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Estando con casanova (capítulo 5)

en Grandes Series

Quinto capítulo

Llegó el gran día del estreno, todos estábamos de arriba abajo como hormigas en el teatro, la función empezaba a las 8 pm y habíamos estado en el teatro desde las 8 de la mañana, el único que llegó solo tres horas antes de comenzar fue el fantástico divo del elenco, sin duda me refiero a Alejandro, el estúpido me hacía enojar cuando se mofaba de mi esfuerzo constante, nunca supe cómo fue que alcanzó su sitio, pero bueno, si no le había preguntado era porque no me interesaba tanto, además quería ser cuidadosa frente a él, la verdad a su lado pensaba con la vagina, por decirlo así, pero sabía que si profundizaba con él si llegaría a enamorarme de él, lo supe desde aquella vez que estuve en su departamento, y noté que tenía un estante lleno de libros, no solo de teatro, si no de historia del arte, de apreciación artística, y bueno, nadie que sea un pobre diablo compra esa clase de libros, mucho menos alguien que no sepa lo que busca.

Habían hecho falta manos en utilería así que tuvimos que ayudar a montar la escenografía, las prisas del teatro, los cambios de vestuario rápidos y todo eso, me hicieron llevar ese día un short de licra y una blusa de tirantes igual, para no demorarme tanto en quitarme la ropa, a decir verdad, yo no era una mujer muy voluminosa, a comparación de mis hermanas latinas tengo un busto no muy grande, aun que bueno tampoco tengo dedos en lugar de senos, lo que rescata mi figura es la cintura delgada y las caderas exactas a la anchura de mis hombros, perfecto para los cánones de belleza según la herencia de los griegos, y claro, la ropa entallada hacía resaltar esos atributos en mi, por eso aquel día los chavos que nunca me habían visto más que con mis pants y sudaderas, se sorprendían al verme pasar, Alejandro lo notó y no parecía muy cómodo, lo cual me extraño, aún así no dijo algo que lo delatara.

En cierto momento tuve que subir una escalera, a retocar una nube de papel maché, y sentí su mirada, como si recorriera mi cuerpo, como reflejo voltee y noté que me miraba con sus desnudantes pupilas, se veía complacido de observar mis movimientos, entonces atendí que esa noche me buscaría.

Comenzaron a dar las tradicionales llamadas, la primera la dio precisamente el director Valdevir, como siempre su voz le quitaba años, cuando escuché su voz recordé que quería hablar conmigo después de la ovación “¿Qué tal si está planeando seducirme otra vez?”,  me pregunta intrigada, por alguna razón ahora que me había dado el gusto de perder mi virginidad con un mangazo, no me molestaban tanto sus insinuaciones, hasta cierto punto me gustaba ese juego, pensaba en eso mientras me estaba dando el último toque de maquillaje para salir a escena, estuve lista como 5 minutos antes de la tercera llamada, comenzó todo bien, en cuanto entré al escenario fue como si dejara atrás todo y me convirtiera en verdad el Marianela, por fin, estaba todo listo, la escena que todos esperaban, Marianela, había llegado de un paseo con su amo Daniel (Alejandro), en el camino de regreso habían sido atrapados por una tormenta que los dejó empapados, y Marianela ayuda a su amo a quitarse la ropa para no pescar un resfriado, los roces de la piel de Marianela provocan al señorito que termina besándola y haciéndole el amor, Marianela sabe que eso está mal, pero no puede negarse ya que ama profundamente al amo Daniel.

Era una escena que al final de cuentas nos salía muy natural lo pero en el momento clímax de la escena comencé a sentir la mirada lujuriosa del maldito rabo verde de Valdevir y hubo un pequeño instante en el que salí de la escena, no lo notaron los demás pero Alejandro si, estuvo muy callado el resto de la noche y claro, después de la escena final salimos a recibir las ovaciones, realmente no esperaba que se levantaran en la primera función, fue un buen momento que  disfruté mucho, la excitación de el escenario era muy distinta a la sexual pero casi igual de intensa, al punto que terminabas igual de agitado al terminar las funciones, y con unas ganas de follar que no las aguantabas, bueno, no sé si sea la única que se siente así.

Me dirigí a mi camerino olvidando por completo mi cita con Valdevir, pero, claro eso no lo detuvo para sorprenderme en ropa interior, tenía la mala costumbre de entrar sin tocar primero. Me miró fijamente sin ningún recato, yo lo miré fijamente estaba predispuesta y el viejillo no era feo, pero su malicia era lo que hacía la atmosfera distinta, a la que provocaba Alejandro, cuando llegó a mi sin decir una sola palabra me arrancó el sostén y me miró fijamente, podía verse su lujuria el el rostro se le hacía agua la boca como un tigre mira a su presa, comenzó a tocar mis senos los apretaba y pellizcaba con fuerza, que me hiso gemir fuertemente, eso lo hiso ponerme una mano en la boca, diciendo

_shhhh… no querrás que nos oigan ¿o sí?- me mordí el labio inferior para contener mis gritos,

El me tenía tomada de la cintura ahora estaba besándome el pecho, más que eso, recorría su lengua mis pezones y de vez en cuando los mordía parecía conocer muy bien el camerino porque después de poner seguro a la puerta me llevó a la parte atrás, allí había un rincón obscuro, parte del armario, comenzó a abajar sus manos, de un empujón me hiso que me hincara y le dije

_ mmm que travieso eres heee…- yo respondí desabrochando su cinturón y su pantalón, lo acepto, estaba enloquecida, no sé qué parte de mi estaba haciendo eso, si la que sentía que de alguna forma esto me pondría un escalón más arriba en mi carrero o la que pensaba, que el señor no estaba feo, solo sé que se la estuve masajeando un rato, creo que esperaba sexo oral, pero claro, yo no soy de las que lo dan, así que no se quedó con las ganas, se hincó frente a mí y de nuevo masajeó mis nalgas con ambas manos mientras mordía mis pezones de nuevo luego me jaló con fuerza contra su cuerpo, tomó el resorte de entre mis piernas, lo hiso a un lado y comenzó a jugar con mi sexo, parecía que estaba cumpliendo todas sus expectativas a excepción, yo no podía dejar de gemir en medio de mi sonrisa se notaba que me había contagiado la lujuria, fue entonces cuando algo despertó en mi le arranqué la camisa sin pensarlo lo dejé desnudo, y lo recorrí todo por completo, su cuerpo no parecía el de uno de 40 y algo se veía que hacía ejercicio, pero claro yo estaba muy entretenida en su cuello y arañando su espalda, el no dejaba de meter y sacar sus dedos de mi, quería disfrutar en ese momento, su polla estaba ya muy grande y cuando la vi, no me aguanté mas, lo tumbé en el piso i me senté encima de él, mientras me sentaba en su poya podía sentir como recorría mi interior,  era la primera vez que estaba arriba, pero intuitivamente mi cintura comenzó a moverse, y no lo hacía nada mal, supongo por que podía escucharlo pujar con fuerza excitado también, estaba cayendo en la euforia, cada vez me movía mas rápido y lo rasguñaba mientras él me apretaba los senos con fuerza, el dolor se mezclaba con el placer, entonces comencé a sentir su cenen en mi sexo, llenándolo recorriéndolo, me quedé erguida en ese punto fue como si el mundo se obscureciera por unos segundos gemí y contuve la respiración un segundo con mis uñas en su pecho como un gato ronronearte para soltarla cuando el dio el ultimo suspiro… mi primera vez como pantera seductora, se sentía extraño al terminar, mi corazón latía fuertemente y mi mente apenas salía de un trace , me sentía somnolienta pero satisfecha quería hacer eso con Alejandro, aún él seguí siendo perfecto para el sexo, Juan Valdevir, era bueno, pero muy brusco y bastante sucio, atraía a las mujeres como un placer prohibido, seguía sentada sobre él aun que no lo pareciera fue algo muy rápido ni siquiera había pasado media hora, y a él se le había pasado la euforia pero su mirada lujuriosa seguía admirando ms pechos en mi cuerpo erguido sobre él, me levanté fresca y adormecida, solo me sentía así cuando me masturbaba en las noches que no estaba con Alejandro.

Estaba segura que con Valdevir había cruzado una línea y había perdido la dirección para regresar, y que le había abierto la puerta para que volviera por más cuando quisiera, por eso antes de salir me entregó la llave de su departamento, diciéndome:

_ no esperes que sea sentimental, pero si te llamo será mejor que vayas con las mismas ganas de hoy, si no, ni te presentes. - dijo mientras uno de sus dedos me recorría el hombro. Cuando subió la mirada supe lazar una sonrisa de complicidad, lo miraba como una diablilla, ya le había quedado claro que me gustaba jugar así…