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Melisa (6): Investigador Privado.

en Grandes Series

Cuando despertó se dio cuenta que estaba sola en la cama, se levantó y después de mucho buscar lo primero que le pasó por la mente fue curiosear  por los recovecos y buscar algo, cualquier cosa que le ayudara ahogar esta desesperación que la aquejaba, estaba confusa, se sentía atrapada, pero no en peligro, aun así se sentía ansiosa, comenzó por los cajones del buró no encontró gran cosa, pastillas para dolor de cabeza, gripe, cortaúñas, peines de bolsillo de distintos colores, botones hilos y agujas, nada fuera de lo común, solo cosas de arreglo personal, se sorprendió cuando llegó al closet, todo más ordenado que de costumbre en un hombre, a cada paso se le encendía más la curiosidad, no estaban por colores de hecho no tenía un patrón pero todo estaba bien doblado, de hecho le daba un poco de envidia, sabía doblar la ropa mejor que ella, se dio cuenta que su anfitrión vestía más sencillo de lo que era su personalidad, tenía una forma elegante de decir las cosas, pero vestía solo Jeans, botas vaqueras, como los protagonistas de las películas de acción, le dio un poco de risa cuando miró que lo único que no ordenaba eran los calcetines, eran blancos todos , exactamente el mismo entramado, pensó que quizá podía ordenarlos un poco y comenzó a hacer pares, mientras no hubiera razón para alarmarse y si Fabricio no daba señales de violencia ella no tenía por qué asustarse, se lo repetía una y otra vez para tranquilizarse, quiso explorar más toda la casa, quizá encontraría algún lugar para escapar o para refugiarse en caso de que las cosas salieran mal, aunque ya sabía que estaba en desventaja.

Fabricio estacionó el coche en el frente de la casa y vio su cabaña perdida en el campo igual que siempre, el pequeño tejado al frente en alto con sus escalinatas tal como las cabañas de cuentos, pensaba diario que era una fortuna poder mantener esa vida, no era millonario pero vivía bien, así que su única razón para regresar con vida era la comodidad, no se consideraba mal parecido pero jugar con mujeres había dejado de ser algo que lo entretuviera, le parecía infantil y poco gratificante, sobre todo cuando ellas eran las que se abalanzaban sobre él, de vez en cuando se sentía atraído por alguna mujer, sin embargo, el gusto le duraba hasta llegar a la cama con ellas, siempre terminaban gritando alaridos como si solo supieran esa forma de excitar a un hombre o sus manos como tentáculos le rodeaban de forma tan obscena que era casi asqueroso. Por eso prefería los encuentros casuales.

Entró en la casa con la esperanza de que Melisa se hubiera tranquilizado, le costó trabajo entrar con las bolsas de papel de la compra y algunas otras bolsas que parecían haber salido de un Boutique, cuando atravesó la sala, sin el mayor cuidado dejó caer las bolsas en la mesa, Melisa no se percató de que él acababa de llegar, mucho menos se percató de que había sido vista desde la ventana de la cocina mientras caminaba por el patio trasero.

_ espero que no estés buscando la forma de escapar…

Escuchó desde la casa con una voz entre dientes, luego el sonido de un encendedor, en efecto iba caminando directamente hacia el bosque, sin embargo escapar no era lo que planeaba, en esos momentos le era imposible, necesitaba estar segura de qué dirección seguir, hacer un plan…

_ He decidido ser más complaciente… si te parece, así que dime cuanto me vas a pagar por cada vez que esté contigo…

Fabricio se quedó mirando su cara al decirle esas palabras, temblaba, quien sabe si de frío o de nervios, pero le pareció gracioso, intentó disimular la carcajada tapándose la boca con el cigarro aún en la mano.

_ Entra – dijo  Fabricio – Toluca se pone muy frío cuando anochece, más en estas fechas…

 ¿Era tonto o le importaba poco que ella supiera dónde estaba?, o quizá, de hecho no era buena información, aún con saber que era Toluca podía ser cualquier parte de Toluca, ese tipo disfrutaba confundiendo, ese era su parecer, en fin, no podía darse el lujo de renegar sabiendo que el tipo estaba armado, no podía tentar a la suerte o a su humor, no sabía cómo era él. Lo siguió hasta entrar a la casa y miró como se quitaba definitivamente el saco de una piel parecida a la gamuza, café obscuro cuando se acercó notó que era una prenda bastante desgastada, luego de verlo acercarse a la estufa ella lo único que pudo pensar fue en pararse en un pilastrón que servía como división de la cocina y la sala, la madera rechinó cuando ella recargó su peso, eso fue como una campanilla de arranque para que él hablara.

_ Debes tener hambre, no tenía víveres así que salí temprano a comprar, pensé que estarías aún dormida… además, aun te ves cansada, ¿segura que estás bien?...

_ ¿Por qué me preguntas?

_ ya te lo dije, te ves pálida y cansada…

Ella no respondió, Fabricio por su parte entendía que ella atravesaba por una situación difícil, sola que no toleraba ese desprecio que ella no se molestaba en esconder. Siguió preparando el almuerzo en silencio, siempre con el cigarro en la boca, algo sencillo, huevos, algunas salchichas, tortillas, salsa picante, café. No parecía que le hiciera falta una mujer, cuando Melisa vio al hombre poner los platos en la mesa se le hiso agua la boca, en verdad tenía hambre, su estómago gruñó con fuerza, hiso que se le escapara a Fabricio otra ricilla contenida, mientras se sacaba el cigarro de la boca para, sin el mayor cuidado, apagarlo en la orilla de la mesa.

_ Siéntate… si no comes no te contaré por qué te tengo aquí… mucho menos te dejaré ir así de débil – se quedó extrañada, pero con todo y desconfianza se sentó a la mesa y devoró la comida.

_ Está delicioso – ni siquiera ella sabía por qué hiso un cumplido a la persona que la tenía cautiva, seguí sospechando pero a la vez cuando estaba con él inconscientemente bajaba la guardia.

_ No digas cosas como esa, con hambre hasta la caca es buena.

Sintió el comentario como un rechazo, solo reaccionó mirando alrededor aunque en ausencia de él ya había mirado cada rincón con detenimiento… la cabaña era grande, era una construcción hibrida de concreto y madera, al parecer solo los muros internos estaban hechos con cemento y ladrillo expuesto y barnizado todo lo demás era madera ventanales grandes con persianas en lugar de cortinas, el estilo tan ecléctico no era del todo feo, solo excéntrico, al parecer la habitación y el baño donde ella se quedó la noche anterior era completamente de concreto. Los colores eran cálidos, incluso el blanco no era total, tenía un toque de perla, lo que hacía una atmosfera de antigüedad, sobre todo por los muebles tan setenteros.

_ ¿dijiste algo sobre dejarme ir?... ¿fue para hacerme comer o era en serio?

_ Eso está de más que te lo responda, vayamos a los asuntos importantes, Me llamo Fabricio Reales soy, un investigador privado, no te preocupes estoy certificado y colaboro con la policía de vez en cuando… mi intención no era gastarme mis ahorros comprándote, pero me contrataron para vigilarte y evitar que te pasara algo malo.

_ Espera… ¿contratado?

_ Ese tal Simental… no recuerdo su nombre, pero el idiota ha desaparecido con mis honorarios y ya gasté más de lo que debía contigo, así que espero que entiendas que a menos como seguro, no puedo dejarte ir…

_ ¿¡que Simental desapareció!?... pero, ¡hay que buscarlo! Y ¿por qué me tocaste así ante noche?... ¿acaso te dijeron que te aprovecharas de mí?

_ ¿no crees que te haya abandonado?... quizá se dio cuenta que no podía pagarme y fuimos estafados… si ese es el caso puedo hacer contigo lo que me dé la gana, después de todo yo te compré… ¿no crees?... pero como probabilidad, esperaré una semana, si no, tendremos que discutir la reposición de mis ahorros…

_ Él no haría algo así… además… si descubrieron que te contrató, puede que hayan querido vengarse, quitarle el dinero, no sé… ellos son capaces de cualquier cosa, y… ¿y que te hace pensar que después de saber esto voy a retribuirte tu dinero?.

_ Si ese es el caso te recomiendo entonces que no regreses a la ciudad… sería peligroso que te viera, te raptarían de nuevo, te violarían y te volverían a subastar… esa gente no se anda con rodeos… además… si ese tipo decidió quedarse sin un cinco por protegerte, además, ¿cómo te atreves a pensar en ese tipo de retribución?... ese placer me lo reservaré por mi propio bien, ya que para ti, más que una molestia sería el paraíso – dijo en tono burlón, como si fuera un viejo con experiencia.

 “¡demonios!” pensó, tenía razón en todo, no podía salir tan campante a la calle, ¿pero qué más podría hacer?, quedarse allí para siempre… su mente se estaba volviendo caótica de nuevo, otra vez la invadía esa sensación que tenía justamente antes de ser secuestrada… solo que esta vez una voz apagó toda esa inquietud.

_ Solo ten paciencia, ya te dije cuál es mi especialidad, buscaremos la verdad cuando estés repuesta y las aguas se calmen…

Melisa sintió que todas sus sospechas se disipaban, por alguna razón la voz de Fabricio le era reconfortarle, por no decir que sexy, aún quería resistirse a la idea de que se estaba volviendo una pervertida por lo que pasó en la noche anterior, una lágrima de alivio rodó por su mejilla y solo una palabra podía decir en ese momento, sin rodeos y sinceramente la dejó salir.

_ Gracias…

_ Ya te dije que no digas a esas cosas a la ligera, hacer cumplidos y agradecer a la gente sin conocerla también es prejuicio… uno muy ingenuo y estúpido… aún ni siquiera estás segura de que soy una persona en quien puedas confiar ¿o sí?...

_ Pero no me has entregado a los hombres aquellos para que devuelvan el dinero… además, si no estabas seguro de que Simental te regresaría el dinero, ¿por qué me compraste?...

_ ya te lo dije, eres un aval, no me importará entregarte a esa gente si de ello depende mi vida, así que no te confíes…

Obviamente mentía, por alguna razón él tampoco quería que Melisa bajara la guardia, sería por el placer que le ocasionaba verla defenderse con todas sus fuerzas, o quizá porque él también estaba a la defensiva, involucrarse de esa forma en un trabajo era imperdonable, imperdonable porque si se ponía peor la situación, desprenderse de ella no sería fácil.

_ ¿aunque yo sea complaciente contigo?... ¿aunque no tenga más opción que confiar en ti? – dijo Meli un poco insegura, pero tratando de asegurar su estancia en una posición segura.

_ Lo de antes era una broma… no te emociones…

El ambiente sin razonables argumentos cambió por completo, de pronto se encontraron hablando como completos amigos de confianza.

_ jum… creía que los hombres no perdían tiempo para desbocar sus bajos instintos…

_ ¡Jah!... ¿bajos instintos?... – esta vez fue carcajada… en verdad le daba gracia la personalidad de Melisa, más que verla sobre el escenario – ¿tu novio es un pervertido o la pervertida eres tú?

_ Yo creo que los hombres sobrevaloran el Sexo…

_ ha… entonces no te han cogido como se debe… entonces no entenderás por qué a todos les gusta, les gusta tanto que lo ponen hasta en los comerciales para vender más, tan sobrevalorado es el sexo que a ti, te vendieron para satisfacer esa necesidad – se levantó, tomó los platos y los hechó al fregadero mientras escuchaba a Melisa.

_ Digas lo que digas no me harás cambiar de parecer…

Sintió esas palabras como un reto, algo que no podía resistir, hace tanto que no requería de sacar a flote sus encantos de seductor hipnótico, eso le excitaba, pero no con cualquier mujer, sabía que solo podía hacer eso con una mujer que en verdad quisiera tener. Se acercó al oído de esa mujer, el cuello era exquisito, pudo soplar sobre el mientras se acercaba, notó que removió los sentidos de ella, sintió una gran satisfacción en ello, no pudo detenerse, después de todo quería atraerla, aunque no debiera, eso era lo que más le incitaba.

_ para hacerte cambiar de parecer tendría que enseñarte con la práctica niña… no decirte…

Melisa quedó envuelta por esa sensación, era diferente de todo, después de todo Marco no había sido un error, después de todo, sin marco ahora no podría diferenciar el sexo por vanidad que esa pasión desenfrenada que la hacía continuar, aún con los impedimentos que hubiera, ella quería continuar…

_ ¿a ti te gustaría hacerme cambiar de parecer?

Definitivamente eso rompió con toda fricción, encendió la llama, Fabricio la cargó y la hechó en el sofá que estaba detrás de ella, en un abrir y cerrar de ojos lo tenía encima con las manos inmóviles encima de su cabeza, obra de una mano de Fabricio, era una fuerza implacable pero placentera, apenas hace unos minutos titiritaba de frío en el patio y ahora no sabía cómo quitarse el calor, sin más como un barco al compás de las olas del mar el lamió el tendón que nacía de la clavícula, como si melisa supiera lo que el haría ella expuso su cuello como una danza perfecta, le recorrió su cuello hasta la mandíbula después llegó al lóbulo del oído, lo mordió suavemente, Melisa no pudo evitar dejar escapar un suspiro dócil, sus corazones latían juntos, el rozaba su sexo con la rodilla, Melisa podía sentir debajo de la tela cómo se levantaban sus senos pidiendo algo de ese roce… en otro suspiro de arqueó levantando su tórax, la mano libre de Fabricio se coló entre la seda del pijama y sin presionar suavemente con ahínco llenó su palma de esa carne, comenzó a jugar con esa masa rosando el pezón, acelerando la respiración de Melisa, le besó, ella sintió como la lengua de Fabricio entraba en su boca y la entrelazaba con la suya, era obsceno, pero no importaba, no sentía suciedad en sus movimientos, sentía que podía sumergirse en ese compás obscuro y tentador, Deseo era lo que sentía, un ardiente deseo incontenible, sintió como se desabotonaba la camisola del pijama dejando expuestas las ansias de ser tocada otra vez… luego Fabricio dejó de besar para decirles entre agitada respiración…

_ Veamos dónde prefieres mi lengua, ¿en tu boca?... o tal vez ¿aquí?...

Y bajó para mamar sus senos, un ahogado gemido rompió el ritmo de sus respiraciones violentas, y su cadera empezó a moverse sola, en su sexo sintió como algo comenzó a humedecer, toda si vagina enloqueció, palpitaba tanto como su corazón, y no podía dejar de jalar grandes bocanadas de aire para abastecer sus pulmones que parecían desinflarse. Fabricio la liberó de sus brazos, en un arrebato de cordura. Aunque de lo único que se arrepentía era de quedarse así de duro…

_ por el orgasmo que acabas de tener, me doy cuenta que ya te hice cambiar de parecer… así que toma tu ropa y ponte algo más difícil de quitar… allá está la habitación de huéspedes…

Señaló una puerta bajo la escalera, mientras subía agitado, como si huyera de algo, lo último que escuchó todavía adormecida fue la puerta de la habitación de arriba.