a ir más lento. Escuché el ascensor abrirse y tuve tiempo para vislumbrar a Mónica entrar justo antes del tal Jorge, dejé que la puerta se cerrara y me acerqué al lugar para ver en que piso se detenía.

Con sorpresa en principio vi que el ascensor se detenía en el último piso. Ahí nuestro edificio contaba con un gimnasio, una piscina, sauna y algunas salas de reuniones y estudio. Sin embargo, era un sitio ideal a esas altas horas de la noche, donde el lugar estaría vacío.

Esperé un poco, tal vez unos 5 eternos minutos,  y llamé al mismo ascensor. Me pareció largo y estresante el largo ascenso, sin embargo, cuando estaba casi en aquel último piso sentí miedo de ser descubierto y de lo que pasaría. El ruido de la puerta al abrirse me pareció exagerado y lentamente y con todos los sentidos atentos salí del ascensor. Tenía surte, pues, las luces, que se activaban mediante sensores de movimiento en todo el edificio, todavía estaban encendidas.

Me moví guiado quizás por el instinto o simplemente con algo de suerte, ya que pronto pude escuchar las voces y las risas de personas. Lentamente me acerqué y con cuidado alcance a ver a Mónica de pie, mientras ambos hombres junto a Bárbara estaban sentados junto a la piscina en las amplias y acolchadas sillas de playa del lugar. Supuestamente la piscina cerraba de noche, pero Mónica pensé debía saber el código de seguridad de esta zona, pues, no sólo estaba abierta la puerta de la piscina sino también de la sala de pesas que estaba ubicada junto a la piscina.

Me dirigí a la sala de pesas, por suerte no había sensores en aquel lugar, ya que como tenía amplios ventanales a la piscina que estaba al aire libre se activarían con el paso de las personas o alguna ave inoportuna. Me moví éntrelas distintas maquinas de ejercicios hasta un lugar donde podía observar lo suficientemente oculto.

Mi esposa se reía mientras conversaban, Mónica decía algo mientras se alejaba de vuelta al ascensor, al final se alejó gritando algo como que volvería pronto con champaña y tequila.

Me concentre en mi mujer reía coquetamente mientras observaba como el hombre de la camisa negra le decía algo señalando a su amigo Jorge que se quitaba la ropa hasta quedar desnudo, para luego lanzarse de un chapuzón al agua.

Bárbara se rió junto al tipo que le acompañaba fuera de la piscina hasta que éste se acercó a ella y le dijo algo. Mi mujer lo miró descaradamente a los ojos y le sonrió mientras se levantaba hasta quedar frente a él. Bárbara  le empezó a desabrochar la camisa, dejando un torso musculoso y carente de bellos al la vista. Entonces mi mujer le acarició el pecho y el abdomen mientras el tipo se sacaba los zapatos y las calcetas.

El tipo se incorporó esperando que mi mujer hiciera el siguiente movimiento, entonces ella le empezó a despojar del cinturón y desabrochó el pantalón que cayó hasta los tobillos. Mi mujer le quedó viendo divertida, pues, el tipo tenía una especie de tanga blanca ajustada que le marcaba un buen bulto. La verdad es que eran bastante raros los gustos del tipo, pero salvo que mis ojos me engañaran mi mujer no le molestaba para nada, pues, comenzó a tocar el pene de ese tipo, primero con un dedo, pero después lo manoseaba de manera descarada.

El tipo se le acercó y le besó sensual y lujuriosamente mientras sus manos cogían a mi esposa del culo, fundiéndose en caricias sin privaciones. El tipo empezó a desnudar a Bárbara hasta dejarla en solamente aquella tanga sensual y aquellos tacos, mi mujer le miraba la verga que apenas se mantenía en su lugar en tanto el tipo le empezaba a besar sus senos haciendo que mi mujer empezara a descontrolarse.

Bárbara cayó en sus rodillas y desesperada le retiró aquel exótico tanga blanco masculino dejando libre una verga larga y pálida, con un capullo rosado y amplio que mi mujer con avidez empezó a besar y lamer mientras masturbaba lentamente a su amante. Mi mujer se veía desesperada, no podía oírla, pero me imaginaba que estaba gimiendo quedadamente.

Ella seguía, le acomodaba el pene para lamer todo el tronco y los testículos alternadamente, mientras era guiada en el ritmo por las manos en la cabeza del tipo que le decía seguramente alguna guarrería. Ella le miraba y asentía brevemente con su cabeza para luego continuar con la mamada.

De pronto el tipo se alejó y se dirigió a una de aquellas sillas de playa, estirándose boca arriba y con la verga apuntando al cielo. Mi mujercita entendió la indirecta y se despojó de su tanga antes de ubicarse lentamente sobre aquel hombre. Muy despacio bajó hasta que su entrepierna hizo contacto para luego despegarse rápidamente mientras se reía y luego volvía repitiendo la escena y desesperando a su amante. Finalmente descendió y fue tomada por la cintura, mi mujer forcejeo sin mucha intención de liberarse y luego fue bajando más, ayudando con una mano a ser penetrada por el pene de ese tipo.

Mi mujer, ahora montada en aquel pene nuevo para su cuerpo, esperó unos segundos antes de empezar a mover su cuerpo hacia delante y atrás, con lentitud y sensualidad. El tipo le cogía las sabrosas y abundantes carnes de sus tetas o le cogía el culo tratando de meter uno o dos dedos en su ano, pero era Bárbara quien mandaba en aquel follón, moviéndose también en círculos.

De pronto una algo tocó mi pene y caí de espaldas sorprendido y muerto de susto. Miré hacía la silueta junto a mi y quedé mudo al ver a Mónica desnuda ahí, justo al lado mío. No me dio tiempo para nada, me desabrochó el pantalón y me llevó a una pared donde mientras yo estaba de pie apoyado ella empezaba a comer mi verga.

Era increíble, la verdad es que estaba recibiendo una exquisita felación mientras veía a mi esposa follarse a un tipo que apenas conocía. Podía escuchar mi respiración agitada junto a los jadeos de Mónica, mientras observaba también sus curvas en las sombras, sin embargo, para mi tenía todo algo irreal y me imaginaba que todo transcurría en un silencio absoluto. Aunque no fuera así.

De pronto, en medio de toda la vorágine, vi como otra figura se incorporaba a la escena de mi esposa. Se acercó por atrás de Bárbara, que se movía con mayor velocidad y desenfreno, y le retuvo contra su amante, haciéndole parar su precioso trasero. Bárbara parecía asustada, hasta que sintió la lengua de su otro amante en su ano y después uno y varios dedos que le llenaban un orificio que solo hoy había estrenado.

Excitado por la escena tomé a Mónica del cabello y la hice levantar, colocándola contra la pared mientras mis labios probaban sus carnes… sus labios y sus senos. La ubiqué de tal forma que pudiera seguir observando a mi puta esposa ser penetrada por sus dos agujeros. Entonces tomé a Mónica y le abrí las piernas, ella jadeaba y decía cosas dignas de la más sucia puta, pero para mi todo estaba en silencio… no escuchaba. Todo era irreal.

Entonces la penetré… y comencé a follarla sin vacilar. No quería parar, no quería darle respiro, quería que sufriera por lo que estaba sufriendo, pero ella gozaba… y yo no entendía nada, excepto que en el fondo no sólo sufría sino que también gozaba. Estaba excitado.

Mi mujer parecía estar en el clímax, sus dos amantes la follaban sin descanso y ella parecía estar gritando de dolor o tal vez de excitación. Entonces el tal Sergio sacó su pene y se corrió en la espalda de Bárbara, para luego ella incorporarse y cabalgar a placer a su amante hasta que no tardó en correrse con un grito que me sacó de aquella realidad alternativa que parecía haber vivido y me llevó a un orgasmo que llenó de semen a la sensual mujer que me follaba y que me miraba con calentura y coquetería.

“Me he corrido cuatro veces querido…” dijo con la respiración agitada, jadeante mientras su mirada se alejaba hacia la piscina… “Ahora vete a tu cama y deja que yo me encargue de tu mujer… beberemos una copa y te la devolveré en una hora si todo sale bien… pero debes irte…” me dijo seria mientras comenzaba a recoger sus ropas en una esquina cerca de la puerta.

Me vestí, no sabía como había quedado desnudo, y me fui lentamente. Escuché decir a Mónica “!Ya he llegado!” mientras reía con el espectáculo… bajé desorientado por el ascensor y me dirigí a casa. Abrí la puerta y fui al cuarto de baño a mojarme la cara… frente al espejo pensé que diferencia había entre el tipo que veía y el del día anterior… no hubo respuestas.

Me acosté y cerré los ojos… debí dormirme superficialmente, pues sentí a Bárbara encajar la llave en la puerta… la puerta se abrió y escuché unos susurros y voces muy bajas. Luego la puerta se cerró.

Los pasos fueron lentos y llegaron a la habitación… sentí que avanzó hasta la cama y luego el peso de un cuerpo junto a mi. “Amorrr… ¿estás despierto?… ¿Amorrr?…” dijo mi mujer mientras pasaba sus tetas lujuriosamente por mi pecho. Podía sentir su aliento y el aroma del licor en ella. “Amorrcito…” dijo en un susurro seguramente creyéndome dormido “Corrnudín…”dijo con voz ahogada y de pronto se puso a sollozar…

La escuché alejarse en dirección al baño… ahí empezó a llorar.

El día siguiente me contó lo que había hecho en medio de llantos, yo la escuché y la abracé cuando sentía que más sufría. Le confesé que lo sabía y ella se molestó en un principio, pero luego conversamos. Había miedo en ambos, pues, había sido una noche extraña… nos alejamos un tiempo de nuestro hogar y viajamos al sur por un par de semanas… debíamos meditar nuestra vida como pareja.

No sé que pase en el futuro, pero el haber sido sinceros nos ha dado más fortaleza y armonía entre nosotros. Espero que lo que sea que nos traiga el mañana nos una más… especialmente hoy en día en que Bárbara ha tenido nuestro primer niño.

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