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Melisa (5): Muñeca de aparador.

en Grandes Series

Las drogas a penas se le estaban disipando del cuerpo cuando pudo sentir de nuevo sus extremidades, aún no podía abrir los ojos pero sentía cómo de vez en cuando un leve movimiento en el colchón le hacía saber que alguien cuidaba de ella, cuando pudo escuchar sus propios pensamientos lo primero que le cruzó por la mente fue:

“¿de verdad 150,000 dólares?... tiene que ser mentira, ¿acaso podré regresar a mi antigua vida?... tiene que ser una pesadilla”…

En silencio Fabricio rondaba alrededor de la cama, él era un hombre alto, Fuerte, de hecho su amplia espalda y brazos fuertes daban seguridad, aunque no exageraba los músculos, lo que demostraba su perfeccionismo, nunca demasiado poco o demasiado… siempre un punto intermedio, vivía su vida sin depender demasiado de otras personas, sobre todo por su trabajo, no podía mantener una relación seria más de 2 meces, no le gustaba alardear o expresar demasiado, sobre todo porque en su trabajo debía demostrar sangre fría, pero dejemos el empleo de nuestro nuevo personaje como un misterio hasta que crucen palabras con Melisa, quien casi despierta…

Abrió los ojos, miró que el techo no se parecía al de su viejo cuarto de azotea en la casa de sus padrinos, se le inundaron los ojos de lágrimas, no sabía si había sido ultrajada o dónde estaba la invadían los deseos de gritar a la par que una inmensa sensación de que no tenía cazo intentar gritar, ni siquiera huir… escuchó que alguien se acercaba luego una mano en su frente…

_ ¿ya estás mejor?... te dio algo de fiebre, espero que sea por las drogas en tu cuerpo…

Los nervios se le exaltaron, y de un manotazo le apartó el brazo… parecía un gato agazapado en la cabecera de la cama… al menos ya no estaba desnuda, la cubría un pijama de hombre color vino, de seda, o alguna tela suave de esas satinadas, no paraba de temblar, y las lágrimas recorrían como un río su rostro…

_ tranquila… no te he hecho algo… solo quiero saber que te encuentras bien… sé que no es el mejor modo pero, era la única manera de acercarme a ti… esos tipos engañaron a tu amigo, te vendieron, si no te hubiera tomado yo, cualquier otro te habría ganado… ya estarías en un burdel de categoría o en la casa de algún millonario como esclava sexual… ¿eso habrías querido?

_ ¿Quién eres?...

_ Igual alguna vez pasé por el Salón Luna, dime, ¿Legaste a pensar en dedicarte a ser bailarina profesional?

_ yo… solo quería escapar de ser vendida en mi pueblo… -se rió irónicamente- terminé siendo vendida en la ciudad… al menos me vendí por algo de mayor valor que una vaca…

Fabricio la miró y noto, que estaba más tranquila… en eso ella se sobresaltó…

_ ¿Qué pasó con Marco?

_ ¿Marco?

_ por favor… déjame ir a buscarlo…

Se intentó levantarse, y quiso correr, después de todo aún existía cariño, Fabricio la detuvo tomándola firmemente del brazo…

_ si solo te querían a ti, difícilmente le hicieron daño a tu amigo… dejarlo inconsciente basta para escapar con el botín… tu…

Se quedó un poco incrédula pero no tenía opción, además, por ahora tenía que preocuparse por sí misma… miró nostálgicamente a la nada mientras decía:

_ no volveré a verlo ¿cierto?... no regresaré al salón Luna, a la escuela de Diseño de Modas… no puedo volver a ser la de antes… ya no…

_ te recomiendo que te quedes aquí… desde que esos hombres dieron dinero para comprarte ellos tienen derecho sobre ti, desde que yo pagué tanto dinero por ti, puedo hacer lo que quiera contigo, no te aseguro que sea lo ideal pero si es lo mejor que tienes ahora… y la mejor seguridad… además soy un hombre de negocios… y

_ Negocios?

_ Si, negocios… di una fuerte suma de dinero por ti… así que al menos que puedas pagarme esa suma de dinero no puedo dejarte ir… mi inversión se perdería…

Melisa se quedó pasmada, no sabía si aquel hombre era malo o bueno… le dijo de una forma tan diplomática que y maquiavélica que ella no tenía escapatoria que ella le pertenecía… eso no podía soportarlo, era incongruente dejarse utilizar como esclava, como objeto de subasta… quizá había perdido la lucidez por lo repentino de los acontecimientos, pero ahora si estaba segura, no se podía quedar así… tenía que hacer algo…

_ trabajaré… trabajaré en lo que tu decidas y ahorraré el dinero suficiente para pagarte…

Lo miró retadora y decidida, entonces la gélida mirada que antes tenía aquel hombre se transformó en una mirada llena de entusiasmo, parecía que se divertía haciendo eso… se acercó y con un solo brazo la tumbó en la cama… ella débil por las drogas no pudo oponer mucha resistencia cuando Fabricio le inmovilizó los brazos tomando ambas muñecas con su enorme mano, y con la otra le arrancaba la camisa del pijama…

_ ¿lo que yo diga?... interesante… ¿Qué tal si comienzas ahora?… yo digo que trabajes como mi juguete sexual… te pagaré según la satisfacción que me des…

Fabricio estaba seguro que Melisa comenzaría a llorar o se opondría, pero se sorprendió al ver que la mirada y el gesto de Melisa… bueno, ese era el problema, que no había algún gesto  o señal de emociones… se sintió extraño, al principio pareció una broma inteligente y divertida, ero al  tocarla sintió que su cuerpo perdía el control, su mente se nubló… pensó en dejarlo pero ya era tarde, alguna extraña fuerza lo obligaba a seguir… a tocar cada parte de su cuerpo, a sentir unas extrañas vibraciones casi paranormales que cada vez desvanecían más esa cara a sintomática para abrir paso a una mejillas sonrojadas…

Melisa se sorprendió aún más cuando al ser tocada por ese hombre, todo su cuerpo se estremecía… como si estuviera en alguna especie de sintonía con él… quiso mantener por un momento más la compostura pero después de que entre los pantaloncillos se colaran algunos dedos entre su sexo no pudo contener un gemido que apenas pudo ahogar mordiendo sus labios.

_ ¿qué pasa aún piensas resistirte?... descuida, nadie puede oírnos, puedes gemir hasta gritar y jamás habrá quien se entere, esta enorme cabaña está en medio de la nada, solamente en mil metros a la redonda hay personas.

Ella miró de reojo al hombre pudo ver que no estaba sonriendo, tenía una mirada como sumergida en un sopor ardiente, notó tantas cosas, como que tenía ojos café claro, que olía a tabaco… De alguna manera podía sentir algo que no podía describir pero inmovilizaba su cuerpo, estaba a merced de ese hombre, eso le hacía sentir placer, si, esa era la respuesta que le aterraba. Mientras Fabricio forcejeaba con ella comenzaba a sentirse más excitado, eso en definitiva era lo mejor que le había dado el dinero, esa mujer valía cada centavo y más, pensándolo bien era como una ganga… comenzaba a sentir los efectos de descargas hormonales en su cuerpo cuando sintió el empujón, más que empujón fue como si de estar volando se hubiera quedado sin alas y hubiera caído repentinamente en el suelo, cuando menos acordó, se vio en el suelo mientras Melisa trataba de correr hacia la puerta de la habitación, y digo trataba porque apenas podía sostenerse, no hace falta que diga que Melisa no pudo llegar a abrir la puerta, pareciera que Fabricio a hubiera detenido, pero en realidad alcanzó a salvarla de un mal golpe,  sus músculos aún no respondían del todo y con el sobreesfuerzo se habían debilitado… por más que quiso rechazar a su nuevo hombre, no pudo, alcanzó a escuchar que decía entre dientes:

_ ¿Qué demonios estoy haciendo?... _ cargó a Meli hasta la cama de nuevo, y la tiró sin consideración, su cuerpo debilitado rebotó en el colchón, y sin abotonarle arreglarle la camisola del pijama le echó una cobija encima.

Se metió en la puertecilla a la que corrió melisa, y se enteró que ni siquiera era la puerta de salida, era la puerta del baño, en fin, no esperaba que fuera fácil escapar, después de escuchar el agua caer sobre el plástico del yacusi, miró salir al tipo, con cara seria y fría, y sin mayor expresión le sacó de las cobijas y la metió al baño…

_ ¿Qué estás haciendo?... yo puedo sola…

_ Si claro_ dijo Fabricio mientras le quitaba la ropa_ escucha, si te soy repugnante para mi es indiferente, pero ya te he comprado, y como hombre de negocios no puedo perder mi valiosa inversión, así que si quieres salir de esto tendrás que trabajar duro.

_ tr…Trabajar… _ una lagrima más la hiso sentir frustrada, ¿por qué ese hombre la hacía sentir tan frágil que podía romperse o dejarse caer a u precipicio. Estaba asustada, asustada de saber lo que eso significaba.

Ella pudo sentir el agua tibia en cada parte de su cuerpo, más que sentarse cayó al fondo del Yacusi, miró a detalle todo por primera vez, la casa en general era amplia pero no lujosa, daba más la sensación de una cabaña, sobre todo ese detalle de vigas de madera en el techo, ni siquiera estaban barnizadas, toda la casa olía a madera y tabaco.

_ trabajando como sirvienta o asistente no se paga muy bien, deberías considerar, que te puedo pagar más siendo alguien más complaciente… aun que es tu decisión… tampoco es como si quisiera sentirme un violador…

Repasemos los hechos, Melisa estaba en un aparador, encadenada, desnuda y con un numero en las espalda, todos alrededor estaban mirándola, y el vocero miraba cómo subían las apuestas era una de esas subastas en las que todo tenían un límite de tiempo para decir sus ofertas, 100,000 era la más alta, y segundos antes de cerrar, una oferta no apareció 150,000… todos curiosos de quien era el ganador miraron una cara nueva y se sorprendieron aún más cuando éste sacó el dinero en efectivo en fajas de 500 y 50 descuidadamente revueltos en un costal, la cuenta del dinero tardó un poco después, había pensado caritativamente dejarla en la puerta de su casa y tocar el timbre, después de todo el chico que la acompañaba debería estar preocupado… Pero cuando menos lo pensó conducía hacia su casa con la mujer en el asiento trasero tapada con un frazada… de algún modo ahora no podía desprenderse de ella, no ahora que conocía todo sobre su vida, cada una de sus rutinas, cuando menos se dio cuenta se involucró de más, no era como si se sintiera culpable por eso, después de todo no era normal que lo hiciera en el trabajo… lo que le aquejaba es que fue contratado para investigar a una señorita, y aún sabiendo que ese tipo de vida no era para ella, sabiendo para qué querían esa información, entregó el expediente, pensó que así, se liberaría de ese trabajo y se sentiría aliviado, pero no, el día de la subasta sacó sus ahorros del banco y se dirigió al lugar con la esperanza y con el suspenso que le ocasionaba no saber si lo que había sacado no era suficiente, en total sacó 200, 000 pero no daría su mejor oferta de principio, cuando entró ya casi estaba por terminar la subasta a penas y logró gritar su cifra. Cuando la tuvo en sus brazos sintió tanto alivio, y la subió con cuidado a la parte trasera del coche mientras que los guaruras que lo escoltaron se asombraron, no era un millonario… al menos no lo parecía, un carro viejo, unos jeans con un saco casual y un cigarro en la boca.