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Melisa (4): un objeto de subasta

en Grandes Series

En tanto que si y que no, lo hecho, hecho estaba.

Marco tenía una abrumadora duda… ¿cómo es que de pronto el interés se perdió así de la nada?... ¿acaso esta mujer estaba jugando con él?... no podía dejar de pensar en ello, al día siguiente ni siquiera se quedó en la cama, solo se levantó antes que él y terminó el desayuno y se fue al escuela como si nada, algo pasaba que no estaba midiendo bien las cosas.

El hecho es que Melisa, estaba igual, aunque no tan abrumada, no podía entender por qué se sentía tan insatisfecha y un tanto frustrada, hubiera querido que su imaginación no llegara tan lejos al escuchar a sus antecesoras, o quizá con ella había sido diferente, aun que simplemente era una duda, no podía negar que le gustaba, simplemente aún prefería otras cosas sobre el sexo:

_ No es el Sexo en general mujer, solo es el sexo con Marco…-Decía Simental sorbiendo el café vespertino antes de abrir el Bar- así que por eso llegaste temprano… yo creo que tienes que adaptarte a la pareja o él a ti, que haya parejas que se acoplan mejor que otras… es como los rompecabezas, unos si embonan otros no… ¿no será que lo tiene muy chico para ti?

_ Simental, cada vez que hablo contigo termino sintiéndome una muñeca de hule con chupador…

Decía Melisa algo molesta mientras entraban el resto de los meseros y comenzaban las labores de limpieza. En eso entró el anciano de aquella vez, de tras de él, un hombre con traje negro y un maletín, Simental le hiso la seña para que se fuera a los camerinos, y ella accedió sin muchas ganas de saber lo que pasaría con ella. Igual el resto de la noche pasó tratando de concentrarse en todo y a la vez sin lograr concentrarse en algo, mecánicamente terminó su día, y en la madrugada salió, de último haciendo tiempo para ver si después de show se reuniría Simental con ese misterioso señor pero nada, Simental había salido temprano aparentemente.

Salió algo decepcionada, para temas superficiales era un buen concejero pero para algo más serio parecía ausente y por lo visto no le importaba mucho, al menos eso le hacía pensar, el no poder hablar con Marco al respecto la hacía sentir sola y desprotegida… la situación estaba saliéndose de sus manos… detrás de ella se cerró la puerta trasera del callejón, mientras suspiraba…

_ Nunca debí decirle que lo haría…

Hacía tanto frío que el vapor se notaba en el aire, se arropó bien con la chamarra de franela que había sustituido ya hace tiempo a sus suéteres de algodón en eso una sombra apareció de tras de un poste cerca de la esquina, ella se asustó… pensó que podría ser un ladrón, o un fan necio, pero, al acercarse, notó algo familiar en esa silueta.

_ Marco, ¿qué haces aquí?

_ Creo que tenemos que hablar abiertamente sobre nosotros…

_ no… no estoy de humor para reclamaciones- titubeó… tal vez ella, después de todo era un pasatiempo, de alguna forma le dio miedo que fuera solo un error, quizá porque ella así lo sentía.

Marco fue hacia ella, la tomó de los hombros como un hombre desesperado, en ambos se notaba la mirada triste.

_ No es reclamación… yo… te ruego que me digas qué pasa… yo… no entiendo por qué no puedo satisfacerte… ¿por qué?...

_ No lo sé… - una, lagrima rodó en su rostro… no crean que por drama, solo estaba cansada de todo, incluso en segundos llegó a sentir como un peso mirar las mismas caras todos los días…

En el fondo tal vez era ese cansancio que no le permitía disfrutar de su Marco, o quizá solo era que Simental tenía razón, quizá simplemente no embonaban. Para el caso era lo mismo… no quería volver a hacerlo, no tenía ganas, el solo pensarlo le daba flojera, ambos se sentaron en una plaza, la intensión era hablar, pero notó que Marco se sentó demasiado cerca, la encasilló entre el final de la banca con el descanso de manos y su cuerpo, cruzaron un par de palabras sin sentido, y entonces ella entendió sintió una mano debajo de su blusa, era fría temblorosa y sudorosa, no le agradaba del todo, pero tampoco le molestaba, la otra mano de marco acercó las bocas para besarse, sintió la saliva de ambos mezclarse sin mayor conmoción que un sobresalto que llegó a su mente, quien sabe por qué razón le llegó a la mente la pregunta “¿qué estará haciendo Simental en ese momento?... el nunca sale temprano”…

Su mente estaba fuera de sí en algún lugar con la preocupación de su destino, mientras Marco calentaba el ambiente con sus juegos, aunque solo a él le excitaban las caricias y besos que llenaban el cuello y el pecho de Melisa, ella gélida como una muñeca sin alma pensando angustiada.

Mientras tanto en algún lugar de la ciudad, llegaba Simental a una enorme sala de conferencias, se notaba algo clandestino en el ambiente, muchos señores igual de excéntricos que el señor de la mesa 4, sostenían puros o copas y se parloteaban cosas entre obscenas y grotescas. Él se encontraba sentado algo nervioso, no entendía por qué había sido citado allí, así que se quedó quieto hasta que uno de los guaruras lo llevó a una oficina privada.

_ Entre Simental…

Se acercó y sin tomar asiento se quedó al pié del escritorio de madera tal vez caoba, o alguna madera fina, no sabía, estaba obscuro, eso lo ponía nervioso…

_ Lo cité porque tengo algo para usted…

Ante el apareció el mismo joven de antes, quien le abrió un maletín lleno de billetes en efectivo perfectamente apilados en fajas de 10…

_ no es la cantidad que pedí – dijo Simental preocupado

_ Por supuesto que no, su cantidad era ridícula así que la tripliqué…

_ No habrá problema… entregarme esto antes del plazo es…

_ Si la muchacha ya aceptó no veo por qué haya que retrasar tanto el negocio… el tiempo es oro, además, nosotros nos encargaremos de que todo salga bien…

Un escalofrío nada placentero recorrió la espalda antes de que pudiera salir, escuchó que el señor daba una orden al secretario (al menos eso parecía el joven), y éste levantó el teléfono para decir unas palabras, caminó lo más rápido que pudo y en cuanto se sintió o suficientemente lejos llamó a Melisa… ella estaba sentada en las piernas de Marco permitiéndole con libertad que tocara su cuerpo, sin oponerse, hasta que el celular sonó…

_ Melisa!!!... ¿dónde estás? – esuchó en la bocina en cuanto contestó…

_ Simental???... yo estoy cerca del Salón… ¿tú dónde estás?...

_ Eso no es importante… ve a tu casa y no salgas, asegúrate de que no te sigan… la calle no es segura…

Melisa se sobresaltó, miró aterrorizada a marco, quien a duras penas entendió lo que pasaba, pero comprendía que Melisa estaba asustada, ella le rogó “vamos a casa por favor”… caminaron unos metros por la plaza desierta, a penas comenzaba a clarear, aunque no estaba segura de la hora, justo al llegar a la esquina un coche les cerró el paso… cuando menos pensó en mover las piernas para correr Marco estaba en el piso y sintió cómo era sometida fuertemente y un olor extraño le caló en la nariz, después todo obscuro…

El frío la despertó, sentía algo helado en las muñecas y los tobillos, y su cuerpo estaba frío, a pesar de escuchar perfectamente lo que pasaba y mirar algo distorsionadas las cosas a su alrededor pudo percibir que ella estaba desnuda en frente de muchos hombres, olía a tabaco y alcohol, como en el Bar, y ella estaba encadenada… fuera de su percepción un hombre la sostenía, la sala estaba llena, todos se divertían y nada era lo que parecía, una voz proveniente de una bocina decía…

_ nuestro siguiente objeto, es esta preciosa señorita, entre sus habilidades están el baile y la cocina, podemos notar que su piel es tersa y blanca, sin rastro de abolladuras, iniciaremos las ofertas con 50,000 dólares…

Los números subían, y se iban ofreciendo unos tantos más, Melisa solo podía entender que no era algo bueno, había sido engañada, llegó a pensar que todo era un mal sueño, pero cuando se cerraron las ofertas supo que había sido vendida por 150,000 dólares.