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Robert el cazador (3)

en Grandes Series

Parte 6: sexo furor en vacaciones.

Sabía que las cosas empiezan y todo tiene que acabar, incluso la monogamia para mí es un tabú, pienso que los humanos lo hacemos solo por pretender que somos mejores que el simio, viviendo con Robert perdí la noción del tiempo, esas vacaciones me la pasé en la cama cogiendo, aunque era más que obvio que había vendido el cuadro y podía haberme ido de ese departamento mucho tiempo antes, ya casi regresábamos a clases y ahora era verano, hacía calor, yo vivía de la pintura al amor, bastaba que Robert se colara a mi habitación para tirarme en la cama, y atormentarme hasta que lo dejaba desvestirme, si hay algo que no olvidaré es su mirada penetrante y fuerte como una espada afilada que penetraba cada parte de mi cuerpo, pareciera que con el tiempo me hiciera más susceptible a sus toques, sería que definitivamente me estaba volviendo una adicta a él… un poco de ambas.

Nunca se dejaron de lado las conversaciones casuales, por esas conversaciones, supe que él había venido a la ciudad por una mujer, “una razón estúpida” como él lo llamaba al final vivieron juntos un tiempo y las cosas no funcionaron, ella se fue a vivir a los Estados Unidos y Robert sin razón aparente se quedó en Guanajuato a trabajar como maestro de Inglés, su mayor alivio es no haber tenido hijos con esa mujer… eso fue lo que se me clavó en el pecho cuando lo escuché, me sentí extraña y también un poco tonta de nuevo, cada vez que me hacía consciente de nuestra diferencia de edad yo me ponía inquieta, quizá porque yo era consciente de que aún no vivía demasiadas cosas, y en otra parte me molestaba que al contarle mis problemas siempre él los viera tan fácil y sin chiste, como si yo fuera una inexperta, lo peor es que el en muchas formas tenía la razón, tenía una forma de acariciarme la cabeza que me irritaba, como una niña, se reía cuando lo hacía, sabía que estaba a su merced, por eso me molestaba en muchas maneras.

Yo sospechaba que era algo que yo misma debía cambiar, pero el mismo Robert me bloqueaba la mente cada vez que intentaba reflexionar, así un día después de tres meses viviendo juntos decidí hablar con él, mi determinación era vivir de nuevo sola, sabía que para empezar no lograría nada si seguí de sanguijuela viviendo a sus costillas, la mejora de mi situación económica se debía a que comía, bebía y dormía con él, una transacción que comenzaba a tornarse sospechosa. No conseguí el palacio de Versalles con mi saldo actual más bien mi nuevo cuarto era un poco feo, bueno, era viejo y húmedo, pero no se podía encontrar algo mejor por $500 pesos al mes con todo y servicios. Ya estábamos en finales de Enero, ya estaba empezando un nuevo curso. Y claro, Robert no dijo nada, pensé que quizá lo vio como algo divertido el hecho de tener una chica en casa de esa forma tan erótica, Sin duda me confundió su actitud, incluso cuando empezamos las clases en ningún momento se detuvo a saludarme, por alguna razón me sentí desplazada. Sin embargo aún no estaba del todo instalada, y lidiando con el inicio del semestre corto me llené de preocupaciones entrando a la universidad.

Parte 7: Ironía.

Aun que nos habíamos distanciado, Robert seguía presente en mi vida y en mi persona, todo lo que aprendí en tres meses de tenerlo a mi lado como amante se reflejaban en mí. Todos notaron ese cambio, mis calificaciones subieron, pero más Edgardo y Tovar, que me veían muy esporádicamente en el bar y más seguido en la cafetería de la escuela estudiando tomando café como una mujer madura, lo cierto es que las cosas sin sentido empezaron a preocuparme menos, como los mejores bares, quién usaba ropa de marca, cuál era la maestra más puta…

_ ¿estás escuchándome? – dijo Edgardo molesto, haaa… si, olvidé que me hablaba… estaba furioso por que el maestro de apreciación artística lo había reprobado…

_ perdón, me distraje, ¿qué dijiste?

_ No te distrajiste, para empezar ni siquiera estaba escuchando…

_ En serio Edgardo, tu novia solo debe entender que estamos en plenos exámenes… y honestamente tú también…

_ ¿Qué quieres decir?

_ Si Fabela la tomó contigo debe ser porque nunca estudias, se ha tomado la molestia de darnos un juego de copias para que lo estudiemos cada clase, ni siquiera debes tomar apuntes y aun así no lo haces… es estúpido quejarse del maestro cuando eres tú el que no reacciona….

Hubo un silencio… Edgardo me miraba atónito y yo repentinamente me percaté de que Robert estaba entrando a la cafetería con Olga, se sentaron juntos, y él la sostenía de la cintura muy cerca de él… ¿era en serio?

_ Has cambiado mucho Claudia… últimamente pareces más… mmmmmm

_ No digas estupideces… me voy a clase de grabado – dije levantándome de la mesa.

Sin más mis agotadores primeros parciales terminaron y aún me quedaba tiempo para trabajar de medio tiempo en un bar, así me di cuenta que Robert estaba saliendo a menudo con Olga, probablemente era buena señal, supongo, tenía derecho de hacer su vida con una mujer con quien tuviera cosas en común, más que la cama.

Cierta noche Edgardo y Tovar me visitaron en el trabajo, se sentaron en la barra y platicamos un momento, por eso no me percaté que Robert y Olga quienes hasta ese momento se habían sentado en las mesas del fondo, justamente ese abarrotado día decidieron sentarse cerca de la barra, si, donde la cantinera (o sea yo) de pronto sin darme cuenta estaba frente a ellos diciendo “buenas noches ¿Qué les sirvo?”… para cuando vi sus rostros Robert me miraba fijamente no parecía extremadamente sorprendido pero si había una gota de asombro en su cara… Olga por su parte me miraba como una chinche, o algo aún peor, su mirada decía “parásito”, ¿qué sabía esa mujer?

_ Yo quiero agua cerveza “pacífico” y una botana del mar… ¿olga? – ella no dejaba de mirarme

_ yo quiero un Martini de chocolate…

_ En seguida señor, Madame, ya regreso – me hice la desentendida…

Por la forma en que pidió su orden la mujer víbora (me refiero a Olga) supongo que esperaba que no supiera lo que es un Martini de chocolate, pero resulta que ya había trabajado en un bar, y por si no lo recuerdan también solía ser habida de los bares, el Martini de sabores no estaba en la carta, pero como “el cliente siempre tiene la razón” lo preparé si más… soy una cantinera con clase después de todo…

_ ¡woow!, no sabía que supieras preparar eso – dijo Tovar con sarcasmo – que fino…

_ Pura finura para la princesa – dije señalando a la mujer serpiente…

Nos reímos… El resto de la noche platiqué con un chico bastante guapo que llegó a la barra, era extranjero también, su nombre, Mario, español, era alto un estilo hipster-chico malo se notaba en toda su apariencia, esa noche casi no había trabajo, la mayoría de los que estaban eran clientes y había muchos lugares vacíos, eso me facilitó hablar con él nuevo Mario, cada vez que me acercaba a él, Edgardo y Robert me miraban como si tuviera mierda en la cabeza, en un atrevimiento el chico español me acarició el cabello echándolo hacia atrás con el único y superficial fin de ver mis aretes, amo los aretes tradicionales, eran una artesanía muy fina de Guanajuato, al chico le fascinaron y aunque la interesante plática se centró en los mejores lugares para comprar suvenires, al notar la insistente mirada de esos dos idiotas, no perdí la oportunidad de mostrar algo más, me acerque como una niña traviesa que busca que la regañen, el tipo distraído en mis aretes no se dio cuenta de mi expresión y de la forma tan retadora que crucé miradas con Robert, principalmente él, porque Edgardo había dejado la contienda después de la segunda cuba.

No fue por arte de magia que me había hecho más suspicaz, me reí de la ironía con la que Robert salía con Olga y me miraba furioso cada vez que mi nuevo amigo (gay español) me tocaba.

Parte 8: Soy una tonta…

Mi nuevo cuarto era viejo y frío, no tenía más que un catre para dormir, el cual tenía una colcha doblada varias veces a manera de colchón, así se sentía menos frío al envolverme en el Sleeping que me servía de cobija todas las noches, no voy a mentir que extrañaba la cama de Robert, o mejor dicho sus besos, sus dedos, sus manos magreando mis senos y su verga, su enorme verga… después de lo del Mario, el chico español, me llegó un mensaje a mi celular, era Robert:

“hablemos, quiero verte”

Siempre tan intransigente, sabía de sobra que en mi estado actual, así, sufriendo un síndrome de abstinencia de Robert terminaría sin duda en su cama, de hecho si iba a su casa sería a coger, porque claramente quería reafirmar que yo le pertenecía, era su forma de ser.

Sin más me acordé que todavía tenía algunas de sus cosas y me as eché en la mochila para devolvérselas al día siguiente y así, presenté en su puerta, toqué, pero tardaron en abrir, entonces, cuando decidí irme… el cerrojo sonó… era la maestra Olga, no estaba desnuda pero estaba vestida de una forma muy provocativa, realmente se notaba que el trabajo era la última razón por la que estaba en ese departamento.

_ ¿Buscas algo?... ¿niña? – dijo despectivamente.

Recordé que tenía un libro de él en mi mochila.

_ Vengo a regresarle un libro al profe Robert, ¿podría decirle que muchas gracias? – estiré mi mano con el libro…

_ ¿estás decepcionada por que abrí yo y no él?...

Me miró de una forma como quien mira un insecto molesto que no se va, podría haberme sentido como una mosca aplastada de no ser porque jamás me intimidó una mujer mayor, ni siquiera mi madre puede ponerme a raya cuando retan mi intelecto y mi orgullo, simplemente mi cinismo regresó como una fénix de entre sus cenizas…

_ Vaya… ¿qué come que adivina maestra? – Dije con una cara seria y fría, era sin duda un poco de sarcasmo para sostener mi mentira, aunque esta mujer era demasiado directa.

_ A mí no me haces pendeja – Tomó el libro, mejor dicho, me lo arrebató – nunca has venido a una asesoría de inglés, pero si te asesoran en otras cosas… dime NIÑA, ¿acaso piensas que te toman en serio?...

Esas palabras fueron como una revelación para mí, la única manera en que esa mujer podía decirme esas cosas era una razón, proyección, estaba incluso más frustrada que yo al ser presa de ese hombre felino con cara de hombre Robert el maldito cazador de mujeres, irónicamente comencé a reírme y por un instante yo también me proyecté, entonces mi risa burlona se volvió carcajada…

_ ¡jajaaah jajaaaah¡… tienes razón… soy una estúpida niña – dije antes de tomarme un respiro y sobarme la panza de risa – será mejor que me vaya, antes de que tu amante venga y nos vea haciendo una escena penosa…

No supe si Olga se quedó boquiabierta o ardió en la hoguera de la furia pero sí supe que después de ese día pude ver las cosas diferentes, de algún modo mi complejo de atracción por ese hombre no era más que una idolatría absurda que tiene cualquier muchacha tonta hacia un hombre experimentado y mayor, ahora el sexo no tenía más sentido para mí, extrañamente me las arreglé para mejorar mi promedio yendo a clases extras en lugar de gastarme el dinero en los bares y pude esforzarme para conseguir una beca, con un buen promedio pude meter solicitudes de intercambio al extranjero, y mi vida académica comenzó a mejorar más que mi economía, aunque podía darme el lujo de comer en algún restaurante bueno una vez al mes.