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Melisa: la sirvienta

en Grandes Series

Llevaba tocando más o menos media hora, así que supuso que no habría nadie en casa, pensó que sería mejor, después de todo su padrino llamaría para avisas que estaría allí ese día y explicar la situación, mientras introducía la llave en el cerrojo pensó en el alivio que sentía que nadie la hubiera descubierto, ahora tenía que estabilizarse lo más pronto posible, tramitar una beca y conseguir trabajo, el portón era negro, de metal y detrás de él había un patiecillo y una cochera delimitada por un jardincillo de rosales, se veían en mal estado, aún así pensó que la casa era hermosa, le costó trabajo abrir la puerta hacia la sala pero no se quedó afuera, la sala era también muy agradable la casa era una mezcla de minimalismo y folklor, producto de los viajes de sus padrinos, era fantástico, esa mansión para dos personas, no importaba que fuera a ser como una sirvienta ella podría vivir allí sin duda muy feliz.

Escuchó ruidos en la planta alta, pensó que tal vez era alguna mascota, pero al subir percibió que el ruido era constante y rítmico, un rechinido abrumador y respiraciones sugestivas, por alguna razón no podía detener sus pasos hacia la puerta, el corazón le palpitaba fuertemente y comenzó a sudar de las manos y las mejillas calientes, se le erizaban los bellos del cuerpo, como si se acercara, hacia un asesino de una película… si, eso era una película, tenía casi una hora y media, afuera era increíble que no la hubieran escuchado, o simplemente no quisieron atender la puerta, el sonido era inconfundible, ¿debía sorprenderlos?... era obvio lo que hacían, se escuchaba tan claro ya cerca de la puerta, de alguna forma esto, le hiso sentir incómoda tanto dentro como fuera de la casa, afuera los vecinos la miraban como una forastera,  y dentro estaba de intrusa, espiando a dos amantes toda bandida… se quedó pensando esto unos segundos con la mano en la perilla…

Resolvió salir de la casa cuando se percató que hacía un rato que habían dejado de escucharse los juegos sexuales de la misteriosa pareja, su lenta reacción la hiso titubear en dejar la puerta, para cuando quiso reaccionar la puerta se abrió de golpe; un hombre salió envuelto en una toalla, era Marco, ni uno de los dos dijo palabra alguna, ella no sabía cómo reaccionar, la confundía su rostro carente de expresión que la miraba fijamente, todo sudado, desprendía un olor a humedad ambos estuvieron mirándose fijamente hasta que un grito fanfarrón de la chica de adentro…

_ haaa!!!   Me dijiste que no esperabas a alguien!!!...

Marco se desprendió de la mirada de Rosario para salir de tras de la chica recitando excusas, entre las que resaltaban “no sé quién es esa mujer”. La chica rondó un momento alrededor de la cama levantando ropa interior y poniéndose su ropa, para salir en menos de cinco minutos haciendo un berrinche, así de fácil descubrió la identidad de su compañero, el niño que ella recordaba era todo un hombre, un jugador para ser exacta, no estaba segura del todo pero pensó que lo mejor sería guardar su distancia y no fraternizar con él, ya estaba enterada de que nunca fue atractiva para los hombres como él pero era mejor así, se quedó parada entre las puertas esperando a que el muchacho volviera, para cuando se escuchó un portazo en la entrada el y estaba subiendo el último escalón, se quedó mirándola fijamente, esta vez algo extrañado, sentía que la había visto antes en algún lado, miró su ropa, no era una ropa fea pero se notaba el aire de las chicas de pueblo, aún usaba falda y suéter, entonces vio las maletas…

_ déjame adivinar, pasamos una noche juntos y decidiste que me amabas como por arte de magia… mira niña,  no quiero que te ofendas pero no te recuerdo, no necesito que llores y tampoco que te quedes… por favor vete, recuérdame como el patán que fui contigo y búscate a alguien no tan guapo que sea bueno y forma una familia- dijo mientras comenzaba a encaminarla a las escaleras…

Como pudo se zafó antes de llegar…

_ ¡¡espera!!... yo no vengo por ti, mis padrinos me darán hospedaje a cambio de hacer el aseo de la casa… no me tienes que sacar…

El tipo se detuvo, la miró extrañado, era obvio que a su padrino se le olvidó avisar que llegaría… el tipo más que frío y con cara de menosprecio la mandó a la última planta, después de atravesar el patiecillo de lavado y una terraza con macetas y una cocina de adobe que funcionaba con leña estaba un cuarto, algo pequeño pero lo suficientemente espacioso como para una cama y un armario, pero no tenía baño, debía usar el de abajo…

_ ¿a qué hora te bañas?...- preguntó Melisa…

_ ¿quieres espiar?... el tragaluz es de cristal opaco, por más que intentes no verás lo que buscas chiquilla…- sin duda alguna eso la encabronó…

_ No vivo solo para ver a idiotas metrosexuales, te digo para no interrumpir tu baño “señorito”…

Marco quedó impresionado con esa respuesta, la mujercita que veía de cara humilde y tranquila sacaba las garras… le dio tanta gracia, por alguna razón esa chica le provocaba algo que tenía miedo de despertar, mientras más la evitara era mejor…

_Me levanto a las 6 am, enseguida me ducho, y los martes, jueves y sábados en las tardes tomo una ducha después de ira a correr… como eso de las 4 o 5pm… no me espíes…

Le dijo con una sonrisa maliciosa en la cara, ella aún molesta por la anterior muestra de machismo y egocentrismo se mordió los labios para no estallar, aún no era hora de sobreactuar, no lo conocía lo suficiente,  además bien dice el dicho:

“no te pongas a discutir con un idiota, te hará bajar a su nivel y allí te derrotará por experiencia”

Casualmente lo mismo pasaba por la mente de Marco, pero que sirvienta tan atrevida, parecía tan pueblerina que no esperaba palabras tan rebuscadas de ella, lo tomó por sorpresa, era obvio que no era cualquier chica, la habitación tenía un ventanal sin cortinas, y para terminar de darle desconfianza el ventanal del cuarto de Melisa y el de Marco estaban casi frente a frente, ella apagó la luz para no dejarse ver mientras se cambiaba… ella se limitó a hacer el trabajo que le pedían sus padrinos por teléfono los días siguientes antes de entrar a la escuela, puso la casa en su lugar, ya que todo estaba más o menos como lo había dejado la antigua mucama… y digo más o menos por que el de la despensa no se había acabado solo lo que estaba caducado y la ropa estaba toda sucia… como era obvio que no podría hacer de comer, ambos comerían en la calle, otro de lo que no le pareció a marco fue la indicación que sus padres dieron, Melisa podía usar cualquier parte de la casa a su gusto, aún que ellos insistieron en que se mudara a un cuarto en la segunda planta (podría decirse que dentro de la casa), ella decidió quedarse en la habitación que le asignó Marco… los primeros días no fueron muy buenos, una mala impresión nunca se olvida.

No eran ni las 12 am del domingo, había puesto un periódico en el buró de la cama con círculos para señalar los posibles empleos, de algún lado iba a sacar la escuela, la mayoría eran turnos nocturnos lo máximo a lo que podía aspirar, estaba boca arriba en la cama bajo sus cobijas pensando en las cortinas, cuando de pronto escuchó claramente la puerta del cuarto de marco, y risillas entró la luz por su ventana, lo que por fuerza atrajo su atención, en los vidrios estaba casi recargada una chica, con un vestido de lentejuelas algo flojo de la cintura para arriba, se notaba que lo habían desabrochado, entonces pudo ver que algo se movía bajo el vestido de la chica, eran las manos de Marco que estaba masajeando suavemente sus pechos la chica se carcajeaba prácticamente a gritos entre suspiros, a Melisa le pareció sobreactuado y exagerado pero pensó “Bueno, en una hora esto terminará”…

Cuál fue su sorpresa al contarse las 4 de la mañana sin dejar de escuchar a la mujer bramando…

_ ¡ohm Marco… así, así… si!

Las pupilas se le dilataron, en realidad quería dormirse, intentó de todo para intentar ignorar los hechos, pero a pesar del algodón en sus oídos el mínimo ruido que le recordara esos gritos de placer de la mujer le hacía pensar en lo que estaban haciendo allá abajo, pero eso no era el colmo, ella no quería excitarse, quería dormir, pero cuando menos se dio cuenta sus piernas estaban contraídas y su respiración agitada pero retenida como si tuviera miedo de ser escuchada, aun así no paró de escucharlos hasta que se quedó dormida sin descansar por la tensión que sintió toda la noche, aún que a la mañana siguiente no le constó levantarse, los estragos comenzaron a sentirse cuando llegó el medio día. Así fue durante los primeros dos meces, cada semana los viernes llevaba una nueva chica y ella podía “echarse la matiné del sábado” cuando las chicas salían despeinadas a hurtadillas pensando que nadie las miraba…

Durante esos dos meces también fue víctima de la indiferencia de Marco, todo iba bien mientras el no estuviera en casa, pero el resto de los momentos que pasaban juntos él la ignoraba haciéndola sentir una intrusa, ella no podía decir que estaba agosto con eso pero tampoco podía imaginarse una conversación con él, así que decidió dejarlo como estaba, lo único que se interpuso a esa determinación fue el último viernes que quiso escuchar menos gemidos y más tranquilidad, recién terminados los parciales ella estaba consciente de que sería mucho si dijera que durmió 4 horas durante la semana, a pesar de ser materias teóricas los temas eran difíciles de encontrar, entonces fue cuando pudo por fin armarse de valor y justamente a las 12 pm en pleno clímax de la feliz pareja, tocó una vez moderadamente, no iba en plan de hacer un escándalo, trataría de mantener la cordialidad, pero después de la tercera vez que tocó que escuchó una voz terriblemente grosera que le dijo literalmente:

_ ¡piérdete… no molestes!

Entonces su puño se movió automáticamente y casi tira la puerta a golpes…

_ ¡¡maldita sea Marco!!... ¡¡también vivo aquí… tendrás cojones para tirarte a una chava por semana pero al menos podrías traer a prospectos más silenciosos cabrón!!...

Los rechinidos de la cama de detuvieron y se escuchó que venía una persona hacia la puerta, estaba segura de que sería Marco, pero en su lugar salió la “amiguita nocturna” de este, no pudo creerlo, era una chica del instituto, sin pensarlo le comenzó a soltar un sarta de ofensivas de manera fría e hiriente…

_ Deja ya muchacha serás pendeja, ¿crees que con esta escenita atraerás la atención de Marco?... el difícilmente se puede fijar en una frígida como tu… solo mira la diferencia entre las dos… no por nada te dicen “la Forest” en la escuela… ¿sabes cómo se expresó Marco de ti?...

Ese apodo ya lo conocía, se lo puso una amiga de esa chava, ese círculo de los que sienten que tienen la verdad en la boca, las detestaba, sabía que más de una había pasado por la cama de Marco, su trabajo estaba como a dos cuadras sobre la misma calle y todo comían en el mismo establecimiento, ya lo había visto pavonearse con ellas en su mesa hablando con ellas y coqueteándoles, no solo a ellas, si no a las otras chicas también, el instituto era un “catálogo de las chicas de Marco”, sentía rabia saber que ella no era excluida de dicho catálogo, todo deducían que ella era algo así como su mujer abnegada y sirviente… eso la ponía peor que mal, y esas palabras se lo recordaban en casa letra, definitivamente tenía que explotar:

_ Si… si sé cómo se expresa de mí este cabrón… “solo soy la puta sirvienta”, incluso yo tengo mi expresión para él… pero una sorra que no es mejor que una funda para su pene no va a decirme que soy menos que ustedes dos… ya sé que les vale coño mi opinión, ¡¡pero les juro que si no se callan en este instante os sacaré por los cojones a los dos!!...

Salió del cuarto tan furiosa y tan impotente que las lágrimas corrían solo por no poder haber contenido su enojo, por haber soltado todo de esa forma tan impulsiva, pensó que tal vez él estaba tan molesto que ahora las cosas serían más difíciles para ella… para Marco había tenido el efecto que Meli había pensado, él estaba más que helado, sabía que el que debía una disculpa era él, lo había hecho sentir eso con todo lo que había ocurrido; la chica intentó calentarlo de nuevo, se montó sobre él y tomó su polla en las manos y la masajeó con ternura, pero él la empujó ligeramente con la misma frialdad que miraba a Melisa cuando le pedía algún mandado… solo que esta vez la orden no era para Meli, era para la chica de esta noche “quiero que te vayas ya”… las palabras en si no tenían la esencia del impacto, lo tenía su mirada congelante y su expresión de desprecio, la chica se visitó en silencio con un nudo en la garganta y recogió sus cosas con tanta rapidez como pudo con los ojos empañados y se fue…

Aún que hubo silencio el resto de la noche ninguno de los dos pudo dormir… estuvieron pensando y dando vueltas a lo que recién había ocurrido, Marco no podía creer que esa chita tuviera el coraje para decir tantas cosas, pensaba que la razón por la que aguantaba tanto de él era porque era un chica sumisa y algo tonta, pero ahora la visión había cambiado, ¿Qué cosa la hacía tratar tan impetuosamente mantener las cosas en paz al punto de haber explotado ese día?... fue entonces cuando se le ocurrió averiguarlo, quería saber cómo podía ser Melisa sacando definitivamente esa fiera interna, estaba dispuesto a tratarla peor a hacerla llegar al punto de estallar de nuevo como lo hizo esa noche o aún más, el chiste era probar sus habilidades como seductor, si, ahora quería ir tras Melisa,  pero antes tenía una necesidad animal por saber hasta donde era capaz de llegar esa fierecilla.

Melisa ni se esperaba lo que estaba a punto de pasar en su vida, estaba nerviosa, ¿Marco hablaría con sus padres?... si eso ocurría ella caería por completo de la gracia de sus padrinos, ¿qué podía hacer para evitarlo?... prefería morir a regresar al pueblo, no era que no extrañara su vida anterior, ni que menospreciara esa tierra, era más sencillo que eso, en el pueblo estaba su padre, eso hombre al que no quería ver jamás, es que la vendió para casarla con un anciano… si, esa mentalidad de años atrás seguía en la ideología de su padre… ella podía ser muchas cosas para la gente de su pueblo pero una virgen y ejemplar muchacha de casa no era una de ellas, pudo salir antes de que sus padrinos pudieran saberlo, quizá con el tiempo podría explicarles pero mientras no podía saber cómo reaccionarían, y no encontraba trabajo aún… tenía que hacer algo y la única idea que se le ocurría era tan vergonzosa, pero no podía pensar en algo más, no tenía suficiente dinero como para comprar un silencio y tenía que contentar al Junior…

Esa misma madrugada cuando se aseguró de que marco por fin se durmiera bajó a la cocina y revisó el refrigerador no le sorprendió, todo era un típico refrigerador de soltero sobre todo al ver que la despensa y todo estaba intacto menos el jamón y el pan blanco, eso le hiso pensar lo más interesante y el colmo de los colmos, a tal grado llegaba su pereza que no comía otra cosa que sándwiches el idiota ese… decidió que podía sacar provecho de eso, así que a la mañana siguiente que era Sábado se levantó temprano y terminó los que aceres como eso de las 10 am, todavía no se levantaba pero sabía que el olor de su comida lo haría caminar dormido, si algo era famoso de ella en el pueblo era su comida, y el dicho lo dice claramente:

“al corazón de un hombre se llega por el estómago”

Dicho y hecho, el olor de pollo frito a la mantequilla y patatas horneadas despertó a Marco, más que estuviera consciente del olor su organismo se dio cuenta antes de que tenía hambre, despertó con unas ansias terribles de comer y entonces escuchó el aceite freír y la cocina activa como si hubiera un ejército en ella… con todo y la pijama bajó a ver qué ocurría, antes de que Meli se percatara de que el la miraba pudo apreciar la escena, no podía creer que alguien se moviera con tanta agilidad en la cocina, era como ver una mujer de múltiples manos o incluso al mejor chef hacerlo todo a la vez, sacar la carne asada de la sartén, cortar la lechuga, lavar el vaso de la licuadora, de una tarea en otra hacía todo, era más que increíble… con todo y el dolor de su corazón retrocedió unos pasos y respiró hondo, luego pensó tranquilamente que le diría, cuando lo tuvo en la punta de la lengua entró a la cocina con paso sexy y rostro serio como acostumbraba dirigirse a una sirvienta cualquier, con esa misma arrogancia que lo hacía tratar mal a cualquier sirviente, con esa misma gélida mirada que podía hacer temblar a cualquier sirvienta…

_ ¿se pueda saber qué demonios haces?...

Estaba seguro que recibiría una mirada contundente de Meli pero en lugar de eso ella contraatacó con una media sonrisa de preocupación, no quería que fuera una amplia sonrisa sobreactuada y tampoco un dramático ruego de perdón.

_ Bueno, ayer hice una escena muy penosa, y por eso… por eso quisiera ofrecerle una sincera disculpa- “quiero ofrecerle una sincera disculpa” justo ese punto fue el que rompió la excelente actuación, inmediatamente en esa última frase Marco se dio cuenta de que ella estaba actuando al menos hiso lo mejor que pudo, pudo ver claramente su cara casi retorcerse del coraje mientras se arrastraba el plato en la mesa, se notaba que estaba poniendo todas sus fuerzas en reprimir las ganas de gritarle y de insultarle…

_ no me comeré esto…

Dijo con tanta tranquilidad y desprecio que esta vez estaba seguro que ella estallaría de nuevo, para su sorpresa Melisa recogió el plato de la mesa con ambas manos y sin gesto en la cara y la mirada siempre al frente caminó hasta el cesto de basura y dejó caer el contenido del plato para después ponerlo en el fregadero, luego se dispuso a lavarlo con una sonrisa bacía mientras tarareaba un escalofriante tonada. Marco la miró extrañado, ¿se había vuelto loca?, todo apuntaba a que había quedado en un estado de represión del enojo, él se acercaba lentamente hacia la cocina quería ver que más haría; en cuanto Meli terminó de lavar el plato, el vio como en cámara lenta paso a paso como tomaba la cazuela del guisado y se disponía a hacer lo mismo, tirarlo al cesto, pero él la detuvo…

_ espera que hagas…

_ si no quieres comer no tiene caso que deje la comida, por mí puedes comer sándwiches toda tu vida…

Marco empalideció… esta mujer estaba al tanto de su rutina más de lo que él pensaba, no sabía si lo espiaba o como se daría cuenta, pero no podía arriesgarse a que ella le descubriera más cosas, después de todo aun que el incidente de la noche anterior había mostrado que tenía un temperamento difícil, supo controlarlo muy bien, no podía confiarse con ella, estaba jugando con fuego, si… lo había pensado antes pero ahora iba en serio, solo había un modo de controlar a una mente tan maquiavélica en una mujer, y era el amor, tenía que enamorarla y así estaría por completo a su merced. No le agradaba la idea de acostarse con ella, no parecía tener el mayor atractivo, esa falda debajo de las rodillas y los zapatos bajos la hacían ver como una señora al igual que el suéter holgado que siempre usaba por encima sin importar el clima, sin duda, solo había una razón por la que una mujer use ropa holgada, su cuerpo no le gusta y trata de esconder algo.

Melisa sintió el triunfo en el momento en que escuchó las palabras “comeré un poco”… el tipo sin duda mordió el anzuelo, como una serpiente haciéndose la muerta para atraer a un carroñero y devorarlo, ¿Quién sería comido?...