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Sexo para acompañar V (final)

en Grandes Series

Capítulo 5

Decidí pasar unos días en Uruapan gracias a la invitación de Eduardo, no solo fue por la simple invitación, también quería mi pequeña dosis de Ed, eso era lo único que me contenía de saltar encima de él como gata a su presa, no estaba insegura de mis cualidades seductivas hacia él, solo quería conservar el recato hasta el momento en que él me dijera que me deseaba, no quería ser un cliente, quería ir más allá y no me importaban las consecuencias, y solo había un modo de que el pudiera recibir algo de mis feromonas, y era estando con él el tiempo que él me lo pidiera y yo pudiera convencerlo de estar a mi lado…

Apenas dejé atrás todo el asunto de los juzgados y lidiado con el toro de mi madre enfurecida por el escándalo decidí partir tal vez algo apresurada por dejar de nuevo todo de tras, y apartarme ahora si para siempre de esa vida dañina de las exigencias incumplibles de mi familia, cerré el circulo disculpándome con mi madre previamente por la decepción que sabía que iba a sufrir por mi causa, que no podía continuar cruzando mi camino con las personas que truncaban mis planes por un simple escándalo y le dije la verdad, le confesé que Víctor se había acostado con otra mujer  y que los encontré en infraganti, no quise decirle la parte más grave, no me correspondía echar de cabeza a mi hermana, no me sentía con la autoridad ni con la suficiente inmadurez como para tomar ese tipo de venganza, porque solo así se le podía llamar a eso, venganza, no de otra forma, solo quería una cosa y era dejarlo todo, tal vez viajar un tiempo, hacer mi trabajo en hoteles y lugares nuevos, tal vez mudarme al DF o hacer por fin la maestría, por el momento aprender un nuevo oficio no me venía mal…

_ estoy muy orgulloso de ti yuyete…- desde un tiempo para acá Ed me había puesto ese apodo…

_gracias, yo solo me pregunto ¿por qué me tardé tanto en hacer esto?

_ debe ser porque no era tiempo… tendrías que hacer algo importante antes, y era darte cuenta por qué lo dejaste en realidad… Era cierto, una infidelidad por sí sola es un motivo, pero en realidad para mí era un pretexto para parar el inminente desastre de mi vida si terminaba viviendo es su techo, todo lo que ocurrió fue solo el epílogo que confirmaría que estaba en lo correcto… merecía ser feliz, merecía ser libre, así me propuse a visitar mi corazón de vez en cuando para preguntarle lo que quería, práctica que había dejado hace tiempo por ser demasiado romántica para la vida real…

Como expliqué antes no solo iba a pasar unos días de turista, tenía un nuevo propósito en la vida y era cambiar de aires, una opción era regresar a mi vida pueblerina simplemente y establecerme en un pueblo llamado Paracho, más delante de Uruapan, allí la chica hermana de Ed tenía una pequeña casa a las afueras del pueblo, siendo hija de señores pe Pátzcuaro no había problema en establecerme, solo tenía que hablar con el presidente de propietarios de las tierras de allí (por lo general un anciano), si obtenía su permiso no tenía ningún impedimento para tratar la casa, a pesar de que estamos en el siglo XXI es común que en la región de la meseta purépecha sigan existiendo esta clase de protocolos conservados como patrimonio cultural y sinceramente a mí me gustan, un pueblo alejado de todos sin decir una sola palabra a alguien de donde estaría ahora era un buen refugio, no solo por los problemas existentes, huir era lo último que quería, pero ya estaban casi resueltos y tenía que ponerme a trabajar, quería aprender la técnica de tallado de la madera para experimentar con mis muñecas, y un artesano conocido de mi padre era un buen maestro, aún no sabía dónde encontrarlo, pero si como, en un pueblo todos se conocen, y tenía su nombre bien grabado, Fernando Luna, íbamos con Ed justamente hacia allá, llegamos a la plaza principal, siempre poblada por turistas y por señoras que iban al mercado desde comunidades más pequeñas, unas iban a vender otras a compras, otras a intercambiar, no fue difícil que nos dijeran donde vivía Fernando Luna, en menos de cinco minutos estábamos camino a su casa, un lugar bastante interesante, una cabaña de madera con detalles tallados seguramente hechos por él, pero con toques modernos como un timbre que toque dos veces seguidas, esperamos unos segundos tras los cuales nos abrió un joven de nuestra edad, bueno eso parecía, joven de rasgos delgados y finos pero no de mujer, el mentón afilado aún varonil y los brazos delgados pero fuertes, las manos achatadas denotaban el trabajo que le impuso tal vez desde muy joven…

_ Buenas tardes…- dijo con voz gruesa algo incongruente con la descripción fisiológica de su garganta…

_ Buenas, buscamos a Fernando Luna…- dije yo con una sonrisa natural de vendedor de productos a domicilio.

_ Pues soy yo, como para que me busquen…

Después recordé, ese niño era el que siempre jugaba conmigo cuando venía el señor Fernando, su hijo que le decían Chen, no sé la razón, por un segundo lo miré extrañada de que no me reconociera, lógico, habían pasado casi más de diez años… no lo veía desde que fue mi chambelán en mi fiesta de 15… Ed nos miraba a los dos con notable interés, parecía que algo explosivo pasaría, y no parecía entender qué.

_ ¿chen?... soy Sofía… ¿me recuerdas?...

_ ¿la hija del Ramírez no?...

_ ¿y tu papá?...

_ ¿el ya no se dedica al trabajo, quería un trabajo tu papá?

Hicimos un buen trato, me encontré con muchas cosas del pasado al ver al señor Fernando, estaba ya anciano, me pregunté si mi padre estaría así si vivera. Quedamos en que Chen me enseñaría y el señor supervisaría mi técnica, su hijo se mostró complacido con mi presencia en los próximos días, inclusive prometió ayudarme con el asunto del permiso para comprar la casa, salimos de allí una hora antes de la clase de Ed, sorpresivamente Chen se despidió de mi con un abrazo seguido de la cálida frase “me alegro que estés de vuelta”… lo miré a los ojos, brillaban felices de verdad, eso me hiso sentir in poco contenta porque miré hacia Ed y él estaba mirando con una sutil cara de disgusto, los hombres piensan que no entendemos su lenguaje de macho territorial, ambos se miraron fijamente a los ojos y casi se truenan los dedos en el apretón de manos, eso fue interesante pero no dejó de fastidiarme que se fuera enojado todo el camino, yo no podía creerlo, ¡una escena de celos!...

_ ¿irás enojado todo el camino?...

_ yo, ¿enojado?... claro que no, ¿de dónde sacas eso yuyete?

_ olvídalo- dije respondiendo a su mirada irónicamente fingida de despreocupación y fingí no ver que estaba algo abochornado por mi agudeza…

Siguió andando en el coche, por la carretera había largos tramos de zonas de curvas, de regreso se iba de bajada y en esos grandes tramos los arboles solo dejaban ver al frente y arriba, en tanto él se cuidaba del segundo carril rompió el ensordecedor sonido de la presión del aire con las siguientes palabras:

_ no me molesté yuyete, es solo que me preocupa que este tipo se tome tantas libertades contigo, tienen mucho de no verse ahora son prácticamente desconocidos…

_ crecimos prácticamente juntos, y por lo que veo no es un mal chico, pero tienes razón ahora somos dos perfectos extraños, ha crecido mucho, cuando teníamos quince él era mucho más bajo que yo en estatura y míralo ahora….

Dije tratando de comenzar una conversación, pero fue más divertido aún ver su rostro cada vez que hablaba de él, aun así ya le había dado una indirecta muy directa que le preguntaba “¿estás celoso?” y él dijo “no” (fingido pero no al fin), no podía dejar que supiera que él era el único para mí, así que me guardé mi secreto una vez más, hasta que él decidiera decírmelo al fin…

Esa semana estaríamos en casa de la familia de Ed; el, su hermana y yo. Nos quedaríamos toda la semana para resolver en unos problemas de familia, yo era una invitada que no sabía esos ni tenía por que saberlo, en realidad nunca le pregunté yo era un libro abierto por decisión propia pero nunca exigí lo mismo a Ed, así que me limité a saber solo lo que él decidía contarme.

Después de las clases de baile, decidimos pasar solo para asearnos un poco y pasear en la plaza un rato, yo llegué directo a mi habitación designada, la familia de Ed no era del todo rica pero tenía suficientes habitaciones en su casa como para albergar a 20 personas con baño individual, al parecer habían sido dueños de una posada en otros tiempos, al morir la matriarca de la familia, los bienes fueron vendidos y repartidos excepto la casa, esa quedó específicamente por partes iguales a Ed, a su hermana y una prima que cuando llegamos esa tarde sorpresivamente decidió llegar de sorpresa, estaba en la sala, como dije yo llegué directo a mi habitación, pero no evité saludarla, a lo que ella respondió con un fría mirada, lo suficientemente despectiva como para hacerme dar la vuelta y  fingir que no había hecho algo…

No estoy segura de lo que pasó, pero los siguientes días fueron tan tensos que pensé seriamente irme a un hotel, pero esta incomodidad me traería buenas nuevas, como quien dice que después de la tormenta se ve el arcoiris, pues así fue, yo seguía asistiendo a mis clases de tallado de madera, era difícil no notar el juego de seducción de Chen, cosa que trataba de ignorar, para mí significaba micho pero no era de mi interés, me sentía alagada pero no sabía cómo decirle de manera sincera y totalmente imparcial que yo estaba profundamente enamorada de Ed, quien pasaba por mí todas las tardes y siempre con la misma cara de disgusto veía como él se despedía de mí, una tarde algo cambió nuestros planes; Chen nos invitó a una comida, su hermana se iba a casar y la pedirían esa noche, era gran motivo de festejo porque era de las pocas que era pedida como es justamente la tradición, y por decisión de la pareja, la chica se casaba virgen (tabú importante en cultura purépecha), a la fiesta solamente los padres y los novios estaban obligados a vestirse de traje típico, el resto no, por lo general se aprovechaba la pedida de mano para elegir a los padrinos y esas cosas, nosotros (Ed y yo) nos quedamos por simple cortesía, conocíamos las tradiciones y era de mala educación faltar habiéndote invitado, acordamos entre miradas de complicidad quedarnos solo un rato, pero antes de marcharnos Chen me invitó a bailar, era una tambora, pero él no la bailó como una, me abrazó y bailó muy cerca de mí, yo estaba abochornada y no era para menos, todos los invitados me miraban como una golfa, no era por nunca hubiera estado cerca de un hombre, si no por que no era tan placentero como hacerlo en el antro, eran contextos diferentes, me separé en cuento pude, pero antes de que pudiera reclamarle a Chen, sentí la mano de Ed jalándome hacia la entrada, estaba furioso, era la primera vez que veía esa cara, pero lo sentía, era en serio un enfado que una pícara pregunta no podía resolver, me fui callada todo el camino, ya era de noche, olvidé mencionar que Ed conducía una camioneta Blaizer de color gris, siempre bien equipada con objetos para cualquier ocasión de emergencia, o al menos eso pensaba yo, la cajuela siempre tenía unas maletillas con no sé qué, lo miraba conducir siempre mirando al frente con esa mirada que podía romper el vidrio con sus rayos laser… me daba miedo decir una palabra…

_ ¿Qué demonios pensaba ese pendejo?… la próxima vez que lo vea le voy a partir la cara…

_ t..tal vez estaba tomado…- quise justificarme estúpidamente con una estúpida frase…

_ ¿no te gustó o sí?...- sí, era la señal ahora la enfadada era yo…

_ ¿¡queé!?... ¿¡cómo se te ocurre siquiera pensarlo!? ,¿¡Acaso pensaste que me aparté solo porque quería ir a tocador a empolvarme la nariz!?... no quiero que me tomen por una puta antes de tratar de establecerme en un nuevo barrio… y tu… tú me conoces, me sorprende que pienses eso de mí, no tienes tacto diciendo esas cosas, sabes por lo que acabo de pasar, mi ilusión de lo que era el sexo se ha rompido, difícilmente puedo ceder a cualquier provocación insulsa de un hombre…

_ ¡¡¡de acuerdo, de acuerdo!!!... ya entendí… perdóname, no quise decirlo de esa manera, es solo que, te lo preguntaba de buena manera pero, ¡esta cara!... solo digo que si te gusta Chen, yo, yo… no le partiré la cara…

Me quedé callada… eso era lo más parecido a una confesión de amor que había recibido de él, creo que era su forma de preguntarme ¿quieres ser mi mujer?... era tan infantil, el amo de la seducción sonrojado, sonrojado como un niño que regala una golosina a la niña que le gusta… lo juro, iba a estallar, le gritaría que lo quería a él, solo a él, pero…

Si, un evento más, habíamos perdido la carretera en una zona de terracería, íbamos tan distraídos en la discusión que no nos dimos cuenta que tomamos una desviación equivocada y lo que era más desastroso, nos dimos cuenta porque una llanta se había ponchado, eran cerca de las 12 de la noche, no muy tarde pero estábamos lejos de la civilización, porque en metros a la redonda no había señal de vida inteligente, ninguno de los dos sintió prudente discutir aun que estábamos un poco alterados y frustrados, yo nerviosísima, por lo que él estuvo a punto de oír y yo de decir…

Se quitó el cinturón y prendió las luces de dentro, apagó los faros del auto y salió para sacar de la cajuela una lámpara de mano, y decirme desde atrás…

_ quédate aquí, voy a buscar gente que nos ayude…

Sin pensarlo dos veces salí del auto y corrí hacia él, volteó para decirme que me quedara otra vez, pero no sé qué vio en mi cara que sonrió y siguió caminando, yo junto a él abrazando su brazo, caminamos cuanto pudimos, pero sin encontrar algo útil, decidimos regresar al escuchar coyotes cerca, bueno, eso parecían a mis oídos, Ed insinuó que lo ponía nervioso, no estoy segura en qué tono lo dijo pero al regresar a la camioneta Ed pasó las maletas hacia adelante y reclinó los asientos de atrás, sacó de las maletas unas cobijas…

_ ¿pasaremos aquí la noche?- pregunté…

_ Tal vez, lo más seguro es que si, no tengo señal en el celular, será mejor que esperemos a mañana y con más calma busquemos ayuda…

_ entiendo… pero… ¿dormiremos juntos allí verdad?

Su mirada cambió totalmente al escuchar mi pregunta final… rió como el amo de la seducción que era y me dijo con voz pícara:

_ ya hemos dormido juntos, no me digas que todavía temes que te descubra dormida, no hay gesto o puchero que no te haya visto cuando duermes…

Dije en voz avergonzada, casi apagada, “no lo digo por eso” y me subí a la camioneta después de que él cerrara la cajuela, entramos por las puertas laterales para poder cerrar por dentro, la zona alta es fría, en las noches de invierno llega a helar, por eso, casi todo el año es mejor estar abrigado, con la misma voz que me dirigía a él antes de entrar ahora me dirigía a él solo para decir “buenas noches” y voltearme… estaba segura de que mi embeleque corazón no lo soportaría, no después de escuchar a Ed decir lo que dijo, no después de estar asustada en medio de la nada, no por sentirme insegura, lo último en lo que pensaba era en la llanta ponchada, si no de lo que podría hacer si no me controlaba, porque lo único que me detenía a atreverme a seducirlo era que me sorprendía pensando que no tenía condones en mi bolso, no me atrevía ni a mirarlo, desbordaba mi miedo de chiquilla inexperta que está a punto de tener su primera vez con su novio… o peor, como mojigata obligada a ver porno, me acurruqué esperando quedarme dormida pronto, cuando noté que Ed había apagado las luces del auto, solo hubo un problema, sentí la mano de Ed en mi hombro, me volteó delicada mente y me sostuvo la mirada con sus dedos sobre mi mejilla…

_ ¿ahora me vas a decir que te pasa yuyete?…

No pude decir una sola palabra, como me temía todos mis sentimientos se desbordaron con solo perderme en sus ojos, instintivamente cerré los ojos, y cuando menos pensé ya estaba mi boca en la suya, ¿Quién comenzó el beso?... que más nos daba, se me subió la sangre a las mejillas, hacía ya tiempo que no me sentía frágil y segura debajo de un hombre, era cósmico, no era la fuerza de un macho, como si ambos pudiéramos conquistar al otro, sentía que él también estaba temblando que tenía las manos frías de nerviosismo, y también como se estabilizaba su temperatura poco a poco con cada caricia, como su respiración se aceleraba rítmicamente como temblaba yo y me estremecía solo con un beso…

Hasta hoy quiero seguir pensando que esa fue mi verdadera primera vez, nuestros movimientos se sentían lentos como si estuviéramos bajo el agua o en un sueño, comenzó a acariciar debajo de la ropa, olvidaba el mundo solo con un rose de mi propia ropa y sus manos sosteniéndome no solo los vidrios estaba empañados por la humedad, mi sexo palpitaba y sentía el suyo implacable, era el momento, la ropa comenzaba a estorbar, la blusa fue lo primero en desaparecer, no supe como hiso para ponerme de espaldas y quitarme el sostén con los dientes, estaba sumergida en un interminable sopor que solo maximizaba cada sensación, cada borde de su piel y la mía, ambos se electrificaban con solo un rose, ni una palabra podíamos decir, estábamos igual de atónitos como si exploráramos un terreno desconocido.

No supe como salieron los pantalones con tanta facilidad, estábamos ya impacientes, no perdimos tiempo no dimos receso ni siquiera para preparar un buceo entre mis piernas, no necesitó ayuda para entrar en mí, yo estaba golpeando mi pecho con el corazón, no sé qué sonido salía de mi garganta, solo que intentaba decirle algo, pero mis palabras se distorsionaron al sentido entrar en mí, la adrenalina me dejaba pensar en una sola cosa aparte del oscilante vaivén de nuestros cuerpos conjugado son cada roce de las cobijas en mi cuerpo con cada empuje de él, y era que después de él no podría jamás sentir el sexo como en ese momento, y cerré los ojos para escucharlo respirar, para sentirlo sin distracciones, para concentrarme en mis suspiros que ya eran más bien jadeos con aire, se aceleró el ritmo, me dejé llevar por esa energía que venía de donde nuestros cuerpos se unían quería que atravesara mi vientre, cada vez más y más rápido, sentía los espasmos cada vez más prolongados cada vez se quedaba más tiempo dentro de mi firme sin venía con fuerza, pude ver en el espejo empañado con mis ojos entreabiertos mi silueta moviéndose, arriba, abajo, arriba, abajo, como si marcara el compás de una melodía, la melodía de sus respiraciones cada vez más entrecortadas que se convertían en pujidos, acompañados de empujes intensos que me hacían querer gritar sin alcanzar a hacerlo de lo agitada que estaba, sudaba, sentía los fluidos salir de mi sexo, una mano se posó en mi nalga y la otra me levantó por la tiernamente sosteniéndome por la nuca, lo abrasé me aferré a él como si la fuerza del mundo se centrara en los dos en nuestro sexo ye en el espasmo más largo ahogué todo mi deseo en mi gemido… y después, me desvanecí en sus brazos simplemente desfallecí solo alcancé a sentir su cuerpo caer en mi pecho agitados los dos, sin aliento, como si mi esqueleto no tuviera músculos, así se dejaron caer mis huesos en aquel lecho como de agua, así se sentía… como de agua…