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Melisa (3): la enfermera

en Grandes Series

Melisa sintió el rose como un montón de plumas que recorrían su cuerpo, ¿era una confesión de amor o una vulgar petición de sexo?... antes de contestar hiso una pausa para intentar calmarse pero inmediatamente el pulgar se retiró de su rostro:

_ espero que no te la hayas creído…

Pasó del susto a la ira total, detestaba que se burlaran de ella, más cuando estaba consciente de que era una romántica sin remedio, quería enamorarse de verdad y sus palabras no la bajaban de ser una causa perdida para el amor, le decían entre líneas “nunca serás mujer para mí”, sin darse cuenta sus ojos estaban vidriosos por las lágrimas que amenazaban inundar su rostro.

_ ¿Creer qué?, ¿qué me quieres sinceramente?... gracias pero si hay algo que agradezco todas las mañanas al despertar es el hecho de no ser atractiva para los hombres como tú…-se levantó de la silla y arrojó el tenedor al plato salpicando la comida- si lo que quieres es una noche de sexo por mi búscate a las chicas que gustes, tráelas a la casa cuando quieras, pero a mí, a mí no me busques para eso, deja ya tus insinuaciones vulgares, por mi puedes traer a las mujeres que quieras y tenerlas gimiendo en mi ventana mientras yo no sea tu juguete, ¿me hoyes?…

_ Ya, perdón fui demasiado lejos…

Melisa salió de su trance, cuando menos acordó Marco la miraba preocupado y ella sollozaba como una niña en sus brazos mientras el no dejaba de pedir perdón, ¿Qué era eso?, a tal grado la descontrolaba este tipo, ni siquiera ella entendía por qué lloraba, ¿serían demasiadas cosas juntas?, el debut, los finales, ¿la chica de anoche? Su mente detuvo la lista, ¿sería posible que esas lágrimas fueran por algún sentimiento que comenzaba a sentir por Marco?... después de todo ya le constaba que no era tan malo, su concepción sobre él comenzó a cambiar desde que se acercó más a ella y le comenzó a tomar interés, se había acostumbrado a sus bromas pesadas y sinceramente algo vulgares, pero aquella, aquellas palabras habían sido demasiadas, como un terrateniente que extorsiona a una esclava, así se sintió, y encima la noche anterior, la chica saliendo medio despeinada con las pupilas dilatadas, no pudo soportarlo más… seguro era eso, se separó de él cuando cayó en la cuenta de él la miraba con ternura y pesar…

_ discúlpame, no vuelvo a ser tan bruto… ya no llores por favor…

_ estoy bien, yo… yo estoy estresada por los finales y exploté, no te preocupes, será mejor que me vaya a terminar los deberes, debo salir esta noche otra vez.

Las siguientes semanas se la pasaron luchando por tener conversaciones normales, uno con el miedo de volver a perder los estribos y la otra con esa sensación de estar desnuda frente a él desde aquel día, está por demás decir que Melisa obtuvo excelentes calificaciones en los exámenes finales, terminó exhausta.

Era noviembre y el viento soplaba fuertemente, hacía unos días la maya del cuarto de secado se había roto, por eso el técnico la quitó y estaba en reparación, mientras tanto debía asegurar bien las prendas en los tendederos para que la ropa no terminara en el patio del vecino, esa tarde quitaba la ropa tratando de evitar que se le escapara entre las ráfagas de viento que bien podían llevarse volando a la misma Melisa, como de costumbre Marco observaba desde un sitio discreto.

Un vendaval logró arrancar de sus manos una camisa que fue a dar a la parte más alta de la casa, el tejado del cuarto de lavado, era un lugar peligroso, no tenía concreto solo una delgada lámina de fibra de vidrio que podría vencerse fácilmente de no ser por la estructura de metal, aun así, estaba resbaladiza fácilmente se podía perder el equilibrio allá arriba, aun así, Meli subió confiada en su peso ligero y trató de alcanzar la prenda, Marco se percató de que la operación era peligrosa y decidió entrar en acción sin importar ser descubierto como espía acosador, Meli de un momento a otro dio un mal paso y casi rueda hacia abajo, ella miró todo en cámara lenta, no pensó que moriría pero sí que sería doloroso, tal vez dejaría cicatriz alguna herida cuando de pronto un fuerte brazo rodeó su cintura y la sostuvo firmemente, se sintió segura y miró a Marco detrás de ella…

_Una camisa no cuesta tu vida…

El corazón le latía tan fuerte que cada ritmo retumbaba en su mente sin dejarla pensar, el silencio solo pudo ser roto por una segunda sacudida, uno de los surcos de la fibra de vidrio se había vencido pero Marco pudo jalarlos a ambos reduciéndolo a un resbalón y ella cayó sobre él, eso no le restó impacto al golpe, el que llevó las de perder fue el pobre de Marco, ella notó la mueca de dolor en su rostro pero antes de dejarla soltar una palabra se giró para dejarla delicadamente en la superficie y preguntar seriamente:

_ ¿estás bien?...

_ solo me asusté, pero tu…

_ estoy bien, será mejor que bajes, pero despacio…

Ambos majaron con mucho cuidado, en cuanto estuvo Marco en el piso ella se abalanzó sobre él y le quitó la camisa, lo que temía, tenía un enorme moretón en la espalda con la retícula de la lámina marcada en ella…

_ ¡tenemos que ir al hospital!... -sin decir una palabra de dejó llevar por ella hasta adentro de su cuarto, Melisa sabía que la sus padrinos tenían un Médico de cabecera (con el que siempre asistían), y en seguida le llamó, quedó de ir en seguida y le dio instrucciones para no gravar el problema…

_ no tienes que tomar tantas atenciones…

_ ¿no?... pero mira tu espalda, y fue por mi culpa… tu no deberías estar así…

Decía melisa mientras lo recostaba boca abajo en su cama para ponerle hielos que rebajarían la inflamación… realmente era la primera vez que una mujer era así con él, tal vez porque nunca tuvo una relación estable, todo por su “libertad” prefería pasar de llevar algo serio, pero ahora no le parecía tan malo, ser cuidado por una mujer con la misma delicadeza de esas manos que iluminaban su rostro, era como una navaja suiza, todos los sentimientos cabían en ella, la ternura, el amor, la lujuria, la pasión, la amistad, el enojo; fue entonces cuando decidió que valía la pena arriesgar su corazón por ella, la prueba estaba en que no pensó dos veces poner su cuerpo como escudo por ella, la prueba estaba en ese deseo que lo arrastraba siempre hacia ella que lo hacía reducir su complicada clasificación de mujeres a dos grupos, ella y las otras.

_ ¿qué tipo de hombre prefieres Melisa?- preguntó Marco algo delirando por el dolor… Melisa se sonrojó de nuevo, él siempre conseguía ese efecto en ella… el silencio se tornó incómodamente lindo, ambos tenían un bochorno que contestaba todas las preguntas…

En realidad Melisa nunca había pensado en eso con detenimiento, jamás había idealizado al tipo de hombre que deseaba, pero sin duda no se esperaba sentir algo así por un hombre del tipo de Marco, para ella no se llevaban las estudiosas y poco sociables (concepción que ella tenía de sí) con los seductores y ególatras, sociales codiciados por todas las chicas, todo eso representaba Marco para ella, ni más ni menos, simplemente mundos distintos; sin embargo, si le preguntaran en algún momento si le gustaba Marco, la respuesta era sí, logró desarrollar un cariño especial hacia él y sin mencionar que cada vez que lo veía y pensaba en lo que hacía a las mujeres para hacerlas delirar, se imaginaba en ese lugar inconscientemente, por eso evitaba los contactos piel con piel, aún que su inconsciente la traicionara a menudo.

El medico llegó, dijo que se había lastimado pero que no era razón suficiente para alarmarse, así que descansaría una semana, la típica recomendación del reposo que siempre es molesta al punto de parecer imposible, melisa logró hacer que los primeros tres días no se moviera de la cama, tomaba las atenciones debidas; aunque se llenaba de bochorno le ayudaba a vestirse y desvestirse para el baño, el primer día casi con miedo entró en el baño con el recargado en los hombros, el se sentó en la orilla de la tina para comenzar a desabotonarse la camisa y después ella le ayuda a resbalarla en sus hombros con mucho cuidado de no lastimar sus moretones, aún no bajaba la hinchazón y aún tenía la retícula marcada de un color morado horrible, por un momento se perdió mirando esa marca, de todas las personas él era la última persona que esperaba se arriesgara por ella, tocó con su dedo índice una de las franjas hinchadas de su espalda, pero una voz le interrumpió…

_ ¿me ayudas a bajarme los pantalones?... no puedo agacharme…

El problema no fue bajar el pantalón, no negó la poca pena que le dio, sin embargo cuando hubo sacado por completo el pantalón y ella se levantó a punto de irse notó que Marco la miraba fijamente, obviamente no quería decirlo, podía malinterpretarse, pero tampoco se bañaría con calzoncillos… ella no necesitó escuchar palabra alguna para darse cuenta de que necesitaba que le bajara también la trusa… Marco casi se carcajea cuando ve la cara roja de Melisa, aunque no miró en ningún momento el cuerpo completamente desnudo de Marco, hiso rápido su labor mirando al techo o al piso y salió…

Se retiró a cambiar las sábanas de la cama y ordenar la habitación para que cuando saliera del baño estuviera limpia, podía escucharse el fluir del agua de la ducha, en eso escuchó un estruendoso golpe que provenía de la tina de baño, ¿era Marco? ¿y si se había caído de nuevo?, se llenó de una angustia que la hiso correr al baño y sin pensarlo entrar y abrir la cortina para ver si estaba todo bien, pero no pudo con su propia cara cuando rectificó que todo estaba más que bien, de hecho perfectamente en su lugar, en el piso se topó solo con un par de pies descalzos, lo interesante comenzó cuando subió la mirada hasta llegar a sus ojos, inconscientemente había registrado cada parte de él… se quedó mirando fijamente la completa figura de Marco, hasta llegar a sus ojos, ambos se miraron fijamente por unas horas o minutos, qué más da, la expresión de marco como si fuera lo más natural del mundo y la cara atónita de Melisa que no cabía en su cuerpo la cantidad de emociones que la embargaban… con la misma cara atónita que lo miró cerró la puerta, y por supuesto salió del baño, quiso volver a sus actividades lo hiso como una autómata, sin darse cuenta de que estaba pensando detenidamente en el cuerpo de marco, nunca había visto a un hombre desnudo, ni siquiera a su propio padre, realmente dudaba que su padre tuviera la misma complexión, o cualquier chavo de su pueblo, y encima de todo de cara perfecta, ese era Marco, como dios lo trajo al mundo…

Sin darse cuenta Marco había terminado de ducharse y estaba para detrás de ella…

_ Discúlpame si te asusté…

Escuchó mientras el escalofrío la recorría desde la planta de los pies…

_ Déjalo… solo me precipité cuando escuché el estruendo, creí que te habías caído…

_ Si, de hecho me hubiera sido de utilidad que me ayudaras a recoger el frasco de shampoo, y me hubieras echado una mano para tallarme los pies…

Meli se quedó roja, y no encontraba que decir, pero prefería no decir algo que la pusiera en ridículo… Marco la miró fijamente y se dio cuenta de lo que ocurría fácilmente, su cara avergonzada y tímida le había dicho a él que de algún modo ahora lo respetaba aún que sentía que ahora encontraba una barrera más que atravesar…

_ Pero no te preocupes, si te obligara a hacer todas esas cosas sería abusar de ti… gracias, prometo que no estaré así mucho tiempo…

Decía mientras se recostaba con cuidado en la cama, entonces ella lo miró con otros ojos…

_ quisiera devolver el tiempo, y evitar que usted sufriera ese accidente, por favor perdóname…

_ ¿en serio?... yo no… gracias a eso puedo disfrutar de esa cara tan amable de Melisa… sé que nadie más conoce esa mirada… y eso me hace pensar que soy importante en la vida de ella…

Melisa no pudo soportarlo más, y salió del cuarto, por desgracia Marco no pudo saber que rostro podía tener Melisa, porque se perdió en sus palabras sin darse cuenta había hablado en voz alta, pero ya no le sorprendía encontrarse a sí mismo bajando la guardia…

Melisa respiraba agitada en el cuarto de lavado, la situación era crítica, ya ni siquiera tenía que tocarla para sentir esas palpitaciones que la enloquecían, para variar, estaba teniendo sueños nefastos, sueños en que en pleno espectáculo aparecía Marco en primera fila mirándola maliciosamente y en seguida él chasquea los dedos y unos meceros la desnudan y ella queda expuesta ante el público, en seguida despierta toda empapada en sudor y temblando de miedo… de alguna forma sentía que bailar en ese Club y de esa forma tan sensual la ponía a la altura de esas acompañantes nocturnas, no porque sintiera que el baile en si fuera malo o inmoral, si no por dejar que los clientes le echaran piropos y no poder defenderse de las manos que de vez en cuando cruzaban la línea, se suponía que debía dejar a seguridad encargarse de ellos, aun así, las palabras obscenas retumbaban en su cabeza de un tiempo para acá… ¿qué pensaría marco si se enterara de esas cosas?...

Por fin llegó otro domingo, y pudo quedarse en casa nuevamente, para ese entonces Marco ya se había recuperado lo suficiente como para ducharse solo, lo que agradecía Meli profundamente, después de todos esos días juntos jugando a la enfermera y el paciente sexy ambos habían terminado tan abochornados que Marco temía que sus insinuaciones cada vez más involuntarias terminaran por alejar a la chica que cada vez estaba más convencido que era la mujer de sus sueños, bueno, jamás había soñado con una en especial pero estaba seguro que era todo lo que una mujer debía ser, y por fortuna también era hermosa… si, las noches de cabaret habían embarnecido a Meli, cada vez se arreglaba más y se le moldeaba el cuerpo justo como le gustaba a Marco, se extasiaba con solo imaginar el cuerpo esbelto de Meli debajo de él, encima de él, rodeándolo a él, justo como aquella tarde en que la tuvo entre sus brazos, tan frágil y temblorosa, pero él le prefería temblorosa de ganas, buscándole los labios con la nariz; por muchas razones sus conversaciones cada vez eran más largas, él necesitaba su dosis diaria de Melisa para poder calmar sus ansias, como un adicto a la nicotina… solo quedaba una pregunta para él, ¿qué detonante necesitaba para romper el delgado hilo que lo separaba de poseer a su dama?... entonces se le ocurrió el plan más temerario, era momento de todo o nada, apostarle todo a su último movimiento y simplemente esperar que funcionara, claro que haría todo porque lo hiciera…