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Melisa (7): Consoladora de cama

en Grandes Series

Melisa sintió que algo despertaba en ella como si se hubiera encendido el interruptor del sol, se sentó en el sofá arropándose con el pijama, miró que junto al sofá estaban las bolsas de Boutique, estaba tan absorta en los recuerdos de hace unos minutos que cogió las bolsas y caminó a la habitación de huéspedes con los senos expuestos.

Fabricio tuvo que bañarse con agua fría, solo eso se le ocurría, en verdad necesitaba jalársela para bajarse el calentón que acababa de provocar esa muchacha… desde su perspectiva ya era demasiado acercarse al sol, no podía sostener esa situación un momento más, y eso que ni siquiera llevaba 24 horas en su casa, era ridículo, completamente inaceptable, podía juguetear con cualquier mujer excepto con esa, Melisa le hacía perder los estribos. Pero el único confundido era él, Melisa sabía que quería estar en su cama, pensaba que solo él le haría comprender un poco más eso que todos llaman cósmico al hacer el amor, quizá solo eso, hacer el amor. Ni siquiera abrió las bolsas, las dejó en la cama y se sentó unos momentos, como una niña de secundaria jugaba con los dedos untando las manos como quien quiere confesársele al chico guapo de la primaria.

Respiró hondo y subió las escaleras, movió la manilla esperando que no hubiera cerrado, tenía seguro puesto, no le quedó más remedio que tocar, inmediatamente abrió Fabricio, estaba casi igual que ella, solo que el sudaba, y despedía un olor tan tentador que no pudo evitar que las piernas le temblaran, estaba algo fúrico…

_ ¿qué demonios quieres? – dijo poniendo un brazo en el marco de la puerta para evitarle el paso, Meli todavía no estaba segura de lo que iba a hacer.

_ Perdón yo… yo… - tenía tantos nervios que no salían las palabras – yo no he tenido suficiente…

Fabricio se quedó atónito, ¿qué esperaba esa chica?... ¿Que la violaran?... la miró, tan frágil, tan rotundamente expuesta, ni siquiera podía hacer algo contra su fuerza bruta, con el poco sentido común que le quedaba la tomó por los hombros y la arrastró hacia las escaleras mientras la reprendía:

_ ¿qué es lo que esperas para protegerte? ¿Eres estúpida o qué?... después de esto no podré quedarme contigo así que no hagas cosas que pueden cambiar tu situación… es peligroso ¿me hoyes?...

Regresó a su habitación sentenciando con un portazo, se sintió rechazada, frustrada y encima de todo, se sintió como la lunática insistente, pensó que había sido innecesario… tenía razón, ¿en qué estaba pensando?... era completamente ridículo no saber si estaba enamorada de un hombre al que acababa de conocer, y lo más estúpido era que él se enamorara de ella, después de bajar las escaleras entró en la habitación, se dio cuenta que había comprado cerca de tres mudas de ropa, estaba bien, con eso podía pasar una semana o más, en realidad daba igual, se duchó se cambió la ropa y pasó el resto de la tarde en la sala viendo películas, se percató que la tv no tenía señal, por eso tuvo que escudriñar en el mueble, encontró una vasta colección de películas de acción, todas ordenadas por actores, Nícolas Cage, Bruce Willis, Chuck Norris, Schwarzenagger, Jakie Chan, Jean Reno y otros que no conocía, fueron los que más le llamaron la atención, las películas estaban en Blanco y negro, se animó a poner una, después otra, hasta que se le fue el día, después la noche.

Fabricio abrió la puerta de su habitación para tomar un poco de agua, realmente se estuvo masturbando sin éxito toda la tarde hasta que el cansancio mental le hiso quedarse dormido, se levantó con mucha sed,  cuando bajó se dio cuenta que estaba puesta una película de Errol Flynn, uno de sus favoritos, se acercó a con cautela y descubrió a su huésped dormida en el sofá. Antes de regresar a su predicamento anterior tomó su vaso con agua e intentó regresar a la cama, no pudo dormir, ni siquiera ignorando sus instintos, que problemático, en cuanto llegara la mañana buscaría un lugar en donde ocultarla, un lugar lejos de él, así se iría el tormento.

A penas pasaron unos minutos se escuchó el rechinido de la puerta al abrirse, Fabricio se hiso el dormido, quizá así se iría, pero no, sintió unos brazos algo fríos escabullirse entre las cobijas, después le abrazaron por la espalda…

_ Cuando dije que la gente sobrevaloraba el sexo no pensé que me tragaría mis palabras…

_ Te estoy diciendo que…

_ es peligroso… lo sé… pero – Fabricio notó que el cuerpo de Meli temblaba, se giró y entonces no pudo evitar su rostro enrojecido, su corazón estaba tan agitado que podía verse su pecho brincar.

_ tú, si estás diciendo esto es porque eres una adulta, y porque te atendrás a las consecuencias, ¿cierto? – con una mano tomó su hombro suavemente y con delicadeza lo empujó para dejarla completamente debajo de él  ella una vez acostada asintió con la cabeza – y también porque estás consciente de que esto es algo pasajero – ella asintió de nuevo - ¿hace cuánto que no tienes buen sexo? – Ella dijo “nunca” evadiendo la mirada con pena – entonces quédate quieta… déjamelo a mí…

Su voz penetraba en sus oídos suavemente, como si el eco se quedara en su mente ella poco a poco fue soltando el cuerpo de aquel hombre que ahora parecía poseerla, sintió como acariciaba por encima de la seda, cada palmo que tentaba le hacía palpitar algo más que el corazón. Esa sensación no tenía por qué terminar, tenía que dejarlo fluir, eso era lo que ella necesitaba.

Una ligera sonrisa puso a Fabricio mucho más dispuesto a continuar, qué más daba el protocolo o como se llamara, se había contenido mucho tiempo, casi dos semanas desde que había iniciado el trabajo, desde que la miró encima del escenario, desde que miró como ese tipo idiota intentaba encenderla sin éxito, él sabía que solo podía satisfacer a esa mujer, quería hacerlo y tenía las armas… se sintió más confiado una vez que hiso a un lado las dudas, y pudo deshacerse de la camisa y el pantalón, solamente quedó un ajustado bóxer, dejó expuesta su musculatura, en cuanto melisa la vio se le hiso agua la boca a tal grado que un pequeño hilo de néctar rodó por su mejilla, al mirar esto Fabricio no pudo contenerse, y entre una lujuriosa pero traviesa sonrisilla pasó su lengua para secar el torrente, entonces la besó, y sacó su lengua solo para meter un par de dedos, ella estaba atontada, sumida en su placer, después de todo le habían dado a entender que se quedara quieta, los dedos jugaron con su lengua como un niño explorando una babosa, empapó sus dedos de saliva y así mojados los llevó a los pezones de ella, de inmediato sintió como las puntas se contraían por el frío de esa humedad, se arqueó y lanzó un jadeo, tenía la rodilla de Fabricio en la entrepierna y ella comenzó a hacer movimientos involuntarios de placer, como un gato mimado se rozaba con cada pedazo de piel que sentía tocar, sus expresiones eran de completa recreación, Melisa sentía las cosquillas fascinantes de cada chupetón en el cuello, Por su parte Fabricio se sentí como un niño en navidad, como descubriendo un nuevo juguete, cada vez que él le decía algo obsceno y seductor al oído ella respondía con un ruido extraño… pensó que solo sería eso, hasta que entre gemidos alcanzó a escuchar

_ por favor… por favor… métela…

Le respondió quitándoles el pantalón de un solo jalón… palpó su sexo y se dio cuenta que estaba lista, pero sentía algo de placer en atormentarla y verla retorciéndose de placer bajo su cuerpo, magistralmente hiso que sus sexos rosaran una vez que el bóxer ya no estaba, sentía palpitar a Meli bajo su polla, y aunque ella no planeaba moverse, de pronto sus manos se encontraban tocando su pecho sin detener la caricia fueron hasta aferrarse en su cuello, Fabricio se encendió, en un movimiento brusco pero sin lastimarla la puso en cuatro, cuando entró Melisa flaqueó, sus brazos se desvanecieron dejando su cara apoyada en el colchón y sus pezones rosando la sábana…

Las gotas de sudor caían en sus labios, las embestidas eran cada vez más seguidas, Melisa sentía que en cualquier momento se rompería y sucedió, su primer orgasmo, la hiso gemirá tan fuerte que parecía un grito, Fabricio se detuvo solo para dejarla caer arqueándose de placer, miró como se humedeció, después se postró sobre ella para decirle al oído:

_ no he terminado… ¿estás lista?...

Sin esperar respuesta la folló por delante, ella instintivamente le abrazó con las piernas y con los brazos, uno por el hombro y otro por las costillas, el brazo de Fabricio la tomó por la nuca y la acercó a él mientras que el otro casi le desgarraba una nalga ella sentía el huracán de sus respiraciones correr por su espalda, en ocasiones sin darse cuenta lamía la oreja de su hombre, porque era su hombre, al menos en ese pequeño instante, la respiración de Meli hacía revoluciones en el oído de Fabricio, enloquecía, no podía detenerse, cada vez más duro y fuerte, más duro y fuerte, más rápido, duro y fuerte, los dos gimieron, pero no pudieron escucharse el uno al otro, estaban completamente perdidos, sintiendo los mares de señilla inyectarse desde un sexo al otro, en un espasmo sucedió todo, Melisa encajó las uñas en la espalda de Fabricio, él le arrancó un mechón de cabellos de la nuca, se aferraron el uno al otro hasta que solo quedaron sus respiraciones agitadas y plenas, como si el pecho no les alcanzara a proveer de aire.

A la mañana siguiente Meli abrió los ojos para toparse con el pecho desnudo de Fabricio,  la abrazaba cuidadosamente envuelta en las sábanas, tocó las cicatrices que no había visto durante la noche, eran increíbles, a diferencia de Marco, Fabricio tenía un cuerpo duro, se notaba que desde joven llevó una vida difícil, o se entrenó muy bien, era un hombre con toda la extensión de la palabra, sin necesidad de haberse exhibido con ella podía apostar que a más de una mujer le había hecho perder la cabeza.